Finalmente lográis inventar una buena excusa para ausentaros ante las preguntas que los conspiradores hacen respecto a vuestra inesperada salida.
No os cuesta encontrar el campamento gitano, puesto que todos en los alrededores conocen y critican la presencia de tal asentamiento. Sin embargo, no encontráis allí ni rastro de vuestro amigo.
Durga Syn en canvio, os invita a pasar a su refugio y os pregunta por vuestros progresos, respondiendo que Giani fue a visitarla pero se fué a la misma noche.
En el viaje de vuelta aprovecháis para cazar y llenar vuestras reservas y el resto de noches pasan lentas y aburridas en la posada del león. Pero al menos os tenéis los unos a los otros.
Vuestros sires os dedican algo del poco tiempo que pasan en aquel refugio entre sus idas y venidas constantes. Allí os entrenan y enseñan a utilizar vuestras recién adquiridas dotes.
- Coged vuestras cosas, nos movemos.
La voz de Lady Dymitra despierta vuestros cuerpos echados en los respectivos ataudes donde descansais. El cielo todavía violeta a penas ha terminado de anochecer.
Bajo la posada, las carrozas os esperan con todos los conspiradores listos en su interior o montados en caballos muy cerca. Dos horas os separan del monasterio, donde un par de monjes os esperan abriendo las grandes puertas y guiandoos hasta el claustro posterior.
Seguimos en la Escena8: La ofrenda