Elijah estaba hasta los mismos de toda esta situación. Quería terminar esta investigación: mirarse en el espejo y poder decirse con sinceridad que había tirado hasta del último hilo, es especial lo referente a la pobre April. A juzgar por las palabras del portero ella estaba dentro del apartamento. Tal vez en coma, tal vez muerta, tal vez arrebujada entre las sabanas cubierta de mugre a lo yonki, sin comer ni beber. En cualquier caso, el misterio de la modelo terminaba aquí. Tras asegurarse de que no había cámara alguna en el rellano ni que hubiese una copia de la llave, reunió toda la fuerza que pudo lograr de la sangre, propinando una fuerte patada a la puerta.
Me subo la Fuerza a 6 con sangre
Elijah sólo había oído de aquello de labios de Frank. Sentirlo fue muy diferente. Se alzó el algo oscuro que chillaba ¡sangre! desde su interior a cada momento y que no hacía más que molestar, el asesino del parque que luego gimoteaba como un perrito cuando Amûnet se acercaba. Esa mancha oscura que había dejado su humanidad al romperse invadió sus músculos, pero la mente de Elijah, del buen chico que sólo quería ser el mismo y salir adelante como cualquier persona, controlaba.
Se sintió fuerte, se sintió poderoso, capaz de todo y, en lo que una mente racional pensaria era una locura, embistió con una patada la puerta de seguridad. Cualquiera hubiera imaginado el pie roto tras un golpe parecido al de un tambor y la puerta perdiendo un poco el lustre.
Pero no fue así. El ruido fue el de la madera al crujir cuando el punto más débil, en torno a la cerradura, se hizo añicos liberando el cerrojo. Un tintineo metálico resonó varias veces cuando la cerradura FAC saltó por los aires arrancada de la puerta. La bisagra superior cedió cuando las barras de cierre se combaron en la parte alta y no pudieron seguir denfendiéndola. A Elijah, con sus oídos mejorados, le parecía que había sonado como una bomba, esperaba que a los vecinos de la planta de abajo, si los había, no les hubiera parecido tanto; o que las calidades de aquel condominio fueran realmente de lujo.
Aunque el pie dolía bastante la puerta estaba medio suelta, un par de empellones dejaron un hueco sobrado para que Elijah se colase por él. Como un monstruo acechando en la noche.
Una vez dentro volvió a apreciar sus nuevos sentidos vampíricos. Estaba a oscuras completamente, las luces de la calle quedaban más de cincuenta metros por debajo y las persianas estaban cerradas. Pudo distinguir con su visión superior un pasillo de entrada cubierto de cristales, procedentes con toda probabilidad de un espejo que había ocupado una de las paredes; la otra estaba bien aprovechada, con zapateros y armaritos sobre los que había adornos, algunos rotos, para ser exactos los que pillaban cerca de marcos o eran marcos cuyos contenidos habían desaparecido.
Escuchó perfectamente, hacia dentro el sonido de algo grande arrastrándose y el frufrú de tela. Siguió hasta un salón del tamaño de su propio apartamento, no menos en tinieblas que el pasillo, dónde parecía haber habido una pelea o un animal suelto: las sillas estaban tiradas, la mesa volcada, un muro - que había tenido numerosos marcos - había ardido, la televisión había recibido una patada o un puñetazo hasta pudo percibir en ella el olor de sangre tan seca que no le despertaba el ansia ni ahora que el hambre con que pagaba su fuerza sobrehumana era una sensación permanente. Una elegante cortina de seda, que apestaba a humo, daba acceso, probablemente, al dormitorio. De allí debía provenir el sonido de arrastre.
El cuarto, abuhardillado, estaba en mejor estado - salvo por el espejo que se esparcía por el suelo - aunque sin arreglar desde hacía tiempo, con ropa de mujer tirada por todas partes, y sin ventilar lo suficiente para provocarle arcadas a su olfato mejorado, que tuvo que apagar. No mejoraba la iluminación. La cama, enorme, estaba en el centro y deshecha, aunque conservaba una especie de adoselado de seda todo alrededor del canapé. El cuarto era tan grande que tenía una zona de lectura y otra de estudio-despacho y aún así todas tenían un tamaño cómodo y estaban separadas por biombos y alfombras. El estudio también estaba en mal estado con el teléfono hecho añicos, el ordenador esparcido en pedazos por el suelo y la papelera habiendo participado en la fiesta del fuego del salón con casi todos los papeles y fotos que había habido en el despacho de la modelo.
