Partida Rol por web

-Bien, será mejor ponernos manos a la obra. Cuando los lancemos, habrá que hacer un agujero en el barril para que desprenda algo del contenido y nos sirva como de mecha. Luego se tira una antorcha y...esperemos que prenda.

- Mi abuelo decía siempre que los planes sencillos son los que mejor funcionan...- dice Merol siguiendo a Dalaghor.

El monje, sin perder de vista el agujero por el que habían subido escuchó con atención los planes de sus compañeros - Dejenme una antorcha. Sin luz no podré verificar que ninguno de esos bichos nos siga - les comentó al ver que comenzaban a moverse.

Los aventureros caminaron de vuelta al almacén, con una extraña sensación en el cuerpo que comprendieron cuando llegaron a la zona de la entrada, afuera lucía un hermoso sol, cuya poderosa luz contrastaba con la oscuridad a la que ya se habían habituado sus ojos. Sin pararse demasiado continuaron camino hasta el almacén, donde los toneles de aceite seguían en su sitio, muy cerca del cadáver del extraño ajeno de sangre ácida.

Sin necesidad de buscar mucho, pudieron ver como habían introducido los mineros las cuerdas alrededor de los toneles, para poder llevarlo a través de los rieles que estaban clavados al techo. Lo más complicado, seguramente, sería pasar luego la puerta del almacén.

Por suerte, el primer tonel que vieron estaba todavía tapado, de forma que no había peligro de perder todo el aceite en las sucesivas maniobras, y no pasaba nada si se caía de lado, con tal de que no cayese encima de nadie.

A esas alturas, Merol sudaba copiosamente, y ya había dado salida a la mitad del refranero de su tío, en busca de pausas que le permitiesen recuperar el aliento.

Por suerte, fue sencillo llevarlo hacia la zona de la entrada, rodando sobre sí mismo. Aunque allí la cosa fue de nuevo sumamente compleja, para subir ese enorme tonel a una vagoneta, y después empujar ésta en la ligera pendiente que había hacia la zona de las minas.

Cuando River vio aparecer tonel con sus sudorosos amigos detrás, habían pasado unas tres horas. Descargarlo fue más fácil, con la ayuda que suponían ahora las fuertes manos del monje, y, por fin, tuvieron el enorme tonel repleto de aceite junto al estrecho túnel que llevaba a la laguna subterránea.

El monje vio llegar al resto del grupo, sudando y maldiciendo por el peso del tonel. Rápidamente se acercó a ayudar a bajarlo de la vagoneta mientras comentaba - Parece que esos bichos se quedaron abajo... ninguno subió -

Sus manos ayudaron a acomodar el enorme recipiente de forma tal que, al hacer un agujero en la tapa, el líquido que contenía cayera por la hendidura que habían usado para bajar hasta la laguna... y luego salir de allí.

Una vez con el barril acomodado, sacó la antorcha del posible camino del aceite y tomo una de sus extrañas armas, un siagham. La filosa punta del mismo sería suficiente para perforar la tapa del barril y que la gravedad hiciera su trabajo.

- Supongo que habría que dejar que saliera casi todo antes de prenderlo, no? - preguntó - Así cubre toda el agua. Es más podemos usar el mismo aceite como mecha, pero mejor que no quede mucho en el barril, no me gustaría que se encendiera con nosotros al lado.

Esperando la reacción del resto tomo con fuerza el siagham y se preparó para agujerear el tonel.

-Efectivamente. Hagámosle varios agujeros y de buen tamaño. Es importante hacerlo por varios sitios. De lo contrario, es más que posible que el barril quede flotando con los agujeros para arriba.

Andreas, mientras tanto (y además de colaborar con el tonel), se dedica a seleccionar tablones como los usados por los mineros para entibar los techos, y cuerdas con las que atarlos para montar la balsa. Si estaban fuera, en el almacén, se cargan en la vagoneta.

Una vez el material junto a la boca del túnel, y sudando como un descosido, se vuelve a ajustar la coraza y, preparado para todo evento, hace una señal con la cabeza al monje para que agujeree el tonel.

Merol descansaba sentado en una piedra acariciando a su comadreja, a una distancia prudencial del tonel y de sus fogosos compañeros. Más de una vez había visto el resultado de un conjuro mal realizado con su correspondiente estallido y, aunque confiaba en que el plan no fallaría, no sería de ninguna ayuda curioseando al lado del tonel mientra los otros hacían su trabajo.

Tras no pocos esfuerzos, una vez más, el barril quedó razonablemente bien situado cerca de la entrada de la pequeña caverna, momento en que River-Sen lo perforó, saliendo un chorro de aceite bastante más pequeño de lo que le habría gustado.

Con una sonrisa, River se fue a la parte de atrás e hizo un segundo agujero en lo alto del tonel, con lo que el aceite empezó a salir de forma fluida.

Unos minutos más tarde, apartó el tonel vacío haciéndolo rodar, frente a él, la misma cueva que ya habían usado dos veces, ahora perfectamente lubricada.

- Bueno, parece que solo falta encenderlo - comentó el monje mientras verificaba que el aceite no hubiera manchado sus ropas - Fuego allá abajo, un montón de animalejos quemados y tendremos el campo libre para cruzar esa laguna -

El elfo se alejó un poco de la abertura, ahora "aceitada" esperando que el calor de las llamas no los afectase.

Merol, recordando que llevaba la antorcha, se levantó y con una sonrisa comentó:

- Como decía mi tío: al final siempre es necesario un mago para terminar el trabajo...

Dicho lo cual, y desde una distancia prudencial, lanzó la antorcha encendida al borde del aceite.

El efecto fue sorprendente, aquel aceite ardió mucho más rápido de lo esperable. ¿Tenían los mineros quizás algún tipo de aceite especial para las minas? Algo así... recordaron entonces los aventureros, había dicho Arianna.

El fuego se deslizó a toda prisa, sinuoso, hasta donde pudísteis ver antes de alejaros de la boca de la cueva, donde ahora salía una llamarada. Unos segundos más tarde algo parecido a un terremoto sacudió vuestros pies al tiempo que un tremendo sonido se escuchó en las profundidades de la mina. Las estructuras de madera que ya os eran tan familiares empezaron a moverse peligrosamente...

- Pues... creo que ha llegado el momento de hacer una retirada estratégica - trató de bromear el monje mientras se dirigía hacia el acceso - No sería nada divertido que esos andamios se no cayeran encima -

Preocupado por la estabilidad que pudiera tener la caverna en general y las estructuras en particular, River-Sen se dirigió hacia el tunel por el que habían entrado mientras aclaraba - ya vendremos dentro de un rato. Ahora, con el calor, no podemos bajar, así que probablemente lo mejor sea retirarnos -

-Vámonos, esperemos que el fuego haya purificado la charca.

Dalaghor comienza a retroceder hacia la salida.

Será mejor que salgamos fuera. El fuego hara que esas bestias salgan aparte de que esto ya no es seguro, la explosión puede desestabilizar la estructura de la mina haciendo que todo esto se venga abajo