¡Por Sigmar, Rainer, nunca hubiese dicho que fueses capaz de curar una herida con acero!. ¡Pensaba que con algo de ese material solo podías hacer el efecto contrario... -Comento al ver como el clérigo sana rápidamente a la mujer.
Gracias por preguntar Johannes, yo aún sigo malherido, aunque algo falto de fuerzas. -Respondo al pícaro- Necesito una buena comida caliente para reponerme. Dime mediano... -Pregunto girándome hacia el halfling- ¿Es cierto eso que los de tu raza son excelentes cocineros?. Espero que sí, ya que estoy hambriento. He oído historias de que son capaces de hacer que una simple mohosa y roida por cualquier roedor, pueda ser el más excelente de los manjares... ¿Puedes hacer eso?.
Pero, dejemos por el momento ese tema. Dime, ¿qué haces en un lugar como este? ¿quién es tu acompañante? ¿hacia dónde te dirigías? ¿alguna vez habías visto alguna de estas criaturas? y, lo más importante, ¿Cuántos robles roería un roedor, si los roedores royesen robles?
Mientros sus compañeros se hacen eco de la preocupante situación y del peligro exterior, el clérigo aplica sus conocimientos de medicina sobre la mujer. Limpia la herida y la examina. La hoguera del segundo piso es avivada con la madera húmeda del lugar, que sin embargo parece cumplir con su función. La estancia reupera parte de su luminosidad y en ese fuego Rainer calienta al rojo vivo su daga.
Para temor de los demás con ese doloroso hierro cierra la herida, mejorando la salud de la mujer. Sin embargo es un remedio momentáneo, lo que necesita es una cama y constantes cuidados. Algo que en la torre no se le puede ofrecer.
Comida, de eso habla Wolfgang...de comer, comer caliente. No es que tengan hambre, pero sí mucho frío, un frío que les recorre los huesos, su ropa está húmeda y el frío exterior se cuela en ellos. Mucho mejor se estaba en el tercer piso, y no digamos el cuarto, pese a los inquilinos de la habitación del terror. Todos necesitan descansar, han muerto muchas ratas, pero quién sabe cuántas habrá.
Hugo sonríe al ver como el hombre actuando con rapidez, consigue estabilizar a la pobre mujer a pesar de su grave estado.
Menos mal, al menos ha conseguido cerrar esa fea herida... no había visto nada tan feo desde que conocí a Eleonora Bosquefuego, la hija de Rolando Bosquefuego en aquella fiesta. De todas maneras, será mejor que encontremos un cobijo más adecuado cuanto antes. Piensa Hugo mirando a la mujer y a la torre en la que se encuentran, momentos antes de que las preguntas del bigotudo hombre llamen su atención.
-Oh, sí. Le responde. Tengo que reconocer que en La Asamblea se come muy bien y que los nuestros gozamos de una gran fama en las artes culinarias, aunque desgraciadamente no nos encontramos allí, ni yo estoy muy dotado para la cocina, aunque sé hacer unos guisos exquisitos, dijo besándose las llemas de los dedos en un gesto de gourmet. Soy mensajero, hace mucho que salí de mi amada patria y actuálmente me gano la vida como buenamente puedo llevando mensajes de aquí para allá. Me encontraba hospedado en la aldea de Eirfrentz, en el mismo local que regenta esta mujer, a medio camino entre Nuln y Wittgendorf, supongo que esos monstruos nos atacaron durante la noche mientras dormiamos, ya que lo último que recuerdo fue irme a acostar. Lo siguiente fué despertarnos atados a unos arboles cerca de esta torre y rodeados de esas alimañanas. Casi todo el grupo vino hacia aquí a causa de vuestro ataque, y pudimos escapar cuando nos quedamos tan solo al cuidado de uno de ellos. No me atrevía a venir aquí por si habían más monstruos, pero supuse que quien fuera que atacaba a esos seres, al menos no estaba con ellos, y así ha sido.
Por fortuna piensa aliviado tras la explicación.
Pero ciertamente el grupo es muy extraño, el más "normal" parece ser el elfo, pues el tal tal Johannes presenta síntomas de embriaguez, el clérigo afirma que le encanta machacar cabezas con su maza y el hombre llamado Wolfgang parece estar completamente loco.
Recuerdas más o menos esta torre, la habías visto cuando al anochecer cuando cabalgabas hacia Eirfrentz, que no estará a más de cuatro o cinco kilómetros.