Había dos puertas en el muro avanzado que había tras la cama, un recurso de moda ultimamente en los pisos de diseño para dar acceso al baño y al vestidor que, cabía suponer, no serían pequeños. Pero no le llamaron la atención, pues pudo olfatear el olor de sangre fresca debajo de la cama, desde dónde - hasta que tuvo que cerrar sus sentidos mejoradas - pudo escuchar claramente un corazón tan ultraacelerado que parecía ansioso por abandonar el pecho de su dueño, bueno dueña, seguramente.
¿Has actualizado la reserva? Si no es así empiezas a estar bastante hambriento a partir de ahora (no como para estar famélico ni que tengas que tirar a cada momento pero sí para ser peligroso oler sangre o tener que tirar frenesí)
Mientras Elijah paseaba pudo escuchar con claridad gemiditos procedentes de debajo de la cama, le parecía que susurraban "que se vaya, haz que se vaya". Una inspección más detallada le trajo desde una de las entradas del fondo el olor lejano de la sangre seca, no tanto como la de la televisión, pero aún suficiente para no provocar a su apetito.
-Menudo cuadro- Pensó el fotógrafo contemplando el campo de guerra en el que se había convertido aquel piso de lujo. No hacía falta ser un lince para saber que la modelo no pasaba por su mejor momento. Y que debía de estar muy disgustada con su aspecto actual.
La escuchó en la cama, escondida bajo su fortín de mantas y sabanas con lacitos, oculta como un animal herido de muerte en su madriguera. La compasión por la pobre modelo le invadió. ¿En qué clase de lio se había metido? ¿Qué era esa droga? Se apoyó en una pared y se escurrió hasta sentarse en el suelo. Se quedo allí un par de minutos en silencio, tiempo le sobraba ahora que la muerte pasaba de él.
-Ya ves que no me voy a ir a ningún lado, querida, así que sal de esa guarida que te has construido y vamos a ver qué ha pasado. Con un poco de maquillaje podemos disimular cualquier efecto secundario de esa droga hasta que lo arreglemos de verdad.- Lanzó unas miradas alrededor. En busca de más pistas sobre que estaba pasando por su cabeza. –¿Dime, la droga que te dieron sabia como a menta rancia, tenía un regusto metálico tipo sangre o era insípida?- Se hacía pasar por algún tipo de experto para tratar de averiguar si era sangre de vampiro o no. Hablar de sangre le hizo pasar la lengua por uno de sus colmillos, de momento retraído.
-Soy una de las pocas personas que puede ayudarte, y posiblemente el único que quiere hacerlo altruistamente porque ha estado en tu situación, bueno, en una parecida. Hasta había comprado diez cajas de somníferos, pero por suerte antes de que hiciera ninguna tontería alguien me ayudo, justo a tiempo,… y ahora me gustaría hacer lo mismo por ti.- Esperó en silencio, a ver si sus palabras ablandaban a la pobre.
Elijah habló, y April seguía murmurando su letanía, como una monja vieja que lleva haciéndolo tanto tiempo que ya sólo le queda inercia, la fe perdida lejos junto a su mente. Parecía que no diría nada, que se escondería hasta que destruyera su refugio o la hiciera salir.
Hasta que habló de la droga. Pudo oírla arrastrarse, tan nerviosa que no atinaba a avanzar, entre gruñidos, mientras preguntaba al intentarlo, con voz chillona de pura histeria y un ansia que Elijah, que creía haberlo visto todo en los peores fumaderos de crack de la ciudad, nunca había imaginado que pudiera existir.
-"¿Tienes? ¿Tienes más? ¿Has traído? Haré lo que sea, pero dame un poquito, sólo un poquito, para que pare."
Por fin su rostro emergió entre los doseles, junto a parte de sus hombros. Sólo quedaba una tira de la blusa en ellos. Fue un segundo el que tardó en darse cuenta que la había cagado sin querer.
Elijah tenía un espíritu poético, artísticio, conocía la metáfora y sabía su uso y teoría. Allí comprobo que no siempre lo que se creía metáfora lo era, que, a veces, la realidad superaba la ficción. Lo supo porque vio cómo un alma se rompía ante sus ojos, bien es verdad que ya estaba ajada y quebradiza, pero la vio romperse a través de ojos secos que parecían de cristal.
Fue a causa de su respingo, probablemente de la cara de asco que puso y de su acto reflejo de retroceder asqueado alzándose de nuevo contra la pared en que se había recostado como si tratase de atravesarla. Frank le había hablado de la fascinación sobrenatural que sentiría por la belleza ahora que estaba maldito, tal vez aquello fuera lo mismo, sólo que por el lado contrario.
