El Marqués y sus hombres condujeron al grupo de vuelta al castillo, una vez allí mientras los "inocentes" se preparaban para continuar camino, los hombres del Marqués dispusieron una montura para los que no tenían de manera que nadie en el grupo tuviera que caminar.
Además, de las cocinas del castillo salieron panes, quesos, carne sazonada y media docena de odres de vino. También obsequió el Marqués con una mula canela de buenas lorzas para portar viandas y equipos.
Lo mejor de todo fue que entregó al de Muel en compensación por el agravio - que era incompensable por otro lado - una bolsa con 150 maravedíes de plata para los gastos de viaje de todo el grupo, así que nuestros protagonistas tendrían los gastos cubiertos probablemente hasta la mismísima Santiago.
Pocas horas después de mediodía el grupo se deslizaba sendero abajo de vuelta al pueblo y más allá, de vuelta al camino principal a Santiago.
De la falsa Luisa nada se sabía, los hombres del Marqués volvieron poco antes del mediodía sin noticias. Tampoco se supo nada de los asesinos de las monjas ni del asesino del infortunado hombre de armas.
Santiago estaba cada día más cerca...
FIN