Partida Rol por web

Escena de juego de los Montaraces.

Año 2977 de la Tercera Edad.

No hacia mucho desde que Arlen, habia dejado atras las tierras de sus padres; Bree. Con el sueño de vivir, aventuras, que le dieran un toque de color a su rutinaria vida, se alejo, confiado en que la vida era algo mas, que pastar y hacer de mensajero ocasional.
Que equivocado estaba.
Apenas, habian pasado unos meses, cuando la escasa fortuna con la que partió, fue disminuyendo, sin tener muchos ingresos.
Sus pasos, tras recorrer las salvajes tierras de Enedwaith, al sur de Bree. Le obligaron a volver a su tierra natal. Claro, que no queria volver con las manos vacias y ser el hazmereir de sus conocidos. Asi pues, hizo un alto en Combe, la ciudad vecina. Esperaba encontrar alli algo de trabajo, algo que le diera algun dinero, con el que poder volver, sin la necesidad de caminar avergonzado.
Entro en la taberna, El Dragon Amarillo, dado ese nombre por la cerveza que servian, que era mas amarilla de lo normal.
Se acomodo en una mesa y le pidió, una cerveza a la moza. Mientras la señora, la pedia en la barra, presto atencion a todo cuando sucedia alrededor. Atento, por si alguien mencionaba algo de un posible trabajo.

- Si, mi señor - dijo una voz, situada a dos mesas. Era dificil distinguir bien lo que se decia. Giro levemente la cabeza y acerco el oido para entender mejor lo que se decia. De reojo, pudo ver a un hombre encapuchado, hablaba en susurros y solo quien estaba frente a él, era capaz de escuchar sus palabras.

- Asi lo hare, señor - le respondio la misma voz de antes. Un hombre de mas de cincuenta, al cual, le quedaban pocos hilos de cabello sobre la calva. Aunque lo compensaba con una mas que sobrada barba desaliñada.

- Sin duda, señor - volvio a decir. Asintiendo seriamente la cabeza. Llego la moza con la jarra.

Arlen dio un sorbo a la cerveza y sacó de su bolsa una moneda que dejó sobre la mesa. Su atención seguía centrada en la conversación que se desarrollaba un poco más allá y su impaciencia crecía cada vez más. ¿Qué pasaría si intentaba acercarse para escuchar y lo sorprendían? ... - pensaba nervioso. Pero por otra parte quizá sea la última oportunidad que me quede de conseguir algo que me permita volver a casa con orgullo... Y ésto fue lo que le ayudó a tomar una decisión. Primero se cambió a la silla de al lado, más próxima a su objetivo, después recogió la moneda y agarró la cerveza con la otra mano, colocó la silla un poco separada y, tras esperar un momento propicio, ¡Zas! ya estaba sentado en la mesa que antes lo separaba de su objetivo. Los desconocidos aún hablaban en susurros pero ahora oía un poco mejor.

El rápido movimiento de Arleen, pasó desapercibido para el hombre de edad avanzada. Pero el encapuchado hizo un leve gesto con la cabeza. Luego continuo con su charla.

- Siempre hemos confiado en ti. Ya sabes, que es lo que tienes que hacer. - un leve gesto con la cabeza, señalandote a tu mesa. Se levantó y abandono la sala. Por las ropas, parecía un viajero; tal vez un montaraz.

Cuando aquel hombre desaparecia por la puerta, el viejo, se sentó sonriente a tu lado. La presencia de aquella misteriosa figura te había distraido demasiado. No reaccionaste a tiempo y ahora estabas sin salida.

- Bien, señor - comenzo a decirle el hombre - me gustaria charlar con usted. Si no es mucho pedir. - levanto la mano, pidiendo una cerveza - ¿que extraños asuntos le llevan a espiar a quienes charlan de tratos privados? ¿Tal vez un siervo de el Rey Brujo*?

No... señor... - tartamudeó Arlen al verse en una posición tan embarazosa, pero tras calcular sus opciones que no eran muchas algo lo invitó a franquearse con el extraño. - Ejem... le seré franco. Fue sólo la desesperación lo que me llevó a intentar escuchar. Necesito algo en qué trabajar y pensé que su misterio quizá escondiera alguna misión en la que yo pudiera ser útil y que de paso me permitiera obtener alguna recompensa. Disculpe que le haya ofendido, si lo desea me marcharé y no volverá a oír más de mí, pero si por el contrario necesita a alguien que conozca esta zona y sus caminos yo soy su hombre.

-Debo de se dichoso o el destino estar de humor, pues si que dispongo de algo de trabajo para alguien que conozca las tierras, mejor seria aun, si conocieras las tierras del sur, la vieja region de Enedwaith. - aquel hombre saco de una saca una carta. Estaba sellada con el noble sello de los Montaraces del Norte, aunque pocos dirian que eran nobles, mas bien, se opinaba de ellos que eran ladrones, vagabundos - gentes extrañas que caminan de noche entre los bosques, no de fiar, si me entiende usted -  solian decir.