La April que conocía ya no estaba allí, o sea, sí era ella de base, pero estaba arrugada, como si tuviera cien años, sin pelo, con una piel cuarteada y escamada que sólo podía deberse a alguna cruel y terrible enfermedad. Sus uñas eran negras y retorcidas como las de un ave, y su vibrante mirada había quedado congelada en unos ojos secos y muertos de muñeca de plástico barata; pero lo bastante vivos para mostrar un segundo el sentimiento que su rechazo brutal le había causado.
La reacción de Elijah hizo que la mujer volviera a su oscura cueva de seda y satén, aullando de amargura y desesperación. Al joven vampiro le costó unos segundos recuperarse del susto y la impresión, para poder seguir su relato. Sabía que estaba respuesto y que su voz volvía a sonar con confianza y seguridad mientras le hablaba de expericiencias parecidas, aunque ahora sabía que no eran comparables. Mientras tendía la mano que ofrecía salvación, no podía evitar preguntárse si él la aceptaría, si estuviera en ese cuerpo marchito.
Su respuesta, desde las profundiades de su escondite, sonó con voz profunda y descascarillada, cargada de rencor, odio y vergüenza.
-"¿Tontería? ¿Alguna vez te has convertido en un monstruo? ¿Se ha acabado para ti cualquier esperanza de futuro que no sea morir en la calle? La droga era... era... era maravillosa, sabía a... a... a... no puedo ni describirlo. Sabía a lo que debe saber la ambrosía, tal vez fuera ambrosía." - le sorprendió la referencia mitológica de April, no sabía que detrás de la fachada superficial había una chica con cierta cultura -"Era delicia pura, te daba fuerza, te daba seguridad y te sentías tan bien, el mundo se llenaba de luz y de sonido y de colores y de sensaciones... Pero luego viene el mono, y los sueños, y sentimientos raros. Quiero algo... a alguien... y ni siquiera sé qué o quién es. ¿Cómo puedo desea con tanta intensidad algo que no conozco y ni siquiera se?"
Se arrepintió de su gesto, había tratado de mantenerse estoico, pero era imposible. Para qué negarlo, Elijah era un superficial. Había aprendido algo sobre el valor de ser uno mismo y apreciar la vida y la salud. Pero seguía juzgando por el aspecto. La belleza había sido el motor de su vida, como fotógrafo y como persona. La juventud, un rostro hermoso, dientes proporcionados y mirada intensa, un cuerpo atlético, o un buen paquete en la entrepierna era lo primero que miraba a un recién conocido.
-Bueno cariño, vamos a necesitar un poco de látex y una buena peluca hasta que recuperes la salud. Pero no es el fin del mundo. Yo me licué por dentro con mi enfermedad, parece que a ti te ha pasado por fuera. Pero si yo encontré una cura… ¿Por qué tú no?
Lo cierto es que las modelos no eran muy simpáticas, sobre todo las que triunfaban. A él le caían mejor las de desnudos y anuncios cutres, que no las de alta costura endiosadas. Pero independientemente de la forma en la que está mujer hubiese actuado con el mundo, o con el propio Elijah… se merecía un descanso.
-Espera un minuto.
Se marchó a la cocina y regresó con una cuchara sopera. Se sentó al lado de la cama e hizo un poco de ruido como si preparará algo. También hizo chispa con el encendedor para que lo oyera. Como si estuviese licuando algo solido. Todo disimulo. Se mordió el pulgar con su propio colmillo y dejó caer unas gotas en la cucharilla. Concentrándose en ellas, como dándoles fuerza. Sintió que parte de la vida robada de su ser se iba en aquella cuchara.
Se chupó el pulgar, siempre atento a que la modelo no viera la jugada. -Dime si esto es la ambrosia que probaste, a ver si estamos hablando de lo mismo o estamos en películas distintas.
April era su testigo. Si la sangre de Elijah sabia parecida a la “ambrosia” entonces significaría que esta droga era en realidad sangre de vampiro. De uno que te volvía feo, no como la sangre de Frank que te hacía más sexy y elegante. En todo lo demás “te daba fuerza, te daba seguridad y te sentías tan bien, el mundo se llenaba de luz y de sonido y de colores y de sensaciones…” sonaban muy parecido.
-Toma Amunet, mi informe, y una testigo que está en el ajo. Sobradamente cumplido. Ya podemos pasar página sobre mi incidente. O más bien dar por compensada mi deuda.- Penso
-Paladéala bien, es importante saber que es la misma.
