- ¡Quieto allí machote! - Le ordenó la elfa oscura a Crodos, mientras soltaba una sensual risita.
La drow señaló a aquel hombre con la mano que no portaba el arma y éste sintió como sus músculos, los de todo su cuerpo, se en entumecían y paralizaban de algún modo. Sólo su férrea voluntad y los dones divinos lograrían que no se quedara del todo paralizado.
Drow lanza contra Crodos: inmovilizar persona. Debes tirar una TS VOL CD 15 o quedar paralizado.
Fue entonces cuando sucedió algo inesperado. Crodos vio como una espada se materializaba de la nada, atravesando a la tiefling que tenía frente a él. La sangre expulsada ensució su bella armadura, pero eso era lo de menos, pues la amenaza de aquella peligrosa mujer, había acabado. La tiefling se desplomó contra el suelo dejando ver que al otro lado, se encontraba la mujer rubia que había desaparecido momento atrás gracias a la vieja bruja. El combate parecía estar decantado de su lado.
- ¡Ríndete Miz'ri, la Negra! - Le dijo la rubia. - ¡El combate está del todo perdido para ti!
Motivo: Gran hacha
Tirada: 1d20
Resultado: 11(+10)=21 [11]
Motivo: Daño
Tirada: 1d12
Resultado: 9(+13)=22 [9]
Motivo: Estaliziarse morena
Tirada: 1d100
Dificultad: 10-
Resultado: 69 (Fracaso) [69]
La vieja, mucho más ágil de lo que podría parecer dada su edad, se movió de forma grácil hasta alcanzar al aasimar derribado y agonizante. Se agachó entonces a su lado y tocando el cinturón que ceñía su túnica a la cintura y al propio aasimar, una energía curativa se traspasó del objeto al cuerpo del joven y éste de repente, abrió los ojos de par en par. ¡Estaba vivo!
- Ya está muchacho, ya está... - Le dijo. - Aún te quedan batallas que librar en esta vida.
Motivo: Cinturon curtivo
Tirada: 2d8
Resultado: 14 [8, 6]
En ese preciso momento entró en el establecimiento por la puerta trasera el contratante de los inesperados héroes. Mitil Ironsar, armado con una maza en una mano y una espada corta en la otra y con sus ropajes cubiertos de sangre propia y ajena, echó una mirada por toda la sala hasta encontrar a Akta.
- ¡Akta! - Gritó al verla agazapada y tratando de defenderse en una esquina y contra una escalera. - ¡Aguanta! - Gritó.
Aquel hombre, cual caballero andante, se abrió paso entre el aasimar, todavía en el suelo y su inesperada curandera, la anciana, y evitando pisar la zona engrasada, se colocó flanqueando al bandido que estaba amenazando a su amada. Entonces, un fuerte golpe de maza contra el brazo del arma se le partió los huesos en vario trozos haciendo que tirara el arma al suelo.
- ¡Akta! - Volvió a pronunciar el nombre de aquella mujer. - ¿Estás bien? ¿Estás herida?
Motivo: Maza
Tirada: 1d20
Resultado: 12(+9)=21 [12]
Motivo: Daño
Tirada: 1d8
Resultado: 5(+1)=6 [5]
Motivo: Daño furtivo
Tirada: 1d6
Resultado: 4(+3)=7 [4]
El hombre negro se acercó hasta donde se encontraba el encapuchado de la túnica granate y lanzó un espadazo contra éste. Pudo evitar ser dañado gracias a su escudo, pero aún así, estaba acorralado y sabía que no iba a sobrevivir si insistía en seguir peleando.
- ¡Tira las armas! - Le ordenó el negro.
Motivo: Espadón
Tirada: 1d20
Resultado: 2(+7)=9 [2]
Aasimar, ini 23. (PG: -8): consciente
Capucha granate 2, ini 20. (PG: ): ataca a Pelirroja y falla
Bandido 2, ini 18. (PG: ): ataca a Akta y falla
Drow, ini 17. (PG: ): lanza inmovilizar persona sobre Crodos.
Mujer rubia, ini 16. (PG: -4): ataca a morena y causa 22 pg.
Vieja, ini 16. (PG: -6): mueve y cura 14 pg a aasimar.
Mitil, ini 14. (PG: ): ataca a bandido y causa 13 pg
Negro, ini 13. (PG: ): ataca y falla.
