Partida Rol por web

Camestres acomodó su valija en algún resquicio libre del baúl. Dado lo pequeño de la misma, no tuvo demasiados inconvenientes. Luego, completamente zombie, se acomodó hecho un ovillo en una de las butacas y, con su cara apoyada dolorosamente en el vidrio de la ventanilla, se entregó a un profundo sueño (aunque, en rigor, ya estaba dormido desde hacía varios minutos).

Afortunadamente, no recordariá demasiado de su primer día en Madrid.

A esta hora hay poco tráfico en la carretera de circunvalación y casi todo el que hay es en dirección al aeropuerto. Recorréis el extraradio de la zona norte de Madrid, una zona de clase media-alta. Podéis ver de cerca las cuatro grandes torres que se están terminando de construir en los terrenos donde antes entrenaban los jugadores del Real Madrid.

Cuando os metéis en la autopista A-6, ocurre lo mismo, ya que los coches que a esta hora circulan, lo hacen la gran mayoría en dirección Madrid y no al contrario, como hacéis vosotros. La autopista A-6 es una ruta muy amplia que os permite circular a buen ritmo, dejando atrás en pocos minutos las poblaciones más significativas de la ruta, como Torrelodones y Villalba. Tras pasar esta última, ya estáis a casi 50 kilómetros de Madrid y sólo son las 6:40. Frente a vosotros asoman las montañas de la sierra de Guadarrama, al otro lado de las cuales está vuestro destino.

Os detenéis un momento en el área de descanso con gasolinera que hay pasado Villalba, aprovechando que tiene también un restaurante autoservicio para desayunar algo y reponer fuerzas. Para entonces Raul ya está algo más espabilado y el café reciente obra milagros en todos vosotros. Calculáis llegar en 15 a 20 minutos a El Espinar.

De nuevo en marcha, empezáis a subir la autopista y ahí es donde se nota la potencia de la Mercedes, que sube sin problema hasta la falda de la montaña. Aquí el terreno es boscoso, principalmente coníferas. A la derecha sale la ruta para subir por el puerto de montaña, pero cansados optáis por el túnel que atraviesa de parte a parte la roca.

Al salir al otro lado, el paisaje de montañas a vuestro alrededor y de bosques de conífera mezclado con robles se hace aún más intenso. El color verde lo inunda todo, en especial en las partes más altas de las montañas. Segundos después, llegáis a la salida que indica San Rafael-El Espinar. La cojéis y siguiéndola llegáis al puesto de peaje. Una amable señorita os cobra 3,20 euros y pasáis a una carretera nacional, de dos carriles, que seguís hasta una rotonda. En la misma veis una estación de autobuses que es donde suponéis que pararían los que vienen de Príncipe Pío.

Siguiendo las indicaciones del GPS, seguís de frente y entráis en San Rafael. Es un pueblo con bastante movimiento, levantado alrededor de la carretera nacional, por la que pasan ruidosos autobuses. Al contrario de lo que suponíais, hay mucha gente joven en la calle. De cada dos negocios a la vista, uno es un bar.

Giráis a la derecha delante de una placa conmemorativa dedicada a los "pioneros" de San Rafael con una pizzería enfrente y así entráis en la Nacional 6. La recorréis durante unos kilómetros más, pasando frente a un grupo de edificios que a aquellos de vosotros que les interesan esas películas, le recuerdan mucho al Hotel Overlook de El Resplandor. Intentáis quedaros con el nombre del sitio, porque la verdad es que parece un hotel al que le faltasen zonas por habitar, ya que mientras que hay zonas rehabilitadas, otras tienen las ventanas sucias o rotas.

Pasáis un pequeño polígono empresarial con un taller de reparación de automóviles y en una raqueta giráis a la izquierda, entrando en una nueva carretera más pequeña y sin más edificación a ambos lados que una piscina cubierta y luego muros de piedra para separar la carretera de los terrenos donde veis ganado vacuno pastando. El olor del excremento os golpea las narices un momento.

La carretera os lleva directamente a la entrada del pueblo. Allí hay una gasolinera y en adelante un camino recto y arbolado bastante bonito que se mete de lleno en el centro del pueblo.

