Partida Rol por web

Depravación

Tercera Parte: Un nuevo despertar

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18/06/2012, 23:12
Anakin

La sangre, ese sabor amargo que se hacía tan dulce con cada segundo. De ella se alimentaba mi ira, con ella empezó a saciarse mi rabia. Mientras la probaba me calmé, las cosas parecian mas tranquilas. Me tembló el pulso por un momento, pero cuando soltaron las cadenas simplemente me quedé quieto, escuchando todo a mi alrededor hasta que alguien me empujó mientras se saludaban unos a otros.

Sentía rabia por muchas de esas personas, pero sentía por dentro cierto aprecio. Podría ser que algo cambiara, pero no habia razones para hacerlo... No dejaría que lo mataran, pero los mataria yo mismo si se presentara la oportunidad... a todos y cada uno de ellos.

Escuché las palabras de uno de ellos al hablar de un banquete; el olor a sangre invadió la sala y me sentí extasiado, pero no me moví, no quería probarla, por ahora quería escapar de ahí en el primer momento que pudiese...

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20/06/2012, 16:33
Dean Cythraul

Tras beber de esa copa y que los soltaran y llevasen a la nueva sala sin duda Dean se sentía algo diferente. Observó al resto que como el habían pasado por todas esas experiencias, sin duda no le eran indiferentes como solía pasar con la mayoría de las personas que conocía. Pero tampoco es como si fuera a poner la mano en el fuego por ninguno de ellos.

Cuando el olor a sangre llega y el que parecía ser el líder da permiso para comenzar el banquete, Dean no se lo piensa demasiado y se acerca a morder una de las victimas mas cercanas. Aun tenia sed.

- Tiradas (1)
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21/06/2012, 03:47
Natalia Testarossa

Cuando le acercaron la copa a los labios, Natalia apartó la cara. Insistieron una vez, y como nadie le contestaba, como nadie a nadie parecía importarle, Natalia de nuevo se negó. Así que volvió a experimentar lo que era estar a merced de carceleros, reducida a un pequeño pedazo de carne sin nombre, sin identidad y sin alma. Una mano le cogió tan fuerte del cabello que no tuvo espacio siquiera para moverse. Y eso que lo intentó, y lo intentó con toda la fuerza de su espíritu. La copa fue clavada en sus labios esquivos, con tanta fuerza que casi le rompió los colmillos que tenía extendidos. ¿Por qué los tenía extendidos de pronto? Porque estaba enojada, furiosa, porque quería matarlos, a ese, a ellos, a todos, destrozarlos en pedazos hasta que de sus cuerpos sólo quedaran astillas. Como habría querido hacer con todos y cada uno de los que le habían tocado en las mazmorras de la dictadura. Los que habían tocado a los suyos. Matarlos, hasta incluso suprimir su existencia de los recuerdos.

Alcanzó a sacudirse una vez más, pero las cadenas eran gruesas y la mano, aquella mano, era un grillete demasiado poderoso. La mano forzó la sangre por su garganta, con tanta decisión que si la losa fuera un cuchillo, la habría abierto en canal. La rabia era tan fuerte, tan ácida y corrosiva, tan... tan mezclada con la intensidad que de pronto estallaba en su pecho, dilatando sus pupilas contraídas. Una intensidad desconocida, jamás experimentada, un cielo demasiado alto que se había desplomado sobre la faz de la tierra. No había nada que se le comparase, y aquella sensación sí la abrió en canal, abrió su cuerpo, destrozó su mente, agrietó su resistencia. ¿Qué era aquello, era la muerte? ¿Era el descanso, era aquel paraíso prometido que jamás había confiado en que existiese? No, era la vida. Era la realidad. Era eso, era la gloria, era lo más grande. Más, más y más.

