Partida Rol por web

12 de Enero de 2018 - Clear creek, Territorio Yukon. 170 km de la frontera Este de Alaska, Canadá.

La masacre se había consumado... nadie había podido sobrevivir a la ira y sed de venganza de Hise, salvo unos pocos elegidos por él... de todo el cuerpo de seguridad, personal de limpieza, prisioneros y presos que vivían en el complejo subterráneo fueron asesinados la gran mayoría, solo un pequeño grupo llegó a escapar con lo puesto en uno de los vehículos que esperaban en un garaje en llamas. Ya fuera por armas automáticas disparadas al invertir su programación, que en el frenesí del fuego desencadenado provocaron explosiones secundarias en los silos de almacenaje de combustible... o por gases, al modificar el sistema de ventilación con el fin de aumentar la concentración de otros gases para matar por asfixia a los de los barracones o en los laboratorios, manipulando el sistema de válvulas liberando los gases nocivos que mataron de la manera más agónica a unos científicos que no pudieron escapar al tener bloqueadas las puertas.

Hise fue el único superviviente, y nadie pudo pedir ayuda al haber cortado todo sistema de comunicación del exterior, fue la muerte más silenciosa que vieron aquellas cumbres nevadas de Canadá. Ahí no había nada que pudiera servirle a Hise, por no decir que había dejado las instalaciones inservibles en muchos puntos, sobre todo, el que más podría interesarle, el garaje. El fuego provocado por las detonaciones había hecho arder a todos los vehículos que allí había, aún las llamas estaban vivas, calentando con intensidad el garaje y dejando ennegrecidos chasis de transportes y coches particulares. 

Ahora se habría un problema para Hise... el primero, ¿qué hacer? y lo siguiente... comprender los cambios que había experimentado. Ahora que estaba más sereno podría tratar de comprender que había pasado cuando su experiencia le decía que debería estar muerto... pero sobre todo... ¿cómo había controlado todas las maquinas? ¿qué era esa sensación de poder y control, de comunión con las maquinas y los bits?

Hise no se permitió el lujo de pararse a pensar en todo lo que había acontecido en esas instalaciones, ya tendría mas tarde tiempo para buscarle la lógica después. Comenzó a trazar mentalmente un plan de acción, necesitaba volver a la civilización y alejarse todo lo posible de esas instalaciones. Con el garaje completamente en llamas y con los vehículos inservibles Hise solo podría caminar hasta la zona habitada mas cercana, pero con una bata como única vestimenta no llegaría lejos con esas bajas temperaturas, así que fue directo a la sala donde los guardias tenían sus pertenencias.

Había visto a través de las cámaras la localización de la misma y registró las taquillas las cuales se encontraban todas cerradas con cerraduras electrónicas. Posó la mano encima de una de las cerraduras, un pequeño hormigueo le recorrió por el dorso de la mano y se concentró en el artilugio. Una punzada de dolor le hizo llevar las dos manos a la cabeza con un gruñido, miró la cerradura la cual se mantenía cerrada... ¿por que no cedía?, había podido controlar toda la instalación hasta hace solo unos momentos... Exhaló de forma pausada relajándose y lo volvió a intentar.

Hise, que no tardó en acceder a los vestuarios donde estaban los casilleros cerrados electronicamente. La sala estaba vacía, aunque encontró varias taquillas que habían sido dejadas abierta debido a la alerta que se disparó cuando comenzó la masacre. Toallas tiradas, botas y otros enseres estaban desparramados por el suelo del lugar.

La taquilla que Hise intentó abrir se abrió sin mucha dificultad después de que la pantalla de control pasara de rojo a verde y surgiera en la misma el mensaje de bienvenida con letras de color negro.

"Buenas tardes Sargento primero Whitecan"

Dentro de la taquilla Hise encontró un uniforme completo de sargento, con sus galones, gorra, chaleco kevlar, rodilleras y un abrigo completo de camuflaje militar preparado para la nieve. Al parecer, había tenido suerte con la primera taquilla que revisó, y encontró lo que necesitaba.

Hise no se sorprendió al notar el fluir de la corriente eléctrica de la cerradura y tampoco lo hizo cuando la abrió. Examinó el contenido del mismo y cogió lo único que le pareció necesario el abrigo militar de camuflaje, no quería llevar mas peso del necesario, antes de salir pensó en intentar borrar sus huellas de la taquilla, pero luego pensó en lo estúpido que sería intentar borrar por completo su rastro de las instalaciones. Examinó otras salas en busca de unas pocas provisiones, lo necesario para tres días como máximo y con apremio se dirigió a la sala de control y seguridad de las instalaciones.