Ahora la carretera se ha convertido en una calle de casas bajas y tranquilas, con aceras amplias para que pasee la gente y comercios de muchos tipos, todos cerrados a esta hora (son ya las 7:20). Pasáis junto a un centro social

junto a la Iglesia

y una curiosa Piedad vertical adosada a ella. Luego pasáis junto al Ayuntamiento

y pocas calles más allá, tras girar a la izquierda y luego a la derecha, pasando frente a alguna mansión de piedra típica de Segovia, descubris que el Hostal tiene precisamente un parking público delante. Lo cual es una suerte, porque la calle del mismo portal es estrecha (apenas caben dos coches) y sin sitio para aparcar.

Al llegar, por fin, a su destino, Facu afloja los brazos que ha mantenido fijos en el volante y estirándolos lanza un sonoro bostezo - Por fin... - comenta mientras se despereza - Ese café vino bien, pero más de una hora manejando, después del vuelo agotan a cualquiera. Estoy hecho mierda - comenta, por una vez, olvidándose de su pulcro lenguaje televisivo. Sin embargo, tras su leve pausa les pide a los presentes - A ver... esperen un momento, hagamos las cosas bien - con cuidado, gira la camioneta en la angosta callejuela y consigue ubicarla con las puertas traseras en dirección a la puerta del hostal - Ahora si - comenta con una sonrisa - Misión cumplida -

El locutor se baja del vehículo y vuelve a desperezarse sin disimular un enorme bostezo - No se Uds. pero yo dormiría hasta cualquier hora - tras su estiramiento continúa, mirando a Ernesto - Podríamos dormir un rato, no? el viaje fue largo y "algunos", supongo, necesitan terminar de recuperarse - La observación, obviamente, es una referencia al asistente que parece algo menos drogado.

Antes de bajar sus bártulos, al resto no los considera problema suyo, pregunta - Quizás encontrarnos para comer... tarde y luego hacer una primera inspección del lugar? Podemos dedicar la tarde a recorrer el lugar de los hechos, ambientarnos un poco y mañana empezar con el trabajo en serio. En este momento, creo, no sirvo para nada

Esperando que su idea tenga una buena acogida, espera la reacción del jefe de misión al que le entrega las llaves del vehículo, queriendo desentenderse de esa responsabilidad y esperando que el, u otro, se ocupe de los trámites hoteleros.

- ... no quiero ninguna clase de acotación - dice Ernesto secamente, ante las últimas palabras de Facundo.

Sin esperar a ver si su malhumor logra lo esperado, que es evitar un nuevo debate dialéctico entre el locutor y el camarógrafo, camina en círculos un par de veces, tratando de volver a sentir las piernas. Mira al cielo, pensando en que el viaje es una mierda; mira al piso, pensando exactamente lo mismo. Finalmente, acaba mirando el hostal enfrente suyo, escaneándolo con los ojos, en la espera de no tener que dedicarle la misma reflexión que a lo anterior.

- Sí, vamos a descansar. Pero no se olviden que el concierto es a la noche de hoy. No podemos pasarnos todo el día durmiendo. A más tardar, tenemos que volver al ruedo a las tres de la tarde - mira a la combi - Elegí este lugar al final porque está a sólo tres kilómetros del lugar del concierto, así nos queda más cerca. Pero no quiero andar yendo y viniendo por cualquier cosa, así que cuando nos vamos de acá más tarde, no volvemos hasta terminar. Ténganlo en cuenta - mira al grupo, evaluando una idea - Yo voy a tener uno de los tres "jandis". Facundo, como vos tenés roaming, te puedo ubicar con eso. František, vos vas a tener el segundo. Diego, te vas a quedar con el tercero.

Pega una mirada a la parte de atrás de la combi. Se le hace evidente que no sabe dónde están los dichosos aparatos, y eso le genera un gran fastidio. Entorna una de las puertas con un bufido por lo bajo, y se vuelve nuevamente hacia los demás.