Crodos, ini 10. (PG: 26/26 CA: 23): te toca! Antes TS VOL CD 15
Lasar, ini 10. (PG: 21/21 CA: 18): te toca!
Lerissa, ini 18. (PG: 4/18 CA: 19): te toca! Antes 50%
Akta, ini 9. (PG: 5/24 CA: 18): te toca!
Encapuchada, ini 5. (PG: ) CIEGA:
Pelirroja, ini 4. (PG: ):
Morena barra, ini 4. (PG: -33):
EFECTOS ACTIVOS:
Infundir valor: bonificador +3 de moral a sus tiradas de ataque y daño y TS contra hechizar y miedo. 7 asaltos.
Protección devota: +2 CA sagrado 7 asaltos.
Akta: Fuerza de toro +4 FUE y devoción por la ley +3 CA sagrado 7 asaltos.
Grasa (área azul): 1 asaltos.
Partículas (área amarilla): 2 asaltos.
Cuando vi entrar a Mitil mis ojos brillaron y como si fuese parte del plan, acabó salvándome la vida, pues yo ya no podía hacer más que defenderme de los ataques que recibía. Me dolía todo el cuerpo y el hombro sangraba con fuerza debido al hachazo recibido. No quería ni mirar, pero casi sentía mi brazo descolgado y mi vida irse. Pero mis ojos no se apartaban de Mitil, quien incapacitó con violencia a mi atacante y me salvó, si es que aún quedaba algo que salvar de mí, de la muerte.
Mi espadón fue lo primero que cayó al suelo. No tenía fuerzas para sostenerlo. Luego fueron mis piernas las que flaquearon al tiempo que me llevaba la mano sana sobre mi hombro herido. - Lo siento... te he fallado. - Le susurré a Mitil completamente herida y rota, por dentro y por fuera. - Aunque tu has salvado la vida a una sacerdotisa de Seyran y eso te ayudará y mucho. - Le dije con una sonrisa y elevando la voz, para que todos escuchasen a quien había salvado la vida.
Mis ojos se centraron en los de mi amado. - No es que esté herida... es que no se si saldré de esta... abrázame ¿quieres? Tengo tanto frío... - Le rogué a Mitil. Si debía morir ese era el mejor lugar. - Espero que no estés herido y que Von Kammerstein no lograse escapar... - Mi voz comenzaba a irse poco a poco. - Hice lo que pude... pero en el Templo tenían razón, aún no estaba preparada para salir de él... no estoy lista para combatir y ahora lo he pagado... sólo espero que estés bien y que no lograse escapar. Y te equivocaste... si sabe de magia y no es tan cobarde como pensabas... Si aún vive... tenlo en cuenta para la próxima vez...
Cerré mis ojos cansada. Debía reservar fuerzas para mis últimas palabras. Mi despedida hacia el hombre que amaba y el ruego a Seyran y mis oraciones antes de dejar este mundo.
— ¡Mi guerra está allí donde haya oscuridad! — respondió Crodos desviando la espada corta con su escudo. De repente y para su sorpresa, un enorme hacha brotó de la nada destrozando a la tiefling, y tras él, la aliada rubia.
El paladín se giró hacia la Drow, armadura ensangrentada de sangre ajena, más que dispuesto a devolverla a golpe de espada a las profundidades de las que nunca debió haber salido. Pero no había dado el primer paso ni levantado su espada, cuando sus músculos se agarrotaron terriblemente.
— ¡AARGH! — Estuvo de vencer la parálisis y avanzar hasta ella, pero las malévolas energías le superaron y se quedó clavado en el sitio — ¿¡Qué me habéis hecho, bruja!? — le gritó, frustrado.
Motivo: TS Voluntad
Tirada: 1d20
Dificultad: 15+
Resultado: 11(+3)=14 (Fracaso) [11]
Por fin sentí que las fuerzas volvían a mí. ¡A buena hora, cuando todo estaba ya casi acabado y Akta estaba a punto de caer! A pesar de todo, una sonrisa afloró en mi rostro y mi mano se cerró con fuerza, tensé los músculos de mis piernas y miré a mi alrededor para ver lo que había. En realidad, lo había estado viendo todo, pero ahora, llena de energía, podía hacer lo que quisiera. Por eso preparé mi ballesta, corrí hacia el interior del lugar y apunté a la Drow:
-¡Saluda al infierno de mi parte!
