Despiertas. Antes de abrir los ojos, dejas que tu cuerpo se adapte, que tus sentidos te informen.
Sientes un poco de dolor en el cuello. Pero no es nada que no puedas aguantar.
Estás tumbados sobre algo cómodo. Un colchón es lo más probable. No será el mejor, pero cumple bien sus funciones.
Tus oídos captan multitud de cosas. Gente caminando, gente susurrando, algún goteo de agua lejana, ratas... Pero sobre todo, se impone un sonido que, aunque empieza siendo un murmullo, se va haciendo, con mucha lentitud, cada vez más y más fuerte. Dice:
Caín, Caín, Caín... Oh Caín, acude a mí... Caín, Caín, Caín... Oh Caín, acude a mí...
Eres capaz de distinguir las voces de varias personas, pero no puedes diferenciar su sexo. Aunque, realmente, eso no importa.
Mientras te vas incorporando, abres los ojos. Estabas en lo cierto al suponer que estabas en un colchón sobre el suelo.
Miras a tu alrededor. Es una habitación de paredes grises y una bombilla en el techo. En un rincón hay una silla que no parece tener mucha utilidad.
Ante ti, se alza una puerta negra majestuosa. Fuerte y imponente, no parece que se vaya a abrir con dar un pequeño tirón. No hace falta ser brillante para deducir lo que ocurre: Estás encerrado.
Al ir a echar mano a tus pertenencias, te das cuenta de que no tienes absolutamente nada, te han arrebatado todo.
Despiertas. Antes de abrir los ojos, dejas que tu cuerpo se adapte, que tus sentidos te informen.
Sientes un poco de dolor en el cuello. Pero no es nada que no puedas aguantar.
Estás tumbados sobre algo cómodo. Un colchón es lo más probable. No será el mejor, pero cumple bien sus funciones.
Tus oídos captan multitud de cosas. Gente caminando, gente susurrando, algún goteo de agua lejana, ratas... Pero sobre todo, se impone un sonido que, aunque empieza siendo un murmullo, se va haciendo, con mucha lentitud, cada vez más y más fuerte. Dice:
Caín, Caín, Caín... Oh Caín, acude a mí... Caín, Caín, Caín... Oh Caín, acude a mí...
Eres capaz de distinguir las voces de varias personas, pero no puedes diferenciar su sexo. Aunque, realmente, eso no importa.
Mientras te vas incorporando, abres los ojos. Estabas en lo cierto al suponer que estabas en un colchón sobre el suelo.
Miras a tu alrededor. Es una habitación de paredes grises y una bombilla en el techo. En un rincón hay una silla que no parece tener mucha utilidad.
Ante ti, se alza una puerta negra majestuosa. Fuerte y imponente, no parece que se vaya a abrir con dar un pequeño tirón. No hace falta ser brillante para deducir lo que ocurre: Estás encerrado.
Al ir a echar mano a tus pertenencias, te das cuenta de que no tienes absolutamente nada, te han arrebatado todo.
Despiertas. Antes de abrir los ojos, dejas que tu cuerpo se adapte, que tus sentidos te informen.
Sientes un poco de dolor en el cuello. Pero no es nada que no puedas aguantar.
Estás tumbados sobre algo cómodo. Un colchón es lo más probable. No será el mejor, pero cumple bien sus funciones.
Tus oídos captan multitud de cosas. Gente caminando, gente susurrando, algún goteo de agua lejana, ratas... Pero sobre todo, se impone un sonido que, aunque empieza siendo un murmullo, se va haciendo, con mucha lentitud, cada vez más y más fuerte. Dice:
Caín, Caín, Caín... Oh Caín, acude a mí... Caín, Caín, Caín... Oh Caín, acude a mí...
Eres capaz de distinguir las voces de varias personas, pero no puedes diferenciar su sexo. Aunque, realmente, eso no importa.
Mientras te vas incorporando, abres los ojos. Estabas en lo cierto al suponer que estabas en un colchón sobre el suelo.
Miras a tu alrededor. Es una habitación de paredes grises y una bombilla en el techo. En un rincón hay una silla que no parece tener mucha utilidad.
Ante ti, se alza una puerta negra majestuosa. Fuerte y imponente, no parece que se vaya a abrir con dar un pequeño tirón. No hace falta ser brillante para deducir lo que ocurre: Estás encerrado.
Al ir a echar mano a tus pertenencias, te das cuenta de que no tienes absolutamente nada, te han arrebatado todo.
Despiertas. Antes de abrir los ojos, dejas que tu cuerpo se adapte, que tus sentidos te informen.
Sientes un poco de dolor en el cuello. Pero no es nada que no puedas aguantar.
Estás tumbados sobre algo cómodo. Un colchón es lo más probable. No será el mejor, pero cumple bien sus funciones.