Estoy al dia con la sangre, tanto con la puerta como con el punto de vitae que le he dado ahora
April sólo chillaba y amenazaba, mientras la hablaba y preparaba la sangre; Elijah dejó de prestarle atención en algún momento mientras se acumulaba la vitae que le daría: tan poco líquido y tan fuerte, sabía que era su propia voluntad la que había puesto tanto en tan poco, tanta fuerza, tanta vida, tanto poder... todo ello robado. Se estremeció un segundo cuando le pareció ver dentro de la sangre la cara muerta de Ernst. Pero sólo era una mala pasada de su subconsciente, al fin y al cabo, ya no quedaba sangre del infortunado en él, probablemente, ¿verdad?.
Siguió con su tarea en medio de la cacofonía de insultos y recriminaciones que sólo perduró hasta que le ofreció la droga a April. Ella volvió a salir con ansia, sin seso, como una trucha se lanza sin pensar sobre un cebo de colores sólo porque se mueve y brilla; tan ávida en su marcha que se resbalaba y fallaba en su empeño de volver a fuera.
Esta vez no le provocó tanto respingo, a pesar de verla entera, con su camisón de Victoria's Secrets medio desgarrado y sucio como un trapo de cocina de buffet libre; su mal estaba extendido a toda ella y eso seguía repeliéndole. Ella ni lo notó, ensimismada en el pequeño trago que le había preparado.
Tomó la cuchara con las dos manos, para tratar de controlar el temblor, lo que apenas consiguió. Elijah temió que se le cayera, pero la chica con lo permitió. Su mirada decía que aquel camelo la había engañado... pero eso sólo era posible si la droga que tomaba se parecía a la vitae recién sacada.
Con la mirada cerrada en éxtasis, la chica procedió al ritual aprendido, una tontería demasiado compleja de patochadas como dejar la sangre bajo la lengua y deglutir por traguitos desde los laterales de la boca con los dientes como filtro, para lo que acababa siendo tragarse hasta la última gota. Su cara de alivio, tranquilidad y arrobo era manifiesta, pero Elijah sabía por experiencia que los placebos funcionaban muy bien con el mono, al menos durante el tiempo que tardas en notar que, en realidad, no hay efecto.
Tragaba presa de un placer sensual irrefrenable, casi orgiástico.
-"Joder, sí, ostia puta, ésto es. Tío, ésto es mucho mejor. ¿Qué es? ¿más puro? Dios, lo antes era mierda, ahhhh, joder, joder, joder, que rico está. No era ésto ni de lejos, ésto es el mejor Johnnie Walker y el otro era uno de licorería, comparado." -
Unos minutos después ella empezó a reir. Se levantó, confiada y segura, firme, sin temblores.
-"Mira los colores ¿los ves? Hay tantos que no tengo nombre para todos. Me siento genial, ya no siento ningún ansia por algo sin saber qué. Bueno, sí... hay una nueva." - le miró tímidamente, con la cabeza gacha, había estado contemplandole arrobada, a él seguía dándole bastante grima su aspecto pero era obvio que ella había recuperado un poco de confianza.
Elijah recordó lo que había aprendido sobre el vínculo de sangre. Era obvio que había vinculado a la chica convertida en monstruo. Con voz ronroneante, la de la verdadera April ahora que el ansia y el mono habían desaparecido, le dijo:
-"¿Cómo puedo pagarte la dosis, Elijah? No tengo dinero..."
Elijah suspiro aliviado. Había acertado con venir aquí. Su investigación había avanzado, y había podido ayudar un poco a la pobre April.
-No tienes que pagarme nada, Solo centrarte en recordar toda tu experiencia con esta droga, la gente que te la vendió y todo esto. Yo también soy adicto a ella, pero por suerte conozco a los que fabrican la versión buena. Hay por ahí una versión mucho veneno químico. Creo que si haces una dieta depurativa con verduras frutas y bebiendo solo agua te desintoxicaras y volverá parte de tu belleza.
Si le cuentas todo lo que pasó con la droga a una persona que te presentare en unos días puede que te ganes unas cuantas dosis de la buena gratis. ¿Podrás esperarme aquí mañana? ¿Pasar este subidón en casa sin salir por ahí ni nada así? Puedo traerte algo de comida de algún 24h si quieres. Tendrías que atrancar la puerta cuando me vaya.
Cuando esto pase deberias plantearte bajar la dosis hasta dejarlo o al menos hasta un consumo que sí que te puedas costear. A lo mejor podemos hacer algo de dinero juntos, eres modelo y yo fotografo, podemos relanzar nuestras carreras.
Por si quieres acelerar. El plan de Elijah es convencer a April de que se quede quieta en casa todo el día y noche siguientes y marcharse corriendo a buscar a su sire para contarle todo y ver si esto hay que contárselo a Amunet, al tipo del bar o qué hacer ahora que sabe que la droga es vitae.
