Partida Rol por web

COMEDOR, MEDIODÍA

Probablemente, el shock de haber recibido aquella carta certificada en la que se pedía (o más bien ordenaba) vuestra presencia en la base militar de Blue Horizon aún os dura. Más aún después de haber asistido a la entrevista y de que os hayan contado lo que ocurre.

Se necesita vuestro trabajo, tanto aquí, como en el "Nuevo Mundo", porque la Tierra dentro de poco va a dejar de ser habitable. Pero vosotros, junto a otro grupo más, no muy numeroso que digamos, os salvaréis. Sólo vosotros. Y lo dejaréis todo atrás. Amigos, familia, todo. Todo lo que conocéis. A partir de este mismo momento. No vais a volver a salir de esta base si no es en la nave que hay que construir, así que se han encargado de traer todas vuestras cosas (las que han pensado que eran imprescindibles), os han enfundado en un uniforme, asignado una habitación, y explicado a dónde y a qué horas tenéis que ir a cada lugar.

Ya se sabe, militares.

Y es hora de comer.

Estaba en su salsa: Una base militar. Lo que no le acababa de hacer tanta gracia, eran las apocalípticas noticias que le habían hecho conocer a él y al resto de su nuevo pelotón: Iban a formar parte de un selecto grupo de hombres y mujeres destinado a salvar a la raza humana saliendo del planeta Tierra antes de su destrucción final ¿Cómo era eso posible? ¿Y por qué él? ¿Y por qué los demás que estaban ahí? Todo preguntas sin respuesta que estaban en su cabeza.

Todo aquel caudal de información, bullía en su cabeza mientras se dirigía al comedor después de la última reunión con la Inteligencia Militar. De momento no les podían facilitar información más útil. Estaba claro que tenían miedo de que alguien se escapara de allí sabiendo demasiado sobre este proyecto ultrasecreto.

Abrió la puerta del comedor y la apacible calma del pasillo, se convirtió en bullicio: Varios cientos de personas, ocupaban prácticamente todas las mesas: Unos charlaban entre si y otros guardaban un pesado silencio ausente mientras comían.

Scott cogió una bandeja y se sirvió lo que le apetecía, ya que el servicio de catering, estaba bien provisto de multitud de platos. Tuvo la suerte de sentarse en una de las últimas mesas que quedaban completamente libres. Ya había hablado mucho en la reunión y ahora prefería comer en silencio, aunque no dudaba de que más tarde o más temprano, los otros cinco asientos de la mesa, serían ocupados por otras tantas personas.

En cuanto puso sus pies en aquella base Eugenius supo que no iba a salir nada bueno de aquello. Siempre había sabido que el mundo se iría a la mierda. De un modo u otro, casi seguro que provocado por los humanos, todo se iría a la mierda.

Apenas había traído equipaje consigo. No necesitaba nada material… Algo de ropa, escasos utensilios para la higiene personal, un ordenador y un par de libros. Estos últimos más como recordatorio de tiempos mejores, ya que normalmente leía, trabajaba y hacía todo con la tecnología. El auge del progreso.

Se miró de arriba a abajo. Ese uniforme militar le sentaba como un tiro. Había protestado y objetado todo lo posible en cuanto puso un pie en el interior de aquel recinto… pero había servido de bien poco. Aquellos cabezas cuadradas que apenas tenían un cerebro comparable al de un mosquito no atendían a razones.

Echó un vistazo alrededor, aquella sala era enorme pero apenas había huecos libres. Y para colmo de males encima tenía que llevar él mismo una bandeja con aquella comida… si es que se podía llamar comida a eso. Dudaba que tuviera los nutrientes mínimos.

Cerró los ojos y tragó saliva. Casi era mejor no comer… pero debía mantener su cuerpo con fuerzas… o al menos tener energía para que su cerebro pudiera pensar. El destino del mundo… o más bien de los supervivientes de la humanidad, iba a depender de él.

Sus pasos le dirigieron a una mesa casi vacía. Un hombre joven de cabellos marrones y aspecto de militar estaba sentado allí. ¿Un solitario? Eugenius se encogió de hombros mentalmente, tanto daba. Él no estaba ahí para hablar ni socializar.

Depositó su bandeja en el extremo más alejado de la mesa… justo al lado contrario que aquel hombre, y se sentó. Con la mirada en el plato y aguantando un gesto de asco, cerró los ojos y se llevó el tenedor a la boca. Si se lo imaginaba con fuerza aquello podría ser un jugoso filete de ternera, en lugar de un pedazo de suela de zapato correosa.

 3 días.

 Ese era el tiempo que había pasado desde que ese hombre y esa mujer del ministerio de interior Aleman prácticamente me habían sacado del laboratorio y metido en mi propio despacho con el simple poder de un tono urgente y unas potentes credenciales, porque sabes que cuando gente asi aparece sin llamar es que es algo importante, aun asi no me quité ni el traje de plomo solo para señalar la ardua molestía que suponía tener que atenderlos en mitad de mi trabajo.