No quería dejar cabos sueltos, a pesar de que había dejado marchar a a unos cuantos prefería minimizar las posibilidades de que el gobierno estadounidense supiera que había pasado allí, así que eliminó cualquier registro y vídeo de cámara de seguridad de la instalación de forma concienzuda. No se limitó al incidente e hizo desaparecer todo cuanto estuvo a su alcance.

Ya preparado Hise salió de las instalaciones por la puerta principal, las llamas poco a poco empezaban a cubrirlo todo. Mirando en dirección a la ciudad mas cercana empezó a caminar.

Hise encontró, en donde debía, es decir, en el almacén principal de viandas, raciones de campañas del ejercito americano, aunque estas tenían todo distintivo eliminado, códigos, etc... Eran raciones sencillas, aunque Hise nunca había comido alguna, le habían entrenado en supervivencia cuando fue reclamado para ese proyecto que le había supuesto una condena a muerte. Comida deshidratada o en pasta, un hornillo químico, pastillas potabilizadoras... todo lo indispensable para sobrevivir diariamente en ambientes alejados de un suministro habitual.

Una mochila llena de cajas para aguantar al menos durante una semana.

Salio por el hangar donde estaban almacenados los vehículos, que de ellos solo quedaba una serie de metales retorcidos y ennegrecidos dignos de algún artista de corriente modernista. Las puestas estaban abiertas de par en par y la fría noche se abría ante sus ojos seguida de un helado viento que hizo que tuviera que arrebujarse en su abrigo.

La nieve estaba compacta, pero lo suficiente como para andar sobre ella sin peligro de resbalar. Desplegó el mapa plástico que encontró en el abrigo después de inspeccionar los bolsillos y se ubicó con demasiada facilidad, había muchos cambios en su cuerpo, y uno de ellos era que se sentía más inteligente y se notaba más sensible al tacto. Cuando el tejido de los guantes acarició su piel notó cada filamento, cada poro, cada puntada que había dado forma a la prenda... era increíble esa sensación.

Pero no tenía tiempo que perder, debía salir de ahí. Primero tendría que ir hacía el sur, diez kilómetros en esa dirección que le llevarían hacía la carretera que conducía directamente hacía la ciudad de Dawson y su aeropuerto monopista... pero ¿sería prudente ir por ahí?

Hise exploró las posibilidades mientras caminaba... debía salir no solo de la zona, sino del todo el país. Y debía de hacerlo rápido antes de que saltaran todas las alarmas.

No podría ocultar su rastro de forma definitiva, pero con sus nuevas capacidades podría ponérselo difícil a sus futuros perseguidores. Decidió que la ciudad Dawson y su aeropuerto serían su objetivo, quizás cuando llegará allí podría decidir que hacer a continuación.

No esperaba que pasará desapercibido con esas ropas al llegar a la civilización, cuando llegará debía desprenderse de ella.

A Hise no le costó demasiado llegar hasta la carretera, estaba relativamente cerca y solo tuvo que ascender por un pequeño montículo. Nada más superarlo, la pequeña carretera, cubierta de una fina de capa de nieve, apareció ante sus ojos. Solo tuvo que invertir unos escasos veinte minutos para llegar hasta ella y comenzar a recorrerla en dirección hacía Dawson.

Cuando ya había pasado, al menos una hora desde que había abandonado el complejo subterraneo, Hise fue capaz de escuchar el inconfundible sonido del motor de al menos tres helicópteros, pero solo tuvo que esperar unos instantes hasta que fue capaz de verlos hacía lo lejos, y que inequívocamente se dirigían directos hacía la base, y en efecto, eran tres, de gran tonelaje, pero a esa distancia, y por la oscuridad de la noche, era imposible saber de que país eran, si Americanos o Canadienses.

Fuere como fuere, no pasaron cerca de la posición de Hise, pero cuando este los siguió con la mirada, pudo ver como a lo lejos, se acercaban unas luces blancas por la carretera.

Era demasiado pronto para ser visto, mucho menos con las ropas de los guardias de seguridad puestas. Hise intentó ocultarse aprovechando las ropas de camuflaje y su entorno, no iba a correr riesgos de momento. Se quedo inmóvil mientras observaba al vehículo pasar.

Hise se escondió con cierta facilidad, ya que con la cantidad de nieve que había le resultó fácil ocultarse. Desde su posición, podía ver sin ser visto, y conforme el vehículo terrestre se acercaba, Hise pudo ver que se trataba de un quitanieves, avanzando lentamente pero de manera constante y despejando la carretera cubierta con más de medio metro de nieve.