Natalia ya no se sacudía. Cada una de sus venas danzaba al ritmo de un orgasmo como jamás había experimentado, y sus colmillos asomados por los labios entreabiertos buscaban la copa que se había alejado de ella. ¿Qué importaba lo demás? Volvió a beber, volvió a seguirla, y volvió a probar. Ya no se agitaba, ni intentaba escapar de su silla. Ni siquiera preguntaba. Y cuando la soltaron, cuando por fin cayeron los grilletes que la habían mantenido sujeta desde el primer momento, en vez de levantarse y echar a gritar como se esperaría de ella, Natalia se quedó sentada. Estaba allí cuando se acercaron a ella a darle la bienvenida, y sólo en ese momento se puso de pie. La forma en la que la recibían le hacía sentir que volvía a estar con ellos, con su grupo, sus hermanos, con los que había compartido la muerte y el terror en la resistencia.

Dio la mano a todos ellos, y abrazó a todos los que quisieron hacerlo. Lo hizo con calor, como lo habría hecho con los suyos, tanto tiempo atrás. Sonreía, una sonrisa encantadora, llena de energía. Algo se había roto, como un velo, y Natalia se manifestó por primera vez tal como era, una mujer de sangre caliente por cuyas venas siempre había corrido la sangre de los hermanos de armas. La vida le había quitado unos y le había puesto otros, y acababa de darse cuenta de ello. Si debía ser así, que así fuera. Miró a su alrededor, a cada uno. Sí, si tenía que ser así, que así fuera. Ya tendría momento para ponerlo en duda. Lo que lo definía no eran las palabras, eran las acciones.

Se acercó al rubio, que era el único que veía que estaba quieto, y le apoyó una mano en el hombro, empujándolo en dirección a las puertas abiertas.

¿Qué hacés, parado como una estaca? Dale, inmóvil no vas a lograr nada. De la misma forma que callado tampoco.

La voz de Natalia sonaba casi afectuosa. Tras darle un empujón manifiesto, lo suficiente para que Anakin echara a andar por sí solo, buscó a Mateo con la mirada y se acercó a él. La sangre podía esperar. Cuando llegó a su lado, le dijo unas pocas palabras en voz baja.

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21/06/2012, 04:11
Natalia Testarossa
Sólo para el director

- ¿Me podés explicar qué fue esto? ¿Y qué es eso del arzobispo?dijo Natalia, en voz baja pero cercana.

Era obvio para Mateo que a su Chiquilla, tan feroz como se había demostrado, algo le había sucedido luego de beber la sangre. Si bien conservaba esa forma de preguntar que exigía respuestas, y ese modo irónico de relacionarse con una realidad discutible y en guerra, había en su tono y su semblante una cercanía que no concedía con la ira. Por el contrario, era la cercanía de un hermano.

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24/06/2012, 22:01
Fernanda Zanetti

Fernanda arrugó el gesto cuando descubrió que sangraban para bebérselo después. Ya había bebido antes y le había parecido delicioso, pero la modelo sabía que aquello no había sido cosa suya. Había sido el animal que tenía dentro, que había hecho que le desgarrase la garganta a su mejor amiga y se amorrara a su yugular palpitante. Fernanda no creía que fuese a estar preparada para volver a beber sangre. El pensamiento le asqueaba, sobre todo teniendo en cuenta que la sangre era de todos. Podrían tener mil enfermedades distintas y ella... Estaba repugnada ante la idea. Toda aquella gente tan diferente... ¡qué asco!

Cuando la copa llegó hasta ella, Fernanda hizo un mohín. Pero los ojos de Agustín la forzaron a bajar la cabeza y tomar. La vitae le quemó la garganta al bajar, como un licor envejecido y fermentado. Ah, ¡pero qué gusto tan delicado tenía! Estaba buenísima. Bebió tanto como le permitieron, y a la vuelta volvió a disfrutar del brebaje. ¿Repugnante? ¡En absoluto! Su cuerpo pedía más y más de aquella sangre. Jamás pensó que pudiera sentirse así de bien.

Fernanda notó que veía con otros ojos a los que la rodeaban. Eran iguales que ella. Todos gozaban bebiendo sangre. Ellos la comprendían como nadie la había comprendido hasta entonces. Ellos eran... eran sus hermanos. Haría cualquier cosa por ellos. Cualquiera. Si la aceptaban como miembro de aquel grupo, Fernanda daría su vida por cada uno de los presentes.