 Y en retrospectiva, diría que poco tenían que ver con el ministerio del interior, pues lo que siguió a continuación es una de esas conversaciones que te cambian la vida, tan duras y tan profundas que no queda más remedio que terminar con un "pienselo y si cambia de opinión tome este billete de avión y aguarde instrucciones".

 Tarde exactamente  60 horas en tomar esa decisión, 2 noches en casa; sin aparecer por el trabajo, ni dormir luchando por destrozar sus argumentos sobre el fin del mundo, había pasado años luchando contra ese pesimismo, pero todos los proyectos de fitorremediación radiologica resultaban o ser ineficientes o fracasar, las tareas de ecoprotección resultaban meros tablones frente a la avalancha del desastre, la nueva climatologia dificultaba los trabajos de contención del clima en un entorno donde la inestabilidad social y politica hacían casi imposible saber siquiera yo misma recibiría fondos al final de este mes no hablemos de sostener un proyecto a escala planetaria durante al menos un siglo.

 Dijeron que tenían una solución, no fueron demasiado especificos, y dados sus propios argumentos apocalipticos cuando cojí ese billete de avión lo hice más bien con la sensación de ver que clase de "solución" definitiva habían alcanzado por encima de la totalidad de la comunidad cientifica, ya que vamos a morir tratemos de morir entre risas ¿no?

 No dije adios a nadie ni dí excusa alguna en el departamento, simplemente cogí una simple bolsa de deporte y eché unas pocas mudas y accesorios de higiene dentro y en cuestión de minutos ya estaba plantada en el avión, camino a un aeropuerto donde otro hombre; sin acordar cita ni habernos visto la cara en nuestra larga existencia, me reconoció y me dijo los nombres de los "funcionarios" del ministerio de interior, a estas alturas ya me parecía una especie de trampa sacada de alguna pelicula pulp pero ya que estaba aqui tampoco me iba a echar atrás por un poco de paranoia fantaseosa.

 Me dijo que dejase la bolsa, pues "ya no la iba a necesitar" y le acompañara en un coche; cristales tintados, color gris... no resaltaría ni aunque se le colocasen reflectantes en mitad de la noche. Asi, sin decirme nada simplemente me alejó de la ciudad a una zona remota sin decir una misera palabra tampoco en todo el viaje, y nada más ver las ya familiares torres de vigilancia, vallas y controles, me di cuenta de que me había metido en una base militar.

 "Ah perfecto" dije mientras me recostaba en el asiento, si había algún culpable de haber llegado a este punto eran exactamente los politicos y, por extensión, los militares, y si la "solución" tenía que venir de ellos era un mal comienzo de narices, pero de nuevo, ¿que mas daba ya? Por lo que cuando me echaron en una habitación de 5x5, me dijeron que me pusiera un uniforme y dado un nuevo horario no me molestó en absoluto.

 Excepto que me di cuenta de que hace 3 días que ni duermo ni como, de hecho de solo verme en el espejo parecía una especie de fantasma con el pelo desaliñado y una pesada cara de circunstancias, pero a pesar de eso, a pesar de estos 3 días y de una vida dedicada a vanas esperanzas tan solo me pregunté "¿que tengo más?¿Hambre o sueño?" y por poco llego a sonreir por la absurdez del asunto.

 Y en lo que pareció un parpadeo, entré en el comedor, arramblando con el catering dando claramente muy poca meditación a las consecuencias de llenar de esa forma la bandeja y me giré; al llegar diría que por el sueño no me di cuenta, pero de verdad que no había apenas un sitio libre, tan solo una mesa ocupada por otro de esos uniformados.

 "Maravilloso" me dije mientras cruzaba el pasillo de voces y miradas ante la desconocida, antes de clavarme al lado del hombre, dada la falta de sitio no sentí necesidad alguna de justificarme y tampoco estaba de humor. Simplemente eché la bandeja encima de la mesa y luego a mi misma encima del asiento, y para evitar futuras discusiones;

-Buenas.-Dije escuetamente, pero con una voz que parecía haber salido más bien de alguna caverna, nisiquiera sabía que tipo de mirada le tenía que estar echando ahora o que clase de expresión, pero debía de estar cerca de la cara de poker porque simplemente no sentía ni mi propio rostro, solo mi estómago solo el cerebro a punto de reventar por el cansancio.

No hay cosa que siente peor que un mono de militar standard.

Mi cara de pereza e indignación lo dice todo cuando entro en el comedor. Hago cola con la expresión de la costumbre de hacerla y con la  tranquilidad de que tampoco es que la bata de doctora sea muy sexi qude digamos, salvo algún pervertido que se ha hartado de porno, nadie encuentra atractiva esa indumentaria.