- Así que además de mensajero eres escapista, ¿eh? - bromea y a continuación le pregunta - Y dime Hugo, habiendote pateado la zona ¿conoces pues los alrededores o dónde nos encontramos? Si te somos sinceros, andábamos algo perdidos cuando tuvimos que refugiarnos en la torre. ¡Tras varios días todos los caminos parecen iguales! - confiesa el ladrón que acostumbrado a la vida urbana se encuentra fuera de su elemento perdido en el campo. - Nos vendría bien alguien que conozca la zona y sobre todo dónde está el pueblo más cercano. En los pisos de arriba encontramos un diario de los guardias que vivían aquí, donde se mencionaba la aldea de ¿Wissenburg? - se traba al no recordar bien el nombre - a 35Km al sur y también la que has dicho, Eirfrentz, aunque no indica donde.
Por un momento Johannes palidece ligeramente, recordando qué mas cosas habían encontrado en el último piso. Está a punto de decirselo al mediano cuando se lo piensa mejor.
- Todavía tenemos mucho por hacer, ya habrá tiempo para las explicaciones después y no tiene sentido preocuparlo aun más.
- La pregunta es: ¿qué hacemos ahora? En la planta baja no me siento muy seguro, con las ratas pudiendo atacarnos desde aquí o del piso de arriba. Quizás deberíamos subir hasta el último piso, o al menos hasta uno que no tenga agujeros en las paredes. El problema es Rocinante, - dice señalando al caballo de carga - no creo que pueda subir las escaleras y dejarlo sólo es sentenciarlo a acabar en el estomago de esas alimañas.
Mmm, creo que ya te lo preguntamos pero no recuerdo la respuesta: el caballo ni de coña puede subir, ¿no?
Estos individuos son muy extraños, pero al menos no parecen mala gente, creo que podré fiarme de ellos. Piensa algo más animado con la situación en la que se encuentra junto a Hilda.
-Pueess... responde a Johannes Ahora que pienso... creo que ví esta torre cuando me dirigía a Eirfrentz, sí. Está a unos 4 o 5 kilometros de aquí, si no me equivoco de edificio, y bueno, de todas maneras no creo que esos monstruos nos hayan alejado mucho de allí a Hilda y a mí. ¿Verdad?... ¿Verdad? Hace la pregunta con algo de esperanza, pensando que esos hombres sabrán más cosas de los monstruos que los han atacado y mirándolos con nerviosismo de uno en uno
¿Cuanto tiempo puedo haber estado inconsciente? Creo que nos encontramos en la misma noche... piensa un poco temeroso de la respuesta que pueda recibir.
Eldarendil escuchaba atentamente la conversación que mantenían Johannes y el mediano. Con un poco de suerte, llegarían a Eirfrentz al día siguiente. Y aunque prefería pasar la noche bajo las estrellas y el cobijo de un buen fuego, le aliviaba pensar que probablemente en aquella aldea podrían curar sus heridas y reponer fuerzas.
-Esperemos que no Hugo. – Respondió a la pregunta que había lanzado el pequeño- Tienes razón Johannes, en los últimos pisos estaremos más seguros y podremos descansar mejor pero, no podemos condenar a Rocinante a una muerte segura. – El elfo miró al horizonte mientras escuchaba como seguía diluviando, su voz sonaba tranquila y firme. – Rainer y Wolfgang han sufrido heridas considerables, creo justo que ellos y Hilda descansen lo que resta de noche. – Eldarendil dirigió una mirada conciliadora a Rainer, no quería herir el orgullo del sacerdote.- Los demás podríamos organizar turnos de guardia, aquí en el segundo piso. Este es el único punto de entrada y desde aquí podremos escuchar si alguien intenta atacar a Rocinante…
- Estupendo, ¡por fin una buena noticia! - se alegra el ladrón que temía tener varios días de caminata entre la torre y el próximo pueblo. Aun así el mediano parecía dudoso y ante su pregunta Johannes le respondió con palabras de poco consuelo. - Roguemos a Sigmar que así sea, Hugo, roguemos que así sea.
- Heridos y cargando con la mujer no llegaríamos muy lejos antes de que las ratas se nos echaran encima.
Johannes asiente al oir hablar al elfo. No se le ocurre una mejor solución y no está dispuesto a abandonar a Rocinante.