Sonriendo, avanzó hacia los hombres crucificados. Todos esperaban que bebiese y eso haría. Beber, beber hasta hartarse. Beber con sus hermanos. Con el grupo al que pertenecía.

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02/07/2012, 21:24
Mateo Cabrera

Son rótulos, como el papel de policía o cura, cumplen una función, el Arzobispo es en otras palabras un líder político, sin embargo es distinto que un presidente, el vela por nuestros intereses, y por  destruir aquellos que nos quitan libertad y nos joden. Hay distintos niveles, pero de eso te hablaré luego. Ahora disfruta de la cena... es vuestra bienvenida.

Dice el hombre indicando las mesas.

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02/07/2012, 21:26
Director

Oh sagrado elixir,
Qué brindáis en mi mesa,
Qué bien os mira el que animal acepta,
Los sentimientos son para los débiles,
Los idiotas son quienes siguen a los antiguos,
Que los manipulan, que los hacen esclavos,
El Sabbat es uno, y uno siempre será,
Contra la desigualdad peleamos,
A los borregos los aniquilamos,
No importa sí dices ser libre,
Libre es quien actúa bajo sus reglas,
Sin necesidad de temor, sin necesidad de clanes,
El Sabbat es Sabbat y punto,
No nos importa de cuál de los doce es  su predecesor...
El Sabbat es uno,
No hay clanes, no hay diferencias,
ES.

En cada una de las mesas hay distintas personas crucificadas. Alrededor se sientas algunos toman una copa y extienden la mano del ganado,  de el caen chorros de vitae  que dejan caer en copas.


Las copas se llenan con sangre caliente y así pasan toda la noche.

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02/07/2012, 21:28
Director


Muchos de ustedes se sienten aún confundidos, en medio de la noche los reúnen bajo la misma mesa, cambian a uno de los que estaban ahí crucificados, por carne fresca y vitae fresca y en torno de la mesa, aunque ya se habían visto, comienzan a conocerse. No pasa nada para que en la reunión  pasaran drogas  y alcohol que se mezclaban con la sangre saliente de los depósitos de vitae. La compasión es nula frente aquella que en otro tiempo eran personas.
Los que son sus sires se acercan, hablan con ustedes y beben, muy informal el asunto.
Hay una mesa próxima donde está sentado celebrando de manera impecable  Agustín Tourino, quien es al parecer un líder y también sacerdote del grupo (aún no están muy enterados de las jerarquías), notan que un hombre bajo con un sombrero extraño se le acerca y comienzan a hablar.
De repente, para Fernanda y para los demás es evidente que están mirando en especial a uno de la mesa, y es justamente al que no puede ver.
Anakin puede sentir como que lo miran, pero dado que es una reunión no nota el porqué alarmarse. En realidad, el que habla con Agustin, no es otro que su sire Emilio Touri.

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02/07/2012, 21:29
Agustin Touriño

Todos notan  que Agustin y Emilio se levanta.

En ese momento para Anakin ya es evidente que es el centro de atención.

¿Estás seguro de esto Emilio?, murmura mientras el hombre bajo y con sombrero gracioso acepta.

Anakin... acompáñame, tu sire tiene mucha fe en ti para pedirme esto.

Ustedes notan que e murmura a Fernanda que disfrute la cena, que vendrán por ella más tarde. La trata como una princesa, aunque de manera brusca, el tono no es muy cortes.

Luego de eso, ven que Anakin se marcha , bajo la mirada expectante de todos. ¿qué pasará con él?

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02/07/2012, 21:30
Director

Luego de que en la mesa quedan menos disfrutan de una velada extraña y a la vez placentera. Algunos sienten una especie de excitación sexual producida por la sangre, el alcohol y las drogas, la música continua como una celebración. El pasado se ve como una película muda sin sentimientos.
Y la historia solo está comenzando....