April se había quedado flipando con su colocón. Le dijo a todo que sí, que haría lo que él quisiera, con una mirada de adoración. Pero no podía estar seguro de que fuera a hacer lo que la pidió; incluso si ella era sincera ¿cómo sabía lo que pasaría por su mente ida cuando él ya no estuviera?
Preocupado dejó la casa, volviendo a salir por la puerta medio arrancada. Esperaba que Frank estuviera en su estudio, si no tal vez en alguno de los Elíseos pero, si había entendido bien, él aún no podía ir a los Elíseos porque no había sido admitido ni presentado al Príncipe de momento; esos pensamientos rebajaron su alegría por los avances, al recordarle que eso quería decir que no tenía derecho de vivir y aún podían matarle impunemente.
Por suerte todo los edificios que podía necesitar estaban cerca de allí, otra cosa no tendría, pero April tenía un apartamento magníficamente situado. Aunque sin puerta.
Cuando entró en el estudio se fijó enseguida que había dos mesas vacías, una era la del (o la) diseñador gótico de sexo indefenido, el otro también había estado vacío la vez anterior que vino. Apenas entró, Ninette, que estaba en su mostrador de recepción junto a la entrada, se dirigió a él como si no le conociera.
-"Buenas noches, señor. ¿Tiene usted cita con alguno de nuestros diseñadores? Si no es así tendrá que volver la semana que viene para concertar cita. Ahora mismo no tenemos fechas disponibles ni podemos preveer tenerlas pronto, para ver al señor Carnation tendría que esperar al verano que viene."
Elijah estuvo a punto de entrar en pánico, pero Ninette enseguida rompió su máscara cuando se le escapó una risita ruidosamente. Con una sonrisa y ojos pícaros señaló hacia la estridente escalera de caracol.
-"Que cara has puesto. El jefe está arriba, a ver si tú le mejoras el humor, porque te advierto que está con piel fina. No veas la bronca que le ha caído a Alex por no adivinar que prefería tul a terciopelo en un diseño, todavía está llorando en el baño. Así que..." - puso voz ominosa de peli mala de serie B mientras hacía gestos de misterio con las manos - "sube a tu propio riesgo"
Cuando llegó a la oficina Frank estaba visiblemente nervioso, su mirada era preocupada, aunque se relajó al ver entrar a Elijah. Aunque no estaba disimulando el joven siempre se había preciado de no ser fácil de interpretar pero no parecía que a su sire le costase demasiado hacerlo. Suponía que serían ventajas de tener a-saber-cuántos años.
Tenía su fachada de divo, con peluca crestera rosa incluída, y se apresuró a recibirle con un abrazo nervioso o más bien de desahogo.
-"Me alegro de ver que estás bien. ¿Has conseguido algo que darle a esa puñetera sheriff?" -
Frank escuchó atento, sin los aspavientos ni la expresividad que mostraba en público, aunque el perceptivo Elijah sí notaba que había partes de su narración que le gustaban más y otras menos; pero eran indicios muy ligeros y no le interrumpió hasta que terminó.
-"Lo has hecho bien, muy bien" - comenzó tranquilizándole - "aunque los de mezclarte con gangsters y traficantes..." - lo dejó en eso y un ceño fruncido, probablemente simplemente lo consideraba como su forma de llevar las cosas, aunque obviamente no la compartía - "pero ¿darle tu sangre a esa tipa? ¿eres consciente de lo que has hecho, Elijah? aunque no atentes contra la Mascarada porque no sabe nada, la has vinculado a tí. Es una unión muy estrecha, tú mismo lo viste, está obsesionada con la fuente de su sangre, incluso cuando no sabe quién es y apenas habrá tomado una gota. Ahora lo estará contigo, serás su mundo, una obsesión muy fuerte y te costará quitártela de encima."
Su expresión era preocupada, pero, al menos desde que le conocía, esa parecía ser la más habitual en su rostro. Cuando nadie, salvo él, le veía, claro. Sin perder el fondo de preocupación pasó a los temas que eran más importantes, sentado en su sillón de diseño, probablemente más cómodo que el que le dejó a él, que parecía una S roja, verde y azul gigante más que una silla.
-"Supongo que se puede deducir que lo que venden es sangre de vampiro rebajada. O tal vez simplemente sangre de ghoul. Esos efectos físicos son muy claros, por suerte: la sangre es de Nosferatu*. En la ciudad sólo hay dos: La Momia y su chiquillo, que por lo que sé sigue en la ciudad. Le convirtió hace muy poco, acababa de darle la libertad hace unos meses, creo... puede que tenga una docena de años como vampiro." - a Elijah no dejó de llamarle la atención cómo hablaba de la mitad de su vida como si fueran las vacaciones de verano de un estudiante, era un poco inquietante que la única fuente de estabilidad para él en aquel nuevo mundo de pesadilla al que se había condenado fuera alguien tan desconectado de su propia forma de ver el mundo.