Tus oídos captan multitud de cosas. Gente caminando, gente susurrando, algún goteo de agua lejana, ratas... Pero sobre todo, se impone un sonido que, aunque empieza siendo un murmullo, se va haciendo, con mucha lentitud, cada vez más y más fuerte. Dice:
Caín, Caín, Caín... Oh Caín, acude a mí... Caín, Caín, Caín... Oh Caín, acude a mí...
Eres capaz de distinguir las voces de varias personas, pero no puedes diferenciar su sexo. Aunque, realmente, eso no importa.
Mientras te vas incorporando, abres los ojos. Estabas en lo cierto al suponer que estabas en un colchón sobre el suelo.
Miras a tu alrededor. Es una habitación de paredes grises y una bombilla en el techo. En un rincón hay una silla que no parece tener mucha utilidad.
Ante ti, se alza una puerta negra majestuosa. Fuerte y imponente, no parece que se vaya a abrir con dar un pequeño tirón. No hace falta ser brillante para deducir lo que ocurre: Estás encerrado.
Al ir a echar mano a tus pertenencias, te das cuenta de que no tienes absolutamente nada, te han arrebatado todo.
Despiertas. Antes de abrir los ojos, dejas que tu cuerpo se adapte, que tus sentidos te informen.
Sientes un poco de dolor en el cuello. Pero no es nada que no puedas aguantar.
Estás tumbados sobre algo cómodo. Un colchón es lo más probable. No será el mejor, pero cumple bien sus funciones.
Tus oídos captan multitud de cosas. Gente caminando, gente susurrando, algún goteo de agua lejana, ratas... Pero sobre todo, se impone un sonido que, aunque empieza siendo un murmullo, se va haciendo, con mucha lentitud, cada vez más y más fuerte. Dice:
Caín, Caín, Caín... Oh Caín, acude a mí... Caín, Caín, Caín... Oh Caín, acude a mí...
Eres capaz de distinguir las voces de varias personas, pero no puedes diferenciar su sexo. Aunque, realmente, eso no importa.
Mientras te vas incorporando, abres los ojos. Estabas en lo cierto al suponer que estabas en un colchón sobre el suelo.
Miras a tu alrededor. Es una habitación de paredes grises y una bombilla en el techo. En un rincón hay una silla que no parece tener mucha utilidad.
Ante ti, se alza una puerta negra majestuosa. Fuerte y imponente, no parece que se vaya a abrir con dar un pequeño tirón. No hace falta ser brillante para deducir lo que ocurre: Estás encerrado.
Al ir a echar mano a tus pertenencias, te das cuenta de que no tienes absolutamente nada, te han arrebatado todo.
Despiertas. Antes de abrir los ojos, dejas que tu cuerpo se adapte, que tus sentidos te informen.
Sientes un poco de dolor en el cuello. Pero no es nada que no puedas aguantar.
Estás tumbados sobre algo cómodo. Un colchón es lo más probable. No será el mejor, pero cumple bien sus funciones.
Tus oídos captan multitud de cosas. Gente caminando, gente susurrando, algún goteo de agua lejana, ratas... Pero sobre todo, se impone un sonido que, aunque empieza siendo un murmullo, se va haciendo, con mucha lentitud, cada vez más y más fuerte. Dice:
Caín, Caín, Caín... Oh Caín, acude a mí... Caín, Caín, Caín... Oh Caín, acude a mí...
Eres capaz de distinguir las voces de varias personas, pero no puedes diferenciar su sexo. Aunque, realmente, eso no importa.
Mientras te vas incorporando, abres los ojos. Estabas en lo cierto al suponer que estabas en un colchón sobre el suelo.
Miras a tu alrededor. Es una habitación de paredes grises y una bombilla en el techo. En un rincón hay una silla que no parece tener mucha utilidad.
Ante ti, se alza una puerta negra majestuosa. Fuerte y imponente, no parece que se vaya a abrir con dar un pequeño tirón. No hace falta ser brillante para deducir lo que ocurre: Estás encerrado.
Al ir a echar mano a tus pertenencias, te das cuenta de que no tienes absolutamente nada, te han arrebatado todo.
Despiertas. Antes de abrir los ojos, dejas que tu cuerpo se adapte, que tus sentidos te informen.
Sientes un poco de dolor en el cuello. Pero no es nada que no puedas aguantar.
Estás tumbados sobre algo cómodo. Un colchón es lo más probable. No será el mejor, pero cumple bien sus funciones.
Tus oídos captan multitud de cosas. Gente caminando, gente susurrando, algún goteo de agua lejana, ratas... Pero sobre todo, se impone un sonido que, aunque empieza siendo un murmullo, se va haciendo, con mucha lentitud, cada vez más y más fuerte. Dice:
Caín, Caín, Caín... Oh Caín, acude a mí... Caín, Caín, Caín... Oh Caín, acude a mí...
