Partida Rol por web

Donde sabemos más acerca de este soldado de la GEO

Jack se sentó en el banco del vestuario, resoplando y con la espalda perlada de sudor. El entrenamiento había ido muy bien esa mañana: pesa a ser muy temprano, el cuerpo se sacudió rápidamente la modorra y pudo acumular rendimiento de 3.5 w/kg, lo que le acercaba a la marca mensual para cobrar los incentivos del Banco de Energía. De modo que tras la ducha acercó la célula de energía que había recargado con su ejercicio a la terminal, introdujo su código personal y comenzó el trasvase.

Unos pasos a su espalda le llamaron la atención y, al volverse, encontró la mirada de Azeer Byron, uno de sus antiguos compañeros en la escuela de táctica.

- ¡Eh, Jack!- dijo, tendiéndole la mano-. ¿Qué tal andas? Te llevo buscando varios días, pero estás imposible de localizar. De todos modos me dijeron que a esta hora sería posible encontrarte en el gimnasio.

El soldado tomó asiento desmañadamente junto a las cosas de Jack y sacó una tablilla magnética, que señaló con desdén.

- Bueno, tío, que me envían los de arriba para preparar el informe que debemos pasarle a la gente de la televisión para tu entrevista... ¡Madre mía, qué batería de preguntas! Voy a saltarme las de datos personales...

La televisión. Estación Prosperidad recibía emisiones de los canales de la Tierra y la Luna, pero el auténtico mass media local lo conformaban las tres cadenas autoproducidas, dos de las corps Orgánicas Lavender y Biogene (Lavender 6  y FreeSpace) y el canal GEOnews. Y Jack llevaba semanas recibiendo llamadas de magazine nocturno más seguido, La Noche, con Ray Carson, para hacerle por fin una entrevista personal.

- Bien, vamos allá- dijo Azeer-: ¿cómo empezó tu vocación militar y por qué te alistaste en la GEO y no en algún ejército corporativo o en Seguridad McLeod?

Frunció el ceño al ver la tablilla magnética en manos de Byron, llevaban casi un mes dándole la tabarra con aquel asunto. Había llegado incluso a arrepentirse de haber salvado la jodida estación. Si llegaba a saber que le obligarían a toda aquella basura mediática, hubiese permitido que la última carga volase una tobera y le reventara a él con ella. Odiaba dar explicaciones.

- En realidad, antes de alistarme en GEO, fui marine del remanente Americano; casi tres años. - explicó secando el sudor de su frente con la toalla - Mi vocación como militar surgió al ser testigo de joven de los saqueos cometidos en Seattle, mi ciudad de origen. - sonrió sin amabilidad con el ceño fruncido, como si aquello le cabrease como si ocurriese en ese instante - Me licencié e ingresé en GEO hace siete años, - arrojó la toalla al interior de su taquilla con desdén, incluso furia - cuando me dí cuenta que el remanente Americano y los marines no eran lo que yo pensaba. - terminó cerrando la taquilla y observando a Byron, aparentemente enfadado.

- ¡Ey, ey, que yo sólo soy el mensajero!- replicó Azeer, fingiendo protegerse con la tablilla-. Y a ver si calmas esos nervios, porque las que siguen también son buenas- dijo antes de comenzar con voz remilgada-: Dígame, señor Chapman, ¿cómo conoció a su esposa? ¿Cómo encaja los rumores de que se se la ha visto...?- ahora la voz volvía a la normalidad, con un deje de preocupación asomando- ¿...con un reputado industrial? Tío, joder, ¿qué mierda es esto?

Sonrió casi de manera sádica, con una negación de cabeza ante la pregunta, Byron le conocía bien; sabía que aquello era una patraña, al igual que conocía su manera de ser y que, pese a su manera de responder, no le culpaba de nada a él. Como el propio Byron alegó, era un mensajero.