- Me ofrezco a hacer el primer turno de guardia, ya me encuentro mucho mejor tras el rato que he dormido antes de que atacaran las alimañas. Así podréis descansar Hugo y tú unas horas, que ambos debeis de estar cansados. - dice recordando que el elfo aun no había dormido y el mediano probablemente tampoco. - Pero antes llevemos a Hilda al último piso y aseguremosnos de que no queda ninguna rata ahí arriba.
-A, bien le respondió el halfling Si no podemos hacer otra cosa más que esperar a que amanezca, que así sea. Sólo espero que el resto de la noche transcurra con calma, porque no estoy en condiciones de aguantar el acoso de más monstruorratas de esas.
Hugo se encaminó hacia donde estaba la mujer tendida y la miró con preocupación.
-Debemos subirla con cuidado, espero que resista. Aunque no volvamos a saber nada de esos bichos durante esta noche, todavía tendremos que llegar al pueblo...
Con lo a gusto que me metí yo anoche en la cama... y haber terminado así. Piensa con desagrado.
Gracias por tomar las decisiones compañeros... no me encuentro muy bien. Esas terribles criaturas casi acaban con esta garra del Lobo... je je je. Al menos he podido sanar a tu compañera...
Contad conmigo para las Guardias... no penseis que Rainer esta acabado. ¡Todavia hay mucho mal que purgar!
Tras estas nobles palabras Rainer coge a la mujer con sumo cuidado y con la ayuda de algun compañero la sube a la planta superior.
Podemos montar una estructura defensiva con los muebles que tenemos mas arriba. Esta torre no volvera a ser lo que era nunca me temo...
Solo tengo que añadir una cosa... -Cuando digo esto, caigo en la cuenta de que eso en realidad no será del todo cierto, así que, prosigo diciendo, y corrigiendome a mí mismo- Bueno, quizás un par de ellas, tal vez tres, no lo sé. A lo que iba, que me distraigo más que aquella vez que fuí a ver a mi tío el Boticario, y acabé en los campos de alcachofas del pueblo de al lado persiguiendo ardillas reticuladas. Lo primero es que tanto Rainer como yo estamos heridos, y, por la integridad, sea lo que sea eso, de nuestras heridas, no deberíamos de hacer esfuerzos. Si hay que mover muebles, no deberíais contar con nostros. Estamos algo débiles, hambrientos y cansados, como para hacer un esfuerzo extra. Quizás la solución más sensata sería subir al caballo al piso superior, y sitiarnos en una de las habitaciones. Al menos así evitaremos hacer varios esfuerzos, y nos los quitaremos todo de golpe.
Además, está claro que las ratas están en el piso inferior de este lugar. Si subimos, al menos tendremos un lugar seguro hasta que podamos salir de aquí, y, en caso de que nos atacasen, estaremos sitiados, y deberán de subir de una en una. Incluso podríamos poner alguna trampa a prueba de ratas, por si se acercasen. Solo necesitaríamos una ballesta de asedio, un queso curado de las tierras del mediano, que, por lo que he oído, es la comida preferida de sus primos pequeños, y veneno. Creo que lo último sería lo más fácil de conseguir.
Aunque, pensándolo friamente, no tenemos ninguna de las cosas anteriores. Y, seguro que estas alimañas, ya conocen las trampas que se usan comunmente contra los ladrones. No obstante, aunque la idea de la trampa no sea factible, quizás la idea de sitiarnos arriba sí sea una buena idea...
El mediano mira a uno y otro hombre escuchando la conversación que se da, esperando con impaciencia subir a donde dicen y esperar con los dedos cruzados lo que queda de noche, deseando volver a ver el sol un día más.
-¿Que quieres queso de donde? Pregunta Hugo, extrañado y con media sonrisa en los labios, al oir las palabras de Wolfgang Pues ya me dirás de donde lo sacamos... se encoge de hombros Lo único cierto es que con el tiempo que hace no podemos viajar de noche, menos con esos bichos rondando por aquí, así que lo que toca es refugiarse aquí dentro y esperar. Y cuando amanezca... pues será mejor que haga mejor tiempo, por que si no, seguiremos en las mismas, solo que esta vez podremos ver por donde nos atraviesan esas monstruorratas. Os ayudaré en todo lo que pueda, todos estamos metidos en el mismo lío y tenemos que colaborar si queremos salir de aquí.
Dicho aquello se encamina a mirar la estructura de la torre y a comprobar el estado del piso superior, mientras sigue prestando atención a lo que dicen los hombres.
