Partida Rol por web

Juanito Tlamazqui se comunica mentalmente con Drussiell Ignis por unos instantes que parecieran eternos, luego da dos pasos atrás y comienza a buscar algo entre sus bolsillos, saca una pequeña daga de obsidiana con pequeñas figuras de cráneos esculpidas y se la entrega en la mano a la pelirroja Tremere. Luego se da media vuelta y se retira al rincón más alejado y oscuro de aquel lugar, de vez en cuando parecieran escuchar el murmullo de cánticos y oraciones que bien podrían confundirse con el sonido del viento a pasar por entre la hierba alta de aquella zona.

Asiento cerrando los ojos ante la orden de Beltrán, eso ha sido lo mejor que he escuchado en cientos de noches aprisionada a la tierra. Me levanto y me dirijo hacia el ataúd para tomar mis pertenencias, en primer lugar tomo mi espada templaria y luego la discreta mochila táctica con mis pócimas, la ajusto a mi espalda y adecuo la funda para colgarme la espada y ambos artilugios.

Regreso a mi lugar cuando escucho que nos moveremos de lugar a donde llevaremos a cabo la Vaulderie. Seguimos a mi antiguo sacerdote a la orden de mi anterior ductus mientras que los ghouls de Beltrán se quedan enterrando lo que fuera mi prisión por cientos de años, sigo emocionada por volver a sentirme libre.

Después de un rato llegamos a lo que bien pudiera ser un antiguo recinto cristiano, nada mejor que corromper aquella tierra consagrada, Juanito se me acerca y como es su costumbre me da las indicaciones mentalmente. Asiento solemne a sus palabras.

Recibo con agrado aquella daga ya tendré tiempo para encantarla más adelante por ahora será la llave de nuestra Vaulderie. Cuando Tlamazqui se retira para apoyar con sus cantos y rezos me dirijo hacia el altar, y en silencio tomo con mis dos manos el cáliz y lo alzo hasta la altura de mis ojos extendiéndolo al frente me dirijo a los cainitas presentes.

-"Esta noche se renovará la sangre del Abismo Negro la cuál ha sido fortalecida por siglos a través de nuevos hermanos, y en memoria de los que ya no están entre nosotros habiendo siendo conducidos por el camino más triste y desolador que un inmortal puede atravesar una sola vez y sin retorno alguno".- Levanto la cara hacia el cielo estrellado -"Conducidos al centro mismo del Abismo, es por eso que en esta noche y para demostrar mi total condición de instrumento al servicio del Padre Oscuro el cuál mediante su gracia poderosa y glorificada me convertiré en el puente que unirá a esta nueva e invencible fuerza la cuál blandirá la espada misma de nuestro creador."-

Bajo la mirada y el cáliz para colocarlo sobre el altar de piedra y sin duda alguna tomo la daga de obsidiana que me dio Tlamazqui para hacer un movimiento rápido y firme sobre la palma de mi mano izquierda y de la herida que me acabo de infligir dejar que brote una generosa porción de mi vitae. Cuando vierto lo que me parece suficiente paso mi lengua alargada y casi viperina ante la herida para cerrarla.

-"Aquel que sienta que en su corazón arda el deseo de servir y convertirse en el filo de la espada de Caín, que se acerque para verter su generosa vitae y fortalezca a nuestra gloriosa causa en nombre de nuestra primera sangre".- Indico a mis futuros hermanos que se acerquen para realizar la mezcla maldita que nos unirá en un retorcido pero poderoso vínculo.

La noche transcurre a ritmo vertiginoso a estas alturas estamos llegando al punto donde las cosas se ponen serias, después de un vistazo rápido pareciera que Drusiell Ignis ha sido ascendida de puesto en la manada y tomará el lugar del Heraldo de las calaveras el cuál nos conduce al lugar donde se llevará acabo la Vaulderie.

