Partida Rol por web

Lo haré. Sonrie. Ya conoces mi pago.

Da dos pasos hacia atrás y voltea.

Nos veremos.

Ella sera tu maestra Adam, es una de las mejores. Te mira. Yo te enseñare en lo que pueda, pero mi cargo en el clan no me permite estar 100% con tigo, ella es buena, la enviamos a nuestras misiones más dificiles, y será quien te entrene.

La frustración de Adam, impeceptible en sus movimientos y facciones, se volvía más intensa a medida que la pelea avanzaba. No lograba asestar ni un solo golpe, ni siquiera pudo tocar a su contrincante. Luego se dio cuenta de que aquello sólo era una muestra de el asesino en el que se convertiría. Una sonrisa mental de satisfacción se dibujó en su interior.

Parece que es mi día de suerte, pensó, intencionadamente. Aún le era un tanto difícil acostumbrarse a la idea de que leyeran cada uno de sus pensamientos, pero esperaba que la bella mujer los oyera esa vez.

-Será un prestigio estar bajo la tutela de alguien con semejante reputación- dijo, con sinceridad. -Gracias- agregó. El sentimiento de gratitud en Adam era genuino, ignorante de que era tan sólo una nimia pieza en un rompecabezas más que intrincado. El sicario, en sus principios independiente, ahora era una herramienta Assamita.

Pasan un par de noches. Te han puesto a leer las reglas del alamut, el proceso de enseñanza rígida para un assamita viene desde el mismo sentido de la religiosidad. Cain, el padre de todos los vampiros, es el ejemplo de la santidad, llegar a la generación de Cain es llegar a esa iluminación cainita. Puedes darte cuenta que en el Alamut, o centro de operaciones y aprendizaje  assamita hay muchos como tú. De todas las procedencias, de todas las cultura, todos cómo una especie de hermanos.

Los Assamitas se rigen con un código de honor del cual te enteras.

Si un assamita, o el Alamut en su nombre acepta un trabajo. No descansará hasta que este se haya hecho, de lo contrario seria un deshonor para él clan. Recolectaras sangre de tus patronos, y el 10% de lo que trabajes será para tu sire.

Un assamita gana reconocimiento haciendo su trabajo, entre mejor asesino sea, mejor será la fama.

Esa noche amaneciste algo melancólico, no era nada especial, no eran ni tu familia, ni tus nulos amigos, no, nada de eso era lo que añorabas. En parte extrañabas escribir, vivir independiente en tu apartamento, vivir la vida que llevabas antes...

Te levantaste y te diste cuenta que te tocaba ir donde esa mujer. En realidad aunque atractiva ella  era perfeccionista. Te enseño las bases de la ofuscación y de la extinción, sin embargo faltaba algo muy  importante... ponerlo en práctica.

Buenas noches. Ella entra a la habitación. Llevas poco siendo uno de los nuestros y tendrás que comenzar aprender con la práctica. Camina... saldremos a cazar.

Mientras Adam alimentaba sus nulos conocimientos sobre el mundo vampírico, consciente de que aquello que aprendía era lo que su sire deseaba que aprendiese y nada más, no pudo evitar sentirse embargado por la melancolía. Generalmente, su material de lectura era literario, aunque para nada le disgustó conocer las reglas de los verdaderos asesinos. Lo que añoraba era la libertad. A pesar de que todo aquello parecía ser un santuario para los sicarios, no podía dejar de pensar en su situación. ¿De qué eran capaces aquellos Assamitas si Adam les dijese "gracias por la oferta, pero tendré que declinar". Ahora era parte de ellos, le gustase o no.

La perfección requiere sacrificios, y yo estoy dispuesto a dar cualquiera.

Su aprendizaje fue interrumpido por Leilena, cuya presencia no era solamente agradable por su bello porte, sino también por el hecho de que le llevaba buenas noticias al asesino. Adam asintió, y aguardó a que su maestra se retirase. Una vez solo, se paró para disfrutar de los temblores que recorrían su cuerpo. Su cara enfilada hacia el firmamento y sus ojos cerrados, la respiración profunda y unos espasmos de puro placer que viajaban por todo su cuerpo. La emoción era abrumadora.

