Planeta Azul
Estamos en el año 2199, y la Humanidad se ha expandido desde la Tierra, su mundo natal, a diferentes puntos del Sistema Solar y a lo que puede ser un nuevo paraíso, el planeta Poseidón. Pero no ha sido esa una historia de progreso, logros científicos y gloria, sino más bien de avances a trompicones, supervivencia y conflicto.
En el 2078 astrónomos de todo el mundo constataron la existencia de un serie de anomalías en la periferia de la órbita de Plutón, causadas por la presencia de un pliegue en el espacio tiempo: se había encontrado el primer agujero de gusano, y las sondas que lo atravesaron enviaron lecturas y datos de un planeta de grandes similitudes con la Tierra, Poseidón, prístino y repleto de recursos con los que aliviar la carga de nuestro maltrecho hogar.
En un despliegue de medios nunca visto antes, la ONU coordinó los esfuerzos de naciones y corporaciones para tratar de colonizar el nuevo mundo. Se procedió a ensayar con asentamientos más cercanos, en Marte, el Cinturón de asteroides y la Luna, y se desarrollaron técnicas para manipular genéticamente a los colonos de modo que les resultara más fácil y viable su tarea: no en vano el planeta por explorar estaba cubierto por mares y aguas en un 96% de su superficie, por lo que fue dado en llamar el Planeta Azul. Fue un trabajo colosal que tomó más casi medio siglo, pero al fin pudo comenzar el Proyecto Atenas, por el que un millar de personas escogidas y genéticamente ampliadas fue enviada a establecer la cabeza de playa de la Humanidad en Poseidón. Y cuando toda aquella población se sumergió en las aguas, sintiendo correr el agua fresca por sus branquias, se supo ya en su hogar.
Luego, se les abandonó a su suerte. Y es que la Plaga Fischer se desató en la Tierra, un virus que destruyó más del 80% de los cultivos y reservas de cereales y arroz, sumiendo a todo nuestro mundo en el hambre y, con éste, en la guerra y la barbarie. Los gobiernos se vieron superados por esta catástrofe repentina y fueron casi desmantelados; las corporaciones asumieron el mando de sus recursos y se convirtieron en ciudades-estado, siempre en pie de guerra con el exterior; las colonias marcianas y lunares cerraron sus puertos para impedir la entrada del virus...
A este episodio oscuro, en el que la Humanidad bien pudo haber perecido se le llamó la Plaga. 75 años llevó salir de ella; 75 años en los que los colonos del Proyecto Atenas en Poseidón dejaron de recibir noticias de la Tierra y cayeron en la más absoluta desesperación a medida que toda su tecnología y recursos se agotaban y desgastaban. Pero no se escogió a débiles para aquella colonización, de modo que, si bien hubo episodios de locura y suicidio, la inmensa mayoría de hombres y mujeres, lo mejor que había podido mandar el planeta sumido en el hambre, logró perseverar...
En la Tierra, mientras tanto, un pequeño organismo creado por la ONU consiguió aunar esfuerzos y recursos hasta erradicar la Plaga: se trataba de la GEO, la Organización Ecológica Global. Protectora de los derechos y del medio ambiente en un momento en que la naturaleza pasaba factura a los hombres por sus desmanes, la GEO supuso una base firme sobre la que sustentar un gobierno mundial fuerte y funcional. De modo en que en 2148 se erigió, con la victoria sobre la plaga, como máximo organismo global, capaz de mediar entre corporaciones con el respaldo de lo que quedaba de los gobiernos de las naciones.
Cuando llegó la calma, la GEO volvió sus ojos hacia Poseidón y envió a sus tropas y sondas, encontrándose con un hallazgo pasmoso: los colonos terráqueos del Proyecto Atenas habían logrado medrar en su mundo adoptivo adoptando usos y costumbres de tribus polinesias hasta casi triplicar su número. Y ya no hablaban de la Tierra como un hogar, pues habían hecho de Poseidón su mundo y su hogar, aunque nunca dejaban de mencionar con respeto a unos supuestos y esquivos aborígenes a los que nadie ha podido ver.
