Partida Rol por web

Mientras el resto salía, cogí el telefono para llamar a mi antiguo compañero de la policía, por suerte antes de irme de la misma había labrado algo de amistad en aquellos lares, aunque tuviera fama de que no hiciera un buen trabajo en equipo. Este compañero en cuestión fue de los últimos y por suerte no le importaba que fuera "un tanto loco y suicida" pero detrás de aquella placa se hallaba un buen amigo que cuando se lo pedía me ayudaba con alguna información.

Cuando el telefono daba tono solo podía esperar que este amigo me cogiera la llamada, por suerte no tuve ni que abrir la guia, me sabía su número, aunque es cierto que algún día tendré que devolverle tantos favores.

¿Sí?, ¿quién es? -dijo una rugosa voz al otro lado del teléfono, amenizada sin duda por algún tipo de tabaco-. Aquel tipo seguía haciendo de las suyas. Le gustaba la vida nocturna de la oficina, a deshoras, aún cuando ya había acabado su turno. Scafford era de esos tipos que dedicaban su vida a su trabajo por completo, descuidado la suya propia casi a voluntad. Y ello lo hacía un pequeño lobo dentro del cuerpo policial.

Tras escuchar su voz no pude evitar hacerle una pequeña broma la cual seguro estaba cansado de oir aunque fuera de otras formas. - Si sigues así no sé si tus cuentas con la parca serán por exceso de tabaco, o de cansancio. - Era normal encontrarle a estas horas pero sin duda alguna era un tanto inhumano trabajar tanto... Igual debería aplicarme el cuento - Bromas a parte, buenas noches John. ¿Qué tal estás? Te llamaba para ver si me podrías hacer un favor. - Esperaba que no me pusiera alguna pega por ello.

Aún recuerdo tu voz, maldito -te dijo en toco de cierta jocosidad-. ¿Qué haces llamándome a éstas horas? ¿Cuánto tiempo ha pasado? Y lo más importante, ¿qué diantres quieres de mí? Lo cierto es que aquel turbio asunto policial en el que según las malas lenguas decían que habías estado involucrado aún hacían mella en tu historial, estando ya fuera de servicio.
 

Una pequeña risa salió de mi garganta hacia el micrófono del teléfono. - Bueno, ya sabes, el mal no descansa nunca, y me ha salido un encargo a estas horas - Miré hacia fuera donde me esperaban los demás -, en fin que es una... larga historia por así decirlo. Y ha pasado algún tiempo ya ¿Un par de meses puede ser? He estado liado con algunos casos. - Y justo me hace la pregunta más pertinente - Ey, ni que fuera con intenciones de usarte, es solo un favor de nada. Venga hombre ya te devolveré el favor de verdad. Solo necesito que me informes lo que puedas de un negocio llamado Weilmar o Weillmer. Es para este caso en el que me he visto metido, no sé quien está detrás pero parecen no andarse con chiquitas. - Adverti a mi amigo pues igual así podría contar más con el si se vé atraido más por el caso a pesar de mancha de historial.

Suspiré - Vamos hombre, sé que en el cuerpo no era el mejor del lugar, y que estaba en malas lenguas, pero desde que me promocioné como investigador privado he ido a mejor, y resuelto algunos casos... - miré a George y a Edna en ese momento y sin saberlo de mi boca salieron las palabras que terminarían la frase - ... aunque quizás con un poco de ayuda. - Volví a suspirar - Por eso te la pido a ti ahora. Fuiste mi último compañero antes de esto, y un buen amigo. Solo un pequeño favor John. - Esperé su respuesta deseando que realmente quisiera ayudarme

Estás fuera del circuito, Williams. Dos meses es ya mucho tiempo para este trabajo. En dos meses los criminales pueden haberse colado en tu casa, en tu familia y haberse casado con tu hija -decía, como malhumorado por algo-. Déjame ver los archivos..., no cuelgues -entonces le recordaste que no tenías mucho tiempo, y que no sabías más detalles de ese tal negocio, aunque lo más probable es que estuviera en Arlington-.

Weillmer. Hermanos Weillmer -dijo el tipo a los dos minutos de estar esperando-. Joder Edgar, ¿qué diantres estás investigando? Es el negocio de Perry Weillmer, el menor de los "balleneros" -al oir ese apodo supiste todo aquello-. Se dedica a los repuestos de automóviles.

Los "Balleneros" eran una familia poderosa en Arlington. Controlaba bastante parte de la ciudad en cuanto al negocio del juego y en los dos últimos años de la distribución de alcohol. Mafia, pura y dura. No a gran nivel, pero lo suficiente para aquella ciudad.

¿Estás investigando a Perry Weillmar? Ten cuidado, Edgar, y déjalo estar -añadió tu antiguo amigo-, sea lo que sea. Perry no nos preocupa, pero su entorno es una verdadera mina de oro. Tenemos controlado a los Balleneros a base de chivatazos. Tengo que colgar. ¿Algo más? Aunque no lo creas, me alegra saber que aún te pica el olfato, viejo bribón...

Escuché atento a las palabras de mi amigo John. - Los balleneros... mierda, la mafia. Debí suponerlo al actuar de aquella forma esos tipos... ¿Debería decirle a los demás donde nos estabamos metiendo? Pero... ¿Qué hace la mafia enrollandose con cosas tan sumamente extrañas? Y dudo mucho que como dicen el Doctor Hubbard y George, sea algo que tenga que ver con Oriente. No me imagino la Mafia y las Triadas juntas. - Una vez termino de relacionar según lo que me dice John le respondo - Así que los balleneros, menuda sorpresa. ¿Podrías decirme donde estaba el negocio de Perry? Tranquilo, no te preocupes, no me meteré, pero hay un asunto que quizas implica visitar su negocio. Si te dijera lo que estoy investigando quizás no te lo creerías, pero si eso, en otro momento te cuento. Igualmente si puedes hacerme llegar algo de la información que tengais de dicho negocio, te lo agradecería me serviría de gran ayuda.

Muchas gracias por la información John. Te mantendré al tanto, y ya sabes que nunca pierdo mi olfato cuando hay algo bueno entre manos - dije con una sonrisa antes de despedirme con ya la información que me ha proporcionado John escrita en mi bloc de notas.

En la avenida McCarthy, en la zona de fábricas del sur. ¿Esque acaso no te acuerdas? Veré qué puedo hacer, pero yo no soy Santa Claus -dijo secamente-. En verdad no eran horas para pedir favores, y a tu antiguo compañero le había cogido por sorpresa aquella petición tuya. Cuidate, Edgar. Cuidate mucho.

Entonces supiste que aquello último lo decía por el tema de la mafia. Una cosa era tratar con aquella gente desde el cuerpo policial y otra muy distinta era hacerlo sin respaldo institucional.