- Es normal que se vea a Shannon acompañada de un... "reputado industrial". - sentenció alzando una ceja, se había sentado y comenzado a descalzarse, tenía que ducharse y prepararse para entrar en servicio - Como agente del GEO, mi esposa es la jefa de seguridad de dicho industrial, su escolta personal. Nada más. - explicó dejando las zapatillas de deporte al lado de la taquilla - Nos conocimos hace cuatro años, cuando se me encargó investigar el robo de agua en el sector seis; - continuó quitándose la camiseta de tirantes y caminando hacia las duchas - ella era la jefe administrativo y, el mayor apoyo que tuve durante la investigación. - sonrió casi con nostalgia cuando activó ultrasonido que desprendería la suciedad de su cuerpo, hacía ya mucho que no se empleaba agua en el aseo personal, por motivos económicos - Cuando atrapé al ladrón, la invité a cenar y aceptó. - terminó por decir pretendiendo dejar el asunto ahí.

- Vaya... ¿tú sabes que Ray Carson va a comparar tu vida con la de un James Bond, verdad?- comentó distraidamente Azeer, mientras trataba de anotar vertiginosamente la historia en la tablilla.- Venga, te acompaño fuera... Sólo pienso rellenar un par de preguntas más: ¿qué piensas hacer de todos los contratos que te están poniendo delante, sobre publicidad y cine? ¿Y en qué anda metido actualmente el héroe de la estación?

Ambos atravaesaban un pasillo que conducía a una de las plazas que controlaban el acceso al Area Residencial Militar: tornos y detectores faccilitaban la tarea de los puestos de vigilancia mientras se agolpaban los trabajadores residentes, tratando de llamar la atención de los encargados de Logística para poder trabajar y cobrar unas horas en cualquier asignación.

Asintió con su ya de por si conocido fruncimiento de ceño mientras terminaba de ponerse el uniforme y guardaba en la taquilla la ropa de deporte.

- No soy un James Bond, - señaló empezando a caminar hacia el exterior con su compañero - solo hago mi trabajo.

Guardó silencio un par de minutos, mientras caminaba aparentemente de forma distraida. Se detuvo en el primer control y acercó su cara al medidor biometrico que, escaneó su retina antes de permitirle el acceso a la zona residencial.

- No tengo intención de cambiar de carrera, y menos para ser actor... - sonrió casi con desdén - Si que haré publicidad del GEO, si me lo ordenan mis superiores, ya que no tendría opción. - explicó llegando a la compuerta de su dormitorio - Pero no será por gusto... - suspiró observando a su compañero y planteandose que contestar a la ultima pregunta - Las investigaciones en curso de un agente de GEO son confidenciales, así que no puedo revelar nada de mi actual misión; - asintió con el ceño fruncido de nuevo - por el momento. - terminó observando a Byron, a la espera de que se marchase o continuase con su "entrevista".

- Bueno, Jack, yo ya he acabado... Es poco, pero, maldita sea, que los guionistas del programa hagan su trabajo con esto-, dijo Azeer ocultando la tablilla.

De improviso comenzó a zumbar el ordenador personal de la muñeca de Jack

- Parece que nuestro héroe tiene que volver a la acción- dijo el soldado, señalando divertido la luz parpadeante, pero Chapman ya no lo escuchaba: se había lanzado a toda velocidad por uno de los tornos exhibiendo su tarjeta de Seguridad de la Estación para hacer que las filas le abrieran paso. Parecía una alarma fuego en el sector residencial de Biogene... En el sector de alto nivel, concretamente. El sistema de la GEO había avisado a las unidades  más cercanas mientras movilizaba los  equipos de extinción de incendios, de modo que pronto vio pasar un pequeño convoy de triciclos de gruesas ruedas cuyos ocupantes llevaban trajes de amianto y máscaras y le permitieron engancharse tras ellos.