Mi mano se abrió y dejé que la flecha se dirigiese hacia la zorra, esperando atravesar su cabeza con ella.
Motivo: Reacciona, oño
Tirada: 1d20
Dificultad: 10+
Resultado: 16 (Exito) [16]
Motivo: Disparo con ballesta
Tirada: 1d20
Resultado: 9(+5)=14 [9]
Puffff asco de tiro.
Habiendo acabado con el bandido, enfundé mi espada y saqué la ballesta. El mayor peligro ahora era la drow que había hechizado a Crodos. Lerissa estaba fuera de peligro, al igual que Akta, así que apunté a la mujer y disparé. La saeta salió rauda al encuentro de su objetivo, clavándose con fuerza en su cuerpo.
-"Chúpate esa moza."
Si acababa rápido con la hechicera, podría ayudar a las chicas, que necesitaban de mi arte con las manos...
Motivo: Ballestazo
Tirada: 1d20
Resultado: 16(+7)=23 [16]
Motivo: Daño
Tirada: 1d10
Resultado: 5(+3)=8 [5]
El virote de Lerissa impactó contra la pared y la elfa oscura respiró aliviada por un momento, pero enseguida notó como una estaca se clavaba en su pierna, el proyectil que le había enviado Lasar si hizo blanco.
- ¡Aaah! - Chilló la bruja oscura.
Justo entonces dejó caer su gran hacha al suelo y se arrodilló. Dolorida y con gesto agrio en el rostro alzó las manos en señal de rendición. Miró entonces a todos los seyranitas allí reunidos y apretó los dientes de rabia.
- ¡Ya está! - Exclamó. - ¡Ya me tenéis! ¡Prendedme! - Suplicó. - Pero eso sí... tendréis que responder ante las autoridades por los crímenes orquestados contra mi culto y la sangre derramada... - Les advirtió.
- ¡No volverás a ver el resplandor de Maahn, bruja! - Le gritó Helga. - ¡Yo me encargaré de ello!
La mujer rubia avanzó a la carrera armada con su hacha para sesgar la cabeza de la drow. La elfa oscura por su parte apretó los dientes y cerró los ojos sabiéndose muerta.
Pero entonces...
- ¡Noooo! - Intercedió el aasimar.
Aquel joven, sin duda un paladín de Seyran como lo era el propio Crodos, se interpuso en la carrera de Helga y agarró su hacha por el mango ante de que lanzara el golpe de gracia contra la sacerdotisa de Muuglw'tli. Eso provocó que detuviera su carrera y evitó así el ajusticiamiento de la drow.
- Debe ser juzgada. - Dijo de forma serena. Miró entonces a Crodos buscando su complicidad. - No puede ser de otra forma...
Mitil agarró a Akta y aguantó todo su peso para que no se desplomara. La sacerdotisa de Seyran se había expuesto demasiado. Por suerte lo había podido contar, pues de lo contrario, recaería su muerte sobre su consciencia y eso era algo que no podría soportar. Mitil le besó en la frente y le abrazó fuerte, pero de forma delicada y luego, con la cabeza de Akta contra su pecho le acarició la espalda.
- Si, me equivoqué. - Le susurró a su amada. - Nunca debí ponerte en peligro. Perdí a mi esposa una vez y casi te pierdo a ti por una estúpida venganza. - Apretó los puños y la mandíbula. - Ha escapado, pero no habrá próxima vez. Al menos si de mi depende. Renuncio a mi venganza por ti, Akta. Yo... - Hizo una pausa. - ...te quiero demasiado como para arriesgarlo todo y... - Sonrió y le miró a los ojos. - ...aún no se porqué.
— ¡AAAAAAAH! — Crodos gritó de frustración, haciendo acopio de toda la fuerza que pudo. Y tal vez por ver a la drow de rodillas, quizás por el poder y gracia de Seyran, la compaña del paladín aasimar o tal vez por pura terquedad, consiguió zafarse de las fuerzas invisibles, y sin duda malignas, que atenazaban sus nobles músculos, herramientas de Seyran para impartir justicia en forma de espadazos.
A punto estuvo de caerse al suelo, como si le hubieran soltado de repente, pero consiguió enderezarse, mirando a los lados como si nada hubiese pasado, y se dirigió con calma a los presentes.
— Ejem — carraspeó recuperando la compostura, antes de hablar con voz profunda, alzando una mano como si de un santo se tratase — Así ha de ser. No somos bárbaros. Esta bruja primero ha de ser juzgada y después, y sólo después, quemada, en todo caso.
