Partida Rol por web

Donde sabemos más de los agentes de la GEO

Tras pasar la puerta hidraúlica, Michel pudo ver extenderse toda una sala repleta de cubículos en metacrilato blanco. Recursos Humanos era lo que indicaba un cartel expuesto en un poste ante un sector de la oficina en la que se atestaban soldados de la GEO protestando retrasos en sus pagas, oficinistas intercambiando archivos y empleados con cara de hastío esperando su turno en ordenadas filas de asientos.

Tuvo suerte: sólo faltaban dos números para que le llegase el turn, de modo que diez minutos después volvía a tener delante a Myrna, la joven agente que le supervisaba semana a semana, a él y otros convictos. Sin levantarse del asiento, ella dio un trago a un café servido en vaso de cartón y le indicó que tomara asiento con un gesto y una sonisa dolorida por una lengua quemada.

- Hola de nuevo, Michel. Me alegra que podamos tener al fin nuestra revisión con calama: las otras dos semanas casi que no pude hacer más que revisar tu perfil e indicarte tu residencia y tu puesto de trabajo-, dijo, asentándose cómodamente para la charla-. Espero que te encuentres más o menos cómodo, y que no te moleste que te haga algunas preguntas personales: después de todo, los términos de la pena que se te impuso establecen que pasarás con nosotros entre seis y doce meses, y estaría bien si conseguimos encontrarte ocupaciones afines.

Así que ahí va la primera: el informe médico describe que tienes ampliaciones genéticas de acuamorfo. Eso, gestar a los niños de esa manera, fue relativamente común en la Tierra mientras se tuvo en mente ir a Poseidón, así que ¿por qué sus padres decidieron manipular su desarrollo? ¿Y cómo lo vivió, sabiendo que hayuna parte grande de la población con severos prejuicios en contra de los transhumanos?

Michel trata de adquirir una mejor postura en la silla que tiene frente a Myrna. Una sonrisilla apenas adivinada, entre divertida y enfadada, baila en la comisura de sus labios...

-¿Te has visto alguna vez en la situación de no saber que llevarte a la boca?- dice, en un tono serio y lo suficientemente moderado para no dejar entrever lo molesto de la pregunta. No es algo de lo que le guste hablar.

- Pues esa es la razón por la cual mis padres aceptaron convertirme en algo que no es humano, pero que tampoco es otra cosa. Ya sabes, esa situación de alegalidad que tanto gusta a los abogados de oficio utilizar cuando no saben justificar el que no saben que hacer con el embrollo que ellso mismos han creado- de nuevo, media sonrisa.

- No es una cuestión de prejuicios o no prejuicios, comprends-tu, petite amie?- Mira a Myrna a los ojos, le sostiene la mirada - La única forma de conseguir un pase, nous disons, V.I.P. para Poseidón, era a través de trastear en mi código lo suficiente para aguantar la respieración durante una hora. ¿Los prejuicios?... en la Tierra hasta no hace mucho, si eras negro podían multarte por no dejar a un blanco sentarte en tu asiento... Es algo con lo que hay que vivir. No te gusta, pero te acostumbras. Y sinceramente, al final, tu dignidad te importa menos que el hecho de poder comer caliente todos los días. Esa es la realidad.

Sonríe, pero ya no es una sonrisa divertida o enfadada. Simplemente es una sonrisa de derrota, la típica sonrisa que baila en la cara cuando has hecho algo mal, y no peudes ya cambiarlo.

- ¿Responde eso a tu pregunta, querida Myrna?- Se reclina sobre su silla. - Pouvons nous changer les questions, oui?

Espera, paciente y obedientemente, la siguiente pregunta.

- ¡Oh, bueno!- contestó Myrna con evidente incomodidad-. Parece que hemos tocado un nervio sensible... Si embargo, entiéndeme: no es interés ocioso de una aspirante a Teresa de Calcuta. El hecho es que tenemos un problema serio con  los colonos originales del Proyecto Atenas, ya sean terroristas o no, y contar con alguien que a ellos les pueda parecer más cercano puede resultar útil-. La mujer trataba de recuperar el terreno perdido con su supervisado-. ¿Qué opinas sobre todo eso? ¿Derechos de explotación de las corps, el desplazamiento de poblados enteros, la aparición del grupo terrorista Poseidón Libre...?