Fue un trayecto rápido y accidentado, pues la gente, pese a las sirenas, no se conseguía apartar lo suficiente para dejarlos pasar: la estación estaba permanentement abarrotada  por todos los pasillos y sectores públicos. El residencial de Biogene se extendía como un bulevar de tres plantas antes ellos, todo bioplásticos transparentes e impecables, que dejaban ver  a la multitud arracimada del exterior pasillos casi vacíos adornados con plantas artificiales y pantallas que mostraban paisajes espaciales y terrestres.

El acceso se encontraba bloequeado por un cuarteto de soldados con los trajes grises de Seguridad McLeod, que discutía con el conductor del primero de los triciclos.

- No, la GEO no tiene nada que hacer aquí-, decía un adusto guardia-. Está todo bajo control, así que Biogene les agradece la preocupación y les pide que vuelvan a sus puestos.

- ¿Pero qué mierda...?- replicaba el barrigudo sargento de la GEO-. Un incendio es algo muy grave para toda la estación.

- Señor, el área del incendio ya está sellada y no se propagará...

- ¡Imbécil! ¡Eso ya lo sé! Las lecturas indicaban que se ha consumido casi todo el oxígeno de la zona, así que muy pronto el fuego se habrá extinguido... ¡Pero los daños estructurales, las fugas de gas y los chispazos de las instalaciones de energía no se arreglarán por sí solas!

- De todos modos, señor... No pasarán si la dirección de Biogene no les da pase, y no lo han hecho. ¡Ahora, espere allí con sus hombres!

El sargento, granate por la rabia se volvió, encontrándose con la mirada de Jack.

- ¡Vaya, el investigador! Me parece que si hay alguna alguna prueba que encontrar, para cuando entremos se habrá convertido en una burbaja de plástico y hollín...

Caminó hasta la zona de entrada, los guardias de McLeod siempre presumían de ser los mas duros y, la mayoría se jactaba de ganar mas y tener mejor equipamiento que los agentes de GEO. Sin embargo, si algo tenía claro él; era que, no había nadie mas duro que él en aquella estación. 

Se frenó frente al soldado que tan chulescamente había mandado retroceder al sargento del grupo de extinción de incendios, con perturbadora calma  a diferencia del sargento, - que se veía desesperado por entrar - extrajo su cartera de cuero negro y con el típico y tópico movimiento de los dedos indice y corazón, la abrió mostrando su placa y carnet identificatorio.

- Agente especial Chapman. - dijo cerrando la cartera y guardándola en el bolsillo interior de la chaqueta - Según el articulo treinta y siete, delta, ocho, omega. La autoridad de las zonas residenciales quedan bajo la jurisdicción de GEO en caso de cualquier tipo de accidente. - explicó con un frío tono de voz, que haría estremecerse a cualquiera - Así que apártense, u ordenare al grupo de extinción que pasen por encima suyo. - señaló dando un par de pasos a la izquierda, para que los suyos pudiesen pasar en cuanto aquellos soldados obedeciesen.

El guardia apretó con fuerza las mandíbulas, haciendo que en la quijada le aparecieran dos pétreos bultos: la exhubición legal de Jack le había dejado perplejo e indefenso. Así, dio un bufido y se aljó unos pasos para hablr por su comunicador con el centro de mando en el interior del residencial.

Con media sonrisa, se aferró al vehículo conducido por el sargento del grupo de extinción, cuando este pasó a su lado; dirección al barrio residencial de Biogene. Saludó militarmente al soldado, casi de manera jactanciosa, mientras se alejaban de allí con velocidad.

- Dese prisa, sargento. - sugirió al hombre desde la zona exterior - O para cuando lleguemos no habrá nada que revisar...

Atravesada la seguridad del complejo de viviendas no llevó mucho tiempo cruzar los pasillos a toda velocidad hasta dar con el corredor afectado. Residentes en diferentes estados de vestimenta, desde monos de trabajo hasta batines domésticos, se agolpaban ante las esclusas, selladas y custodiadas por dos guardias de seguridad interna de Biogene.