- Ah, me olvidaba. Por una cuestión de sensatez, hasta ver la seguridad del hostal, preferí que vos Diego y Raúl compartan una habitación. Repartir los equipos por muchas habitaciones me parece incómodo, y obviamente dos personas son mejor que una. O bueno, eso pensaba, ahora hay que ver si no es peor - niega con vehemencia, como si no pudiera creerlo - Esto parece una joda para Videomatch.

Empieza a abrir uno de los bolsillos de su bolso.

- Mañana hablamos sobre eso, es posible que se pueda cambiar. Vamos a ver cómo viene la mano. Por ahora, vamos a bajar el equipo, vos Diego te acomodás como quieras con el tuyo, lo mismo František, y nos encontramos a la una en la recepción del hostal. Tenemos que ir primero a hacer un paneo general del lugar, que Diego vea qué le conviene más llevar para filmar, que vos Facundo te fijes con él los mejores planos, y que vos, František, te fijes si ves algo raro. Y bueno, que a vos se te pase el vuelo, Raúl. Quiero que te metas cinco minutos abajo del agua fría, ¿bien?

Saca un montón de papeles que parecen tener que ver con los trámites hoteleros.

- ¿Alguna pregunta?

Y si no la hay, se dirige derecho a la recepción para arreglar el tema de las reservas y las habitaciones.

Al sentir que el vehículo se frena, Diego se despierta de su letargo y habré la puerta saliendo de el Mercedes e un salto y comienza a estirar sus músculos...
Escucha todos los comentarios, levanta la mano para contestarle a Ernesto
-Yo tengo una pregunta... en ves de dejar todo el equipo en el hostal.... porque no buscamos una playa de estacionamiento privada y dejamos hay la combi con todas las cosas...

Facundo está a punto de asentir ante la idea de Diego, pero la reacción de Ernesto lo cohíbe y, bajando la cabeza, opta por permanecer en silencio Viejo ogro piensa sin decir nada Para que pregunta si al final hacemos lo que el quiere!

El viejo había estado callado durante todo el viaje, tenía sus días de depresión por causa de la vejez. a llegada al hotel le serviría para pasar el "jet lag" del viaje. Hoy quería dormir bien y despertar de humor para mañana. Saca su equipaje del auto, era sólo un baúl, no llevaba mucho.

Mientras debatís sobre el tema, miráis a vuestro alrededor. Un palacete abandonado y en ruinas domina el parking abierto. Realmente está en muy mal estado y sólo por fortuna aún se ve el blasón familiar grabado en la piedra de la entrada. Junto a él se ve también una de esas mansiones de piedra que habéis visto por todo el camino, señal de que en el pasado debió vivir gente con título de nobleza o terratenientes en este pueblo. Al otro lado de un terreno de césped con bancos de piedra la calle baja y a la derecha veis el Hostal Marino, con unas escaleras de entrada a su puerta de madera y cristal.

Ernesto se queda mirando a Diego un momento. Mirando muy fijo, directamente a las pupilas, sin decir nada. Ha cortado a la mitad su movimiento seguro y programado, en dirección al interior del hostal, sólo para escuchar al camarógrafo. Pasan los segundos, mientras el redactor continúa en esa misma posición, frunciendo las cejas, como si no creyera al otro capaz de decir algo semejante.

Entonces asiente.

- Sí, puede ser una buena idea, Diego. Pensá entonces lo que creas indispensable para trabajar vos, en tu pieza, con la edición y todo lo demás. Yo voy a preguntar a la recepción si hay algo así cerca, porque si no, de todas formas lo vamos a tener que bajar. ¿Vos estás bien, František?

Sin decir más, se encamina con su bolso colgado a la recepción del hostal, dejando a los demás con el equipaje y la combi haciendo su vida. Sube las escaleras pesadamente, abre la puerta de madera y cristal, y busca con la mirada el mostrador o alguna persona que le parezca recepcionista.

El local huele a limpio, con cierto toque a alcanfor rancio, pero limpio. En la recepción no hay nadie, pero como a vuestra entrada la puerta ha hecho sonar unas campanillas que cuelgan de ella, no pasa ni un minuto antes de que un empleado entre del bar-restaurante contiguo a recibiros. Al hacerlo, trae consigo el olor del café, algún licor y pan tostado.