Michel se recuesta de nuevo en su asiento. No le gusta que le pregunten según que cosas, pero tampoco tendría que haber sido tan... defensivo. Por ello, al contestar a la siguiente pregunta de Myrna, su tono es más amigable.

- Bueno... Poseidón Libre, ¿eh?. He oído hablar de ellos. Que son un grupo peligroso, desde luego. Que no son ni por asomo la banda de tártaros sanguinarios que tratan de vendernos en los medios, también. Es gente que ha estado aguantando día a día la manera de rapiñar que tienen las corps, y quienes deberían velar por ellos no hacen gran cosa, y han sencillamente explotado. ¿Que si apruebo sus métodos?...Mmmmm, pues... yo alguna vez le he pegado un par de cuchilladas a alguien que trataba de joderme el negocio. Esto es un poco lo mismo. No es justificable, pero si no hay otra salida..... Guarda silencio durante unos momentos, calibrando el alcance de sus palabras. Nunca suele ser tan sincero.

- Sacre Bleu... porquoi je parle de quelque'choses? . Siempre sale el francés a relucir cuando trata de organizar lo que quiere decir. herencia de Québec.- Si las corps, no fuesen tan avariciosas, y respetasen mínimamente lso derechos de los que estaban antes, no necesitarñian a alguien con mis "características" para congeniar con ellos. Eso seguro. La gente en realidad quiere pocas cosas, dinero, un hogar y una familia. Si arrancas todo eso, es normal que suceda lo que está sucediendo. Comprends-tu, Myrna?. Asiente. Es todo lo que va a decir sobre el particular.

Myrna observó al penado drante un breve instante. Parecía tener algo que decir al respecto pero, finalmente se mordió labio de manera encantadora y snrió con simpatía, asintiendo: una breve lucha interior que se saldó con una victoria de la profesionalidad.

- Bueno, veo entonces que tienes opiniones formadas sobre el tema-, recapituló, ecuánime y sin juzgar-. Eso es correcto: refleja carácter. Pero me gustaría volver sobre una cosa que has comentado... sobre la violencia. Naturalmente, todos tenemos que usarla alguna vez, pero me gustaría saber si tienes algún tipo de  acercamiento más... profesional. Quiero decir, ¿has recibido algún tipo de instrucción que puede capacitarte para puestos de vigilancia o labores similares?-. La chica se aproximó a él por encima de la mesa, bajando el volumen de la voz y echando una ojeado alrededor-. Lo digo porque, si lo deseas, podrías hacer muchas horas como guarda en almacenes y hangares del Eje... Todas ellas remuneradas adicionalmente por trabajar en horarios difíciles o en entornos de baja gravedad. Sería una buena manera de eliminar parte de la multa, ¿no?. Y, si no te parece bien, ¿puedes describirme qué tipo de ocupaciones has desarrollado hasta ahora?

Michel ve su oportunidad en ese ofrecimiento. Sin embargo, a lo largo de su vida, ha aprendido a comprender que nadie regala todo por nada. Un trabajo legal y limpio que le quite de encima tiempo de condena es aceptable. Sonríe con amabilidad:

- Creo que no tengo un entrenamiento como vigilante o agente de seguridad demasiado ortodoxo. Me refiero, se hacer esas cosas, pero nunca las he aplicado para, bien, digamos... proteger durante mucho tiempo lo que he de vigilar. Supongo que puedo acostumbrarme.

- Lo que si he hecho, antes de mi don como comerciante independiente - Sonríe - Han sido tareas de vigilancia, más que de segurrdad... No se si me explico.

Si tienes algo para mí que en que mis habilidades puedan ayudar, estoy más que dispuesto a ello.

Myrna dejó escapar una sonrisa divertida.

- Bien, Michel, creo que te anotaré en nuestro listado de guardas disponibles... Ya está. Ahora necesitaría saber si tienes experiencia manejándote en entornos de gravedad reducida(0.75g) , baja gravedad (0.25g) y gravedad nula (0g), porque todo el sector industrial y sus almacenes se encuentran en el Eje, a distintas alturas... ¿Has manejado grúas de mano, garfios magnéticos o deslizadores?...

La mujer se lanzó a una retahila de comprobaciones, interrogando a Michel acerca de todo tipo de competencias: permisos de conducción y pilotaje, manejo de idiomas, permisos de armas, titulaciones variadas... Cada ítem iba siendo corroborado por el penado, y explicado cuando la joven precisaba información. Estaba claro que la entrevista sería exhaustiva, tanto que, llegada la hora del descanso, Myrna se levantó y arqueó la espalda hacia atrás para desentumecerse.

