Partida Rol por web

-..."y se me pase la fase chunga del mono"-, crujió entre tonos metálicos la voz de Sebastian, rebotando  dentro de la escafandra del traje de Parson. Éste esbozó una sonrisa y, mientras arrastraba con esfuerzo la cápsula de revivificación de la superviviente, susurró:

- Priscilla, disminuye en dos puntos la entrada de audio por radio de la escafandra seis. ¿Cuánto tiempo le queda de oxígeno en los tanques?

El ordenador ejecutó las órdenes en centésimas de segundo y respondió con voz algre y sensual:

- Orden cumplida: la escafandra seis cuenta con una autonomía restante de 3.2 horas

- Bien, Priscilla: deriva parte de ese aire a los filtros de expulsión... no sé, cada quince segundos. ¿Cuándo se agotará la reserva entonces?

- El desgaste completo se producirá en 54 minutos.

- Estupendo, Priscilla: que sean 50

Después, habiendo llegado hasta la compuerta, Fred colocó un pie sobre la cápsula y, silbando una alegre tonadilla, le dio un empujón. El huevo de metal salió de la nave, girando sobre su eje como una peonza mientras èdazos de gel congelado flotaban y se desperdigaban en todas direcciones: aunque llevaba consigo la misma velocidad y sentido que las dos naves, no pasó mucho tiempo hasta que el impulso que le había añadido Fred fuera desviando su trayectoria, primero un metro, después dos y un par de minutos más tarde unos cuantos cientos, antes de perderse de vista en la inmensidad del espacio.

Entre tanto, Parson esperó la vuelta de Michel con más polizontes, observando en las àntallas de su casco las imágenes enviados por las cámaras de los trajes de sus compañeros... 

Michel caminaba resueltamente en dirección a Parsons. Cuando le encontró, pudo observar que estaba rodeado de agentes de la ley. No es que le molestase, pero, para ser completamente honesto, lo cierto es que tanto "zatvik" junto daba cierta mala sensación.

Michel saludó: Bonjour, mes copains... Aqui estoy, Parsons. Podemos empezar cuando quieras. Miró en torno a sí. ¿Debería echar un ojo para ver si hay más congelados, o debería dedicarme a buscar otra cosa? Quizás si le echo un ojo a la explosión, encuentre algo.... Concluyó esperando una respuesta.

Justo despues de comunicar mi situación por el comunicador de los trajes, me dispongo a encontrar alguna forma de salir de la sala de maquinas de una vez por todas.

Bien, y ahora que hago yo para salir de esta sala..... quizás si pudiera, bah no creo que pueda..... pero que demonios no tengo nada mejor que hacer, lo voy a intentar.

Tras esta conversacion conmigo mismo me dispongo a acercarme a la puerta, una vez que estoy justo en frente de ella agarro la puerta por el cierre e intento arrancarla de los goznes.

Michel entró rápidamente por la oquedad que la explosión había provocado. Entre el amasijo de hierros, cables y paneles de polímeros plásticos, pudo observar que el artefacto que había reventado la estructura.
Era evidente que un explosivo de fuerza media había machacado la estructura con el propósito de acabar con todo lo que hubiera en la nave, de manera discreta. De todas formas, algo había fallado, puesto que parte de la estructura aún aguantaba y retrasaba afortunadamente el desarrollo de las fatales consecuencias. Quizás, tras observar un destello en el suelo... un inhibidor de frecuencias, muy habitual utilizado para evitar interferencias de aparatos electrónicos no asegurados en lo sistemas de las naves.

Se cuela por el hueco para buscar más pasajeros... Mietras se agacha a recoger el artefacto. ¿Habría alguna forma de hablar con Sebastián?...

Sebastian desconocía el alcance de sus biomodificaciones. Tras incrustar sus macizos dedos en los cierres de la compuerta, tensó los músculos y notó como el bioplástico endurecido se combaba unos milímetros antes de quebrarse de modo inaudible: ¡había arrancado el borde de la puerta que sostenía el sello! Aún estupefacto por su prodigiosa fuerza, se vio sorprendido por el fulgor enloquecido que comenzaron a emitir las luces de emergencia: de haber habído atmósfera podría haber escuchado la alarma del sistema de emergencia, aúllando el temor ante un motor que ya no podía volver a sellarse.

La vibración anunció una última medida de seguridad, una persiana metálica que comenzó a correrse hacia el lado mientras los aspersores del techo comenzaban a lanzar una espuma para inundar la sala. Sebastian trató de atravesar la salida, pero el movimiento en tan baja gravedad le hacía desplazarse con torpeza y, cuando creía que ya había dejado el peligro atrás, se vio súbitamente inmovilizado: la persiana, como unas enormes fauces mecánicas, había mordido la mochila integrada al traje.

Sebastian sintió cómo crujían los materiales y, un segundo después, advirtió un leve zumbido dentro del casco... ¡Se había dañado la radio! Y supo entonces que muy pronto se rasgaría alguna zona del traje, arrebatándole el oxígeno y el calor.

Michel sostuvo el aparato en sus manos. Una tenue luminiscencia parpadeante de color anaranjado era la única muestra de actividad, mientras enviaba señales alrededor. No era la primera vez que veía uno de esos, ya que muchos eran los pilotos que poblaban los cargamentos de contrabando con ellos para evitar que los detectores de los zatvik pudieran encontrar rastros u oquedades. A menudo, sin embargo, eso resultaba una pobre estrategia, pues la pasma terminaba buscando precisamente las zonas de "silencio" más pronunciadas.

Y, sin embargo, algo no cuadraba, lo sentía en sus huesos...

Duprès observó la zona... ¿cuánta gente habría aquí metida? era evidente que el aparatito en cuestión mantenía a los zetviks en blanch, pero uno sólo de estos no podía ocultar muchos cuerpos, bien porque más de seis necesitaría otro de esos artilugios y lo expondría en cuanto se pasase un rastreo rutinario con los sensores o bien debido simplemente a que... bueno... es una locura arriesgarse así a traerse una nave de contrabando que mercadea con personas, por amor del Cielo.

Duprés tomo aire. Abrió comunicación por radio para hablar con McDonald. Quizás el tuviese alguna idea, al fin y al cabo, estaban aquí todos por lo mismo. Mientras lo hacía, se acercó a un tanque de contención donde presumiblemente, encontraría otro "pasajero", aunque esta vez rebuscaba en los alrededores por alguna nota, almanaque o similar. Quizás si sabía algo más sobre los pasajeros, sabría de que carajo va todo esto.