El tiempo pasó y pronto llegó el quitanieves hasta donde estaba Hise, el cual, escondido en el lateral de la carretera recibió una enorme cantidad de nieve que lo sepultó por completo evitando que este pudiera ver u oír nada bajo tal cantidad de nieve... pero ahí estaba, vivo, huyendo y sin que lo hubieran descubierto, al menos, por ahora. Calculo con facilidad el tiempo que debía esperar para que el vehículo estuviera lejos y se sintiera relativamente seguro, aunque, podría salir de su tumba de nieve para descubrir una carretera despejada y frecuentada por otros coches... el caso, es que sino salía pronto de ahí, pronto empezaría a congelarse.

Hise se vio forzado a seguir avanzando de ese modo, medio escondido en el lateral de la carretera. Al menos, durante el trayecto, tuvo que esconderse en cuatro ocasiones ya que como la carretera fue despejada por el quitanieves, el trafico estaba abierto y empezó un tímido goteo de conductores que circulaban por esa carretera.

Fuere como fuere, Hise se puso mantener oculto, sobre todo por dos grandes motivos y que no tenían que ver con su habilidad de jugar al escondite. El camuflaje robado en la base lo mimetizaba perfectamente con el ambiente sumado al a ingente cantidad de nieve retirada y depositada en el lateral de la carretera. 
Con el transcurso del tiempo los helicopteros comenzaron a escucharse nuevamente surcando el cielo, pero esta vez no iban en formación y solo eran dos, iban volando en círculos, seguramente buscando a algo o alguien ya que en ese instante, Hise cayó en algo, no había cubierto sus huellas en la nieve, por lo que seguramente lo estarían buscando; y ese hecho se confirmó quince minutos después.

Después de haber recorrido una amplía curva de la carretera y de que en el horizonte, a un kilómetro, apareciera la figura del aeropuerto monopista de Dawson; Hise pudo ver que estaban siguiendo su rastro. Puede que ahora fuera más inteligente, pero su falta de experiencia en esos campos, hizo que fuera incapaz de cubrir su rastro y aunque no parecía que lo hubieran visto en la distancia, una escuadra compuesta por cinco soldados con uniforme militar estaban siguiendo los pasos que había dado Hise, y, para más inri, ahora había otros aparatos sobrevolando la zona... pequeños "littlebird" iban de un lado para otro cortando el aeropuerto y bloqueándolo... la situación era cuanto menos peligrosa para Hise.

Hise hizo una mueca, no esperaba que las cosas fueran fáciles para él pero tampoco esperaba una reacción tan rápida y contundente por parte de sus perseguidores. La opción del aeropuerto ahora quedaba descartada, sería imposible que nada despegara ahora de ese aeropuerto.

Hise centró su atención ahora el la ciudad de Dawson, debía moverse rápido y debía hacerlo sin dejar un rastro claro, tendría que ir por en medio de la carretera siempre que no cruzaran coches y algún helicóptero sobrevolara la zona, intentando dejar el menor rastro posible.

Pensó por unos instantes en hacer uso de sus nuevos poderes, ¿podría intentar controlar los helicópteros?, ¿podría hacerlo a tal distancia?. Sea como sea si detectan problemas con los helicópteros enviarían mas refuerzos y eso no sería bueno para Hise. No, debía seguir por carretera.

Hise no conocía de todo el alcance de sus poderes, pero algo le decía en su interior que a distancia no sería capaz de controlar nada, por ello descartó esa idea por dos motivos, incapacidad y evitar llamar la atención, aunque estaba quedando bastante claro que sabían que había un superviviente y lo estaban siguiendo. Demasiados aparatos sobrevolando la zona, un aeropuerto cortado, patrullas de soldado a pie y un cerco que parecía cerrarse por momentos.

Tras otra media hora de caminata, llegó hasta el perímetro del aeropuerto, y ahí ya era imposible seguir avanzando. Habían llegado más tropas en ese momento, y la pista era un hervidero de soldados recibiendo ordenes de despliegue. Hise fue capaz de ver eso después de haberse colocado entre unos contenedores de almacenamiento próximos a la única pista del modesto aeropuerto.

Esperando a algún momento propicio, Hise pudo escuchar con total perfección como se escuchaba un trueno. Resonó por todo el lugar y cuando este miró al cielo, descubrió que estaba libre de nubes, pero evidentemente aquello no pasó inadvertido para los soldados, que nada más escuchar el estruendo, salieron en grupos de cinco en todas las direcciones; pero entonces el "chino americano" sintió como alguien lo agarraba por el brazo provocando que Hise se girara asustado. 

