Partida Rol por web

Todo se había vuelto un torbellino innecesario e irresoluble para Ernesto. Y se vio literalmente en su rostro, en sus ojos hundidos, y más que nada en su delirio. Si volaba en fiebre o si finalmente la tensión había terminado de romper su cerebro, era pronto para saberlo. También se veía, más bien se oía, en las carcajadas. Risas cuando Henar comentaba que el virus sobrenatural de la licantropía, fuera lo que fuese eso, no se trasmitía; risas cuando a las sirenas acercándose se le superpusieron los gritos de Camestres por la pérdida del nuevo sentido de su vida. Ernesto lloraba porque cada movimiento le dolía como una tortura, lloraba y reía, lloraba...

Y con la entrada del Ejército de Salvación, dejó de hacerlo al instante, como si eso le aclarara todo.

- Señores, ¿están seguros de ir al pueblo en estas condiciones? - pregunta, intentando incorporarse por primera vez desde que han entrado a esa casa. Intento estúpido y totalmente en vano, pues levantar su cuerpazo con un solo brazo requeriría, mínimamente, los bíceps de Schwarzenegger - Sí, sé lo que van a decir. Es su trabajo, y si vinieron hasta acá, obviamente tienen que ir allá a buscar a los otros. Pero antes de ir con la ambulancia quizás es mejor que se adelante el todoterreno. Las cosas están totalmente desquiciadas.

Ernesto logra sentarse, y se agarra del apoyabrazos para no tambalearse ni vomitar, que repentinamente es lo que más quiere hacer en la vida.

- Hay que atenderle la herida a este - señala a Raúl, allá a lo lejos - La mía es jodida pero algo ya me hicieron. Está en un brote psicótico o algo como eso, hay que meterlo a la fuerza. Yo no les puedo ayudar - se vuelve hacia sus subalternos cuerdos y niega - Escuchen, si alguno se va a buscar algo allá afuera y no se atrinchera en esta casa, yo de acá no me muevo. Me importa un carajo tener el cuello abierto. ¿Estamos? Los héroes están muy bien para películas clase B, pero acá no me jodan. Ya conmigo tenemos bastante pelotudez junta por todo el resto del año, ¿no les parece?

-Si si papa

Dice Diego mientras camina hacia la puerta que da fuera y al pasar los sanitarios a su lado

-Tengan cuidado con el, esta delirando y ve hombres lobos por todas partes el pobre

Mientras que en su rostro vuelve esa sonrisa para si de antaño, entra detrás los paramédicos

-Ese es el que esta mas peor

Señalando a Ernesto

-Y al resto, que hacemos, nos vamos con la policía los que puedan o vamos a buscar al otro infeliz?

La respuesta del anciano no se dejó esperar y sonó categórica.

Diebieríamos busquiar al hijo di Hienar. Es la cliave.

La frase la decía mientras avanzaba con uno de los guardias civiles hacia donde había caído uno de los agentes.

El instinto de supervivencia de Facundo le grita, desesperado que debe volver al pueblo y quedarse bajo la protección de los policías. Sin embargo, algo en su interior lo obliga a cambiar de opinión. No piensa dejar que el cámara se convierta en un héroe mientras el permanece escondido bajo las alas de la ley. De hecho, ni siquiera está seguro que realmente volver al pueblo sea lo más seguro

- Creo que debemos ir por ese infeliz - termina diciendo, para su propia sorpresa - Visto lo que pasó deberíamos entrevistarlo. Nos darán un Puliztzer por eso - agrega intentando justificarse

- Si tuviéramos un vehículo sería más sencillo. Lastima que el nuestro está descompuesto - Sus ojos, casi sin darse cuenta se mueven al todoterreno y a la ambulancia - Pero bueno, mejor nos quedamos aquí hasta que los oficiales revisen el pueblo y nos vuelvan a buscar - Su mano, mientras habla, revisa uno de los bolsillos de su pantalón hasta palpar el control remoto del televisor mientras una sonrisa se dibuja en su rostro - Quizás deberíamos ir todos hasta la ambulancia para ver que Ernesto y Raúl estén bien acomodados. Luego veremos que hacemos nosotros -

- Yo estoy bien… - dijo Camestres mientras intentaba incorporarse y dirigirse hacia los rescatistas. En su trayecto, procuró dejar bien en claro que apenas si podía tenerse en pie, y en todo momento buscó que sus heridas fueran bien visibles para los paramédicos. – Ocúpense de Ernesto… él lo necesita más que yo.