Solo fruta si es posible por favor.  Soy vegetariana. Le digo al tipo de la comida y luego oteo el horizonte . En una mesa hay dos que al menos están igual de perdidos que yo, asumo que son civiles y que están en la misión. Don "mandíbula machote" no se...

Buenas tardes . Digo tras acercarme. Soy la doctora Atkinson, Sarah. Y empiezo a dudar de que la humanidad merezca salvarse, ¿no creen?

Es broma.  Y me siento a degustar mi fruta, con parsimonia.

El teléfono, que se materializó en mi sueño como el extraño sonido de las campanas de una iglesia de carácter gótico frente a la cual había estado conversando con alguien sin rostro, me empezó a sacar de mi sopor y a transformarse en un martilleo a mi tímpano y a mi cerebro. La luz no ayudó en absoluto e hizo que mis ojos enfocaran a la nada con demasiada rapidez y ayudando a mi malestar. Había pasado demasiado tiempo la noche anterior trabajando en los planos de un centro médico y casi no habría dormido.. ¿Qué hora era? A juzgar por la rápida mirada al despertador holográfico, unas dos horas y media. 

La llamada resultó ser uno de los militares con los cuales había contactado hace unos años mientras estaba trabajando en mi doctorado. Durante ese tiempo me acabé acostumbrando a la diligencia matemática de los señores uniformados. Me citaba a un nuevo proyecto de carácter secreto y a una debida explicación en su despacho en un par de horas. 

Me vestí y me hice un café, recordando la conversación con Bob la noche anterior. Mi ausencia de necesidad de tener relaciones sentimentales era preocupante para el único amigo que tenía, y también para mis antiguos compañeros de orfanato, de universidad... Para mi era algo normal e innecesario; pero por algún motivo que nunca llegué a entender solía provocar multitud de reacciones de enfado en los hombres con los cuales había tenido algún tipo de contacto sexual. Así que de un largo tiempo para acá había optado por evitar encuentros físicos, para no tener que aguantar los desvaríos emocionales de otras personas por una temporada. 

Sumida en mis pensamientos – que gracias al café se fueron transformando en otros más provechosos de carácter laboral – llegué al despacho del coronel que me había citado, donde me explicó lo que yo ya sabía desde mi temporada en bases militares haciendo mis investigaciones para el doctorado: el mundo se iba a la mierda. El ultimátum y la perspectiva que este me ofrecía me parecieron muy jugosos y no necesité ni cinco minutos de las 60 horas que me dio para reflexionar, tomar una decisión y dejar los asuntos de mi vida terrestre en orden. En un lapsus de mi pensamiento me di cuenta de que el destino de Bob estaba con el del resto de billones de humanos que habitaban la tierra, pero tampoco es que yo pudiera poner una solución a ello, así que mi parte lógica me invitó a abandonar esos pensamientos. Un mensaje a Bob "Estaré fuera por una temporada, espero que todo te vaya bien." no sería nada raro para él, durante mis investigaciones solía desconectar. Aunque lo cierto es que sentí una punzada de culpabilidad al mentirle, me repetía a mi misma, no podía hacer nada más que llevar el destino de la raza humana a otro planeta para remendarlo. 

Las estancias de la base militar a la que me dirigí no diferenciaban en absoluto de otras en las que ya había estado, y su carácter neutro, homogéneo gracias al uniforme y a la arquitectura de los espacios me confortaban con un tono casi familiar, supongo que por haber vivido en un orfanato hasta que me fui a la universidad. Me vestí en mi pequeño cuarto con el uniforme asignado, y al mirarme al espejo quedé satisfecha con la imagen que este me devolvía. Encajaba perfectamente en el entorno y eso me agradaba. 

Di un leve repaso a las pocas pertenencias que había traído conmigo, básicamente útiles de trabajo y un ajedrez holográfico. Los dejé descanso ordenados sobre el escritorio para mis efectos personales y me dirigí al comedor. Una de las pocas cosas que le disgustaban de los militares, igual que en el orfanato, era la comida, que básicamente se podía resumir en una sola palabra: pésima. Tomé una combinación de nutrientes respetables (proteína en mayoría y carbohidratos de absorción lenta, es decir un filete y verduras) y algo de agua y vagué entre las mesas hasta localizar los dos únicos sitios de una mesa en todo el comedor que quedaban disponibles. Me senté al lado de una mujer de pelo largo que parecía haber elegido una pésima combinación de alimentos. Cuando llegué escuché la última frase que había dicho, y quedé esperando a que el resto de los presentes respondiera. 