Eres capaz de distinguir las voces de varias personas, pero no puedes diferenciar su sexo. Aunque, realmente, eso no importa.
Mientras te vas incorporando, abres los ojos. Estabas en lo cierto al suponer que estabas en un colchón sobre el suelo.
Miras a tu alrededor. Es una habitación de paredes grises y una bombilla en el techo. En un rincón hay una silla que no parece tener mucha utilidad.
Ante ti, se alza una puerta negra majestuosa. Fuerte y imponente, no parece que se vaya a abrir con dar un pequeño tirón. No hace falta ser brillante para deducir lo que ocurre: Estás encerrado.
Al ir a echar mano a tus pertenencias, te das cuenta de que no tienes absolutamente nada, te han arrebatado todo.
Encerrado. Era bien simple. Ese tipo le había encerrado en ese lugar. Y eso a Alexander no le gustaba.
Observa su habitación: un colchón, una silla y poco mas en ella. Lo normal. Tras esto mira la enorme puerta y se acerca ella, calculando si podría derribarla de un golpe. Rechaza esa idea: si estaba encerrado ahí, la puerta estaría preparada para él y por lo tanto, solo gastaría energías inútiles en intentarlo.
Solo podía esperar y prepararse. En el momento que entrase alguien por ahí, podría intentar hacer algo.
Aun me encuentro aturdido. Camino alrededor de la habitación intentando encontrar algo que me ayude a ubicarme, lo último que recordaba era la voz de esa chica, ¿Qué habría querido decir?, mis oídos escuchaban voces y palabras, aunque era algo natural en mi don, algo me decía que quizás esta voces me querían decir algo más que la letra de una simple canción, necesitaba salir de esa habitación lo mas rapido posible, debia haber algo en la habitacion que me ayudara a salir.
Master tengo que tirar algo???
Abro los ojos desorientado, mientras noto como los últimos restos del somnífero desaparecen de mi cuerpo, junto con el dolor de la zona del pinchazo.
Al echar un vistazo alreador, me doy cuenta rápidamente de que estoy en algún tipo de celda, de hecho, en una celda de aspecto deprimente si se compara con el piso donde vivo.
Todavia no entiendo por qué estoy aqui, así que durante un par de minutos me dedico a repasar mentalmente todo lo ocurrido. Esta claro que Elena no trabajaba sola sino que formaba parde de algun tipo de organización secreta, pero ¿de cual?. La única pista parece ser el símbolo que me enseñó. Intento visualizar los detalles del icono en mi cabeza mientras busco en mi memoria por si lo he visto con anterioridad, pero nada me viene a la mente.
Desesperado, me levanto de la cama, y me dirijo a la puerta. Solo tardo un instante en confirmar que, efectivamente, está cerrada con llave, me dedico a golpearla con los puños para intentar llamar la atención de quien sea que está al otro lado.
- ¿Hola? ¿Hay alguien ahi? ¡¡Decidme que esta pasando!! ¿Holaaaa?
Me levanto del mugriento colchón y me froto la cara y los ojos varias veces viendo aquel antro a mi alrededor.
Los múltiples sonidos y voces que me envuelven me marean y me llevo las manos a la cabeza mientras dejo caer el peso de mi cuerpo contra la pared mas cercana, apoyandome en ella de espaldas.
"Soy el sacrificio de un ritual" Es lo primero que llego a pensar
"Tengo que salir de aquí, él dijo que iba a morir en ese experimento"
Mi mirada se fija en la puerta; el único orificio que indicaba una posible salida. Se abrían encargado de sellarla a conciencia para tenerme allí prisionero. Sin embargo usé mi sangre para darme fuerzas y con todo mi poder arremetí contra la puerta de una patada tratando de sacarla de su marco.
Mi personaje esta desesperado, gasta un punto de FV y los que pueda acumular de sangre para augmentar su fuerza. ¿Qué debería tirar? (Marqué sólo para el director)
Tienes 5 puntos de sangre disponibles.
Si quieres tirar de la puerta, sólo tira Fuerza.
Si quieres pegarle una patada o un puñetazo, Fuerza+Armas C.C
Dificultad 9
Me levanto todavía un poco aturdido e intento examinar un poco mejor la sala en la que me encuentro. Miro bien que estoy solo y luego me pongo a examinar con detalle las paredes y la puerta del lugar, acariciandolas con las palmas de mis manos...
Hay algún tipo de ventana, ventilación? por dónde entra el aire? la puerta tiene bisagras? se abre para dentro o para fuera?
La silla es de madera? esta clavada al suelo?... ese tipo de cosillas, vamos...