Por lo que percibo Drussiell sabe perfectamente lo que hace y sus acciones y palabras denotan que se siente cómoda en ese puesto, después de escuchar su ofrenda a Caín, me dirijo al cáliz y cierro mis ojos para extender una mano sobre aquel antiguo recipiente, al extender la mano, ordeno mentalmente a una pequeña parte de mi sombra que se desprenda  como si fuera una hoja de arce en otoño la cuál ha sido arrancada por el viento, ese trozo de sombra recorre todo el trayecto desde el suelo deslizandose rápidamente por encima de mi ropa hasta llegar a la palma de mi mano y fundirse en una delgada y negra línea en el centro de mi extemidad la cuál de manera quirúrgica abre mi piel dejando gotear mi propia sangre sobre el cáliz para que esta se mexcle con la de la  sacerdotiza. Por un momento fijo mi mirada en los ojos de Drusiell y asiento con el mentón confirmando mi compormiso con esta manada.

-Que mis sangre arrope a esta manada al igual que la de ustedes y que me dé la fuerza necesaria para dirigirlos a la gloriosa victoria que el Sabbat tiene reservada a sus más valiosos y fieles soldados dentro de los últimos tiempos de esta Yihad que se avecina.-

Bajo la mirada respetuoso ante la sacerdotiza, para después cerrar mi puño y detener la hemorragia, doy media vuelta y regreso a mi lugar para continuar con el autorictas ritae.

Después de seguir a Daniel Rivera en el coche llegamos con los jefes quienes ya tenía preparado el terreno para completar a la manada, se nos une la que será nuestra sacerdotiza y al parecer es una vieja conocida de la anterior manada, será interesante ver que pasa después con el nuevo ductus y su interacción, luego del desentierro nos llevan a donde será la vaulderie, la pelirroja inicia el rito a petición del zombie que no es de muchas palabras, la sacerdote se corta la mano y vacía su sangre en el cáliz, y comienza a convocar gente para llenar el balde, claro enseguida va Dante veamos que mas tiene para dirigir la manada, me decido y soy el siguiente, de mi bota saco un cuchillo militar israelí y me corto la muñeca para vaciar en la copa una poca de mi sangre. Vuelvo a guardar mi cuchillo y lamo mi herida para cerrarla y volver a mi lugar, cumpliendo con el rito. Doy espacio para que el resto haga lo propio para convertirnos en manada Sabbat.

Si alguien podía ser sacerdote, esa era Drussiell Ignis. Sin duda parecía que estuviese enterrada allí esperando el momento para ser liberada y convertirse en la sacerdotisa del Abismo Negro. Daniel no tenía ningún problema, realizar el rito con esa profesionalidad, pronunciando esas contundentes palabras era prueba suficiente de que estaba capacitada.

Asintió cuando vertió su sangre. Miró atentamente cuando Dante y Mel hicieron lo propio. En cuanto la vampiresa de cabellos morados volvió, Rivera dio un paso al frente y se colocó frente a la sangre de los demás. Extendió su palma y permitió que la daga rajase la piel y se abriese paso a través de la carne. Cayeron las suficientes gotas para que se mezclasen con las demás y se fusionasen en ese impío ritual.

Tras eso se limpió con su propio pantalón y volvió junto con aquellos que ya habían hecho su parte.

Tras resucitar a la bruja en un ritual oscuro digno de la mejor reedición de una peli de terror de los 80 avanzaron por la espesura hacia su nuevo escenario. La luz de la luna y las linternas cubrían los hierbajos y el pequeño bosque de sombras hasta llegar ante el monasterio derruido. beltrán era un gran director de fotografía, las columnas de piedra desgajadas alzándose al cielo, como los dedos de un gigante arañando los cielos. Las losas del antiguo recinto destrozadas, cubiertas de los restos que marcaban aquel lugar como un sitio religioso, pervertido y desacralizado por el abandono y el tiempo.

No podía resultar más indicado para un ritual de seres condenados por la mirada de Dios, atados a la decadencia del mundo, agentes del pecado imbuidos por Dios a través del padre oscuro para tentar y corromper el alma humana. La luna se alzaba pálida en la noche, observando indiferente a los siervos de la espada. Kruger compartió un momento de confianza, de intimidad silenciosa con la que sería su sacerdotisa, antes de iniciar la sagrada vaulderie, que ataría sus almas y sus corazónes por lazos de sangre. Tal vez tras el ritual estarían más abiertos a montar una orgía, habría que probar.