Los equipos de la GEO se abrieron paso por entre los mirones, que no dejaban de pedir información acerca de las bajas del interior: muchos lloraban conmocionados, y otros tantos se mantenían a la espera con una mezcla de excitación y curiosidad. Los guardias, ya fuera por que dieran por hecho la legitimidad de la GEO o porque hubieran sido avisados, introdujeron las contraseñas para retirar los sellos y Jack y los suyos, con máscaras y trajes, se internaron en el recibidor.

El hollín había impregando hasta el último resquicio, pero la mirada experta de los especialistas sabía encontrar las ondas de diferentes tonos de negro que indicaban el origen y el avance de las llamas. Avanzaron lenta y concienzudamete, pues no era ésta una misión de rescate, sino de evaluación y reducción de daños: los incendios en un entorno con el oxígeno tan limitado como Prosperidad eran tan peligrosos que el sistema de seguridad clausuraba por defecto el segmento afectado y succionaba el aire: las víctimas que no muriesen abrasadas o asfixiadas por el humo, lo harían al no tener aire que respirar, a no ser que dispusieran de sus propias bombonas y máscaras, cosa poco común.

De modo que no encontraron superviviente alguno, pero sí localizaron el inicio: una puerta de bioplástico derretido revelaba un cubículo cuyo interior parecía un enorme crater cristalizado y recubierto de tizne. Era como si hubieran arrojado una granada de energía en mitad de la habitación y, en el centro, se arrodillaba una grotesca escultura de carne carbonizada: parecía un adulto que abrazaba dos troncos  adheridos a su cuerpos, que resultaban ser los cadáveres calcinados de dos niños.

Caminó entre los cadáveres con paso tranquilo, era una verdadera lástima; toda aquella gente muerta por un automatismo creado por el simple motivo de ahorrar económicamente en la seguridad de la estación. 
Había métodos de extinción más eficaces y que proporcionaban la supervivencia de los allí presentes, sin embargo era demasiado costoso.

Recorrió el complejo residencial hasta llegar al foco del incendio, donde un cadáver calcinado al parecer intentó proteger a dos niños.

- Sargento. - indicó al hombre para que se acercase - Llame a la oficina de investigación, que venga un examinador forense. - sentenció acuclillándose ante el cuerpo - Esto no ha sido un accidente. - explicó ladeando la cabeza para observar desde otro ángulo - Y que venga uno de esos eficaces guardias de McLeod. - terminó en una señal hacia los soldados empleados por Biogene.

Jack revisó la estancia tras indicar al servicio de extinción que aguardase en la puerta. El bioplástico del que estaban hechos los paneles, revestimientos y la mayor parte de los objetos y mobiliario se encontraba fundido alrededor de los cuerpos y arrinconado en escombros deshechos y derretidos en los bordes de la habitación. Parecía como si hubiera habido una explosión cuyo epicentro se encontraba precisamente en las víctimas. El adulto parecía encontrase arrodillado, y los restos de lo que parecían brazos rodeaban los otros dos cuerpos más pequeños, sin asomo de ataduras. A sus pies, por otro lado, había un pequeño cráter cristalizado: era como si hubiesen estado frente a una bomba flamígera, una granada de energía.

Hubo un sonido de pasos por el pasillo y Jack se volvió hacia la puerta: no venía únicamente la soldadesca de McLeod que había hecho llamar, sino todo un contingente de guardias de seguridad en torno a un hombre negro con el rostro desencajado de dolor.

- ¡Soy Conrad Kengne, familiar de las víctimas, y exijo saber su nombre, número y rango! ¡También exijo que abandone la escena de este crimen infecto y que deje paso a nuestro servicio de seguridad interna!

Aquel tipo lucía un mono de última moda en tonos de rojo escarlata y rojo sangre, y tenía un claro rictus de sufrimiento mientras intentaba mostrar firmeza: parecía incapaz de hablar sin gritar, y trataba de sostener la mirada sobre Jack, con una intensidad llameante, mientras evitaba echar un vistazo detallado en derredor.