Cuando Hise se giró vio una mujer, bastante atractiva, vistiendo una cazadora de piloto y unas gafas mono cristal de color anaranjado. La chica en cuestión le sonrió con jovialidad y se llevó el dedo indice a sus labios profiriendo un ligero - shhhh... somos amigos - su voz resultó algo aguda, pero no importó. Sin previo aviso empujó a Hise y lo colocó de espaldas a un contenedor justo cuando una patrulla de soldados pasó corriendo a escasos dos metros de la posición de Hise - soy Spark... y estas jodido ¿necesitas ayuda? - la chica no dejaba de hablar en susurros, evidentemente no quería delatar su posición.

Hise se sobresaltó al ser agarrado, su corazón empezó a latir de forma desbocada ante la idea de ser atrapado. Ni siquiera se tranquilizó al ver que no eran los soldados que le estaban persiguiendo los que habían dado con él. Tomo aliento intentado relajarse

-Amigos... supongo que puedo deducir que no estas con ellos...- Dijo en susurros. Hise empezó a examinar a la chica en busca de cualquier señal electrónica que pudiera llevar encima, si resultaba ser peligrosa para él tendría que buscar alguna forma de librarse de ella.

-Ayuda... se podría decir que la necesito y sé que no tenemos tiempo para explicaciones pero... dime por que debería fiarme de ti.

Spark se movió con cierta gracia y le sonrió con cierta picardia - puedes confiar en mi, o... en ellos - señaló a los helicópteros que iban de aquí para allá; pero antes de que pudiera responder Hise, le dio un leve golpe en el hombro - hay mucho que desconoces... demasiado si cabe, y has sido cómplice de algo horrible... no sabemos que ha pasado, solo que tú eres el único superviviente... dime ¿qué pasará si ellos te cogen? - hizo una pausa y se mordió el labio inferior con gesto distraído - yo te ofrezco ayuda, pero aquí no podemos hablar - su timbre de voz era divertido y jovial, parecía una niña en el patio de recreo interpretando un juego de rol, pero evidentemente, aquello no era un juego, estaban rodeados por una cantidad ingente de soldados y vehículos militares sin bandera en terreno candiense. 

-Solo quiero asegurarme de que no salgo del fuego para caer en las brasas. Si soy el único superviviente eso significa que los que escaparon antes que yo están muertos por lo que cuentas. Preferiría no unirme a ellos, así que de momento aceptaré tu ayuda.

La mujer asintió con marcialidad y, sonriendo, aferró a Hise por ambos hombros. No dijo nada, ni Hise pudo reaccionar, pues, en seguida, sintió una terrible sensación de vértigo, como si cayera desde un avión en llamas... pero esa no fue la única sensación que tuvo... algo electrizante recorrió cada célula de su cuerpo para luego sentir ingravidez, todo a la vez, y todo de la peor manera, como si te tiraran un jarro de agua helada en mitad de la estepa siberiana.

Hise y la chica aparecieron en otro punto, lejos de donde estaban pero lo suficientemente cerca como para el aeropuerto y todo el despliegue militar. En gran medida estaban a salvo y Hise, unos segundos después, recordó que acababa de escuchar otro trueno. Sin duda, gracias a su nuevo intelecto, supo que el trueno lo provocaba ella al teletransportarse, porque, sin duda, eso era lo acababa de pasar, se habían teletransportado.

Aún así, Hise, instantes antes de ser teletransportado, pudo percibir el bulto cuadrado de un comunicador o móvil en el bolsillo derecho de Spark y un auricular en su oreja derecha, pinganillo pequeño, ahora, el micro no fue capaz de verlo.

La chica se quedó en pie mirando a Hise como invitando a que preguntara, no había perdido la sonrisa. 

-Pero que...

Hise miró alrededor intentando situarse en el nuevo entorno. Su mente empezó a procesar toda la información que podía en los pocos segundos que tardó en cambiar de posición de forma tan abrupta.

-Vale...- Dijo tomando retomando el aliento -Será mejor que empecemos con las explicaciones... ¿Para quien trabajas? Y mas importante que eso, ¿que queréis de mi?.

Spark sonrió satisfecha, adoraba perturbar a la gente con su poder, y nuevamente, lo había conseguido. Se llevó un dedo a la mejilla y se golpeó con gracia un par de veces - pueeeeeeeeees... - miró a Hise recuperando la sonrisa - pues para gente que no experimenta con inocentes ¡eso! - alegre con su propia respuesta, le tocó afrontar la segunda - pues... pensé que estaba claro - comenzó con cierta confusión - salvarte