Reparó en Akta entonces, medio moribunda en brazos del patrón. La miró preocupado, y una punzada de culpabilidad le atravesó. ¡Debió haberle puesto la armadura a la fuerza! Había jurado velar por ella, pero había fallado, y ahora mientras él estaba ileso, ella se debatía entre este mundo y el otro.
— Akta... — dijo en apenas un susurro inaudible, sin querer interrumpir el abrazo de los dos enamorados. Suspiró. Extraños eran los caminos que Seyran elegía para sus siervos.
Motivo: TS voluntad
Tirada: 1d20
Dificultad: 15+
Resultado: 15(+3)=18 (Exito) [15]
Tanto tiempo paralizada por el maldito hechizo me había dejado prácticamente idiota, y me maldije a mí misma por haber errado aquel disparo tan sencillo. Afortunadamente, Lasar hizo algo bien y acabó con ella, consiguiendo así que el lugar quedase prácticamente listo.
-Buen disparo, bardo -le dije, sin mirarle, mientras me acercaba a Akta y a Mitil, que parecían estar recreando una edulcorada escena de amor a la que no estaba acostumbrada.
Mientras Mitil hablaba, aquel idiota se interpuso delante de la drow.
-Me parece una estupidez perdonarle la vida. Aquí nosotros somos jueces y jurado y ella misma dictó su sentencia al no conseguir matarnos -le dije, para volver a centrarme en Akta y Mitil -. Si ibas a dejar tu venganza ya te la podías haber ahorrado antes de provocar este baño de sangre, pero haz lo quieras. Eso sí; nosotros hemos cumplido. Espero que tú también lo hagas.
Yo no hacía esto por ningún dios ni tampoco por amor. Solo por dinero y no estaba dispuesta a perder ni una moneda solo porque aquel fugitivo se hubiese olvidado de porqué hacía las cosas o hubiera cambiado de opinión.
Finalmente, me volví hacia Lasar. Me sentía algo tensa después de aquel combate, así que quizás, y aunque no sirviese como precedente, pudiera aprovechar al bardo para algo útil.
-Por cierto, Lasar. ¿Qué te parece si nos escabullimos ahora un momento y me alivias un poco los nervios? Pero que sea rápido. No tengo ganas de eternizarlo más de lo necesario. ¡Y no creas ni por un momento que a partir de ahora todo será diferente! ¡Si vuelvo a oírte cantar te ahorco con las cuerdas!
Con un certero disparo de mi ballesta terminó el combate. Habíamos acabado con esa chusma bastante rápido, gracias al otro grupo de aventureros. Los miré de arriba a abajo, parecían aguerridos y valientes, seguidores de la fe de Seyran algunos, por lo que veía. La verdad es que nosotros habíamos hecho bien poco, ya que las chicas habían recibido de lo lindo y mi buen Crodos se había quedado parado en mitad de la posada, no sé por qué... Yo estaba contento con mi papel, desde luego. Quitando algunas gotas de sangre que me habían salpicado las mayas, estaba impoluto. Me acerqué a los demás para ver el estado de Akta, que era la que estaba más grave, pero Misil entró como un relámpago y la cogió en sus brazos. Me acerqué a Crodos y le di una palmadita en la espalda.
-"Lo siento por ti, hacíais buena pareja, pero los caminos del amor son inescrutables." Dije en tono serio. Sabía que apreciaba mucho a su compañera, más de lo que él mismo creía. -"Creo que necesitará de tus habilidades curativas para poder levantarse, amigo."
Me alejé un poco del trío amoroso. Daba un poco de lástima, Crodos ahí de pie plantado, mirando a Akta caer rendida en los brazos de ese rufián, pero bueno... la vida era así de cruel. Lerissa le increpó a Misil lo de la pasta, cosa para nada baladí, ya que necesitábamos dinero para sobrevivir. Pero lo que me dejó ojiplático y que hizo que me quedara sin palabras, por una vez en la vida, fue escuchar a la tiefling decirme que fuéramos a una habitación a tener sexo salvaje. ¡Lo había deseado tanto en las últimas semanas que hasta se me cayeron unas lagrimillas de alegría!
-"Claro querida, vayamos a dar rienda suelta a nuestro amor. Te aseguro que no te arrepentirás de esta decisión." La dije con mi mejor sonrisa y con el arma presta para la batalla en ciernes.
