Mientras Arnold escucha tus argumentos, sus expresiones pasan de la decepción, a la ira, y finalmente se anclan en la resignación. Sabe que tienes razón, sabe que todo lo que dices tiene fundamentos, no es tan necio como para no darse cuenta.
—¿Adónde voy a llevármela?
El muchacho no había pensado en algo tan elemental como eso. Arnold se sienta en una silla. Parece que cargara con todo el peso del mundo y que le aplastara hasta reducirlo a una piltrafa. Durante un buen rato no dice nada, permanece en silencio bebiendo del vaso de agua que le has dado.
—A... a un lugar lejano. A comenzar una nueva vida. Podríamos ser pescadores. O herreros. O campesinos. Ah, Gerdie, no sé, no sé, no pensé en nada de esto. Sí, seríamos fugitivos, ella correría peligro, ella, que ni siquiera me conoce, quién sabe si mi padre nos daría caza... No, no, es cierto, tampoco puedo abandonar a mi padre, no después de la muerte de mi hermano.
>>Me casaré con Elsa. Tienes razón: es mi deber. Pero luego vosotros me ayudaréis a bajarle los humos. Con que deje de pegarle a sus sirvientes me contento. Solo cuídate de que no te pegue a ti, Gerdie.
Cuando le ofreces la posibilidad de escaparse si las cosas no mejoran, Arnold sonríe con algo de esperanza y te da la mano.
—Tenemos un trato. Si dos años después de casarnos, Elsa sigue igual... me ayudarás a huir. Gracias, Gerdie. Sé que no soy fácil, pero has sido la mejor amiga que podría tener. El día que componga un poema sobre la amistad, estarás en él. Se llamará Oda a Gerdie.
El muchacho musita algunos versos en voz baja, mientras el sueño le va cerrando los ojos. Fuera de la mansión sopla una brisa suave y la aldea duerme, con excepción de los juerguistas de siempre. El resplandor del incendio termina con el momento de paz.
Fin del capítulo AMORES QUE MATAN
Sigue en el capítulo UN MUNDO DE TRAIDORES...
Tu boca se une a la de Elsa. Minutos después, tu cuerpo se une al de Elsa. Más allá de eso, tu destino, tu vida, el nombre de tu familia, la fortuna de los Wint, todo cuanto has tenido, todo cuanto ansías tener, todo queda atado a Elsa.
—Lo mejor es casarnos ahora —dice después, mientras se coloca el camisón de vuelta—. De noche, sin que mi madre lo sepa, sin que tus amigos estorben. Oh, ya sé, ya sé, ¡las caras que pondrán! No me interesa. Tendrán que aceptarlo. Que las ovejas balen todo lo que quieran: un matrimonio ante un sacerdote de Fenre es legal, legítimo y eterno. Nadie puede oponerse. Vístete y vamos.
Elsa regresa a sus aposentos a colocarse un vestido de verdad. Os escapáis de la mansión sin ser detectados. Nadie presta atención: todos en la residencia duermen, y en la aldea también, a excepción de los juerguistas de siempre. Elsa sabe perfectamente adónde ir. En la Calle de la Harina hay un desvencijado templo de Fenre y un párroco que la cuida. El sacerdote es un hombre mayor, calvo y tiene pinta de que ya lo ha visto todo. Viste una túnica color rojo sangre, como hacen todos los presbíteros del culto de Fenre. Es el hombre encargado de celebrar tu matrimonio.
Elsa reparte unas monedas entre los borrachos y trasnochados que hay fuera del templo y les pide que sean vuestros testigos. La Calle de la Harina es una de las de mayor actividad nocturna de la aldea; allí no hay falta de almas perdidas. El sacerdote repite las palabras con aburrimiento: dos almas se unen para toda la eternidad, que lo que Fenre haga nada lo deshaga, que todo hombre y mujer venere esta sagrada unión, que os améis, cuidéis, protejáis y deis la vida por el otro, que respetéis los mandamientos... Elsa le hace un gesto para que se apure. El párroco llega a la frase crucial: ¿aceptas?
—Acepto a Reinmar de Wint como mi esposo. Para ahora y para siempre.
Luego de dar tu consentimiento, Elsa vuelve a esbozar su sonrisa lobuna.
—Elsa de Wint. Me gusta cómo suena.
Fin del capítulo AMORES QUE MATAN
Sigue en el capítulo UN MUNDO DE TRAIDORES...
La prostituta pone mala cara cuando no le das el pago completo, pero termina por aceptar la propuesta. La mitad es mejor que nada. Entras a la habitación cuando estás seguro de que todos duermen. Algunos están tendidos sobre los catres, otro está en una silla. La nota está encima de una cama de paja, hecha un bollo y arrugada, pero estás seguro de que es esta. Te acercas sin hacer un solo ruido y lees su contenido.
He oído los rumores sobre ella y son todos ciertos, Kurt. Se llama Rita y vive en el pantano en las afueras de Altenberg, en una cabaña, te he dibujado un mapa de cómo llegar hasta allí. Es bruja y alquimista, ni te imaginas la cantidad de nobles que la han contratado alguna vez. Nadie lo admitiría por vergüenza, pero a todos les sirve una bruja que sabe de venenos y brebajes mágicos. Ahora Rita buscando a un pelirrojo para fabricar una pócima del amor. No sé para qué necesita al pelirrojo, tal vez lo sacrifica, pero no tiene por qué importarte. Si consigues una persona pelirroja y se la llevas nos haremos ricos, Kurt.
La breve carta está llena de errores de ortografía. Imaginas que habrá sido escrita por otro bribón de poca monta como Kurt. Dejas la nota donde estaba y te retiras de la habitación. Nadie se ha percatado de tu presencia. Estás a punto de volver a la mansión de los Metzger cuando ves el humo del incendio.
Fin del capítulo AMORES QUE MATAN
Sigue en el capítulo UN MUNDO DE TRAIDORES...