Han pasado casi cuatro décadas desde que la GEO condujo al hombre a un nuevo renacimiento, y casi treinta desde saltó al Planeta Azul. En aquel mundo se descubrió una reserva de extraños minerales, los xenosilicatos, con los que la ingeniería genética podía despegar hasta hacer posible el sueño humano de la eterna juventud: la Terapia de Longevidad. Las corporaciones y los particulares se volvieron locos con el descubrimiento: la fiebre del Long John los impulsó a tratar de buscar fortuna en Poseidón. Y comenzaron los conflictos, pues los colonos que se habían visto abandonados fueron desplazados punta de pistola de sus asentamientos, las corporaciones iniciaron pleitos para verse libres de la influencia de la GEO, y la misma GEO empezó revelarse como una burocracia cada vez más corrupta.
Estamos, pues, en una época de desafíos, exploración, oportunidades y peligros: ¿cuál será tu historia?
Estación Prosperidad
La Fiebre del Long John provocó una inmensa oleada de inmigrantes terráqueos buscando una nueva vida en los confines inexplorados de Poseidón. Ni qué decir tiene que los primeros compases de todo ese movimiento de gente se caracterizaron por un constante flujo de contrabando y abusos por parte de corporaciones y particulares.
Buscando establecer un mayor control, la GEO se decidió a arrancar un descomunal meteorito de su órbita cercana a la luna de Poseidón para hacer de él una estación de atraque y embarque polivalente por la que debían pasar todos los pasajeros y mercancías antes de recibir sus pases para acceder al planeta.
Por supuesto, esto levantó clamorosas protestas por parte de las corporaciones, que veían un peligroso precedente a su deseo de verse libres del control de la GEO. Sin embargo, la GEO supo presentar la existencia de Prosperidad como un apetitoso pastel de negocios que, además, hacía competir a las corporaciones entre sí, como veremos más abajo.
Estación Prosperidad: la nuez giratoria
Prosperidad, vista desde el espacio, tiene todo el aspecto de una descomunal nuez de roca de algo menos de un kilómetro cúbico. Por toda su superficie se encuentran desperdigadas luces, tuberías, antenas y las toberas de los titánicos motores que corrigen cada cierto tiempo la órbita del meteorito para que no se desplome sobre la atmósfera de Poseidón.
Quizá lo que más sorprende a los visitantes de la Tierra o Marte (aunque no a los espaciales) es el hecho de que la nuez siempre está rotando sobre su eje. La razón es simple: de ese modo, mediante un juego de fuerzas centrífugas, es como se puede generar la gravedad artificial que hace la vida confortable para los extranjeros, dejando sus pies en dirección al exterior y las cabezas apuntando al interior. Naturalmente, este sistema no es perfecto: conforme un visitante se aproxima al eje central de la estación (lo que para él, subjetivamente, sería “subir”), experimentará una progresiva reducción de la gravedad hasta que quedar flotando en el mismo eje.
El interior de la enorme roca consiste en un laberíntico entramado de túneles que conectan grandes salas y sectores. Así, por un lado, están los sectores médicos, donde los viajeros se recuperan -en dos o tres semanas- de la larga travesía hasta Poseidón (unos seis meses de animación suspendida y semicriogenia), los sectores residenciales (separados según ubiquen a personal de la GEO, personal corporativo, forasteros o pacientes), los sectores industriales o de carga, descarga y atraque ( todos ellos arracimados en el eje para aprovechar la escasa gravedad del entorno), los sectores turísticos y de servicios (ofrecidas por la GEO o por las corps, respectivamente), los sectores administrativos y gubernamentales…
De modo que es posible encontrar casi de todo en la estación… a su debido precio, como veremos.
Estación Prosperidad: el Gran Pastel
Prosperidad fue levantada mediante un ingente esfuerzo económico de la GEO. De hecho, fueron tales las dimensiones del gasto que los primeros análisis indicaron que sería imposible hacerlo, al menos sin ayuda.
Fue entonces cuando la GEO buscó ayuda, y tuvo que girarse hacia las corporaciones, que precisamente estaban en contra de la construcción de la estación. Es fácil imaginar que las negociaciones debieron de ser arduas, y que la GEO tuvo que tragarse su orgullo una y otra vez haciendo concesiones y promesas para avalar la deuda que contraía con las corps.
¿El resultado? Un sistema de gobierno y gestión de Prosperidad supeditado casi por completo a pagar las deudas: la GEO se encarga de todas las labores de tipo administrativo, portuario y parte de las policiales, pero una corporación, en calidad de extraña subcontrata, se encarga de gestionar y cobrar todos los demás servicios a cuanto viajero ponga un pie en la estación.