-Muy buenas.- dice, con tono alegre. Tras comprobar vuestras reservas, os da las llaves de las habitaciones organizadas tal y como sugirió Ernesto. -¿Qué sois, argentinos? Esta noche toca un grupo argentino ahí donde la Estación. O uruguayos. No sé, algo de eso. No, ni idea de cómo se llaman. Tocan más de un grupo, creo. ¿Qué venís, a grabarlo?-

También os informa de que no hay garajes públicos cerrados. -Lo más, si eso, es que se lo alquiléis a uno que lo tenga vacío, pero no sé yo si un viernes va a ser buen día. Yo he visto cerca de aquí un cartel de se alquilan o se venden plazas de garaje.- y os dibuja en un papel la forma de llegar hasta el lugar donde se alquilarían plazas privadas de garaje.

Las habitaciones resultan cómodas aunque pequeñas. Tienen baño propio y ventanas a la calle, pero el espacio es poco y los armarios pequeños, así que las maletas acaban colocadas por los rincones.

Sonríe ante la aportación de Ernesto, mientras se voltea de nuevo a la combi para rebuscar entre todas las cosas lo que se va a quedar con el y ponerlas a mano

Facundo maldijo para sus adentros. Una vez que optaba por no apoyar una idea para no ser nuevamente despreciado y finalmente la misma era aceptada y el perdía la oportunidad de quedar como alguien con buenas ideas

Tratando de disimular su desazón, bajó su valija de la camioneta y, llevando su mochila al hombro, se las ingenió para llevar en esa misma mano el portatrajes y dirigirse hacia su habitación.

El locutor maldijo por lo bajo al ver el tamaño de la habitación - Y bueno... es solo para dormir - murmuró por lo bajo mientras colgaba el portatrajes en el pequeño armario y abría la valija en uno de los rincones. Tras mirar un instante por la ventana, salió de su habitación y se asomó por las escaleras - Entonces... a las 13:00? - preguntó, desentendiéndose de cualquier problema que pudiera generarse por el estacionamiento y los equipos y asumiendo que el ya había hecho su parte con la conducción desde el aeropuerto.

Facu descendió unos escalones hasta distinguir al empleado - Por favor... podrías despertarme a las doce? - le preguntó educado - Así tengo tiempo de darme un baño y cambiarme - explicó al resto antes de volver a subir los escalones y prepararse para dormir hasta que lo despertaran.

- Buenas tardes. Sí, a las doce - responde Ernesto sin prestar mucha atención, porque está pensando largamente sobre el destino de los equipos.

Mira a los que quedan luego de la partida de Facundo, y les hace un gesto de que le esperen un momento. Se acerca al sujeto que les habló anteriormente, y le dirige la palabra con la expresión más cortés que puede ponerle, después de las catorce horas de viaje, un asistente inútil, dos sujetos empeñados en medir sus egos y otro incapacitado de decir nada útil.

- ¿Argentinos? Tenía entendido que eran españoles - comenta sin preocuparse demasiado, aunque le extraña la referencia que acaba de hacerle. Se suponía que era un solo grupo de locos invocando ese algo que estaba rondando la casa, no un grupo de bandas enfiestadas haciendo que invocaban a fuera a saber uno qué; la idea de un cambio de planes sobre la marcha le genera un desagradable cosquilleo en las articulaciones de las manos, que se cierran en un puño - Venimos a algo parecido, sí, podríamos decir que a grabarlo. ¿Tenés idea cuánto movimiento hubo por la zona, con todo esto del las bandas?

Ernesto está decidido a hablar con aquel hombre y que éste le responda con sinceridad, sin sentirse acosado a preguntas; es algo para lo que es muy bueno. Entonces, después de dejarle responder lo que sepa al respecto o lo que quiera decir, Ernesto asiente y vuelve a la carga con una batería de preguntas sobre la combi, los equipos, la seguridad del sitio, la afluencia del tránsito en los fines de semana por la zona, recomendaciones de restaurantes o sitios para comer al paso tanto allí como en Estación, horarios del hostal, si tiene alguna recomendación de edificio para visitar...