-"¿Qué vas a hacer ahora? ¿Vas a seguir investigando, o lo terminamos con éste asunto de mierda: puedes hablar con Amûnet para contárselo o puedo pedir una reunión para presentarte y darle tus averiguaciones ante la Comunidad? Lo segundo, bien jugado, puede darte cierto prestigio y evitará que minimice o niegue tu colaboración pero será como una bofetada en la cara: se enfadará mucho y te ganarás una enemiga peligrosa."
Le dejó pensar, pero él también pareció cabilar algo, pues añadió unas palabras antes de dejarle decidir.
-"Tal vez te haya malmetido contra Amûnet con mi desagrado personal por ella; que, además, para mi es un tema más bien estratégico que personal. No pienses que es un monstruo o algo así, ella es útil y no es idiota. Cuida de nosotros, de todos los vampiros de Boston, nos protege de enemigos que nos causarían muchos problemas a ti o a mi, o a otros como nosotros; problemas mortales de naturaleza física. Lo que ocurre es que es muy estrecha de miras, nos ve como niñatos inútiles y malcriados, sin entender que nosotros también protegemos a la Estirpe, sólo que de otra manera. Además es muy obsesiva con el tema de la seguridad. Si vas a ponerte a malas con ella, que sea porque así lo decides, no por cómo me lleve yo con ella."
* Nota para el jugador: Frank no ha hablado a Elijah de Samedi, Heraldos de las calaveras ni otros tipos de vampiro monstruoso. O bien no sabe sobre ellos o bien a Elijah se le pasó por alto y no lo asimiló en la rápida explicación al respecto, al ser casi una nota a pie de página. El hecho es que los conocimientos de ninguno de los dos llega a más, dadas sus habilidades, en el trasfondo de ésta historia.
Señalar que éste es el tercer mensaje, hay dos antes con la narración para llegar a la reunión con Frank a los que puedes hacer referencia también en tu turno, como en retrospectiva o introducción a tu propia charla.
Era egoísta, pero esperaba que April se quedase quietecita el tiempo suficiente para que le sirviese como testigo, como prueba que presentar ante la sheriff de todo lo relacionado con la droga. Una vez eso ocurriese esperaba que la mujer rehiciese su vida, pero ya no sería asunto suyo.
-Una vida desmoronada por la adicción. Otra más.- Pensó mientras recorría las calles.
***
-Yo también he tenido una noche rara, la verdad. Igual pasa algo con la luna.- Comentó sin entrar en detalles, pero tomándose la libertad de socializar con la recepcionista. –Voy a ver qué puedo hacer.- Añadió con un guiño. Suponía que todo el mundo pensaba que era el "amante sufragado" del jefe. Una explicación mucho más convencional que “mi jefe es un vampiro y este es el vampiro junior que ha creado”.
Se encaminó hacia las escaleras, aunque hizo un alto y se volvió hacia la “peliverde”. –Cuando escribas el guión para la serie, hazme parecer elegante y listo, por favor. Podrías titularla “Pink is the new black” o “boas y tacones”
***
Parecía que había superado la prueba. Su sire parecía ver con buenos ojos el resultado final. Reflexiono sobe todo lo que el otro le dijo. Amunet me cae mal por su falta de tacto. Parece mentira que no sepa que se cazan más moscas con una gota de miel que con litros de vinagre.
-No me apetece abofetearla, prefiero darle los datos en persona. Que se quede el merito ella y que me diga que mi trabajo es basura. Por dentro no le quedara otras narices que admitir que soy útil o que doy más soluciones que problemas. Cuando todo el mundo, individualmente, me vea como alguien útil y que en conjunto aporto más de lo que gasto, empezare a trabajar en mi imagen pública.
Se reacomodo en la S-silla. –No te preocupes. Al final aunque sea áspera y cortante va a adorarnos y se va a morir de ganas por venir a tomar el té con nosotros aunque no lo haga para no derrumbar su fachada de “machota del far west”
Frank asintió, su gesto era inescrutable, no pudo saber si le parecía bien o mal su decisión; aunque sonrió con sus chistes, lo que estaba claramente, era pensativo.
Arreglaron el asunto para quedar con Amûnet, aunque tardaron un par de días; Frank al principio no parecía muy contento, ansioso por avanzar en éste tema, pero acabó se tranquilizó tras averiguar que la sheriff había estado fuera de la ciudad en algo encargado por el propio Príncipe.
