Hay blasones de prez en los cuarteles
del escudo; hay hidalgos, poetas, curas,
fabulosas Américas, meninas,
galeras que aprisionan los infieles,
horcas en los caminos, aventuras,
y estocadas en todas las esquinas.
Cada lugar tiene su función. Y cada función, su lugar.
Aquí el noble arte hidalgo; hablar por hablar.
Sujeta una Castilla agotada,
Un Portugal celoso y levantisco,
Un Aragón y Cataluña celosos de sus derechos,
y una Andalucía en manos de nobles codiciosos.
Conocía mejor que nadie que una hoja de acero iguala al hombre humilde con el más alto monarca; y cuando los naipes vienen malos, meter mano a la toledana es recurso mejor que otros.
Cuidado con el Santo Oficio y su función. Que aquí media España vive aterrada por el grito de “Tengase a la Inquisición”
De atracción, de cortejo, de miradas ardientes, de galanteos y requiebros. Y en verdad no hay hombre sin mujer, ni mujer sin hombre, y el uno necesita de la otra como la otra lo necesita a él.
No olvide lo fácil que en vengar siendo villano, que nada más que hay que armarse de valor y filo e ir en pos de la sangre y la muerte. En la nobleza todo es más harto complicado, dedicarse a la espera y no mancharse las manos.
La honra siempre resulta complicada de adquirir, difícil de conservar y peligrosa de llevar...
Con todo, nadie dijo que en esta vida escasearan injusticias y miserias.
Capitán de los Tercios soñé un día
ser en Flandes... Mas pronto llegó el alba.
Se apagaron las luces del Imperio,
se apagaron las glorias de mi España.
Es gran pena: tan discreto y descontento
Y, sin razón, a la traición está dispuesto
Pero sus prendas eran mañas, y no gracias
Y su valor, bellaquería vil y baja.