Luego de su pequeño y silencioso festejo, Adam le siguió los pasos a Leilena, sin poder imaginar claramente como sería la experiencia.

¿Qué mejor que vivirla?

Bueno Adam. dice de manera seria. Hoy pondremos en practica algo, que es muy tuyo.

Vámos a matar a alguien. Sonrie. pero quiero saber a quien escogerias.

te da dos fotos.

Ella es Leira, es una jovenzuela irresponsable que causa muchos problemas.

O puedes escoger a  Victor... un desafortunado idiota

Decide a quien mataremos hoy

Adam tomó las fotos, aunque entusiasmado, con tranquilidad. En la primera, un tipo con anteojos de sol en una habitación. El típico engreído y descerebrado cuya única ambición es mostrar su, según su manera de verlo, codiciada persona. Pobre idiota

Pasó la foto luego de menos de dos segundos de examinarla, esperando que hubiera un mejor partido en la siguiente. Tal fue su sorpresa que su silencio no sólo era frialdad, sino también sorpresa. El sicario no recordaba la última vez que había mirado a una mujer a los ojos, y la belleza de la muchacha no lo cautivó porque sí. Había tenido la posibilidad de renacer como un ser superior, y ahora podía explorar lo que era por primera vez. ¿Qué mejor manera que con una joven y hermosa muchacha? Sus agudizados sentidos se dispararon al imaginarla cubierta de sangre, gimiendo de placer ante el Abrazo, para luego desvanecerse en la nada.

Esto es demasiado obvio, pensó. Saben que elegiré a la chica. ¿Qué más da? Me enfrentaré a lo que tengan.

Su sorpresa no duró demasiado. Era un asesino, después de todo. Sin decir mucho más, Adam le entregó la foto del tipo a Leilena, para guardarse la de Leira en el bolsillo de su pantalón. Su entusiasmo y felicidad crecía a pasos agigantados. Estaba a punto de llevar a cabo la obra maestra de su arte.

Perfecto. Dice la mujer. Una de las habilidades de un asesino es el silencio, y los assamitas somos maestros en silenciar el ambiente, cuando estés cerca de la victima tendrás que concentrar tu sangre y tus movimientos serán silenciosos. ¿Entiendes?

Has hecho desde hace ya unos días ejercicios para concentrar tu sangre, así que sabes de lo que habla.

Tu sangre puede ser veneno también, si te lo propones, tu vitae puede ser la peor toxina, y sin antídoto. Sonríe. A un vampiro nuestro veneno le causa perdida de sangre, y lo vuelve débil.

¿tienes algo planeado para tu primer asesinato cómo vampiro?

Adam estaba cada minuto más encantado. Recordaba muy bien su entrenamiento y como explotar el poder de su nueva sangre. Estaba al tanto que la desventaja de la muerte viviente era la parte de la muerte. Sus células no producirían sangre nunca más, y por eso debía alimentarse con la de los vivos. Un pago justo por nuestros dones. Según ciertas culturas ignotas, la sangre de tus enemigos te fortalece. Creía entender el origen de todos esos mitos ahora.

El sicario había conseguido concentrar la energía de su limitada dosis de sangre en las venas para sacar provecho de ciertas habilidades. Aquello que le habían enseñado los Assamitas simplemente hacía su trabajo un poco mejor. Mientras Leilena expandía sus conocimientos, la euforia de Adam se intensificaba. No había límites para lo que podía llegar a ser o hacer. Todas las limitaciones a las que la débil raza humana eran ignoradas por él y sus semejantes. Se acercaban paso a paso al mismísimo Dios. Mejor aún, a Caín.

-Me gustaría tener la oportunidad de vigilar a Leira, al menos por unas horas. Si encontrase el momento propicio para atraparla, no me demoraría- afirmó, sin más miramientos. Su comentario no sólo estaba cargado de profesionalidad, sino también de ansias. -¿Cuánto tiempo tengo antes de sucumbir ante la sed?-

Te da una dirección.