Lo cierto es que los títulos rimbombantes de los vampiros resultaban un tanto cómicos. O eso le podía parecer, al menos hasta el siguiente paso, cuando por fin conoció a aquellos seres detrás de títulos recargados.
Pasaron algunos días, en los que su principal preocupación, a parte de alimentarse, que ya acababa siendo un peligro y un pago importante por la curación y la eternidad, fue cambiar el teléfono. April le había llamado tres o cuatro veces la primera noche, el día siguiente empezó a hacerlo cada hora. Para la segunda noche lo hacía casi de continuo. Había conseguido deshacerse de ella, por ahora, pero se preguntaba qué pasaría si averiguaba dónde vivía.
Pero esas distracciones debían quedar atrás. Frank le había dicho que esa noche debía estar, sí o sí, a las doce en punto en la zona VIP del Semifusa und the Rocks, uno de los clubs de moda de la ciudad, con música en directo. Y eso había hecho.
Ahora estaba en la zona VIP de local mirando desde lo alto por el suelo de cristal a la muchedumbre que se apiñaba abajo en un concierto, bailando y bebiendo como si el mundo se fuera a acabar. Allí había mucha menos gente, pero muy variada, por un lado un homogéneo grupo chicos y chicas jóvenes y bellos vestidos de gala con trajes de baratillo, por otro varias personalidades importantes de la ciudad, aunque no a todos los podía poner nombre. También había otras personas, eran las que hacían de aquel sitio algo incoherente, pero que todos ignoraban como si fuera lo más normal del mundo.
Esas debían ser los vampiros, primero porque la mayoría no pegaban mucho en aquel lugar, segundo porque no dejaban de mirarle, con curiosidad, con hostilidad, con picardía, con ironía o con desprecio, pero parecía ser el centro de atención de varios cuando el resto le ignoraba. Esas miradas le rebelaron que entre los trajeados que formaban lo que uno podía esperar de aquel lugar había, disimulados entre el ganado, varios vampiros más, pues también sabían quien era él. O tal vez sólo fueran ghoules.
En realidad él podía disimularse bastante bien entre la caterva de guapitos de adorno y, para la mayoría, eso era y así le ignoraban. Pero los que sabían a qué habían venido, sabía que realmente aquello era por él. En ese grupo estaba Amûnet, la única a la reconoció, visiblemente incómoda en aquel lugar y siempre vigilante. Pero a pesar de su aspecto de extra de superproducción de los 50 no era la más rara, pues había un buen número de gente extraña más
Frank llegó bastante tarde, elegantemente tarde, aliviando sus nervios y la situación durante un tiempo, dándole nombres y algunos datos de los principales mortales y también de los más importantes que compartían con él la Maldición.
Casi como si marcase el inicio de una carrera, otros empezaron a llegar, desplazando la fiesta a ellos. Primero una conocida diva de la ópera, Madame Fleurcour, dueña del local, y otro elegante y atractivo hombre que no conocía. Frank le dijo que eran los guardianes de los Elíseos de la ciudad.
Después llegó un cuarteto, con quienes todos los mortales importantes trataron de despachar y saludar, aunque sólo fueran unos minutos. Eran dos hombres llamativos, jóvenes y guapos, pero vestidos con ridículos trajes victorianos, como si aquello fuera una fiesta de disfraces; el otro par iban trajeados en conjuntos muy clásicos pero ya de éste siglo, seguían a los dos primeros siempre, en segundo plano pero participando de la socialización. Su aspecto daría risa, si Frank no le hubiera explicado cómo los vampiros con la edad perdían la capacidad de adaptarse a los tiempos modernos, acumulando retraso en la percepción del tiempo que sólo se aliviaba ligeramente con largos períodos de letargo. ¿Qué edad tendrían y ya perdían siglos enteros? En realidad, pensar en ello no daba risa, sino miedo, con la información pertinente.
La llegada de aquellos hombres, que Frank le dijo que eran el príncipe, el senescal, el primogénito ventrue y el primus interpares de la Primogenitura, el favorito del príncipe, marcó el fin de aquella parte de la fiesta tras los breves despachos con todos los que eran o pretendían ser alguien allí. En ese ínterin hubo algo que le sorprendió, pues el favorito hizo algo con la mirada y una de las que había tomado por chicas de adorno, una japonesa bella pero discreta, se fue con él, permaneciendo cerca todo el tiempo. Su mentor le dijo, con sorna, que era su “quinta”: la chiquilla del intimidante antiguo que sólo tenía unos días más que él, había sido presentada hacía unas semanas.
