Partida Rol por web

Pasais unos minutos en el claro. Mientras Erikand examina los cuerpos de los aldriany, Aldar encuentra varias huellas en la zona; algunas de ellas son completamente confusas, debido sin duda a la violencia de la lucha; otras más claras, muestran el lugar por el que se marcharon los atacantes. Son huellas de botas, grandes y pesadas.
Justo cuando salís del claro, Kenvent oye pasos que se acercan en vuestra dirección.

-¡Se acerca alguien! -susurro rápidamente a mis compañeros. Acto seguido, me agacho entre los arbustos a la vez que tiro del cinto de Swen para indicarle que se agache también. Miro entre las hojas hacia el origen del sonido de los pasos y desenvaino la espada poco a poco y con cuidado de no hacer ruido.

Asiento brevemente en completo silencio mientras me deslizo hacia unos arbustos un poco más atrás, dejando al noble orlanthi y al mercader entre los recién llegados y mi posición: sé que el cuerpo a cuerpo no es precisamente mi virtud principal.

Una vez todo lo oculto que puedo, saco una flecha y la pongo en el arco, apuntando hacia donde señala Kenvent intentando distinguir algo entre la abundante maleza y prometiéndome a mi mismo que si salimos de ésta intentaré convencer a algún pájaro para que nos cuide el perímetro y no nos vuelvan a pillar por sorpresa.

Erikand acaba de registrar los cuerpos aldrianys y adecentarlos un poco dejándolos en una posición digna.

- Mirad lo que he enc...- dice mientras se levanta y justo antes de que Kenvent les advierta a todos.

Erikand observa por doquier intentando localizar el sonido de Kenvent mientras guarda algo en los bolsillos. No sería bueno que los emboscasen ahí.

Aldar se oculta entre el espeso follaje mientras vosotros, arma en mano, avanzais hacia el origen de los pasos, que ahora se han detenido. Sean quienes sean parece que también han advertido vuestra presencia, por lo que no tiene sentido tratar de ocultarse.
Con un salto salís del claro para toparos de bruces con quienes menos esperábais: Vehexa y Loranda os esperaban sosteniendo sus armas y parecen tan sorprendidas como vosotros al veros aquí.
Por las voces que oís, Aldar habrá encontrado al que faltaba para completar el grupo.

Te ocultas lo mejor que puedes entre el denso follaje, pero parece que eso no es suficiente y oyes unos pasos que vienen hacia tí. Sin el factor sorpresa poco más puedes hacer que tensar tu arco y esperar, pero quien aparece no es quien tu habrías esperado. De pronto te encuentras ante la enjuta figura de Kilder, que sostiene en alto su bastón de ojos llameantes. Parece que él tampoco esperaba encontrarte aquí.
Por lo que oyes, tus compañeros han encontrado al resto de grupo.