Partida Rol por web

Sebastian contemplaba el atraque de la nave desde la mampara de observación. Situado en el mismo Eje de Prosperidad, la nula gravedad provocaba que todas las operaciones se realizaran con aparenete parsimonia, casi como una lenta danza: el garfio magnético se había aferrado al casco del carguero para conducirlo al interior de la estación enganchado a un raíl. Mientras tanto, por la superficie del puerto se movían deslizadores y operarios enfundados en trajes de vacío, esperando poder hacer las labores de descarga y repostaje.

Ya llevaba cerca de tres semanas en aquel puesto, pero la ingravidez seguía incomodando a McDonald: se sentía perdido debiendo agarrarse a las innumerables abrazaderas que salían en ordenadas hileras de todas las paredes. Pero lo peor era mirar hacia arriba y ver el cogote de los trabajadores, y las luces de posición del "suelo". El "suelo"... maldito chiste. Lo primero que le dijeron para que tratara de ubicarse en el espacio fue que "abajo está donde usted quiera que esté, señor McDonald. Pero eso era infinitamente difícil de interiorizar cuando constantemente tenía que ver a personas caminando/flotando normalmente por las paredes y el techo...

De improviso, una de las puertas que sellaban el acceso a la plataforma de atraque sin oxígeno salió despedida, arrastrada por un vehículo deslizador que parecía fuera de control. Éste avanzó haciendo eses mentras todos los estaibadores trataban de maniobrar en el vacío para mantenerse a salvo, y fue a estrellarse contra un garfio magnético que sujetaba una nave: la grúa no pudo soportar el impacto y comezó a desplomarse arrancando las placas del suelo a las que estaba fijada. Y sebastian vio con espanto cómo la nave prendida al garfio que se tronchaba se desplazaba, a esa velocidad lenta pero imparable de la gravedad cero, contra el bioplástico transparentede su mampara de observación: ¡si no hacía algo el golpe lo aplastaría entre los afilados pedazos de la mampara!

El día estaba transcurriendo normalmente en la estación orbital, nada destable todos hacian su trabajo con normalidad y con la lentitud de la gravedad cero.

Valla, otro día mas en la estación, sin nada interesante que hacer. Piensa, hasta que un ruido de succión le despierta del ensimismamiento en el que estaba sumido, cuando logró ubicarlo vio como un vehículo deslizador se estrellaba contra el garfio de una nave y esta como consecuencia del impacto se dirigia directamente hacia su cabina lentamente.

Pronto se dió cuenta de que si no hacia algo rapido la nave lo mataria tan pronto como llegara a colisionar con la manpara, asique tubo que salir por la salida más rapida y fiable que tenia, antes de que la navera colisionara, por lo que intento reventar el cristal de la manpara y salir por él.

Las balas del subfusil se estrellaron contra la pared transparente, abriendo grietas y agujeros por los que escapó el escaso aire que contenía la cabina, que de inmediato se convirtió en perlas de humedad congelada proyectadas a toda velocidad contra el armazón del pequeño carguero.

Sebastian, asegurándose la máscara contra el rostro, se lanzó con toda la agilidad que permitía la ingravidez contra el bioplástico dañado y se empotró contra él al mismo tiempo que la masiva estructura de la nave tropezaba y arrasaba el puesto de observación, combando sus paredes durante un segundo antes de troncharlas...

Tras lanzarse contra el bioplástico Sebastian sintió como poco a poco el mismo se rompia y creaba un hueco por el que podía pasar su cuerpo entero sin muchos problemas, mientrsa observaba como la nave destrozaba poco a poco la cabina.

Uf, me fue de un pelo, espero que los encargados revisen mejor esos aerodeslizadores antes de que algo así vuelva a pasar o tendré que pedir que traigan a otros más competentes. Dijo para si mismo mientras flotaba dentro de la sala.

Mientras Sebastian flotaba con escaso control junto a la pared/suelo del puerto, las láminas que componían la cabina terminaron de quebrarse antes de salir disparadas elásticamente en todas las direcciones. Y así fue una de las planchas voló hacia McDonald que no pudo hacer nada para repelerla, embistiéndolo contra la superficie metálica. El impacto sacó el aire de sus pulmones y su cabeza rebotó en el interior del traje varias veces, por lo que la desorientación casi le provocó un desmayo.

Sin embargo una arcada lo sacó de la inconsciencia y, con un empujón dolorido, se quitó la chapa transparente de encima. Se encontraba magullado  por todas partes, pero medianamente bien, y echó un vistazo alrededor. El deslizador civil estrellado contra la base del garfio magnético  se había convertido en un amasijo de hieros afilados al que no se animaba a acercarse ninguno de los operarios: después de todo, aunque no podía haber llamas normales en aquella atmósfera de vacío, sí que era posible que el vehículo reventase o se calcinara en una una explosión de fuego químico.

Pero algo saltó claro y evidente a la vista de Sebastian: el módulo de soporte vital no debía de estar perdido, ya que la cabina no estaba rajada con cadáveres a la vista. En su lugar el deslizador estaba rodeado de una cortina de hielo, neblina y humedad, como una pastilla efervescente en el agua, que apenas permitía ver su estado. Eso quería decir que había grietas en la cabina o en el depósito de aire que estaba filtrándose y perdiéndose en el exterior... ¡Los ocupantes podían estar vivos!

Tras quitarse la plancha de plastico encima y tratar de centrarse un poco más Sebastian miró a la nave que había estado a punto de convertirse en su tumba, al fijarse en la nave se da cuenta de que está perdiendo oxigeno, por lo que podría haber alguien ahí todavia vivo.

Tras esta observación Sebastian se lanza directamente hacia la nave para intertar ver si alguien con vida, como la perdida de oxigeno no permite ver desde el exterior si alguien se encuentra todavia con vida se decide a entrar por la puerta de la nave más cercana e intentar sacar a los posibles superviventes de ahí antes de que la nave pudiera reventar o calcinarse.