Como sospechaba, la mesa no tardó en llenarse. Uno a uno, personajes de lo más variopinto, se fueron sentando a ella:

El primero eligió el lugar más alejado del mío y ni saludó. Al menos la segunda soltó un Buenas, al que correspondí con otro escueto "Buenas" en cuanto pude tragar la comida que tenía en la boca.
Sé por experiencia que  ni tienes que pasarte de simpático ni de "seco" con un desconocido: Te pueden echar fama de ser "El simpático" o de agrio por una primera impresión que quizás nada tiene que ver con tu forma real de ser, así que lo mejor es responder con la misma fórmula. Parecía no haber pasado muy buena noche: Todo lo que tenía de atractiva, estaba desvirtuado por las huellas de lo que supuse unos últimos días agitados.

 Buenas tardes. Soy la doctora Atkinson, Sarah. Y empiezo a dudar de que la humanidad merezca salvarse, ¿no creen?

  Esta era la siguiente de los "invitados" a la mesa. Al fin alguien con ganas de hablar y un mínimo de educación. Aunque en una base militar, bien podía prescindirse de ella. Al fin y al cabo, aquí primaban las órdenes. Y las órdenes, no se daban con educación. Aún así, era personal civil (como parecían todos a la mesa salvo yo, pese a los uniformes) y siempre era mejor demostrar que los padres de uno, no se habían gastado el dinero en vano.

 - Buenas tardes, Srta. Atkinson. Yo soy Scott. Scott Graham -dije tendiéndole la mano- Mal empezamos si dudamos de nuestra misión sin siquiera haberla empezado ¿no cree?

  En ese momento pensé que debería haberme mordido la lengua: Atkinson parecía estar al día de la misión y yo también lo estaba, pero los demás sentados a la mesa, no tenían por qué estarlo. Enterarse del objetivo de la misión, podía desencadenar en ellos angustia, depresión... Y quizás después, el pánico, así que intenté "arreglarlo" de alguna manera:

  - ...Cada uno tenemos una misión diferente que cumplir ¿verdad? Y en sitios como este, a veces nuestra misión es cuestión de vida o muerte: Hay que creer en el éxito siempre, jajaja.

Y volví a pinchar algo de mi comida. No sé si sonó convincente o no, pero prefería pasar por ser un poco tonto (los civiles siempre piensan que el término "Inteligencia Militar" es una utopía) a que existiera la posibilidad de ser quien revelara un secreto que debía estar bien guardado.

Fue en aquel momento cuanto se sentó a nuestra mesa otra silenciosa mujer.

"Como todos los que suban a la nave sean parecidos a estos, la nueva colonia va a ser una juerga contínua" -pensé-. Y volví a concentrarme en mi plato.

Una pequeña sonrisa torcida asomó por mi rostro, y mis pensamientos no tardaron en darle forma al movimiento de mis labios. 

- Tengo la sensación de que me he sentado en la mesa correcta. El 99% de la población no merece ser salvada en ninguna situación, ya que han sido los únicos responsables de estar donde están. La cuestión es qué hacer con los que sí merecen ser salvados. Aunque tengo entendido que emitir juicios de valor de tal calibre entre desconocidos no te deja en buen lugar. No obstante, a mi eso me importa un bledo. Imagino que a usted tampoco, sra. Atkinson. Srta. Hudson, Triss Hudson. Busco la mano de ambos con una franca sonrisa, y no puedo evitar dedicar un rato más a las marcadas facciones del rostro de Graham. 

Hudson me tendió su mano, que estreché con intención de que no le doliera, pero para mi sorpresa, me encontré con una mano que aún delicada y femenina, estrechaba la mía con firmeza.

Volví a sentarme en mi extremo de la mesa para acabar mis viandas.

No me pregunten como lo notaba, porque no la miraba, pero de alguna extraña manera, percibía que de vez en cuando, ella si lo hacía. No sé si como a un bicho raro o con la curiosidad propia de un científico, pero el caso es que la sensación que me producía la situación, conseguía erizarme el pelo de la nuca.

Finalmente levanté los ojos del plato y nuestras miradas se cruzaron por un segundo para luego volver a desviarse cada cual en una dirección opuesta.

Señor Graham...sonrío coqueta. Ya le he dicho que es broma, se calienta usted rápido. Acabo de ganarme la primera reprimenda militar...si voy a ser arrestada, avíseme.

Le dedico una carcajada y doy un mordisco a mi manzana. Una muy correcta señorita se presenta.

En realidad si me importa la gente querida, solo que algunos días me dan ganas de que la humanidad se extinga, luego se me pasa y vuelvo a quirófano.  Para mí la vida es sagrada, incluso las de los que se han ganado a pulso un transplante de hígado, para entendernos.

Estrecho su mano. Anoto un " me cae bien" mental.

Si el no me importa se refería a lo que piense la gente, está en lo cierto, más bién asumo que las mujeres como usted y yo, inteligentes, bellas, cultas e independientes no caemos bien por defecto. Hace años s que dejė de esforzarme.

En cualquier caso seguro que tiene usted una apasionada conversadora dentro, señorita Hudson, y vamos a tener horas para gastar en charla, en la misión.

