Partida Rol por web

Véis que mientras el clérigo y promotor de la empresa hablaba el gobernador se tornaba rojo de ira - y puede que también por el vinillo - da un golpe en la mesa fuera de sí

- ¡ DE NINGUNA MANERA SE LLEVERÁN MÁS HOMBRES ! - resopla - hicimos un trato... se llevarían a los hombres que quisieran ir de los que hay en las tabernas, si en el sermón decís eso Don Hernando, los hombres honrados , decentes y oficiosos se irán de Panamá y eso no lo consentiré de ninguna de las maneras. ¿ Les queda  a sus mercedes claro ? una cosa son los vagos y pendencieros de las tabernas y otra muy distinta los hombres que tienen... que tienen.... ¡ UNA CIUDAD POR LEVANTAR ! - dice eufórico ante el sueño que alberga.

El Clérigo lanza una mirada asesina al gobernador, a los presentes les da entonces una sensación de que las relaciones entre el gobernador de Panamá y la Iglesia de Panamá no serán buenas en el futuro. Antes de que Hernando pueda contestar Francisco se pone en pie - contraviniendo todas las normas básicas de modales - y dice

- No temáis gobernador, habéis sido muy generoso al permitir que hiciéramos una leva voluntaria en aquesta villa que gobernáis sabiamente. - A Diego y Hernando - noventa hombres tendrán que bastar. Cortés llevó sólo treinta hombres más en su primera incursión a Nueva España. Con los noventa que vengan , con caballos y aperos- le dice a Hernando que es el de los dineros - llegaremos a Birú , y con pólvora suficiente - le dice a Pedrarias* - conquistaremos el mundo...

Cita:

En ese momento de fragor y emotivo discurso, yo me levanto de la mesa para aplaudir tal cantidad de valor y grandeza que emanan de sus palabras, “BRAVO, BRA..BRAVO…” insto alzando la voz, “POR ESPA..PAÑA Y POR DI..DIOS”, tras lo cual quedo mirando alrededor esperando que todos los allí presentes aplaudan también al conquistador…

¿Aplaudir yo con semejante recelo aún de mi Señor en su sesera? Bien regocijado en vino habría yo de estar para hacerlo, a no ser que se pusiera a aplaudir también Pedrarías.

Permanecía atento para ver con interés como reaccionaba el resto.

Cuando el Señor Dávila gritó que más hombres no se llevarían me vi yo limpiando cuadras otra vez para pasar el tiempo o recogiendo huevos de gallinas... Dudaba que mi presencia allí fuera relevante para aquella empresa de tan ensueño como parecía ser, y llegué a la conclusión, quizá sabia o desnutrida, que estaba allí como para hacer aparentar a mi amo que era un hombre más de bien de lo que ya se veía...

¡Nefasto destino! ¡Que habré de emplear toda mi vida aqui, con éste, mi captor!

Posa su mano derecha en el hombro de Queitano para contenterle mientras añade

- Por España y por Pizarro, nuestro jefe ¡ Que Dios le guarde! ¿ verdad  Don Hernando ? - entonces toma en consideración las palabras de Pizarro y añade - si vos lo decís Don Francisco serán suficientes ese número de hombres en aquesta empresa. La Gloriosa espera presta en puerto. Mañana he citado a los hombres en la puerta sur.

Se muestra confiado

-Lo mismo he hecho yo con los míos. Mañana al amanecer en la puerta Sur, si la Gloriosa está preparada - hace un gesto a Pedrarias - y con el permiso del gobernador de adquirir cuanto nos falta y embarcarlo, mañana mismo embarcaremos a los hombres. No me fio de estos mares, nos son desconocidos y a todas luces traicioneros  y los pilotos quieren zarpar cuanto antes.

Se nota que hay tensión entre los presentes, sobretodo entre el gobernador y Hernando que además de ser el guía espiritual es el promotor de la expedición , el que pone los dineros y se encarga de la intencia y por ende, la persona más incómoda para el gobernador.

Os llama la atención las dotes diplomáticas de Pizarro, pues ha conseguido calmar los ánimos del gobernador.

Mira fijamente a Pizarro a los ojos, os parece como si hubiera una lucha de voluntades silenciosa entre ambos, tras unos instantes, Pedrarias sonríe y dice

- Vos llegaréis lejos Don Francisco, pues vuestro tacto con la palabra sólo es comparable al temple de vuestra espada - y por Dios que Pedrarias decía la verdad pues pese a sus pésimos modales Pizarro sabía manejar a los hombres igual que un espadachín maneja su espada - no sólo tendréis doscientas libras de pólvora sino que además  os cedo en este mismo momento a dos de mis  hombres- se gira hacia los soldados - ¡Heriberto y Gonzalo ! quedáis cedidos a Don Francisco de Pizarro hasta que vuelva a Panamá.

¿Quién decía que la buena fortuna no se posa en los más desgraciados? Bueno, en realidad es así, las más veces. ¿Era aquello  una fortuna o una desgracia? ¿Ser elegido para una expedición? Ciertamente era aquello que esperaba... ¡¿de que me quejaba?!

Sin embargo, me adelanté un paso cuando don Pedrarías nos nombró. Sin ni siquiera tragar saliva y no dejando que cualquier de mis músculos se moviese más de lo debido, miré a mi amo y luego a Don Francisco...

¡Con Dios presente y a su servicio, mi Señor! -dije humildemente a Francisco Pizarro. Había perdido mi nombre, ahora mi religión... la única incerteza que me quedaba era si iba a perder la vida.

