El mundo a estado dominado por los espíritus, equilibrando las fuerzas de la naturaleza y dando un cierto orden al caos. Con el tiempo y con la tierra tranquila, la vida fue floreciendo, siempre bajo la atenta mirada de los espíritus, que vivían en simbiosis con la vida que habían creado. Es cierto que algunos creaban caos y destrucción a su paso, pero era un pequeño precio a pagar por todo lo que habían hecho.
Los años pasaron y con ello la comprensión de los espíritus, los seres mas inteligentes de la tierra, los humanos, aprendieron a temerlos, creando historias y mitos sobre ellos. Pero llegado el momento, no querían seguir subyugados por los espíritus ni por el temor de acabar muertos por algún capricho del destino, así que tomaron su propio camino con sus manos. Fue una batalla constante entre el humano y el espíritu. Era cierto que los humanos no eran capaces de igualarse a los poderes de grandes espíritus, igual de grandes que montañas o poderosos como ríos acaudalados, pero no los eliminaron, no. Los sellaron.
Usando el mismo poder que usaban los espíritus, los humanos se dedicaron a encerrarlos en formas primigenias, tanto en piedra como en arena, incluso en bloques de hielo. Encerrados los humanos pudieron seguir su camino tal como deseaban tomando el mundo bajo su propio control. Pero por supuesto los humanos no eran conscientes de que lo que habían encerrado era lo mismo que les había dado la vida y al igual que les había dado la vida, se la podían quitar. Aquel día la vida tal y como se conocía acabo.
Los espíritus rompieron sus cadenas, sus ataduras de débiles hilos que habían creado los humanos y con grandes desastres naturales comenzaron a atacar a sus carceleros. Grandes maremotos y huracanes barrieron las ciudades humanas, volcanes en erupción dejaron algunos campos estériles y el agua se convirtió en veneno para la gran mayoría. Por suerte no todo estaba perdido, al igual que espíritus que habían enloquecido, algunos no abandonaron a los humanos, intentando guiarles por el buen camino. Algunas ciudades sobrevivieron, dejando que les guiaran sin oponerse, llegaron incluso a ofrecer ayuda a aquellos que intentaran apaciguar a los espíritus caóticos que ahora regían el mundo. Y es en este mundo en el que vuestra historia empieza a ser escrita.