Vulevo a mirar al militar, retadora. Solo se tiene una oportunidad  de causar una primera impresión, chaval.

 "¿Nuestra misión?" ah, loquesea, probablemente no me concierne; hace nada que acabo de llegar y tampoco estoy en mi mejor momento de claridad para empezar a analizar las cosas. Por lo que simplemente agaché la cabeza y empecé tomando lo primero en lo que aterrizaron mis manos; un filete de carne y albóndigas alrededor. Al tomar el tenedor e inspeccionar la salsa pastosa y la carne con textura de trapo sucio tan solo me llegaron dos pensamientos "no hay mejor aderezo que el hambre" y "he comido peores cosas en mi vida" además seguramente tampoco iba a notar el sabor si estaba más bien por tragar.

Y entonces llegó esa Triss, y al instante me di cuenta de lo opcional que era el sueño para primates "superiores" con una simple descarga de adrelanina, la única duda era si las gilipolleces debían entonces constituir un fenotipo selectivo, aunque tambien me di cuenta de que en caso de privación de sueño los desequilibrios neuroquimicos tienden a hacerte más irascible, por lo que simplemente solté el tenedor con la albondiga y tome una larga inspiración con cuidado de no llamar la atención, pero clavando los ojos en Triss y solo ligeramente en Sarah, por orden de prioridad claro.

-¡schweinhu-!-Me salio solo el insulto con un fuerte tono al principio y otro ahogado al final; irascibilidad, control, recordar, mejor pensar que era un mero comentario de carnaza y tampoco era cosa de ir gritando que era alemana aunque en estos momentos no sé si siquiera podría llegar a controlar mi acento.-Disculpe, pero....-Y me quedé un momento con la palabra colgando, ¡maldita sea nisiquiera había pensando en una respuesta!-Bueno, antes de nada mi nombre completo es Eva Berhoff Elzinga, y puedo decir que tras ya cierto tiempo habiendo visto a lo largo del mundo los efectos de la devastación puedo decir que la mayor parte de la gente apenas tiene idea de lo que está pasando mucho menos van a tener responsabilidad en lo que no entienden, ¿se quieren culpables? Búsquelos entre el 1%.-Y se me aceleró el corazón al echar un pequeño vistazo a ese tal Graham, claramente el más militar de esta mesa, pero tampoco era cosa de echarse al cuello de nadie innecesariamente.-Yo desde luego sé que he estado tratando de arreglar las cosas desde el principio y poco he tenido que ver y asi con quienes he estado trabajando y los que trabajaban para mis compañeros, y de ellos sus familias y si seguimos la cadena cubrimos la mayor parte del planeta, por lo que tan solo digo que hay una razón por la que esa clase de afirmaciones suelen dejar "en mal lugar"

  Ah perfecta introducción; extra de bilis sin pedirlo. Tan solo me falta que me caiga un rayo y pase un camión por encima para asegurar no sufrir las consecuencias.

 Asi que simplemente suspiré; lo que podría interpretarse como sarcasmo, pero por otro lado debo reconocer que si me quedé un poco a gusto; vale que me haya tirado años fútilmente en proyectos que nunca acabaron en nada útil pero que me vengan diciendo, sin importar como  se diga, que la gente merece morir por un par de malas decisiones tras todo lo que he visto, era casi el equivalente a conseguir que me hierva la sangre a temperatura ambiente sin disminuir la presión parcial de gases de la sala.

Al desviar mis ojos de la última mirada de Hudson, me encontré con los grandes ojos de Atkinson que me miraba sonriente. Con un gesto en su cara que si no fuera por el entorno en el que estábamos, hubiera interpretado como de coquetería.

- Señor Graham... Ya le he dicho que es broma, se calienta usted rápido...

Me gustó su sentido del humor. Esa gotita de ácido entremedias de una sonrisa y un tono desenfadado, me gustaban a la hora de conversar. De hecho no pude por menos que asociar esa cara y esa sonrisa con sus manos sujetas por unas esposas, aunque descarté de inmediato ese pensamiento de mi cabeza: No debería pensar en ese ipo de cosas en esas circunstancias.

- Jajajaja... No, no es que me caliente, pero eso de que la humanidad...

Me detuve de nuevo en seco. Otra vez iba a hablar de más, aunque también Atkinson parecía estar al cabo de la calle sobre el tema. Aún así, procuré no hablar sobre la misión:

Bueno, jeje, ya sabe, oír hablar sobre quien merece morir y quien no, siempre ha sido un tema delicado.

Al estrechar su mano, la percibí cálida y también como si acabara de mojársela y secarla.

"Puede que me haya equivocado y después de todo la gente que vaya en la expedición, no sea tan desagradable como pensaba"

Después Atkinson estrechó la mano a Hudson y yo aproveché para volver a mi plato antes que se enfriara lo que había en él.