- Aún... puedo seguir… - dijo a sus compañeros, con aquel típico tono que imponían las viejas de las novelas venezolanas cuando pasaban por una enfermedad mortal. El objetivo variaba de acuerdo a la escena, por lo general solo buscaban aparentar fragilidad ante los demás (una fragilidad que le granjearía infinitos cuidados), y quizás también infundir algo de culpa en los corazones de aquellos que no la habían tenido en cuenta (casi siempre la protagonista). En cualquier caso, Camestres perseguía un poco de todo.

Y más que nada, perseguía el botiquín que debía haber en la ambulancia, lleno de todas aquellas sustancias fabulosas que le permitirían soportar aquel insufrible dolor.

Tras escuchar vuestras explicaciones, los militares y personal de emergencias se disponen a moverse en consecuencia con el rigor de la experiencia. El enfermero se queda aquí con vosotros revisando las heridas de Ernesto y mejorando el trabajo realizado por Frantisek y uno de los guardias civiles en la puerta vigilando, mientras que el médico y el otro guardia se marchan a la casa de al lado a ver si alguno de los guardias civiles hubiera sobrevivido antes de decidir si trasladan o no a estos heridos.

- Y? Sobrevivirán? - pregunta el locutor, incordiando a los enfermeros mientras cumplen su trabajo. - Esas heridas parecían graves. Ese maldito animal es un verdadero peligro - sentencia seguro de sus palabras antes de proponer - Supongo que ellos dos deberían ir a la ambulancia. Necesitan ayuda para llevarlos? Si hace falta podemos ayudar -

Sus ojos buscan al resto de sus compañeros mientras, inocentemente acota - No parece una buena idea que nos separemos, yo, la verdad, preferiría que nos mantengamos juntos, pero creo que lo mejor es que ellos vayan a las camillas... y Quizás el viej... el profesor pueda acompañarlos mientras nosotros... - mira a Diego, algo inseguro de que el cámara sea capaz de ayudarlo en su plan - eh... bueno, ya algo haremos - Buscando la mirada del loco de la cámara mueve su mano derecha en un claro además de mover una llave, encendiendo un automovil y mueve el pie derecho como si acelerara

- Pero deberíamos asegurarnos que ellos estén bien seguros en las camillas - agrega, moviendo su cabeza arriba y abajo y esperando un signo de comprensión por parte de Diego - Asi vemos que hacemos nosotros -

Diego cierra el entrecejo y abre sus ojos tratando de entender a Facundo

-Eeeee no, no te entiendo Facundo, que queres decirme? Creo que lo que me estas insinuando es ilegal en España y yo no pateo para ese lado aparte

Se acerca hasta el guardia en la puerta

-Disculpe señor, necesitamos ir a buscar a otro amigo nuestro que quedo fuera nos permite salir?

El locutor mira al cámara mientras menea la cabeza sabiendo que, como de costumbre, no podrá contar con el para nada util - Ilegal? Para que lado? - pregunta con su mejor tono de sorprendido - Solo dije de llevar a los heridos a la ambulancia, parece que Raul te convidó algo de "merca". Y en mal estado - le contesta intentando cambiar de tema

- Disculpenló, el miedo que pasamos lo hace decir pavadas - intenta explicarle a los guardias - Ese animal estaba realmente enfurecido -

Ernesto agradece una sola vez al enfermero. A la otra, le estampa un par de manotazos torpes de agradecimiento en la espalda, fuertes a pesar de su debilidad, lo que da que pensar al pobre sujeto sobre el estado en que hubieran quedado sus pobres pulmones de estar tratando con Ernesto en toda su plenitud. Luego ve que locutor y cámara empiezan una conversación plagada de símbolos, signos, insultos y cosas, que quizás en un momento lúcido hubiera entendido de volea pero que ahora, confundido y aún mareado, no entiende ni en su décima parte.