- Uf... menuda paliza. Y aún nos queda un rato más. Si te parece bien, me das la tarjeta identificativa y te activo las dietas de la GEO; luego podemos comer juntos, Michel, a costa del contribuyente-, propuso con una sonrisa agradable. Ahora, la muchacha revelaba su baja estatura, no más de 1.30: se trataba de una espacial. vestía a la manera civil, infromal, con lo que llevaba una falda cuyo amplio vuelo no ocultaba el par de brazos inferiores que aguantaban penosamente el peso del resto del cuerpo.

Resultaba una visión un tanto extraña: Duprés conocía la típica imagen de los espaciales de los documentales y la televisión, en la que se los podía ver flotando y desplazándose como fantásmagóricas arañas humanas por las estaciones sin gravedad, o en las minas de asteriores del Cinturón. En su medio, los espaciales resultaban gráciles y armónicos, al no tener que arrastrar un par de cilindros de carne y hueso inservibles y sin pulgar oponibles, y ver su movimiento era ver una danza.

Pero en tierra el espectáculo se volvía grotesco: la mayoría de ellos sencillamanete no tenían la fuerza ni el equilibrio desarrollados para sostenerse sobre dos brazos, de modo que solía acabar utilizando los cuatro, como macabros monstruos con cabeza humana. Para hablarles había que mirarles hacia abajo, y ellos debían torcer antinaturalmente el cuello para mantener el contacto visual. Y si se erguían sobre dos miembros, el efecto no mejoraba en exceso, pues siempre serían más bajos y torpes, y los codos no se doblarían como unas rodillas.

Muchos espaciales abrazaban sus peculiaridades con fiereza frente a los bípedos, y usaban maquillaje corporal para adornar su cuerpo antes que ropa, tratando de reflejar su identidad como grupo diferente; otros optaban por intentar integrarse con las sociedad planetarias esforzándose en incoporarse y llegando incluso a comprar zapatos adaptados para sus maltrecho par de manos inferiores. Y Myrna parecía ser una de éstos. 

Michel siente una punzada de culpa al ver que la persona que tenía frente a él, seguramente sufra de muchos más prejuicios que alguien con agallas y membranas entre los dedos.

Tose. -Veo que no soy el único tipo raro que hay por la zona...- Sonríe con una pizca de culpabilidad bailando en los ojos. - No quería ofenderte. Lo de antes, me refiero. Simplemente soy un poco susceptible al respecto cuando me preguntan por mis habilidades "especiales" Se para y sonríe. -Ciertamente, es agradable ir a comer por ahí con alguien que seguro, seguro no va a preguntarme que que tal es el sexo con los atunes. Y más si es compañía agradable, por supuesto.. Se para un instante y pone cara de preocupación.-... Pero... tengo que confesarte una cosa... Hasta que no cobre, vas a tener que pagarme la comida, me parece. La próxima, te invito yo ¿vale? Sonríe, travieso.- Y no, no creas que la próxima te invito para conseguir un suplemento extra de bonos para acceder al agua.. Le guiña un ojo a Myrna, conciliador.

Myrna sonrió al acuamorfo.

- Bien entonces, tenemos entremanosuna comida de negocios, pues-, dijo, tomándole por el brazo y conduciéndole por los pasilllos hacia el comedor de los administrativos. Hacían una extraña pareja, claro: ella, que tenía la altura de una niña trope que se había disfrazado con la ropa de su madre, y el, con sus ojos nictitantes, el extraño color de piel, la enorme anchura de espalda.

Y podía haber sido más bonito, pues se sentaron, rodeados de gente bulliciosa, en una mesa para dos del comedor bajo la excesiva iluminación artificial y sin manteles, pero fue muy divertido, pues las preguntas profesionales dieron lugar a las bromas y éstas a las historias personales... hasta que terminó la hora y media de descanso.

- Bueeeno-, dijo la espacial, levantándose con manifiesta pereza-. Sólo nos queda un poco más y podrás marcharte a donde quieras. A mí me esparan un par de horas más de papeleo...