Apenas había vuelto a mi plato cuando una de las mujeres que aún no había hablado, soltó algo en alemán (o al menos en algo que parecía alemán) para luego soltar un alegato totalmente contrario a lo que se había oído hasta el momento en la mesa...

"Uhhhhhhhh... Se avecina pelea de gatas... Mejor guardar silencio" -pensé-.

Y seguí con lo mío, aunque he de reconocer que estaba mucho más de acuerdo con las ideas de esta última mujer (Eva, creo que dijo llamarse) que con las de las otras, pese a la última corrección de Atkinson.

Sólamente le tendí la mano y le dije: "Encantado" antes de callarme y prestar atención sobre lo que parecía iba a ser un entretenido debate sobre el derecho de la raza humana a sobrevivir o no y en caso de tener que elegirse, quienes lo merecerían y quienes no.

Dios mío… pensó Eugenius. Sé que no eres más que una invención humana pero ojalá existieras y no tuviera que escuchar semejantes comentarios, continuó pensando con los ojos cerrados, pero evitando llevarse las manos a la cabeza.

Resultaba evidente que todos aquellos tipos estaban embarcados en la misma misión que él… pero por lo que escuchaba no iban a resultar más que un lastre para Eugenius. Bueno, quizá la mujer, Hudson, pudiera salvarse. En cualquier caso, el físico prefería creer que podía ser un estímulo para ellos, en lugar de ellos un lastre para él. Era mejor ver el vaso medio lleno.

Finalmente, Nóvak se decidió a intervenir.

- No es una cuestión de quién merece morir y quién no. Un alto porcentaje de la población va a morir. Es un hecho. – Dijo con total naturalidad desde su silla. – A día de hoy, y con los recursos e información de que disponemos, no podemos hacer nada por ellos. Hay que empezar a preocuparse por el escaso número de humanos que van a sobrevivir. –

Era una mera cuestión práctica.

- Les sugiero que conserven su ingenio para cuando realmente haga falta. – Añadió. No iba a mencionarlo en voz alta, pero presuponía que las habilidades de los hombres y mujeres sentados a esa mesa resultarían útiles a la hora de sobrevivir en un nuevo planeta, con condiciones ambientales posiblemente extremas… o vete tú a saber. La verdad es que no le habían proporcionado apenas información a pesar de que había argumentado muy elocuentemente acerca de los beneficios que podrían tener si le permitieran observar los datos y apuntar en la dirección correcta. Pero nunca le escuchaban.

Nadie hacía caso a Eugenius Nóvak. Quizá el mundo no se habría ido a la mierda si le hubieran escuchado antes.

 Me giré ante la intervención del hombre del extremo de la mesa, que no se había presentado, y estuve a punto de soltar otra réplica cuando de repente me di cuenta de que esto ya lo había oido antes de llegar aqui. Cerré un poco los ojos para poner la mente en blanco y despejarme; estuve días tratando de rechazar una simple conclusión; de que todo estaba perdido y no llegue a alcanzar ninguna otra que fuera contraría o diera alguna esperanza, la situación no podía arreglarse y solo era de esperar que las próximas generaciones humanas sufran las consecuencias en forma de una regresión social y tecnologica que culmine en el fin de la humanidad para el universo.

 El ser humano nació en la Tierra y morirá en la Tierra debido a unos pocos irresponsables. Nunca se volverá a repetir esta época de esplendor y riqueza para la humanidad que empezó hace algo más de un siglo; pues habría que esperar millones de años para recuperar los recursos no renovables consumidos y para entonces el genero Homo perfectamente puede haber dejado de existir o evolucionar... a otra cosa. somos la última generación civilizada que pudo hacer bien las cosas y transcender y ahora esa posibilidad nos la hemos negado como especie.

 Sin embargo estaba aqui, en una mezcla de desesperación y curiosidad y en 5 minutos que llevo en esta mesa la palabra "salvar la humanidad" ha surgido tantas veces que claramente aqui estoy rodeada de gente que tiene bastante más claro que yo de que va todo esto.

 Y lo dicen con tal ligereza ante una desconocida que no tiene que ser exactamente secreto, por lo que solo es cuestión de lanzar la misma pregunta que me hice yo misma hace días.