- ¿Pueden dejar de decir pelotudeces? ¿Les parece momento para esto?

Ante la frase de Diego, Ernesto da un respingo en su sitio que alarma al enfermero que continúa a su lado. Las pupilas dilatadas del pobre hombre le hacen creer que le va a dar algo de nuevo. Se inclina sobre el paciente para asistirlo en lo que esté por suceder, pero le ve mirar hacia todas partes como si hubiera perdido la noción de dónde está. ¿Quizás un derrame? ¿Quizás amnesia temporal? ¿Quizás se ha vuelto loco por lo que le ha ocurrido? ¿Un cuadro de paranoia extrema? El enfermero quiere chequear que todo esté bien, pero Ernesto le aparta con una firmeza que no condice con su estado. Sigue mirando atentamente toda la sala, y luego parece sumirse en la incertidumbre.

¿Qué mierda quiere Diego, si acá estamos todos? ¿Salir, a hacer qué? No, si está loco el pibe este.

- Diego, dejemos eso para el guardia que está armado. Vos no te muevas de acá - su tono de voz es grave, de jefe, escondiendo su preocupación. Hace una pausa, unos segundos en silencio, y de pronto continúa - Indicale dónde lo vimos por última vez, a ver si él lo puede encontrar.

Tanto el enfermero como el Guardia Civil os miran con poca disimulada suspicacia mientras trasladan renqueando a Ernesto a la ambulancia. Allí, le suben a una camilla y le ponen correajes para evitar que se mueva con los bandazos del viaje e invitan también a Raul a subirse a ella.

Mientras, el Guardia Civil se lleva a un aparte al viejo Frantisek sin demasiado sigilo ni tacto, dejando claro que quiere hablar con él lejos de los demás.

-Oiga, ¿sus amigos.. han bebido? ¿Es cierto que hay otra persona por ahí fuera? No sé si podremos ir a por él ahora. ¿Está herido? ¿Por dónde estará?- el agente de la ley parece ansioso por terminar con esto lo antes posible.

- Que parte del no nos separemos no habrá entendido el viejo - murmura entre dientes. Facu mientras observa, aparentemente con interés profesional como amarran a Ernesto a la camilla

- Entonces, cuantos podemos ir en la ambulancia? - pregunta olvidándose que ya le han contestado su pregunta y mientras trata de pensar la forma de, sin separarse, poder ir a la casa de la pileta, ese mítico lugar donde, según Henar, se esconde quien puede "curar" a todos los infectados del pueblo

- Por cierto, Uds, no han visto ningún animal extraño? - le pregunta al enfermero y al guardia que permanecen cerca de el - Algo como un lobo, o un perro, pero más grande y que pareciera poder caminar en dos patas. Se que suena ridículo, pero algo así es lo que nos atacó y temo que pueda haber más de esos. Después de todo los perros se mueven en jaurías -

Ni bien uno de los médicos hizo ademán de dejarle paso a Camestres, este se encaminó raudamente hacia la ambulancia, repentinamente sobrepuesto a los malestares que parecían aquejarlo. Llegó primero al vehículo y se acomodó en su interior, procurando ubicarse en algún lugar del que fuera muy pero muy difícil extraerlo.

Aprovechando el instante de soledad a su ingreso, el asistente echó un rápido vistazo en busca de aquellas sustancias que podían serle de alguna utilidad en el futuro inmediato: “Ribotril”, “Valium” y, en su defecto, morfina. Por alguna extraña razón que su cerebro nunca se tomó el trabajo de justificar, también intentó dar con algún objeto contundente o de filo, como un bisturí o unas tijeras.

