Partida Rol por web

Fueron a parar a un rellano en medio de la cordillera que da al mar, océano o lo que sea. Por todos lados hay terreno escarpado difícil de transitar, excepto por un recorrido que desciende entre las rocas, que sigue siendo peligroso, pero no hay muchas más alternativas. Delante de ustedes hay una caída de varias decenas de metros, plagada de rocas picudas y olas que rompen cuellos.

El horizonte se ve bonito, con el atardecer a vuestra izquierda reflejado en la superficie del agua y el cielo de un color anaranjado con algunas nubes oscuras. Pueden ver en la distancia un barco, distinguen dos mástiles, así que se trata de una nave pequeña. Es complicado saber si se está moviendo o no y en qué dirección, también qué tan lejos está.

Procuraba avanzar bien pegada a la pared de la montaña, llevando cuidado de dónde ponía los pies para no despeñarme. Buena muerte heroica sería esa...

—Cuidado por dónde pisáis— advertí. Era la más pequeña (aunque no por ello más ágil), pero sí tenía los sentidos más agudizados, por lo que me encargué de abrir la marcha.

No tardamos demasiado en divisar un barco a lo lejos. Pese a mi visión felina, suponía que mis compañeros no estaban tan ciegos como para no verlos. Ahora la cuestión era otra. —¿Creéis que es buena idea llamar su atención?— siempre podía lanzar un virote mágico con una forma extravagante para que nos viesen, pero aun nos quedaría bajar hasta la costa para que nos pudieran recoger. —Mejor no, no vayan a ser hombres del rey.

Hace frío y estamos en un lugar escarpado a pesar de estar tan abajo. Ni hablar, no pienso despegarme de Kokoro, y tampoco pienso dar un solo paso sin cuidado.

Observando el paisaje diviso el barco y me pregunto mentalmente lo mismo que mi amiga.

—Quién sabe. La cuestión es que tenemos que encontrar un camino que nos lleve de vuelta a Épinne. Un momento, creo que puedo ayudar con eso— cierro los ojos concentrado —Guidance...

Lanzo la plegaria guía para que mi diosa nos guíe por el mejor camino para regresar a Épinne.

Intento hacer que Soji agache la cabeza -y los lomos- en lugar de alzarse

- Compañero, que aun no sabemos de los peligros de este sitio, y bien ha dicho Kokoro que estos pueden ser los hombres del viejo verd... esto... del rey Grillok. Mejor estar atentos, y tratar de discernir algo

Me intento fijar en la bandera que tiene el barco. Si es que la lleva

- Mirad... consultaría que bandera es en uno de los libros - digo sacando los que hemos saqueado - ¡Pero es que se me da fatal!

Esta vez aparece una enorme luna luminosa flotando encima del barco aquel. Sólo tú la ves y se esfuma a los pocos segundos.

El barco se ve un poquito más grande que hace unos minutos y ahora la bandera es más visible: un fondo celeste con una rosa plateada rodeada de espinas. Ese diseño no aparece en ninguno de los libros que han leído hasta ahora.

Mientras continúan por el camino pedregoso con supremo cuidado de no caerse, llegan hasta otro rellano que está mejor conectado a la orilla, una playita en la que ven una entrada a una cueva. Desde donde vienen ustedes hay roca y más roca, pero al otro lado se empieza a divisar un bosque. Les lleva más de diez minutos llegar hasta ahí y el alivio es grande cuando finalmente llegan a un suelo firme.

Cerca de la entrada de la cueva hay un grupo de personas montando una tienda de campaña, ataviados con armaduras, trayendo mochilas y petates que van descargando. Uno de ellos destaca entre los demás por su armadura color obsidiana y una enorme espada prendida a su espalda.
—Según el mapa, esta es la entrada más próxima para llegar allí. Fue buena idea circunvalar la cordillera, chicos.

En la orilla hay dos botes y más en la distancia ven anclada una fragata de tres palos, con velas cuadradas y la bandera de Dustrun en la punta del mástil más alto.
Observando mejor a ese señor, notan una cicatriz en forma de equis en su cara, con un gesto hosco y severo, tiene perilla y un cabello castaño tan liso que no se puede creer.
—Nos adentraremos temprano en la mañana, preparemos una cena potente y descansemos bien —le explica a sus hombres, que asienten con orden y disciplina y continúan con su labor.

Me siento aliviado cuando llegamos a suelo firme. El barco ese que vimos no dejó de inquietarnos por algún motivo, y no fue hasta que vimos el mástil de uno de los barcos cuando hace saltar mis alarmas. Agarro a Kokoro para asegurarme de que no se quede a la vista e indico a Kei que se oculte.