-¿Como?-Estaba medio dormida, pero si algo tenía en mente eran todas mis meditaciones anteriores orientadas a ese pequeño grito de guerra hacía el destino.-¿Como va a sobrevivir la humanidad? Las cadenas tróficas están contaminadas por metales pesados y materiales radiactivos; en cuestión de una decada habremos extinguido del 40% al 70% del árbol taxonómico, los nichos ecologicos están variando diariamente produciendo tales daños en los paises pobres y emergentes que impiden cualquier otro modo de vida que no sea nómada, el desplazamiento del clima está a su vez extendiendo enfermedades por todo el reino animal fuera de sus zonas endémicas, enfermedades que por la falta de control y hambruna aparecen por primera vez en el hombre y la perdida de los polos ha descongelado en Siberia cadaveres conservados de las antiguas epidemias de viruela y ahora se empieza a extender de nuevo esa epidemia en una población no expuesta en toda su vida, toda la ecologia y climatología de nuestro planeta se nos ha echado encima como una avalancha y su huella persistirá no por décadas sino milenios donde la selección natural dejará tan solo a unos pocos "afortunados".-Se me aceleraba el corazón, me había guardado todo esto durante días y por fin podía expresarlo, por fin tenía a alguien para que me dijera que no; que había futuro.-Y eso en las zonas más vulnerables, en los paises ricos estamos viviendo de reservas menguantes y estrictos controles, pero todos los modelos indican que; a este paso en cuestión de unos pocos años no habrá forma de sostener las extensas cadenas logisticas necesarias para una civilización avanzada y con ellas cualquier solución compleja o de magnitud que es precisamente lo que se necesita para esta clase de escenarios.-Entonces me di cuenta de que inconscientemente me temblaban las manos sobre la bandeja, dando un ligero golpeteo ritmico con el tenedor.-Y aun asi, ¿que se podría hacer? No hay gobierno capaz de organizar nada cuando tienen que contener el pánico general haciendo imposible empezar cualquier proyecto con el impacto necesario, mucho menos sostenerlo en el tiempo, el aislamiento en grupos pequeños en refugios solo daría lugar a endogamia, aumento de homocigosis de genes negativos y una muerte más lenta porque la "tormenta" va a durar mucho más que unas pocas generaciones humanas y escapar del planeta sería casi lo mismo: Aunque por algún milagro se empezase a a hacer lo que nunca se hizo en la expansión espacial, extraer unos pocos centenares de personas seguiría dando seríos problemas de viabilidad genética con el añadido de que no habría infraestructura para sostener las operaciones espaciales, que requerirían decadas de inversión y experiencia, y aún se requieren muchas cosas de la Tierra como Fosfatos, que no aparecen con la misma abundancia en el resto del sistema solar y constituyen el factor limitante más importante para la vida ahi fuera, como para hablar de colonias.-Casi me faltó el aire en la ultima frase, pero si tenía clara una cosa; hace días que no hablaba tan vivamente como lo hice ahora, incluso diria que había superado mi propio cansancio durante estos segundos aunque solo fuera dejandome llevar por la frustración y el inestable estado anímico que debia sufrir en estos momentos.

 Bien, ahora era cosa de esperar la respuesta. Había venido exactamente para esto; a que me dijeran porque estoy equivocada, y si fallaban al menos habría sido un viaje interesante y podría decir que había luchado hasta el final incluso en mi momento más bajo, que nunca me había rendido y exploré todas las posibilidades sin importar lo que costasen.

Si, podría decir eso... tesis, antitesis y sintesis, el motor del mundo.

Me tomé unos largos segundos para observar a la mujer de los ojos verdes que hablaba con una mezcla de pasión y frustración acerca del destino del planeta. Unas grandes y conocidas ojeras indicaban una interesante privación del sueño, quizás la responsable de su arrebato verborreico que la había llevado a empezar a cargar contra unos desconocidos a la primera oportunidad. Si todos los que nos habíamos sentados allí íbamos a estar por casualidad en el mismo proyecto, la situación iba a acabar siendo interesante.

- Sus conocimientos sobre biología y medioambiente son fascinantes, pero aprecio una falta de entendimiento político. Ha habido muchos movimientos ecoambientales que han intentado abrirse paso en los puestos mandatorios para intentar poner remedios, cuando aún era posible. Se han diseñado alternativas y todas han sido rechazadas, por la población misma. Se ha primado el uso de materiales de construcción que arrasaban con nuestros recursos materiales y se ha apostado por edificaciones que necesitan barra libre de recursos energéticos no renovables. En un ciclo vital en el que hemos colaborado todos el mundo se va a la mierda. Llegados a este punto, me temo que la única postura que podemos adoptar es la del señor... 

Miré al hombre de rostro marcado que acababa de soltar un par de frases, escuetas, pero que me habían parecido la afirmación más inteligente que se había hecho hasta el momento en aquella mesa.

Wooooow!! Yo creía que iba a haber una pelea a muerte en el barro y en cambio me encuentro toda una disertación sobre la ecología, la física, la construcción... Parece que íbamos a irnos bien acompañados: Toda esa gente estaba demostrando un grado de preparación bastante alto en... En sus "cosas".

Yo también era bueno en lo mío: tirador de élite, experto en explosivos... Pero si me ponía a presumir de ello en esa reunión, seguro que me iban a poner de vuelta y media: Esas cosas no suelen gustar... Hasta que se necesitan. Así que preferí guardar silencio. Supuse que llegaría mi momento y cuando llegase, estaría preparado. Mientras tanto, decidí intentar entenderles: puedo ser militar, pero no soy un lerdo. Y entiendo lo que todos ellos dicen. Empezando por el discurso ecologista de la chica alemana y acabando por la rubia o por el tipo de la esquina, que por fin se había decidido a hablar.