Mientras volvían a la sala de RRHH, un par de tipos en mono de trabajo de la zona de hangares que venían de frente por el luminoso  pasillo se percataron de la presencia del acuamorfo y la espacial. Se trataba de dos presos de Poseidón que realizaban trabajos en la estación para reducir su condena, y lucían quemaduras que dibujaban sinuosas runas tribales por todo su cuero cabelludo rapado. Uno, más delgado y fibroso, llevaba un par de lentes espajadas; el otro exhibía una poderosa musculatura con el peto abierto del mono.

Cuando pasaban a su lado, Lentes se dejó empujar por Músculos, haciendo la pantomima de que estaban bromeando, y cayó sobre Myrna, cuyos brazos inferiores no pudieron resistir la embestida. Lentes, apercibido de que no había nadie más en el corredor, se levantón agilidad y espetó:

- ¡Lleva cuidado, monstruo!

La chica, por su parte, con el rostro rojo por la humillación, trataba de volver a incorporarse  ayudánndose en la pared, mientras Torso echaba un vistazo por el suelo y sacudía un patadón a la tablilla portadocumentos:

- ¡Vuelve al Cinturón con los demás "cucarachos"!- aulló mientras volaban los papeles-. ¿Y tú qué, pececito terrorista?- gruño con desprecio a continuación a Michel...

Michel tiende la mano hacia Myrna, y la ayuda a incorporarse. Observa a los dos tipos, y trata de quedarse en la manera de lo posible con la pinta de ambos.
-No hace falta ser tan desagradable.- Comenta con una sonrisa. - NO hay razón, tampoco para ponerse violento- Se agacha a por la tablilla, y la agarra con fuerza. Al levantarse, la agarra por la esquina, de tal manera que la otra punta de la tablilla se pueda usar como arma punzante. Con velocidad, se incorpora y trata de partirle la naríz a Torso, tratando de agarrarle para al mismo tiempo usarlo como escudo del golpe que seguro que Lentes le va a intentar propinar.

La tablilla, en su ascenso, llevaba una velocidad brutal, por lo que poco pudo hacer Torso para esquivarla: en cuestión de una par de segundos pasó de estar agresivamente en pie a cubrirlo todo con la sangre que manaba por su boca mientras procuraba no caer. Lentes salió de su sorpresa con retraso suficiente como para que Michel pudiera aproximarse al herido para usarlo de escudo, pero pelear contra dos hombres es díficil y el terriblemente musculoso Torso, cegado aún por el dolor, lanzó un brazo torpemente y consiguió enredar los dedos en la ropa del acuamorfo: dio entonces un tirón y lanzó la cabeza hacia adelante con la intención de enterrarla en la cara de Duprès...

Michel consiguió esquivar por poco el cabezazo del rostro sangrante y rugiente que tenía delante de sí, consiguiéndolo prácticamente cuando la frente iba a golpear su cara. Mientras Torso se golpeaba aún más fuerte, (a juzgar por el golpe seco y metálico a su espalda), trató de evitar que Lentes se le echase encima, pero estaba demasiado cerca para maniobrar lo suficiente y alejarse de él, por lo que trató de cubrirse del golpe inminente lo mejor que pudo. Myrna mientras tanto, se alejó unos pasos, apretando un botón de su comunicador....

Lentes consiguió conectar una patada enfundada en una gruesa bota de trabajo contra el muslo de Michel, que sintió una oleada de dolor helado recorriendo su hueso. El acuamorfo tratabilló, pero lanzó al momento un sopapo en arco que fue a estrellarse contra la sien del recluso... y en ese instante se abrieron dos compuertas para dar paso a dos parejas de guardias de la GEO. Cada uno de ellos llevaba consigo una pesada porra de caucho y un guante-flak, artilugio que permitía transmitir, con un leve contacto, una descarga de electricidad capaz de dejar en el suelo, inconsciente y convulso, a un hombre adulto.

- ¡Dejadlo, dejadlo a él!-, no dejaba de aullar Myrna, tratando de aclarar la situación a los guardias-. ¡Son ellos los que nos han atacado!

Y la contienda ya no duró mucho más: Lentes y Torso, fuera de combate, fueron arrastraron hacia los cubículos de contención, mientras Myrna prestaba declaración y Duprès se sentaba en el suelo del pasillo para recuperarse. Al cabo de un rato, la espacial volvió hacia él.

- No debes hacer esas cosas-, le reprendió-. Te recuerdo que eres otro recluso más, aunque tu pena sea la de trabajo obligatorio-. Después pareció aflojar la tensión de sus hombros superiores y sonrió-. Sin embargo, te lo agradezco.