- Por lo que me dijo el pibe - dice Ernesto, acercándose a los tres que están con él - Lo mejor va a ser que bajemos los equipos acá. Mañana cualquier cosa me voy a fijar a las cocheras que me acaba de dar. Diego, espabilá a Raúl y que te ayude: fijate de tener con vos en tu pieza lo que vayas a usar más inmediatamente. Lo demás, ahora vemos como lo repartimos en las otras piezas, según lo que les entre o no en la suya. František, vos llevate tu equipo y tenelo con vos; andá haciéndote un plan para ir mirando los alrededores de la casa, así cuando lleguemos te podés poner directamente con eso. Sé que jode andar teniendo subir y bajar, pero más nos va a joder si lo tenemos que pagar.

Los mira a los ojos y busca con la mirada el resto de sus cosas. Una vez que logran encontrar los "jandis", los reparte como dijo que lo haría anteriormente. Entonces se apresta, terminados todos los trámites, a ir a su cuarto.

- Acuérdense, a la una acá, así vemos si comemos por acá o nos vamos directamente allá a recorrer un rato. Cualquier cosa que quieran, saben dónde estoy. Descansen, que si todo sale bien, quizás puede haber siesta en el medio.

Camestres se encomendó a la tarea de seguir al pie de la letra las órdenes que le habían sido dadas, es decir, cargar todo lo que fuera necesario y después meterse bajo la ducha fría durante media hora. No era precisamente por hacer caso a Ernesto, sino que, sencillamente, su cerebro no estaba preparado para tomar ninguna iniciativa propia.

Sumisamente transportó cuanto bultos fueran necesarios, incluso haciendo varios viajes, todos en completo silencio. Sin embargo, aún bastante aletargado como estaba, tuvo la suficiente presencia de ánimo como para reconocer que representaba un peligro para los equipos de Diego. Por un instante fugaz, fue iluminado con una visión premonitoria, en la cual veía montones de pedazos de alta tecnología rebotando por la escalera del hotel. En la imagen, el permanecía desparramado e inconciente sobre los escalones.
Así, decidió ocuparse de todo lo que no pareciera tan frágil. Cargó las valijas de ropa y algún que otro aparato, siempre que pareciera lo suficientemente compacto y sólido.

Finalmente, se acomodó (completamente desnudo) en el piso de la bañera (también completamente desnudo) y dejó la ducha fría corriendo. Pronto se quedó dormido, en posición fetal, mientras el agua caía sobre su acurrucado cuerpo.
 

A la par de Raul y cuidado que no se le caiga nada comienza a llevar las cosas al hostal, y ponerlas todas en un rincón de la habitación donde no moleste, una ves todo lo ordenado por Ernesto esta cumplido, se zambulle ansiosos en sus bolso y de el saca una cámara reflex, y una cajita que al abrirla tiene varios objetivos, toma un objetivo estándar que se lo adosa a la cámara y un teleobjetivo, que se lo guarda en una riñonera, junto con unas 6 pilas de repuesto... y sale hacia la calle dejando a Raul solo con sus cosas.
Comienza a recorrer un poco la ciudad y a tomar fotografías de todo lo que le llame la atención, desde gente típica del lugar, asta edificios, inclusive uno que otro animal.

Al tipo de la recepción no parece hacerle gracia la petición de despertaros a las doce, pero asiente. No debe ser algo habitual.