Madame Fleurcour se dirigió a un reservado dentro de aquel palco elevado, como una zona VIP de la zona VIP. El cuarteto la siguió – incluyendo a la otra neonata - y, como un resorte, el resto de vampiros les siguió. Frank le apremió, tal vez un segundo antes de que aquello pasara, de modo que pasaron tras el Príncipe y su escolta.
En aquel lugar sólo quedaron la estirpe de la ciudad, poco más de dos docenas de personas. El Príncipe era el único sentado, lo que era claramente un trono medieval. A su lado el otro tipo, el primogénito favorito que, ocupando un sitio que, si había entendido bien, debería haber sido del Senescal – que, por cierto, era el jefe de su propio clan –
El Príncipe Justin habló, con voz varonil y segura, llena de autoridad. Nacido y criado en USA, Elijah nunca había entendido, ni dedicado un pensamiento, al concepto de nobleza, eso era una excentricidad caduca y decadente de los europeos; al oír hablar a ese hombre fue que entendió porqué el pasado podía haber sido como fue. La nobleza existía, aunque probablemente no era “noble”, ni hermosa, ni buena. Pero el concepto de liderazgo natural y porte que daba la apariencia de ser más, existía.
-“Pueblo de Boston. Mis fieles, mis vasallos. Hoy es un día feliz. Aunque dos de nuestros neonatos no han podido estar hoy con nosotros, sí tenemos aquí a nuestra adorable Rina, Kauffmanea, Wladimirea. Veamos si podemos tener un segundo.”
Hizo un breve gesto hacia Frank, que se adelantó, con una sonrisa amplia y caminar de diva de pasarela, con voz cargada de pluma que sólo Elijah notó falsa habló con una frivolidad a la que él no estaba acostumbrado.
-“Bueno, queridas, he encontrado un auténtico diamante para la Estirpe. Os vais a caer mu-er-tas de envidia. Es… redoble… un fotógrafo. Y qué fotógrafo, hijas.” – con un floreo sacó de su taleguilla de cristales de swaroski y lentejuelas de plata de ley una copia de su foto del atardecer en la Prudential Tower en A3 y lo exhibió – “Hala, ya os podéis caer. Arte, porte, genio y figura en frasco de diseño. No hay nada mejor que se pudiera conseguir con mi vitae, mi hijo perfecto, el futuro del clan. El futuro de la Estirpe. El Mañana, hoy.” – e hizo avanzar a Elijah al centro del círculo de la mano tras levantarlas en alto.
La mitad de las miradas parecían cautivadas por la propuesta rompedora de Frank, la otra mitad les miraban con desagrado, como si aquello fuera un chiste. Todas se volvieron, expectantes hacia el príncipe.
La mitad de las miradas parecían cautivadas por la propuesta rompedora de Frank, la otra mitad les miraban con desagrado, como si aquello fuera un chiste. Todas se volvieron, expectantes hacia el príncipe.
-“Bien, tenemos un nuevo hermano. ¿Alguien tiene un motivo para oponerse a la incorporación de la nueva sangre a la estirpe?” – a pesar de sus palabras, el corazón de Elijah dio un vuelco, amenazando con volver a latir, cuando su mirada sólo se dirigió a Amûnet, que estaba en primera fila con su traje de odalisca faraónica sin gabardina ninguna para disimularle y escoltada por un chico y una chica de aspecto rudo y peligroso. La mujer hizo un gesto indescifrable, aumentando su pánico.
-“En ese caso, bienvenido Elijah de los Toreador, Elijah Frankson. Formula tu vasallaje y acepta en custodia mi feudo sobre el barrio de Mattapan.” – aliviado, pudo comprobar que el gesto de Amûnet, aunque desconocido, debía ser de aceptación, pues el príncipe le ofrecía un lugar entre los no-muertos de Boston. Sólo quedaba aceptar, aunque no le quedaba claro las consecuencias si no lo hacía.
Elijah se acerco hasta él, se arrodillo y pronunció las palabras que Frank le había hecho memorizar. Hasta la última coma o entonación fueron respetadas. Todo este medievalismo era una locura. Pero así era ahora su vida… o lo que fuese su existencia. Aun creía que estaba en la cama del hospital, muriéndose por su enfermedad y que todo esto era una alucinación.
Pero la alucinación duró años, y después décadas. Al final era uno más en esta sociedad excéntrica. Viendo como los teléfonos se independizaban de los cables, el rock moría, el punk pasaba, el pop ascendía pare ser apartado de su trono a patadas por un infierno llamado regeton. Todo cada vez más rápido, mientras él se enlentecía, se anclaba. –Somos como fotos, Frank. Inmortalizados para conservarnos y protegernos del cambio. Llenos de vida y alegría pero bidimensional.- Solía decirle a su Sire.