Mientras Camestres se hecha al bolsillo una primera caja que encuentra, de Haloperidol, sin que nadie logre verle, el enfermero se explica, respondiendo a las pregunats de Facundo. -No sé de qué perro me hablan. Acabamos de llegar, pero la policía ya está cntrolando la situación y están viniendo expertos. Y me temo que en la situacióin actual sólo los heridos pueden ir en la ambulancia. El resto quizá puedan ir con la policía, pero lo mejor sería que se encerrasen en casa hasta que pase la crisis.-

- Si, supongo que es una buena idea - responde Facundo mientras mira a su alrededor e intenta hacerse una composición del lugar - Aunque no me gusta la idea de separarnos. La verdad es que preferiría que nis mantengamos junto a nuestros compañeros... aunque su estado amerita una curación -

Alejándose del enfermero se acerca a la cabina y verifica que la llave esté en el contacto mientras llama a sus compañeros diseminados por el lugar - Entonces... quieren saludarlo a Ernesto antes de que se lo lleven? -

La conciencia de Ernesto va de a saltos. Primer salto, de un fallido intento de ayudar a quién sabe qué plan, para intentar que sus subalternos se mantuvieran juntos. Segundo salto, siendo arrastrado o conducido al exterior de la casa mientras por el rabillo de su ojo el Guardia Civil se lleva aparte a Frantisek y Raúl caminando a su lado. Tercer pantallazo, el techo de la ambulancia y el enfermero inclinándose encima de él pasándole algo por el cuerpo. Cuarto, correas dejándole inmovilizado a una superficie dura, durísima, como un barrote.

- ¡¡Ni se te ocurra!! - ruge Ernesto, intentando sacarse la única correa que el enfermero había logrado ponerle - ¿Cómo me vas a atar? ¡Mirá si pasa algo! ¡Peor no puedo estar! - con el brazo sano, y luego del rugido hacia el pobre hombre de asistencia, logra zafarse de la correa - Prefiero caerme a que pase algo y yo esté atado a esta cosa. De verdad, está bien - sigue, en un tono mucho más tranquilo ahora que nada lo agarra - Me hago cargo de si me mato por una derrapada de la ambulancia.

Escucha la voz de Facundo y a Raúl rondando por adentro de estancia. Intenta mirar, pero apenas entiende qué pasa a su alrededor. ¿Cómo fue que llegamos a esto?, parece decir su expresión contrariada.

- Facundo, ¿dónde está Diego? - pregunta de repente - No habrá ido a buscar la cámara, ¿no?

-No, no

Se escucha una voz de fondo

-No fui a buscar la cámara, pero no es una mala idea

Camina unos pasos en silencio

-Recapitulando, quien puede decir que no se divirtió con esta experiencia y lo mejor de todo Ernesto? es que seguro que este anécdota va a remplazar a los de la colimba* y/o cárcel clandestina que te pones a contar a tus hijos los domingos a la tarde después del asado, vana estar encantados al fin algo nuevo para escuchar

Diego tenía la particular capacidad de crispar todo tipo de nervios. Incluso los que ya estaban cortados.

- Pendejo de mierda - Ernesto se incorpora de la camilla ante los alarmados ojos del enfermero, pobre infeliz, que intenta detenerlo oponiendo un insignificante cuerpo a la furia del redactor - ¡¡Vos no entendiste un carajo!!

La acción de Ernesto tomo por sorpresa a Diego y suerte para el, que andaba a unos 5 o 6 pasos detrás de la ambulancia y lejos de las manos de Ernesto cuando eso paso, quien iba a esperar que aun se pudiera mover con esa fluidez en el estado que esta, pero el momento de sorpresa paso y dejo espacio a uno de carcajada, una carcajada de esas contagiosas.