- Has hecho un gran trabajo, amigo. - dice el ladrón al clérigo mostrando una sonrisa de simpatía. - Los dos, Wolfgang y tú. Os merecéis un rato de descanso, aunque me temo que será poco. Pero si insistes en hacer guardia, no te lo impediré.
- Eres demasiado testarudo para convencerte. - piensa Johannes con afecto - Que Sigmar te proteja, pero no te auguro una larga vida siendo tan tozudo.
- Desde luego nosotros nos encargaremos de mover los muebles. - continúa refiriendose a los dos miembros, tres contando al halfling, sanos del grupo. - No te preocupes Wolfgang, vosotros me cuidasteis antes a mí y ahora me toca devolveros el favor.
La declaración de Wolfgang sorprende al ladrón, que no había pensado en que las ratas podían estar entrando también desde el sótano. Bien pensado resultaba lógico, ¿donde sino en un sótano se encuentran ratas a menudo? Desde luego, la idea más sensata era poner cuanta más distancia posible de por medio y ya que no podían hacerlo en horizontal no queda otro remedio que desplazarse en vertical; hacia el resto de pisos.
Johannes se toma un momento para hacerle un gesto al halfling, que parece algo desconcertado ante los desvaríos del charlatán, sin que Wolfgang le vea. Moviendo la mano, como quitando importancia, le indica a Hugo que no se preocupe.
- Ya te acostumbrarás. - le susurra cuando el pequeño pasa a su lado, de camino al piso superior. - Eldarendil, échame una mano con la señora ¿quieres?. - le dice al elfo mientras se acerca a Hilda y se prepara para cogerla con su ayuda. - Subamosla con cuidado, no queremos que la labor de Rainer se eche a perder, jeje.
Hugo mira con curiosidad a Johannes cuando este le dice que ya se acostumbrará a las palabras de Wolfgang y luego, observa todo el proceso de llevar al piso superior a la herida.
Bueno, como antes, es mejor que la lleven ellos, yo solo sería una molestía si ayudara a otro a cargar con Hilda Piensa al ver el panorama.
-¿Habeis mirado lo que hay arriba? Pregunta. Voy a echar un vistazo para quitaros de en medio cualquier cosa que os pueda hacer tropezar con Hilda a cuestas, lo único que nos faltaría ahora es que la pobre mujer cayera rodando hasta aquí.
Dicho aquello, se adelanta al hombre y al elfo para asegurarse de que no hay nada en el camino que les hiciera tropezar.
Como me encuentre una rata, aunque se de tamaño normal...
-Claro amigo – Responde el elfo a las palabras de Wolfgang.- descansar aquí mientras preparamos el piso superior.
El nuevo punto de vista Wolfgang preocupa a Eldarendil. No lo había tenido en cuenta pero, si las ratas accedían a la torre por el sótano no habría nada que les bloqueara el paso.
-Quizás debamos bloquear la trampilla del sótano, con un peso muerto encima evitaremos que la abran, o al menos nos alertaran en su intento.
Al escuchar las divagaciones del charlatán dedica una amable sonrisa al mediano, pensando en las historias que le quedan aún por escuchar.
-Sí Johannes, con lo débil que está toda precaución es poca.
Eldarendil se acerca a la posición de Hilda, intentando estudiar la mejor forma para trasladarla sin que sufra daño alguno.
Revisada la torre, a excepción del sótano, convenientemente bloqueado con más restos de muebles, los aventureros se separan en dos grupos, mientras cuatro de ellos descansn uno hace guardia, echando un ojo a menudo al caballo y a los alrededores de la torre. La tormenta cesa, pero continúa la humedad y la oscuridad en el exterior, el viento es el único sonido de la siniestra y lúgubre noche. Una calma tras la agitación del día y los peligrosos acontecimientos, los cadáveres de las ratas permanecen apilados en una esquina, convenientemente rematada una de ellas, que aunque inconsciente seguía viva.
Johannes es relevado por Eldarendil, y este por un herido, aunque orgulloso y testarudo, Rainer. Wolfgang y el desarmado halfling se libran de hacer guardia, y la noche da paso al amanecer sin sobresaltos.
Fin de escena, paso a la siguiente.
Reparto de PE:
Eldarendil: 70 PE
Hugo: 50 PE
Johannes: 60 PE
Rainer: 60 PE:
Wolfgang: 70 PE
La adquisición de avances y demás en la escena de Escuela e intendencia.