—¡Quietos! Mierda mierda mierda. Estos tíos podrían ser del reino de ese rey viejo verde— susurro señalando la bandera de uno de los barcos —Aunque por otro lado la plegaria guía me señala el otro barco. Hum...

Intento razonar las cosas. Por un lado, lo último que quiero es tener gresca con esta peña. ¿Pero qué hacen aquí? ¿Estarán buscándonos? ¿O quizás anden detrás de Ozax? Pero por otro, quizás ésta sea la mejor forma de regresar a Épinne.

—No consigo sacar nada en claro... ¿tenéis alguna idea?

Cuando lanzo la pregunta evidentemente me giro hacia Kokoro. De los 3 ella es la que tiene más cerebro.

Estuve tentada de besar el suelo de la tan ansiada playa, al menos hasta que vi movimiento... Procuré quedarme en un rinconcito, escondida tras alguna piedra o punto muerto de quienes se encontraban allí. El barco más cercano, y del que probablemente habían aparecido, era el del viejo verde.

—No me gusta— nos cortaban el paso. O continuábamos y dábamos explicaciones... o esperábamos a que seguramente nos pillasen. —Es posible que hayan venido buscando la "otra" entrada de la cueva— esa que nosotros habíamos encontrado por puro azar. Y por tanto, buscaban el orbe. O más bien lo buscaba el rey... Tampoco sabíamos si el segundo barco que se veía ondeando una bandera diferente eran aliados suyos o iban en su busca.

Como fuera. —Tengo una idea... creo. Puede que no resulte, pero no me hace gracia que puedan ir a por ese orbe que parece tan chungo.

Miré a ambos. —Kei, necesito que vengas conmigo de nuevo a la entrada de la cueva— sí, no me hacía ninguna gracia tener que volver sobre mis pasos. —Sojiro, tú tendrías que quedarte escondido aquí—. Puse la mano sobre el hombro de Sojiro, —Telepathy. Ahora estaremos en contacto. Avisa ante cualquier movimiento sospechoso.

Me quedo mirando con una molesta intranquilidad la bandera durante un momento.

Rosa y Espinas. La rosa suele significar nobleza, las espinas la crueldad. Pero por otro lado me quedo mirando la espada del guerrero ¡Menudo pedazo de cacharro!

Instintivamente, echo la mano al mango de mi espada, sin llegar a desenvainar, buscando una respuesta de mi compañero, de Durandal y del Bravo Roldán

Tras sentir lo que sea que me diga, miro a Kokoro

— Eres el cerebro del equipo, así que si tu tienes un plan, voy contigo hasta el final. Let's GO!

—Capitán, el campamento está listo —le dice uno de los soldados al tipo de la armadura negra—. Parece un sitio tranquilo y difícil de acceder, pero montaremos guardia de todas maneras, de tres en tres durante la noche.
—Me parece estupendo —responde el capitán, al o que el otro asiente y se golpea el pecho con el puño.

Se le acerca entonces otro soldado más.
—Igurn está listo para explorar la entrada, señor.
—Pues que vaya, su objetivo es identificar trampas y cualquier otro peligro que pueda haber, para que no nos tome por sorpresa. Debe regresar en menos de una hora.
—¡Sí, señor!

Ahora ese soldado va a hablar con un muchacho cuyo aspecto difiere del resto de los allí presentes. Está descalzo, tiene pantalones raídos y lleva un poncho que revela sus sendos abdominales, su melena despeinada le pasa la cintura. Sus orejas y cola de gato dejan en evidencia su raza, su piel es bronceada y sus ojos de un color rojo brillante, tiene una cara aniñada que desentona un poco con el resto de su apariencia. También tiene un físico bien musculado, pero parece más entrenado para velocidad y agilidad que para fuera, puesto que no abulta ni es corpulento.
—Descuide, jefe, a la menor señal de peligro me vuelvo.
Y antes de que su superior le pudiera responder algo, se va como un rayo corriendo en cuatro patas hasta el interior de la cueva.

Asiento con la cabeza al conocer el plan de Kokoro. No me gusta anda que decidan regresar allí, y se lo hago saber.

—No me gusta nada ese plan, es mejor dejar ese orbe en paz. Si esa gente es tan imbécil como para ir a por él no es nuestro problema, pero si estimas necesario hacer algo simplemente tened cuidado. Yo permaneceré escondido, no pienso involucrarme con esa peña.