Cita:

-No sé. Son dos grupos los que tocan, creo. Tienes carteles por ahí, por el pueblo.- parece molesto y poco dispuesto a hablar, pero el buen hacer de Ernesto le convence de desarrollar un poco más la respuesta. -Yo es que ví al cantante en un bar y tenía acento.. de allí, de vuestra tierra.-

Cita:

-Nada, aquí poco. En la Estación sí, habrán subido muchos chavales de Madrid y de Villalba. Creo que han alquilado un autobús. Es un concierto que se hace todos los años, pero por lo visto este año como venís de la televisión a verlo, hay más gente. Pero no, aquí no se ha notado nada. MIentras no haya que llamar a la Guardia Civil, como el año pasado..-

La mirada de Ernesto, así como la atención que le prestáis alguno de vosotros que pasáis por allí con las maletas en ese momento hace que, con cierto orgullo, se anime a continuar. -Pues nada, que por lo visto los que montan los conciertos el año pasado hicieron una manifestación contra los toros y claro, eso a la gente de aquí no les gustó y cuando fue el concierto, les boicotearon, se presentaron allí los de las peñas a jorobarles el concierto y claro, salieron tarifando. Pero vamos, que este año no sé.-

Una vez descifrada la cháchara de aquel tipo, vais subiendo a las habitaciones a descansar, con la excepción de Diego, que sale a hacer unas cuantas fotografías de la zona.

Desde el Hostal, decides caminar calle abajo hacia el centro del pueblo, donde los edificios son más antiguos y señoriales. Frente al Ayuntamiento, elijes entrar por una calle peatonal que desemboca en una plaza también peatonal en medio de la cual hay un cenador para que suban a tocar las bandas de música municipales. Le sacas una foto a ese mamotreto, a una taberna "irlandesa" con el curioso nombre de El Boyuyo y a un cincuentón que pasa por ahí. Decides continuar por una calle que tiene el sugerente nombre de "La Luna" y luego girar a la izquierda para seguir cuesta abajo. Así desembocas frente a la Plaza de Toros y un parque municipal (fotografías ambos). Entras en el parque, que tiene una variedad de árboles y arbustos inusual, casi como si fuera un jardín botánico, casi vacío a esta hora y fotografías una fuente que te resulta interesante. Te das cuenta de que el pueblo está lleno de fuentes, se nota que es una zona de buena pluviometría y el agua sobra.

Al otro lado del parque, vas a dar a una carretera general que parece rodear el pueblo. La sigues un trecho, viendo que al otro lado de ella hay un par de urbanizaciones de chalets en apariencia caros. Cruzas y sacas una foto a un simpático perro que asoma por la verja de uno de ellos. Es entonces cuando ves que hay varias mansiones abandonadas también por esta zona. Una de ellas te llama la atención por su extraño nombre: Dédalo.

Continúas para intentar averiguar dónde acaba el pueblo y así es como llegas a una carretera que se adentra en el bosque, que rodea todo el lado oeste del pueblo desde pocos metros después de terminarse las casas. Fotografías algunas vacas dormitantes que hay por allí antes de volverte, pues ya te has dado un buen paseo y no quieres meterte en una fronda que no conoces bien.

De vuelta hacia el pueblo, atraviesas varias calles residenciales y acabas en la misma calle empedrada y arbolada por la que entrásteis en el pueblo en furgoneta la primera vez. La recorres para desandar el camino y pasas junto al Centro Cultural y junto a la iglesia de San Eutropio. Aprovechas para sacar una foto de una de las torres, donde hay un nido de cigüeña. De hecho, en el tejado de la iglesia hay una veintena de nidos y son muchos los edificios del pueblo que también tienen uno o más nidos. Debe haber una colonia inmensa.

Por cierto, observas que en una tapia hay un cartel anunciando el concierto de esta noche. En efecto, tocan los "Cianuro" como preveíais, pero también otro grupo que les hace de teloneros, unos tales "Cuarto sin ascensor".

En la misma iglesia fotografías también una virgen "encarcelada" y desde allí, las obras en marcha de varios edificios. Es cierto, por todo el pueblo te has encontrado con edificios a medio construir, aunque con poca actividad en ellos. También has visto muchos edificios recién construidos, pero en su mayor parte, vacíos. La crisis inmobiliaria, supones.

Desde la iglesia, contigua al ayuntamiento, no tardas ni cinco minutos en llegar de nuevo al hostal. Mirando la hora, ves que aún puedes descansar un rato antes de las doce y aprovechas para tirarte en la cama y revisar las fotografías antes de dormir una breve siesta.