La chica vive en el tercer piso. Mira la hora y se rie. Debe estar despierta. Yo te acompañare, aunque no me veas... tu sabes. sonríe. Evaluare tus alcances.

Panea el atentado con lo que ya te he enseñado, y luego hablaremos.

La dirección queda en un barrio bajo de Houston y el edificio es una especie de basurero.  Reconoces el lugar cómo uno de los barrios de prostitución y drogas de Houston.

Adam observó el papel con la dirección, reconociendo la zona en la que residía la muchacha. Asintió a las palabras de su mentora y se retiró del lugar sin más. Sus pasos le llevaron rápidamente al edificio donde encontraría a su víctima. Estaba consciente de su falta de herramientas, pero sentía que poseía fuerza suficiente como para aplastar su cráneo con apenas algo de esfuerzo.

Observó el alto y desvencijado edificio desde la calle, como esperando que comenzase a zozobrar. Recorrió la manzana, escrutando los alrededores del edificio. Aquello no tenía porque costarle demasiado. Una vez hubiese localizado la ventana correcta, se colaría en su departamento, protegido por la  oscuridad nocturna y el silencio de su sangre, que sólo auguraba muerte.

Efectivamente ves unas escaleras se incendios por la parte lateral del edificio, en un callejon oscuro. La Ventana de la mujer también la puedes observar.

Al finalizar su escrutinio, Adam había localizado la ventana de su próxima y primera víctima desde su renacer, junto a una ruta hacia la misma. Miró hacia los lados, como de costumbre, comprobando la ausencia de cualquier figura amenazante, como un testigo. Estaba consciente de que Leilena observaba, pero no esperaba encontrarla. Al ver que los únicos presentes eran vagabundos y drogadictos, supuso que no tendría problema alguno.

Se acercó al pie de la escalera de incendios, pero no comenzó a subir. Cerró los ojos, como si se encontrase en los suburbios en vez de en un barrio peligroso, y comenzó a sentir la sangre fría fluir por sus venas. A medida que su voluntad lo ordenaba, un campo intangible de silencio se iba formando a su alrededor, hasta que sintió su objetivo cumplido.

En ese momento, emprendió el ascenso hacia el placer, en busca de Leira. Los escalones hubiesen chirriado bajo su peso, pero ya no debía preocuparse por ello nunca más. Sólo debía mantener su mente concentrada en lo que iba a venir. Ya junto a la ventana, ocultó su peligrosa figura en el manto de sombras, e intentó observar hacia adentro.

El silencio inunda por donde pasas, pero desde lejos, al subir las escaleras puedes oír a una pareja teniendo sexo. Al asomarte, ves a la mujer con un hombre en la faena.

Unos gemidos lascivos alertaron a Adam, que se acercó con aún más precaución a la ventana. Al asomarse, Leira disfrutaba, o era disfrutada, junto a otro hombre. El rostro del sicario permaneció impasible, pero por dentro bullía de furia. No sólo eso complicaba sus delicados planes, sino que la muchacha había sido manoseada por alguna basura despreciable. Su esencia, perfecta a la distancia, estaba contaminada.

No importa. Este es tu trabajo.

Aquella afirmación mental fue suficiente para reanimar a Adam. No obstante, su objetivo seguía siendo la muchacha, por lo que se rehusaba a siquiera poner un dedo en el hombre. Pero aquello podía no resultar tan mal. Ahora podía tener dos presas al precio de una, aunque era consciente de que, si se portaba como un niño con su nuevo juguete, ciertamente terminaría mal.

Confiando en su área de silencio, Adam abrió la ventana con lentitud. Aprovechando la cobertura de las sombras, y sus nuevas habilidades, se atrevió a meterse dentro del apartamento lentamente. Su contorno desaparecía al mezclarse con la oscuridad, si es que era observado por ojos desatentos. Mientras la pareja gozaba con frenesí, el sicario elucubraba agazapado en sombras letales.

La ventana se abre, y la habitación esta a media luz, cómo es usual nada se escucha, por donde tu pasas. Hay un espejo en el corredor, donde puedes ver a la pareja.