Me encantaba lo directa que era Lerissa y lo bruta que podía llegar a ser. De un golpe en la nuca, le dejó KO al gigantón de pocas luces. Mis compañeros bajaron, junto con el achaparrado enano. Mientras ellos maniataban a Jonsy, yo me sentaría y miraría cómo lo hacían. Mi trabajo estaba hecho... MI excelente trabajo estaba hecho. Recogí una manzana del suelo y empecé a morderla con grandes bocados.
-"Bien hecho querida. Te has enfrentado a la bestia en un duelo singular y has ganado. Todo un ejercicio de valentía, sí señor. Ahora supongo que podremos ir a las habitaciones a descansar. Si quieres, puedo acompañarte hasta la alcoba, por si hubieran más peligros en esta extraña taberna, no quisiera que te pasara nada."
Le dije sonriendo a más no poder y enseñando mis blanquecinos y relucientes dientes. Cada vez me sentía más atraído por la exuberante y exótica tiefling. Me levanté del tonel donde estaba sentado y me dirigí a las escalerillas para volver a la sala de arriba.
-"Crodos, Akta. Como podéis ver, ¡una bella canción puede amansar a la fiera más rabiosa! Hemos deshecho este entuerto sin matar a nadie, como seguramente Seyran desearía."
Mientras ascendía, iba componiendo y cantando un poema para la bella guerrera.
Podrá nublarse el sol eternamente,
podrá secarse en un instante el mar,
podrá hundirse una montaña inmediatamente,
pero nada más sorprendente que amar.
¡Todo sucederá! Podrá la muerte
cubrirme con su fúnebre crespón,
pero jamás en mí podrá apagarse
la llama de tu amor.
-Dios, pero qué bueno soy. Tendrían que escribir canciones sobre mi...
— Y jamás lo dudé, mi querido Lasar — dijo dando una animada palmada de camaradería al bardo, y luego sonrió Lerissa. — Por un momento temí que derramaríais su sangre... Pero hay bondad en vos. Seyran habría llorado lágrimas de dolor si hubiéramos tenido que dar muerte a alguien tan inocente como Jonsy. Pero no puedo sino preguntarme si de verdad le hemos evitado tan aciago destino, o si le espera algo peor...
Se agachó para examinarlo de cerca. Miró a Jonsy y las protuberancias que empezaban a sobresalir de su frente, luego miró los cuernos de Lerissa, de nuevo a Jonsy y otra vez a Lerissa.
— Reconozco que estoy desconcertado... — admitió.
- Tampoco debe sorprenderos tanto, Cronos. Sabe que si mata a un inocente con un problema de una maldición sobre él, tendrá a un paladín y a un clérigo dispuestos a hacer justicia. - No creía en la bondad de un tiefling. No conocían el significado de esa palabra ni de muchas más. No eran más que hijos de demonios traídos a este plano. - Necesita un sacerdote que conozca conjuros de nivel más alto que los míos. Yo no puedo hacer nada por él.
Dejé que atasen al gigante, pues mi brazo me dolía cada vez más y reclamaba mis cuidados para mirar al engreído de Lasar. No sabía como Seyran me había hecho caer entre aquella chusma. Desde luego la prueba que me estaba poniendo era infinitamente grande. - ¿Podéis explicarme que ha pasado con los dos de arriba antes de que me retire? Necesito curarme el brazo y descansar un poco... y sobre todo dejar de escuchaar las canciones de Lasar hacia todo lo que se mueve. - Me volví a quejar de él, era insoportable... pero debía reconocer que de no ser por él el gigante ahora sería un problema.
- Aprovecha Lasar, que con esa canción seguro que la tienes en el bote y con esos dientes que tiene ella vas a disfrutar mucho... más incluso con las agarraderas que tiene en la cabeza. - Dije refiriéndome a sus cuernos. Y tras estas palabras miré a Cronos, esperaba que él me explicase lo ocurrido antes de retirarme. Quitarme la coraza con esa herida iba a ser complicado.
Los compañeros de Akta poco más pudieron aportar para esclarecer el asunto. Básicamente aquellos dos tipos que habían estado observandoles, en un momento dado se pusieron en pie y se encaminaron hacia la puerta. Dado que su actitud les había parecido sospechosa, les interceptaron y simplemente les dijeron lo que ya sabía la sacerdote de Seyran, que tenían una propuesta para ellos y que una vez hablaran sobre ello con su jefe, se pondrían en contacto con el grupo.
Ahora solo quedaba esperar o... Salir. Buscar a aquella gente. No obstante, estaban demasiado cansados tras una jornada agotadora. Jonsy estaba durmiendo como un angelito y las protuberancias de su frente, si alguna vez las tuvo, habían desaparecido. Atado como estaba a su propia cama, difícilmente podría hacerse daño a si mismo p a terceros, así que finalmente el grupo se marchó a sus habitaciones para recibir bien merecido descanso.