Después de aquella experiencia mi único interés estaba en mi trabajo. Las investigaciones en la universidad eran mi vida. Y una de mis experiencias más enriquecedoras fue aquella que viaje a la península arábica para desplegar el radar. - ¡Qué le den por culo a Javier! - Pensé en todos los males posibles que se me ocurrieron sobre aquel desgraciado mientras acercaba el soldador incandescente a la fibra.

En ese momento sonó el teléfono de la oficina. Parecía que los militares querían que volviera a trabajar para ellos. Bueno creo que es el mejor momento para partir e intentar mejorar mi mejor experiencia. Así que a pesar del tiempo de reflexión que me dejaron, ya tenía clara la respuesta. Hable con el Catedrático para explicarle la situación y me concedió una excedencia. Aproveche los días que me dejaron para despedirme de mis padres. La situación estaba cada vez peor y era un autentico milagro que los dos siguieran con vida. Por lo que aproveche y me despedí en condiciones. La verdad toda la claridad que tenía cuando hice la maleta estando con ellos tembló. Llegando a plantearme el no ya que si se alargaba era posible que no les volviera a ver y eran lo único que me quedaba, aparte de mi trabajo. Aun así me armé de valor, después de las dos noches de llorera, me despedí cómo nunca me había despedido y salí con la maleta directa al taxi que esperaba en la puerta.

Después del viaje llegué a una estación militar. No era a la que solía ir de costumbre. Esta era considerablemente más grande. Después de que me mostraran mi habitación me dejaron con la notificación de que si no me daba prisa me quedaría sin comida en el comedor. Por lo que prácticamente sin deshacer la maleta y sin cambiarme, salí con mis ropas civiles hacia el comedor. Estaba todo abarrotado, apenas quedaban sitios libres. Agarré una bandeja y la llene de lo primero que pillé. Al llegar a la mesa me percaté que la mayoría eran civiles, cosa que me sorprendió y sin fijarme mucho me senté y me presenté.

- Muy buenas a todos, soy Raven. - dije con mi mejor sonrisa. Acto seguido y sin esperar me metí la cuchara en la boca. La verdad la comida no estaba buena, cuando levanté la mirada para comentarlo me percaté que de que la situación en la mesa parecía un poco tensa. Sobre todo entre las mujeres que había a mi alrededor... pensé en cambiarme de sitio, pero la idea de sentarme con el machito y el otro tío, me gustaba aun menos. Así que aguante y seguí comiendo para intentar enterarme de que iba la conversación.

Llegados a este punto, me temo que la única postura que podemos adoptar es la del señor... 

- Nóvak. Eugenius Nóvak. - Respondió Eugenius sin poder evitar elevar la mirada de su plato y dirigirse hacia la mujer más inteligente de esa mesa. Después de todo parecía haber sido la única en percatarse de lo evidente... del asombroso intelecto del genio que tenían ahí delante, y de que, obviamente, no podía estar errado en sus afirmaciones.

Paseó luego su mirada por el resto de la mesa. Si eso era lo mejor que el mundo podía ofrecer... casi era mejor que se extinguieran. Bueno, con gente como el propio Nóvak para guiarles quizá tuvieran una oportunidad.

Todavía estaba intentando dilucidar si, los genios militares o políticos que habían escogido qué humanos debían salvarse, estaban intentando utilizar tecnología de curvatura warp, o puede que... No, no era posible que hubieran convertido en teoría la hipótesis de la materia oscura. No sin él.

Dejó de darle vueltas a un asunto del que aún no disponía de datos suficientes y volvió a centrar su atención en todos los de aquella mesa.

- Creo que vamos a pasar mucho tiempo juntos. Estaría bien saber en qué campo es experto cada uno de nosotros. - Sugirió. Aunque con un vistazo y lo que les había escuchado casi podría apostar que acertaría a qué se dedicaba cada uno. - Comenzaré... Soy científico. Físico para ser más concretos. - No especificó más pues prefería no encasillarse como la mayor parte de sus compañeros de profesión. Él no era un científico teórico... ni un científico experimental. Él era, sencillamente, diferente.

Y superior al resto, por supuesto.

Hola Raven. Agradecí el cambio de tercio pues la conversación se había tornado extraña, como si las chicas se estuvieran midiendo sus cerebros como los adolescentes se miden el pene.

Bienvenida al grupo más raro de la base. 

Después el hombrecito hablo, un físico, genial.

Yo soy médico, señor Nóvak. 4 especialidades más cirugía interna y neurocirugia. Pero yo no estoy aquí para medirme el cerebro con vosotros.