Disimuladamente trató de dejar una de sus cámaras pegada a un pilar para grabarlo todo, se negaba a hacerse un selfie con la copa, además no había traido su palo. No era un puto turista aficionado y los encuadres eran una pesadilla para postproducción. Era una lástima que la mitad de su manada no saliera en las cámaras, joder eran de lo más teatrales.

Cuando Drussiel miencionó a los hermanos caídos del abismo negro no pudo evitar sonreir, evocando el final de Mendoza o el mismo pantera. ".. Conducidos por el camino más triste y desolador que un inmortal puede atravesar.. " Si, con sus propios huevos en la boca. Trató de contener la risa que se escapó por debajo de la nariz mientras asistía al discurso.

El numerito de la hoja de sombra le encantó, y la forma brutal y desapasionada de Mel y Daniel estaba en acorde con su personalidad, pragmática y directa. Cuando le tocó a el avanzó mostrando su palma desnuda. Sacó su navaja suiza y trazó una espiral en su palma, el símbolo del abismo. Líneas carmesí dibujaron regueros de sangre por su carne muerta, tiñendo la piel pálida de rojo escarlata cayendo en la copa. Con un gesto obsceno tiño su lengua al lamer su sangre con una sonrisa traviesa mierdas con gesto provocativo jugueteaba con su lengua mostrando los colmillos.

Volvió de nuevo al círculo de hermanos a la espera de poder salir de allí cuanto antes. Por muy interesante que fuera tener a un hombre lobo encerrado con cadenas para torturarlo, prefería no tener que enfrentar una manada de asesinos sobrenaturales capaces de convertirlo en pulpa de tomate en unos segundos, o eso decían. 

Finalmente abandonamos el lugar donde había estado enterrada nuestra nueva sacerdotisa y nos llevaron hasta una vieja iglesia, muy vieja al parecer. En seguida se preparó todo para la ceremonia y la tal Ignis empezó con ella, al parecer Juanito había sido su anterior sacerdote, pero estaba claro que ella sabía también como iban los rituales. De hecho fueron los demás los que hicieron el ritae a su manera, en la manadas que había estado antes solían usar todos el mismo cuchillo ceremonial y también se soltaba algún juramente al cortarse, pero estos eran demasiado serios al parecer.

Cuando llegó mi turno imité lo que habían hecho los demás y saque la navaja de mariposa que había conseguido esa misma noche, me hice un profundo corte y vertí mi sangre en la copa. Y aunque los demás no hubieran dicho nada me sabia mal, así que acabé diciendo la frase que solía decir un antiguo compañero de manada y que sonaba muy molona.

—Que mi sangre sirva para fortalecer a la manada.

Después me lamí la herida para que esta se cerrase y me di cuenta que me había manchado la manga de sangre, por eso no había que llevar ropa blanca a la vaulderie, con disimulo empecé a chupar también la manga para intentar quitar la mancha antes de que se secase.

Hasta que el niño vertió su sangre en el cáliz reparé en eso, ¿Un niño se unió al Abismo Negro? esto si que no me lo hubiera esperado, Beltrán se refinaba cada vez más en su excentricidades, volví a retomar el ritual y una vez que todos los participantes de la Vaulderie hubieran terminado de aportar su vitae, lo mezcle levemente entonando una breve plegaria para consagrar la sangre en nombre de Caín alzando el cáliz y mi rostro ante aquel cielo estrellado.

-"Padre Oscuro, que la fuerza de todos estos linajes sean la diferencia en la última escaramuza de nuestra Yihad a la cuál conduciremos a la victoria sin piedad alguna arrasando con cualquiera que se interponga en nuestra causa, así sea".-

Dicho esto baje mis brazos y lleve la copa a mis labios, bebí ávidamente, enseguida algo recorrió todo mi cuerpo y mi aura se fortaleció, después di unos cuantos pasos para rodear aquel altar de piedra y llevar yo misma el cáliz a cada uno de mis ahora nuevos hermanos de manada iniciando por el nuevo ductus del Abismo Negro, Dante Cienfuegos.

