El aguerrido Barón Erwin von Hart se ha cansado de las idas y vueltas de su hijo. El joven Arnold ya cuenta con 17 primaveras y está en edad casadera: su padre no permitirá que pase otro año sin tomar esposa. El Barón lo enviará a cortejar a la hija de un acaudalado burgués en la aldea de Altenberg. Una alianza así podría salvar a la dinastía Hart, cuya fortuna sufrió un grave revés tras su participación en la Guerra de los Destronados.
Eres un servidor del Barón Erwin. Tu misión es acompañar a Arnold von Hart en su viaje, protegerlo de todo peligro, aconsejarlo y asegurar que el muchacho corteje exitosamente a la doncella en cuestión. Sencillo, ¿verdad? Sería una lástima que Arnold fuera un niño caprichoso, insensato y con la mente puesta en fantasías románticas absurdas que te hará la vida imposible. Claro, sí, una lástima... oh, no, tranquilo, todo saldrá bien.
Esta partida es parte de Últimos días del mundo, una campaña que se juega en módulos independientes y autoconclusivos, con posibilidad de que los personajes regresen para futuras aventuras. La ambientación es casera y no hace falta conocer nada de ella. Basta con decir que es un mundo de fantasía oscura, con una estética tipo siglo XVIII y con algún que otro plagio a Canción de Hielo y Fuego y The Witcher.
- Ritmo medio: tres mensajes por semana (un mensaje cada 48hs).
- Duración estimada de entre dos y tres meses.
- Partida +18 por la violencia: se asume que todo el que quiere entrar es mayor de edad.
- Sistema ¡Arrr! Vieja Escuela Piratas.
- Partida para 2 jugadores nuevos en la campaña, con 2 lugares ya reservados.
- Se admiten VIPs.
- Hilo de reclutamiento. ¡Interesados dirigirse ahí!
Solo quien sabe amar
puede aprender a volar.
Sus rojos labios besar
bien vale tanto penar.
~Extracto de un pésimo poema de Arnold von Hart, quien solo sabe rimar verbos en infinitivo
¿Una esposa? ¿Para qué? Si por dos cobres me pago una puta.
~Palabras del sargento Rufus opinando sobre el matrimonio
La traición jamás se paga con traición. Se paga con la espada, el fusil y la horca.
~Barón Erwin von Hart