-Lo se Mel, por eso mismo te lo estoy pidiendo. Quizás necesitemos que revientes cabezas o te cueles en algún lado. No solo voy a hablar con mi contacto de la policía, también vamos a buscar un lugar donde quedarnos y muchos de esos sitios están regentados por otras bandas, o incluso por corruptos. Siempre viene bien tener un as en la manga que demuestre fuerza y pocos escrúpulos. Y si es un cuerpo bonito, mejor todavía. Es una cuestión de imagen.
Antes de dividirse Daniel se dirigió a los presentes y les lanzó unas últimas palabras.
-Ya habéis visto lo que le ha pasado al capullo del sombrero. Si la cagamos, acabaremos como él. Si traicionamos a la manada o al Sabbat, acabaremos como él. Seamos inteligentes, se que vosotros lo sois-. Miró la hora del móvil y se percató de que ya debían estar saliendo de la zona-. En marcha. En un tiempo Dante nos pedirá que vayamos para hacer el rito de iniciación.
Tras eso, Daniel se montó en su nueva moto, la arrancó y esperó a que Mel cogiese otro vehículo o se montase con él.
-Deberíamos visitar los contactos del Pantera para aclarar que ahora nos dirigimos esos negocios- se encogió de hombros y fue a buscar un auto, confiaba más en la jaula de metal que en una moto, aparte de la comodidad por su bolso y armamento. Debería buscar un vehículo en particular para uso propio, algún auto bonito pero no muy llamativo, por ahora esa cosa serviría.
Se subió al Volkswagen golf y se dispuso a seguir a su abad, mientras no se de una persecución, no tendría problemas, de todas maneras prefería no llamar la atención, no le gustaba tener a la policía ni otras cosas siguiéndole el rastro. De momento era ir a intimidar/apoderarse de eso y no cagarla, parecía lo suficientemente fácil, era cuestión de paciencia y nadie le apuraba.
Finalmente Mateo se marchó con el rarito de las cámaras a la espera de que le mandasen hacer algo, este le hablaba de sexo y pornografía, pero eran cosas que salvo por una leve curiosidad infantil, no tenían mucha importancia para alguien que había muerto antes de la pubertad. Aunque lo de las consolas sí que le parecía un buen entretenimiento, ni siquiera había podido probar la que le quitó al idiota que había matado al principio de la noche.
Por un momento estuvo a punto de advertirle lo de que cuando él se alimentaba la gente gritaba y pataleaba como si les estuviese mordiente un perro, pero finalmente decidió que tampoco hacía falta, en ese momento estaba lleno y si necesitaba comer ya saldría a dar una vuelta.
—¿Y para que vamos a ver eso?— Respondió algo incrédulo cuando le mencionó lo de Méndez. —Para eso busca a alguien y lo torturas ¿no?—. No es que el niño fuese mi dado a torturar gente, pero si opinaba que es mejor hacer cosas, que ver cosas. —Por cierto, me gustan los juegos de plataformas, son divertidos—. Por la misma razón no le gustaban los juegos de peleas o sangrientos, cuando quería esas cosas las buscaba en la calle y no en una pantalla.