Me acerqué a ella, pegando mi cara a la suya lo que me dejaba mi erección. En mis ojos, brillaba un fuego eterno. Posé la mano en una de sus heridas, no sin antes pedirla permiso con la mirada. Al aceptar, conjuré un hechizo de curación para intentar sanarla y que estuviera al cien por cien, que no quería que se hiciera daño luego. Agarrándola de la mano, con la otra la invité a ir a la planta de arriba. Miré de soslayo a una de las camareras y la dije:
-"¡Niña! Dame la mejor habitación que tengas y sube algo de vino especiado y algo de fruta. Prepara agua caliente, aceites y muchas velas. ¡Y no tardes!"
Volviendo mi atención a Lerissa, la sonreí picaronamente.
-"Voy a hacer que te sientas como una diosa estos días, soy hombre de aguante y de seguro que pasaremos muchas horas antes de salir de la habitación. Si después de ello, ya no quieres seguir a mi lado, lo entenderé, pero te advierto que te costará decidir."
Y con pasos rápidos y seguros, fuimos desapareciendo por las escaleras que llevaban a las habitaciones del piso superior. Iba a intentar por todos los medios que mi adorable Lerissa pasara los mejores momentos de su vida. Solo esperaba que los cimientos de esta cochambrosa posada aguantaran los empujes de un semental como era yo.
Motivo: Curar heridas
Tirada: 1d8
Resultado: 5(+3)=8 [5]
No canto, que no quiero perderme la cita con la tiefling, jajajajajaja
Me regocijé y acurruqué en los fuertes brazos de Mitil, pegando mi cabeza contra su pecho mientras que sostenía aún con mi mano mi hombro sangrante y mal herido. Sin duda aquella hemorragia era la que más me preocupaba y la que hacía ver que mi vida se me iba.
- No quiero, pero es sin duda el mejor lugar para morir, sintiendo cuánto te amo y sabiendo que me quieres lo suficiente como para no desear más venganzas. - Susurré a Mitil, cada vez más débil y cansada.
Siempre decía lo mismo. Era una guerrera, no una curandera y a pesar de conocer conjuros divinos de curación y saber darles uso, no tenía ninguno memorizado nunca. No era más que una farsa. No sabía ni pelear, casi estaba muerta y el hombre que amaba no se separaba de mis brazos.
- Todo ha sido culpa mía. Me confíe demasiado. No debí quitarme la armadura... Aunque lo que pasó después fuese lo más maravilloso de toda mi vida. - Mis ojos mostraron dos lágrimas doradas, efecto óptico del color de los mismos, las cuales, al derramarse por mis mejillas, se tornaron trasparentes. No podía dejar de mirar a mi amado en lo que pensaba que eran los últimos minutos de mi vida. En ese momento habló Lerissa a Mitil con severidad y reuní todas mis fuerzas para responderla.
- Vos no sois ni juez ni verdugo, Lerissa. Esa decisión solo nos corresponde a los siervos de Seyran. Así pues la vida de la drow dependerá de lo que mis hermanos decidan. En cuanto a Mitil, deberíais morderos la lengua antes de hablar así a quién os ha de pagar, pues vos misma aceptasteis el encargo sin poner ninguna pega al respecto. Ahora no vengáis con lecciones de moral. - Repliqué a la tiefling tratando de ponerme en pie, más mi cuerpo no respondía y Mitil se encargaba de que no me moviese.
Con incredulidad, vi como aquel demonio que tan mal hablaba y tantas pestes echaba frente y sobre Lasar, accedía a meterse con él en la cama. Y miré a Crodos, paralizado por algún conjuro y cuando fui a gastar lo que creía mi último aliento para ayudarle, el mismo logró liberarse de aquella maligna magia.
Mis ojos retornaron a Mitil y me relajé en sus brazos. - Te amo, Mitil. Dile a tu hermana que hubiese cuidado tan bien de ti cómo hubiera sabido. - Con pesadez, saqué el amuleto sagrado que colgaba de mi cuello para que los presentes lo viesen. - Recuerda que salvar o interferir e intentar salvar a un siervo de Seyran, tiene su recompensa y está puede ser eximirte de tus actos criminales. - Sonreí al hombre que amaba y mis ojos se cerraron lentamente, perdiendo en ese momento la consciencia y quizás mi vida.