Y es que estamos hablando de cosas como los cuidados médicos que irremediablemente deben pasar todos los recién llegados del largo viaje espacial, su entretenimiento en las salas de holoproyección, el alquiler de habitaciones por espacio de semanas e incluso meses, el procesamiento informático (pues curiosamente está prohibido manejar ordenadores personales en la estación por cuestiones de seguridad, debiendo alquilar minutos de procesamiento a la red interna)… De hecho, se paga una tasa en concepto de aire para respirar, la comida no es cara aunque tampoco es buena y el agua… bueno, el agua es muy cara, pese a tener un planeta cubierto de océanos a un transbordador de distancia. Ahora, multiplica todo eso por las diez mil personas que suele haber de media repartidas por los corredores de la estación, y verás una muy buena oportunidad de negocio.
Cada cuatro años la GEO inicia un proceso de elecciones, de manera que los habitantes puedan votar por la corporación que asuma la gestión de los servicios durante la siguiente temporada, y entonces empieza una pugna de propaganda y precios, lo que supone la única forma de control de la que disponen los particulares. Sea como sea la resolución de esas elecciones, una corporación pasa a ordeñar a Prosperidad, y las demás se ven restringidas a pasar sus propias tasas limitadas en sus sectores exclusivos.
Hay proyecciones financieras de la GEO que afirman que todo esto no hace sino arañar anualmente la deuda de la estación, con lo que la situación parece que se alargará décadas y décadas…
Estación Prosperidad: invitado en tu propia casa
El papel de un agente de la GEO en Estación Prosperidad suele ser un tenso conflicto entre la necesidad y el calibrado de costes. Por un lado se espera que cumpla diligentemente con sus tareas asignadas y que esté siempre preparado para recibir nuevo software educativo y de profesionalización. Por otro lado, se exige una justificación de cada gasto y se incentiva cualquier actuación que redunde en un nuevo ingreso en la cuenta de la GEO.
Por ejemplo, está el caso de los cuerpos de jueces de campo. Se trata de policías con competencia para arrestar y juzgar delitos y faltas menores en el acto. Sin mediar abogado, se ofrece al culpable el pago de la multa menor que corresponda a cambio de no ir a juicio exigiendo penas mayores, todo ello grabado con la cámara del hombro del juez. El resultado es un ingreso directo, un ahorro en costes judiciales y un agente motivado al llevarse comisión de las multas cobradas.
Otro caso similar es el Banco de energía. Todo el personal de la GEO tiene la obligación de mantenerse en unas condiciones físicas aceptables, lo que supone trabajo en gimnasios y cintas. Pues bien: a alguna lumbrera se le ocurrió que conectar cargadores de células de energía a los aparatos de gimnasia podría convertir todo aquel ejercicio y sudor en energía aprovechable por la Estación. Naturalmente, aquello es una gota en el mar de dinero que la GEO necesita, pero ha terminado por convertirse en una forma más de conseguir unos créditos extra para sus empleados.
Finalmente, la política de Recursos Humanos de la GEO incluye la polivalencia como valor, de modo que todo agente puede ser y será transferido de departamento en departamento en función de las necesidades que sean detectadas: una semana te verás patrullando los corredores, la siguiente estarás en una oficina de aduanas, y la otra flotando en el eje controlando la entrada y reportaje de naves de carga.
¿Y todo esto, por qué? Pues hay tantas razones como agentes de la GEO. La entrada es difícil y necesitan cada mano que tienen, de modo que es un empleo relativamente seguro si se consiguen los objetivos y se pasan las revisiones anuales; el sueldo es bueno, y hay un sistema de recompensas e incentivos muy variado; la mayor parte de la manutención y vivienda se paga a la GEO a precios bonificados, y todos los domingos el agua es gratuita, por lo que los agentes suelen llenar cubas y bañeras para pasar la semana.
Y, en un mundo como éste, hay cierta sensación de camaradería y sentido que hace parecer a los agentes más románticos e ingenuos que tal vez son el único reducto de bien y orden que queda antes de que todo el mundo (corps, colonos, exploradores, diletantes y oportunistas) se lance al cuello de la buena gente.