Hago un movimiento de respeto bajando el mentón en cuanto Drusiell Ignis se acerca con el cáliz que contiene aquella mezcla maldita, sin ninguna duda tomo aquella copa con las dos manos y le doy un buen sorbo, enseguida los efectos comienzan a cambiar mi percepción de cada uno de mis hermanos cainitas, de manera independiente a los efectos de este rito sagrado el Abismo Negro vuelve a renacer más fortalecido y poderoso.

Le regreso el caliz a nuestra sacerdotiza para que pueda continuar con el rito mientras adopto una posición formal y respetuosa esperando a que cada uno de mis ahora nuevos hermanos se fortalezcan con lo mejor (O peor) de nuestro linaje maldecido por Dios.

Al llegar mi turno tomo la copa entre las manos y bebí la sangre mezclada de mis compañeros, aquello no me agradaba mucho por todo lo que conlleva el vínculo de sangre, sin embargo no sería yo quién desobedeciera ordenes directas del mas alto nivel Sabbat, al igual que mis compañeros enseguida noté sus efectos, después de todo estos ritos unían y fortalecían a la causa, hay que mantenerse firmes y acatar órdenes sin temor alguno, la causa es primero. Mantuve mi mirada al frente y coloque mis manos atrás de la espalda en posición de descanso, esperando a que finalizara aquella prueba. 

Cuando llegó su turno DirtyD tomó la copa en sus manos, alzándola en alto para que reflejara los rayos de la luna. Observando su superficie, la bajó y tomó un sorbo. Pudo sentir como una cascada de emociones y lealtades se unían en un flujo constante que llenaba su corazón. El poder del vínculi, era poderoso y peligroso a partes iguales. Como los besos de una mujer hermosa, o los embriagadores gritos de dolor de uno de sus secuestros. 

Pronto saldrían de allí, y podrían poner en marcha el plan para su Ductus. Pronto empezarían los primeros acordes del nuevo movimiento de la manada del abismo negro.

Arcadio Beltrán observa el desarrollo de aquel ritual un poco alejado del epicentro de aquel lugar, más cerca de Juanito Tlamazqui quién sigue inmerso en sus oraciones y cánticos. El Lasombra se lleva una mano al bolsillo de sus pantalones para sacar su teléfono móvil y realizar una breve llamada, después de unos cuantos minutos cuelga y vuelve al lugar para seguir observando aquel rito en medio de las ruinas de aquel monasterio.

Después de un rato el ruido del motor de dos pick ups que se acercan interrumpe aquel solemne acto, a Arcadio parece no molestarle, incluso él mismo les da indicaciones a los conductores para que aparquen muy cerca de donde se encuentra Juanito con sus rezos. Beltrán se dirige a la cabina del primer vehículo y da unas cuantas indicaciones al conductor el cuál le pasa una escopeta recortada, el Lasombra la revisa minuciosamente y corta cartucho, después se dirige hacia Juanito callando este al instante de sentir la presencia de Beltrán, ambos se comunican mentalmente por unos instantes después asiente con la cabeza para desaparecer por algunos minutos y regresar con un saco mediano que se ve algo pesado, lo deja caer en el suelo y un  sonido metálico es amortiguado por la tierra y la hierba silvestre de aquel lugar.

Beltrán abre el saco y extrae un puñado de pequeñas monedas de plata las cuáles algunas relampaguean cuando los rayos de la luna se reflejan al momento de caer dentro del cañón de la escopeta recortada.

Beltrán le hace una indicación a Juanito para que este se dirija a uno de los mortales que han llegado en los vehículos. El Heraldo de las Calaveras se comunica con uno de ellos telepáticamente y este asiente con la cabeza para dirigirse a la cabina de la segunda pick up la cuál su caja trasera se encuentra cubierta por una gruesa lona. El escolta  regresa con un pequeño maletín negro el cuál lo abre frente a Beltrán mostrándole un par de enormes jeringas metálicas llenas de Euphoria líquida enriquecida.