Motivo: Patada puerta
Tirada: 4d10
Dificultad: 9+
Resultado: 6, 10, 8, 1
Exitos: 1
gasto 2 puntos de sangre en augmentar mi fuerza
gasto 1 punto de fuerza de voluntad
acción: patada
resultado: 1exito(dados)-1fallo(dados)+1exito(FV)=1exito? [no estoy seguro como lo cuentas, pero así lo haría yo en mis partidas]
No hay ningún tipo de ventana. Es una habitación cerrada a cal y canto excepto por la puerta.
Aparentemente, no ves ningún tipo de bisagra, y la puerta se abre hacia fuera. Sólo puedes ver un pomo corriente, de los que se bajan para abrir la puerta.
La silla es normal, ni clavada al suelo ni nada. Sólo de madera.
Y la bombilla, está colgando de su cable. Ni lámpara ni nada
Antes de poner los pies en el suelo miré que en aquella asquerosa habitación no hubiese ninguna rata que me impidiese mi camino. Cuando comprobé que esto no era así, me puse en pie y tomé la silla. Está bien, pensé, quizá me hayáis quitado todas mis pertenencias pero veremos que pasa cuando os clave una astilla de estas.
Entonces tomó la silla y la golpeó en mil pedazos tomando algunas estacas si es que conseguía encontrar alguna de un tamaño suficiente.
Después con algún trozo de la silla rompí la bombilla que iluminaba la habitación. Tomé los cristales y las estacas y me lo guardé todo en mi bolsillo.
Si pensabas que no estaría preparado, estás muy equivocado.
Tras examinar bien la puerta, miro de abrirla ( es obvio pero nunca esta de mas ) de no poder hacerlo simplemente me quedo sentado tranquilo en la silla esperando ver que pasa. No creo que pueda hacer mucho más así que simplemente espero a ver. Si me quisieran muerto ya lo estaría así que simplemente espero...
Quedas esperando, preparado para escapar a la menor oportunidad. De fondo, oyes como unas pisadas se van aproximando a tu puerta.
Escuchas perfectamente cómo unas llaves empiezan a ser introducidas en la cerradura, cómo giran y el "click" de que está abierta.
Poco a poco se abre la puerta, para dar lugar a un humano que mueve con aire chulesco una porra.
Vaya, vaya... ¿Se ha despertado la bestia inmunda? Pues vente a mi lado, tenemos prisa te dice con un tono poco amistoso
Si tienes intención de atacar, lanza Iniciativa: 1d10+Destreza+Astucia.
Como no estás en posición ofensiva, él no espera tu ataque, así que podrías atacar la primera vez sin esperar mi confirmación.
Si, para el siguiente turno, sigue vivo, entrarían en juego las iniciativas.
Das varias vueltas a la habitación. No descubres nada, pero ese especie de cántico te está volviendo loco. No consigues encontrar nada que te ayude a salir, ya que la única vía de escape que parece posible es la puerta, y está bien cerrada.
Estando a punto de estallar, oyes unos pasos que se acercan hacia tu habitación.
Meten la llave en la cerradura y abren la puerta.
Entra un humano con un pastor alemán a su lado. Te ve nervioso y se pone a reirse
¿Qué pasa, pequeño poeta? ¿Sin un rayo de luz que te inspire no puedes vivir? ¡Ja! Eso da igual, te queda poco de vida... Vamos, escoria, te están esperando
Si tienes intención de atacar, lanza Iniciativa: 1d10+Destreza+Astucia.
Como no estás en posición ofensiva, él no espera tu ataque, así que podrías atacar la primera vez sin esperar mi confirmación.
Si, para el siguiente turno, sigue vivo, entrarían en juego las iniciativas.
Te recuerdo que tu reserva de sangre está en 6
Ante tus gritos, escuchas unos pasos que se acercan y unas carcajadas
¡Vaya, la princesa se ha despertado! ¡Y yo que pensaba que tendría que darle un besito para que abriera los ojos!
Se para ante la puerta, y cuando introduce la llave en la cerradura, te suelta
¡Ve al fondo de la habitación, no te quiero cerca!
Debe confiar en que lo harás, puesto que espera unos segundos y abre la puerta con cuidado.
Ante ti, ves a un humano despreocupado, con una sonrisa irónica en la cara.
Vamos, tu muerte definitiva te espera, ¿no estás nervioso? ¡Jajaja!
Como arma, lleva un aparato que produce descargas eléctricas
Si tienes intención de atacar, lanza Iniciativa: 1d10+Destreza+Astucia.
Como no estás en posición ofensiva, él no espera tu ataque, así que podrías atacar la primera vez sin esperar mi confirmación.
Si, para el siguiente turno, sigue vivo, entrarían en juego las iniciativas.
Te recuerdo que tu reserva de sangre está en 5