- Bien - dijo entregando la carta - en el sur, esta un buen compañero y amigo de los Montaraces. Deberas de buscarle y entregarle la carta. - saco entonces una pequeña bolsa con monedas - tu paga y para posibles gastos. Se discreto. No le digas a mas de los necesarios a quien buscas. Rastrea sus huellas, no las hallaras, pero si sabes mirar, veras los avisos que deja tras su paso - Se levanto de la mesa y a modo de despedida le dijo por ultimo el nombre, casi como un susurro -  has de buscar a Thorongil.

-¡Gracias! No dude ni un instante que cumpliré esta misión. ¿Debo ponerme en contacto con usted de alguna manera cuando la misión esté cumplida? - Arlen respondió y echó un último vistazo al sello antes de guardarse la carta en el interior de uno de los bolsillos. Después comenzó a cavilar sobre su misión. Conocía algo de esas zonas del sur,pero no absolutamente todo. Al menos le serviría para empezar y luego debería ir preguntando y ampliando su conocimiento de la zona. De momento era imposible prever cuánto tiempo debería dedicar a la misión pero las monedas parecían buenas y le permitirían ir tirando.

- No estes tan contento - dijo cortando el entusiasmo de aquel joven - no es una grata mision. Ese hombre, cuyo nombre no repetiremos - echó una ojeada por si alguien escuchaba - es un enemigo del enemigo, asi pues lanzara enemigos para los amigos de su enemigo - fue tan rapido de palabra que resulto levemente confuso - te buscara y tratara de darte alcance en el momento mas oportuno para ellos, si descubre lo que portas.

Acabada la conversacion, aquel hombre abandono la taberna en silencio, cubierto de su manto y se desvanecion con la noche.

De repente el jaleo de la taberna, parecia menos bullicioso y todos los ojos parecian enemigos. Un hombre de tez morena y pelo desaliñado, salió en ese momento por la puerta. Dos hombres charlando distraidamente lo hicieron poco despues. Un grupo de cinco personas, de aspecto extranjero por las ropas; de viaje, pero no de esta region, entraron en la taberna en ese momento.

1d8+lo que tengas.

Arlen, partió con las primeras luces. Descendió por las tierras de Arthedain, por el camino verde, un camino usado para el comercio entre los dos grandes reinos de los hombres, en otra epoca.
El terreno era firme y la carretera aun estaba en buenas condiciones. Cabalgo durante toda la jornada, siempre al sur, sin salirse del camino. Se encontro a su paso a varios viajantes, casi siempre todos hombres, aunque el azar, le llevo a conocer a un grupo de enanos, que paso de largo sin siquiera saludar.

Finalmente llego la noche, y aun le quedaban al menos, seis dias de viaje, antes de llegar a la lejana Tharbad, donde podria recoger informacion.

Arlen había encontrado un bosquecillo cercano al camino y por el que cruzaba un riachuelo, así que se adentró un poco en el mismo para no ser visible desde la vereda. Descargó sus bultos y acercó a su caballo hasta el agua para que pudiera beber y refrescarse. Después comenzó a preparar un lugar donde pasar la noche lo más cómodamente posible, y tomó algo de comida. Finalmente ató su caballo con una cuerda que le dejara moverse unos tres metros y se acostó para descansar, dejando sus armas al alcance de la mano.

El viaje habia sido tranquilo, relajado con pocas visitas. Se cruzo con algunos comerciantes, pero poco mas.

Estaba entrando la tarde, cuando hizo una pausa no muy lejos de una encrucijada que estaba pegada a un riachuelo. Dejo al caballo descansanso junto al rio y se acomodo en la hierba, pegado a un arbol. Llevaba muchos dias de viaje y el cansancio se reflejaba en su rostro. Se relajo con el piar de los pajaros, el viento meciendo las ramas y el correr del agua.

Escucho un ruido.

Se levanto de subito. No es que esperara enfrentarse a ningun enemigo, solo fue la sopresa que le saco de su ensimismamiento. Avanzo rapido hasta el cruce. Alli a lo lejos, un hombre adulto, montado sobre un caballo avanzaba hacia el camino. Su rostro, tal como lo veian los demas, era el de un hombre feliz a pesar de estar vagabundeando, como si eso fuera lo que deseara y no queria otra cosa. Como aquel que consigue algo que lleva mucho tiempo esperando.

Su alegria, que era contagiosa, animo tu animo y saliste al encuentro - Buenas nuevas - saludo Arlen demostrando sus buenos modales - Buenas nuevas, maese - le respondio el extraño, acercandose a su lado e inclinandose para verle mejor el rostro.