Otro hombre se encarama en la caja trasera de la pick up y quita la lona la cuál descubre una enorme jaula compuesta por gruesos barrotes metálicos forjados y en su interior yace un enorme Lupino al parecer sedado pues apenas pueden notar que se mueve. Beltrán asiente con el mentón y el hombre le inyecta de un golpe la Euphoria líquida la cuál hace su efecto en cuestión de segundos descontrolando por completo a la bestia que respinga y lanza un desgarrador aullido para comenzar a lanzar mordiscos a diestra y siniestra moviendo exageradamente al vehículo, incluso marcando con sus poderosas fauces algunos barrotes que parecieran soportar los terribles embates de aquel monstruo enloquecido.

La estupidez es vencida por el temor y cuando Beltrán le indica al hombre que tiene la segunda dosis de Euphoria en sus manos que se le aplique a aquella bestia enloquecida, este duda pero de un rápido golpe en el lomo conecta el instrumento quirúrgico e inyecta el líquido en aquel ser, este en un rápido movimiento gira su enorme cabeza y de un sólo mordisco le arranca el brazo a aquel mortal que chilla y se retuerce enloquecido por el dolor y terror de haber sido mutilado por aquella monstruosidad.

Beltrán se dirige a otro escolta.

-Abre la jaula.- Indica tajante.  -¡Esto es México cabrones!... y esta es la verdadera Espada de Caín, el Sabbat solo se queda con los mejores soldados para que sean su filo, el filo que cortará de tajo a todo aquel que se oponga a la Yihad que está por iniciar.-

El mortal se encarama como puede a la caja y activa el mecanismo abriendo la puerta de aquella enorme jaula de metal.

El Garou sale de aquella prisión hecho una furia arrojándose de inicio contra uno de los escoltas que no alcanzo a huir de aquel lugar tan rápido como sus demás compañeros, trozos de carne, huesos y sangre riegan aquel terreno acompañados de feroces gruñidos y el chapoteo que producen las fauces en las entrañas dispersas de aquel pobre diablo.

Beltrán dibuja una línea curva en sus labios a manera de sonrisa abrazando la escopeta cargada con pólvora y plata a su lado Juanito Tlamazqui comienza a recitar una extraña canción en náhuatl la cuál suena a muerte.

El Lupino destroza feroz y completamente enloquecido a aquel hombre en cuestión de segundo dejando una enorme pulpa de carne molida, huesos triturados y sangre desparramada entre la hierba de aquellas ruinas. 

Sabía que le puto de Beltrán no estaba para nada bien de la cabeza y no nos iba a dejar terminar en paz la Valduerie, no me imagine que esto fuera a terminar de esta manera pero lo hecho, hecho estaba me giré hacia donde las camionetas se estacionaban y todo el ajetreo ya de por si era bastante molesto, entonces lo vi, nunca había visto a uno de esos tan cerca por un momento pensé en huir pero habiendo escuchado todo lo que se contaba de esas cosas no tardaría mucho en darnos alcance así que aproveché que uno de esos idiotas sirvió de entremés para distraerlo un momento, lo suficiente para desenfundar mi par de escopetas y vaciarle la carga de ambas Jackhammer, el resplandor que producen es comparable al daño que hacen este par de linduras en cualquier pedazo de carne.

Aquella máquina destructora chilla un par de veces al recibir los primeros disparos de las escopetas de Mel, sin embargo al tercero o cuarto sus ojos solo parpadean instintivamente al sentir las esquirlas de pólvora atravesar su carne sin dejar de destruir los restos de aquella masa ensangrentada, la enorme cabeza lupina gira hacia la dirección de donde provienen los disparos y sus fauces embadurnadas de sangre con sanguinolentos restos de vísceras y piel colgando se abren lentamente mostrando aquella trituradora perfectamente alineada gruñendo, anunciando que eso no lo detendrá.

El Garou se lanza directo a su nuevo objetivo, sus desarrollados músculos se tensan al ejercer presión en el suelo para darse impulso mientras sus garras rasgan la tierra arrojando guijarros, piedras y polvo a su paso dejando una estela que huele a muerte.

Es inevitable comparar el cuerpo de Mel con el de una muñeca de trapo cuando el Lupino la atrapa de la cabeza con una sola garra, su palma le cubre totalmente el rostro mientras que sus uñas se incrustan en el cráneo y aunque todo sucede en una fracción de segundos pueden notar aún la resistencia de aquella cainita al tratar de librarse de su destino, incluso disparando una vez más sin que el fuego aminore el violento forcejeo.