Se erigió frente al hombre cuando esté se le dirigió de no muy buenas maneras, probablemente, otra persona hubiese mostrado algún sentimiento encontrado; temor, al ver un pelotón de soldados acompañando al individuo; hubiese titubeado ante aquella presentación, en la que exigía una identificación completa; y entonces aquel hombre hubiese conseguido su objetivo, intimidar al agente. Pero Chapman estaba hecho de una clase de hielo que, no se derretiría ni en el mismo infierno; sus ojos se clavaron en los del señor Kengne y esbozó una media sonrisa casi malévola.

- Agente especial Chapman. - respondió extrayendo su cartera identificativa y mostrando placa y carnet a este - Identificación delta, ocho, tres, nueve, nueve, siete, charlie. - continuó guardando la cartera con un rápido movimiento de muñeca - Miembro de la oficina de investigación de GEO; con jurisdicción completa en la estación "Prosperidad". - añadió cruzando los brazos tras su espalda tras sus palabras - Siento su pérdida señor Kengne, - su sentimiento sonó sincero, aunque su rostro y su cuerpo no mostraron nada, su mirada se clavaba en el hombre, ignorando por completo a toda la soldadesca tras él, como sino estuviesen allí - en cuanto el grupo de extinción determine que el habitáculo es seguro, nos iremos. - terminó de forma firme, dejando claro que no iba a aceptar su orden de abandonar la zona.

Conrad tragó saliva, lívido de rabia. No parecía el tipo de hombre acostumbrado a recibir negativas de gente que catalogara como subalterno, de modo que encajó con dificultad la respuesta de Jack.

- Bien, agente-, comenzó a hablar, esta vez con el tono calmado de alguien que trata a duras penas de contener su ira-. Le recuerdo que esa "jurisdicción completa"  que comenta está sujeta a los Convenios de Gestión Compartida, lo que supone que a)-, comenzó a enumerar con sarcasmo-, los sectores de las corporaciones mantendrán su estatus de territorio soberano dentro de Prosperidad, denegando y prestando acceso conforme a lo prescrito por la ley, y b) los cuerpos de seguridad interna serán considerados los de más alta autoridad dentro de la corporación a la que pertenezcan. Por todo esto, y de acuerdo con la ley de la GEO-, concluyó Kengne- le ruego ahora, agente, que deje trabajar a mi gente para esclarecer las causas de este crimen. Naturalmente, y como muestra de buena voluntad y confianza, enviaremos a su oficina un informe preliminar con el resultado de nuestras pesquisas.

Chapman conocía ya todas esas claúsulas: eran el precio que la GEO pagaba por el dominio legítimo en la estación, por más que no dejaran de parecerle a una gran parte de agentes un acto de bajarse los pantalones y ofrecer el culo a las corps. De modo que echó un vistazo a sus compañeros de Control de Daños: el teniente, que lo había observado todo tras la puerta derretida le miró con importencia tras la máscara y encogió los hombros.

Asintió con una mueca ante la numeración de las normas que aquel hombre le daba y devolvió al oficial de extinción el encogimiento de hombros.

- Muy bien señor Kengne, - respondió extrayendo un tarjetero de su bolsillo derecho - mi número de terminal; - señaló entregando una tarjeta de visita al hombre - esperaré su informe con impaciencia; ya que no me gustan ni el asesinato, ni el terrorismo. - sentenció haciendo un gesto al grupo de extinción para que le siguiesen - Nos marchamos. - terminó dando un lento giro de 360º y observándolo todo una última vez. 

Guardó el tarjetero mientras giraba sobre sus pies, mirando los paneles superiores, el suelo, las paredes del sector, calculando el radio de explosión de la bomba, si estaba colocada en el suelo o, por el contrario, la había detonado un suicida. Buscaba pistas sin esforzarse mucho en disimular, pues ya había accedido a irse del recinto.