Cuando don Diego me hace sentar para calmar mis ánimos, me siento como fuera de lugar por unos instantes, como si hubiera hecho el ridículo. Algo más entristecido por mi metedura de pata… tomo asiento y continúo en silencio, bebiendo, cenando y oyendo los comentarios de los presentes, que más que una expedición, se diría que están disputándose la gobernatura de Panamá.

Al escuchar la oferta de don Pedrarias, al hacer entrega de dos de sus sirvientes, alzo la vista para ver las dos incorporaciones que rápidamente dan un paso al frente e involuntariamente se me escapan unos murmullos que los mas cercanos podrían llegar a oír.. ¡por dios! si no es cristiano, lo siguiente que será….

No es sarraceno sino descendiente de musulmanes, claro que su piel es más oscura pero tú no sabes su historia, en todo caso podrías decir que no tiene aspecto de ser cristiano viejo.

Tras limpiarse con una servilleta de tela

- De acuerdo entonces, me limitaré a rezar por una buenaventura para nuestra expedición y escribiré al gobernador de Cuba para que en cuanto le sea posible mande pólvora a Panamá- al decir esto parece que Pedrarias se da por satisfecho y relaja el gesto - Alea jacta Est, que decía Julio César cuando quería decir que sería lo que Dios quisiera. Dios está con nosotros y encontraremos esa tierra donde fluye el oro. - se pone en pie para marcharse - Por último Don Francisco y Don Diego: informad a todos los paganos que encontréis de Jesucristo y su obra y de la existencia de nuestro Dios. Mañana estaré en el puerto para despediros.

Al gobernador

- Todos los brazos que puedan empuñar un arma son bien recibidos. Mañana al amanecer en la puerta sur - esto último a Heriberto y Gonzalo - Don Hernán, esperemos que los mares también estén de nuestra parte. Sé que saldremos victoriosos y os será devuelto cada Real que habéis invertido - dicho esto Hernán sale por la puerta - Diego, acabemos esta cena y vayamos a descansar algo, si Dios pone de su parte mañana nos haremos a la mar. - Se levanta también y se despide - Gobernador, cuando reclame las tierras allende el mar del sur en nombre del Rey Carlos, le haré saber que no pudo lograrse sin el Gobernador de Panamá. Con funcionarios como vos pronto seremos un Imperio.- y tras recoger sus cosas se marcha.

- Hasta mañana Don Francisco, ¡Dios lo quiere!- grita esto último , tras irse Pizarro se dirige a Queitano - no te apures, no hubo nada de malo en lo que dijiste. Pronto aprenderás que Don Francisco es un gran hombre y fiel a la monarquía y a España. Además apreciará a buen seguro los servicios de un buen escriba en su expedición. Pues muchas cosas habrás de anotarse... - entonces a Heriberto y Gonzalo - no os conozco, pero gracias al gobernador aquí presente, veréis mundo y serviréis a una causa. Que no tenga que ir a por vosotros... por cierto, Queitano inscribe sus nombres en la lista - al gobernador - la cena es deliciosa, Don Pedrarias no toméis a mal las palabras de Don Hernando pues es un hombre con fe y piadoso que sólo quiere que se difunda la palabra de nuestro señor, su único defecto es no entender de cuestiones mundanas como las ciudades y oficios.

Gracias, don Diego; a vos, a los presentes y a Dios. -respondí con cierto recelo.

Luego miré al tal Queitano, dirigiéndome a él.

Esto... Fondón. Heriberto Fondón, de Castilla, por supuesto... -sus murmullos no me habían sentado bien, pues tenía el recelo de que me miraba por, no sé... ¿el color parduzco de mi piel?

Mi padre, Lucio Fondón, también fue escriba ¿sabe?

Tan sólo esperaba las órdenes oportunas para retirarme, pues quería descansar para el gran día.

Levanto me yo, limpiando con suma delicadeza, como mis estudios me han enseñado y una vez erguido tomo la palabra dirigiéndome en primera instancia hacia Diego de Almagro, y hacia donde asienta  Hernando de Luque y a posteriori en dirección a la cabeza de mesa donde toma asiento Pedrarias….tranquilamente, respiro profundo y pausado...

Nno hace falta que mme disculpe usted do..don Diego, pero se lo agradezco... Bueno creo qu..que ya es hora de re..recogerme y preparar los documentos pa..para la empresa y las listas de m..ma.material y todo ese jale..leo, así pu..pues, si qu..quiero que mañana me cu..cunda el día me retiro con sus permiso..sos, la cena ha sido di..digna de un conde mi..mi señor Pedrarias, encanta..tado de haber asi..sistido a este evento.

Acto después de concluir dejo sobre la mesa la servilleta que aun sostenía en la mano y me dispongo a abandonar la mesa y después el salón de cenas realizando una genuflexión incompleta hacia De Luque y hacia Pedrarias  ……

Una vez ha salido Queitano

- No tenéis que discularos Don Diego. Espero que triunféis con Hernando o sin Hernando eso tenedlo claro. Yo también rezaré por vuestra empresa. Iré afuera con vos Don Diego pues quiero hablar con el intendente mayor, hay mucho que hacer de aquí a mañana.

Se levantan Diego y él y salen fuera, quedandoos solos los tres soldados y los criados.

Cuando todos se han marchado os relajáis el hideputa de Javier Pérez os señala y se chanza de Gonzalo y de ti , diciendo que vuestras cabezas van a servir para adornar una choza india. No le hacéis el menor caso y esperáis a la llegada de Pedrarias haciendo guardia en el exterior de la casa.

Una vez llega Pedrarias Javier hace guardia - pues él se queda- y a Gonzalo y a ti mismo os dan permiso para preparar vuestras cosas y dormir algo antes de la partida.