El Garou levanta en vilo aquel delgado cuerpo y cuando llega a lo más alto la otra garra se aferra a la clavícula para que de un fuerte estirón el hombre lobo arranque de cuajo la cabeza de la Malkavian. 

Sin soltar la cabeza ni el cuerpo el Lupino lanza un terrible aullido y enseguida arroja el desmadejado cuerpo al suelo el cuál queda en una extraña posición boca abajo, enseguida el lupino se arroja sobre aquellos restos tratando de sodomizarlo sin soltar la cabeza cercenada de Mel.

Al culminar el rito de la Vaulderie con el ultimo sorbo al cáliz realizo una breve reverencia con la cabeza y doy media vuelta con la copa entre mis manos, la coloco en medio de aquel derruido altar y me dirijo ahora a la recién fortalecida manada del Abismo Negro.

-Hermanos, hemos sido consagrados y fortalecidos en comunión con la espada...- El sonido de vehículos y el silencio de Juanito Tlamazqui me da muy mala espina, Beltrán debe estar tramando algo, interrumpo definitivamente la culminación del rito prácticamente ya fue completado, limpio como puedo el cáliz y lo resguardo en mi mochila junto con la daga de obsidiana.

Después el caos, nuevamente Beltrán y sus estupideces, solo alcanzo a ver que ha traído a un descomunal lupino y ahora nos lo arroja de lleno y sin previo aviso, está completamente loco este cainita, afortunadamente el garou se entretiene con uno de sus escoltas, es momento de actuar, este tipo de situaciones requieren acciones concretas e inteligentes. -P-Pero, ¿¡que hace esta imbécil?!- La Malkavian se arroja de frente con un par de escopetas, pésima idea, solo alcanzo a levantar una mano tratando de detenerla con cara de incrédula mientras que me descuelgo y  coloco mi mochila en el altar de piedra, ni siquiera me da tiempo de abrir el bolso cuando sucede lo inevitable, cierro los ojos pues el dolor de sentir su destrucción debido al recién vínculo que habíamos adquirido me hace titubear. -No te distraigas... no te distraigas... polvo de plata... polvo de plata... polvo de plata...- rebusco rápidamente entre mis pociones hasta que lo encuentro. Lo más rápido que puedo destapo el frasco y vacío cuidadosamente sobre la palma de mi mano el polvo suficiente para conjurar una protección contra lupinos.

¡¡TODOS, ACERQUENSE Y TOQUEN EL ALTAR!!...- Si quieren seguir con sus cuerpos intactos claro. Rápidamente me concentro y comienzo a esparcir el polvo recorriendo un amplio circulo alrededor de aquella ruina que tenemos por altar aprovechando que el lupino... -¿Qué está haciendo con el cadáver?- vuelvo rápidamente a mi acción.

-Madre de plata, cubre con tu manto protector todo lo que tu hija la luna toque con su dedos de luz, que ni sangre ni rabia traspase tu halo de poder y concluya en inicio y final, en alfa y omega a este círculo protector, así sea.-

Finalizo exactamente el círculo perfecto plasmado con el polvo de plata alrededor de altar con -espero- todos mis hermanos dentro de aquel escudo mágico sintiendo un poco la debilidad causada por el uso del poder de mi sangre.

En cuanto Drussiell Ignis termina el conjuro de protección cerrando un círculo bastante amplio alrededor de lo que hace un momento sirvió como altar para la Vaulderie, un enorme domo mágico se extiende activo desde todo o que toca el polvo de plata y visible solo para los cainitas versados en auspex cubriendo en su totalidad el área interior de aquel sello mágico.

El Lupino pareciera ignorar aquel movimiento de la bruja mientras continúa con aquella aberrante acción instintiva en contra del cadáver decapitado, todo esto sin soltar la cabeza de Mel que es sacudida con violencia azotándola contra tierra y sangre dando señales de convertirse en una maza sanguinolenta sujeta a trozos de cabello morado.