Tras esas palabras observo el panorama, llamándome la atención el joven nekojin de pelo rojo que se mete a todo correr en la cueva.

—Me estás empezando a fastidiar, mocoso.
Oyes en tu mente una grave voz masculina que te hace temblar los huesos.
—Llámame cuando de verdad sea necesario, no cada vez que respiras.

Por el camino probó la telepatía para asegurarse de que podía comunicarse con Sojiro sin problema.

Volviendo sobre nuestros pasos llegamos de nuevo a la entrada de la cueva de los limos. No sabía seguro si esos tipos la estaban buscando o no, pero por si apareciera alguien que sí lo estuviera... mejor prevenir.

—Bien, Kei, necesito que traigas la puerta— señalé al final del pasillo que habíamos recorrido para salir del lugar. Esa puerta había cedido sin ningún tipo de problema y no hacía ningún tipo de función allí donde estaba. —Había pensado en encajarla de alguna forma en la entrada de la cueva e intentar camuflarla con un hechizo.

Esperé a que Kei siguiera mis instrucciones para proseguir con el plan.

—Magic trick— en principio, cambiar la apariencia de la puerta y ponerle un estampado rocoso no tenía que ser muy complicado. No pensaba en cambiar el material, cosa que suponía que no funcionaría, sino camuflar la madera con otro color más parecido a su entorno.

Sojiro, ¿me recibes? ¿Todo bien por allí?

Me quedo mirando con incredulidad

— Por "Traerla" ¿Te refieres a que la arranque de los goznes y la ponga a tus pies? ¿En serio? — No lo digo dudando del buen juicio de la maga. En verdad es en parte por querer confirmarlo, y por la incredulidad de si por fin puedo poner a prueba mi fuerza aumentada sin que nadie me embronque, sin que llamen a la guardia, me llamen "Demonio" o "Cacho de Mula"

Me acerco a ella, y para mi decepción, la puerta en sí ya habia cedido

— Jo... — digo llevandosela

—Mmm... sí— en vistas de que parecía tomarse todo demasiado al pie de la letra, me apresuré a especificar. —Pero no te cargues ningún muro ni pared— no quería volver a pasar por aquel momento en el que Kei desapareció tras una nube de humo y piedras.

Luego de que se fuera el muchacho para la cueva, el capitán armaduroso va hasta una mesita con otros de sus hombres y extiende allí un mapa mientras les explica cosas que no alcanzas a oír.

—¿Te sigue pareciendo buena idea esto, Georg? —pregunta una mujer que sale de la tienda que se acaba de montar. Debe tener más o menos tu edad, con una figura y rostro atractivos y pelo rosa cayéndole hasta las caderas y por encima de los hombros, con un flequillo que le cubre el ojo izquierdo. Viste un uniforme que puede ser escolar, es muy parecido al que lleva Vastin, pero con obvios cambios femeninos: Vastin no usa falda ni medias con liguero. De calzado lleva botas con taco grueso revestidas de metal y trae un sombrero puntiagudo de ala ancha en la cabeza.
—No del todo, pero órdenes son órdenes, además, ¿no estás contenta de volver a ver a tu padre? —responde el capitán, con una sonrisa que sólo utiliza la boca, el resto de su cara se mantiene ceñuda.

—¿Volver? Apenas lo recuerdo. Francamente, no estoy segura de si me gustará lo que me encuentre ahí.

De golpe oyes una voz en tu mente, no es la de Orphea, sino la de Kokoro:
—Sojiro, ¿me recibes? ¿Todo bien por allí?

Estoy concentrado en lo que estoy escuchando cuando Kokoro me habla. Pego un bote por la impresión y rápidamente vuelvo a recuperar la compostura. 

—Sí, todo bien. Estoy vigilando a esta peña. ¿Escuchas lo que pienso o hace falta que hable en voz alta?— pienso tratando de responder mientras vigilo al de la armadura y la chica.

Desde donde estoy apenas escucho lo que dicen, así que me acercaré un poco para escuchar mejor, con la mayor cautela que pueda.

Las cosas salen según lo planeado, no le cuesta trabajo a Kei mover la puerta ni a Kokoro cambiar su apariencia con su magia, la dejan taponando la entrada y queda camuflada si uno no se pone a escudriñar demasiado.

Tan pronto Kei termina su trabajo, oyes en tu cabeza la voz de Sojiro:
—Sí, todo bien. Estoy vigilando a esta gente. ¿Escuchas lo que pienso o hace falta que hable en voz alta?