Tras ver a Mel avanzarse y empezar a descargar fuego un ansia de sangre le aceleró el pulso. Pero en apenas unos segundos lo que parecía una victoria triunfal sobre su enemigo se convirtió en un réquiem sangriento y brutal. La pobre Malkavian, zarandeada como una muñeca de trapo desmadejada y ya sin vida. Joder, esta gente iba en serio y esa bestia pulgosa, esa maldita aberración tenía que pagar por lo que le había hecho a su hermana.

Trató de imponerse a la bestia mientras amenazaba con devorarlo por dentro. Desenfundó una de sus pistolas y desató el poder de su sangre mientras aquella oscura bruja realizaba uno de sus rituales. Que tocaran el altar.. bien, podía disparar con una mano. Se acercó tocando con su mano izquierda aquel fragmento de roca desgastada y húmeda por la niebla y empezó a descargar plomo sobre aquella bestia.

- ¡Deja ya su cuerpo malnacido! vas a pagar por lo que le hiciste.

Las balas sonaron y el retumbar reverberó junto a un intenso olor a pólvora. Mientras, no pudo evitar que una lágrima de sangre cubriera su rostro de rabia y vergüenza. Ya no podría tirársela, ni reírse de su locura. Habían perdido para siempre un guerrero del sabbat ¡Uno de los suyos! No como esos cabrones de Panthera y Mendoza.. ¿Se llamaba Mendoza no? Bueno, algo así...

Tenían que estar atentos por si ese ritual resultaba tan inútil como las escopetas de la pelimorada. Y si era necesario empezaría a saltar y dar volteretas sobre aquel altar manteniendo su mano pegada a el como si le fuera la vida en ello ¡Mierda, se estaban jugando la vida en ello! Al menos las imágenes quedarían brutales ¡... ¡Joder tenía que centrarse.. ! ¡Estaban en peligro! Si al menos pudiera mantener entretenida a aquella bestia no acabaría con otro de sus hermanos. Debían acabar con la amenaza drogada y descerebrada antes que devorara sus entrañas como había hecho ya con Mel.

El Lupino vuelve a chillar al sentir en el lomo la mordedura de plomo de la pistola de Dirty D, aquel monstruo se revuelve furioso perdiendo el interés en los restos mortales del decapitado cuerpo de Mel Milliner, este vuelve a enseñar sus terrible fauces ensangrentadas mientras el vaho que expulsa por el hocico se pierde en medio de la noche ante cada respiración que da, sin dejar de gruñir y arrugando la parte superior de su animalesca nariz el garou se lanza en tremenda escaramuza en contra del mismo Dity D quién retrocede de espaldas sin dejar de disparar hasta tocar el altar de piedra.

El Garou recula justo a tiempo antes de cruzar la fina línea del círculo que marcó Drusiell con su invisible conjuro de protección. El hombre lobo lanza un tremendo aullido en tono de frustración para dar un par de pasos amenazantes en torno a un tramo de aquel círculo. De pronto torna su atención en contra del gangrel Daniel Rivera el cuál pareciera absorto en medio de aquella singular y peligrosa situación.

Daniel esperó a su turno para poder beber la sangre de sus hermanos. Veía como todos lo hacían, algunos con más ganas que otros, pero se sentía obligados a beber aquella mezcolanza de sangre. Cuando le tocó el turno a Rivera, agarró la copa con una mano y miró su interior. Podía ver el líquido rojo girar sinuosamente, casi podía discernir a quien pertenecía cada gota. Sin pensárselo dos veces dio el sorbo necesario y tragó sin saborear. 

Pasaron pocos minutos hasta que trajeron a un lupino encarcelado en una jaula. Impresionante que aquella Jaula aguantase las embestidas de aquella poderosa bestia. Cuando fue liberada, el caos comenzó. En cuestión de segundos Mel estaba destrozada en el suelo, mientras la sacerdotisa realizaba algún tipo de conjuro que los mantenía a salvo. Sin objetivos aparentes, el hombre lobo puso su mirada en Daniel. No iba a enfrentarse a esa cosa él solo. Dentro de los vástagos, él era lo más parecido a una bestia en el sentido más literal de la palabra, pero no era estúpido ni un suicida. Corrió hasta intentar atravesar la línea que mantenía a salvo a los vástagos.