Vaya empanada traigo. Ataco, ataco, y el bicho muere.
Motivo: FUE x 4
Tirada: 1d100
Dificultad: 40-
Resultado: 98 (Fracaso)
Motivo: FUE x 4
Tirada: 1d100
Dificultad: 40-
Resultado: 87 (Fracaso)
Motivo: FUE x 4
Tirada: 1d100
Dificultad: 40-
Resultado: 40 (Exito)
Yo cargo a Rodrigo a hombros. Aunque por las tiradas me da que hasta el siguiente turno no consigo nada.
Un saludo!
El ente y don Marcial atacan y esquivan.
Turno de Ricardo.
Sin dejarse amedrentar por lo que le había ocurrido a su compañero, Ricardo se lanzó con decisión a por el ente. Aquella monstruosidad no podría aguantar mucho más en pie.
Motivo: Ataque 1
Tirada: 1d100
Dificultad: 70-
Resultado: 31 (Exito)
Motivo: Localización 1
Tirada: 1d10
Resultado: 4
Motivo: Daño 1
Tirada: 2d6
Resultado: 1, 4
Motivo: Ataque 2
Tirada: 1d100
Dificultad: 70-
Resultado: 32 (Exito)
Motivo: Localizacion 2
Tirada: 1d10
Resultado: 8
Motivo: Daño 2
Tirada: 2d6
Resultado: 2, 3
Motivo: Esquiva ente
Tirada: 1d100
Dificultad: 10-
Resultado: 48 (Fracaso)
Motivo: Ataque ente
Tirada: 1d100
Dificultad: 90-
Resultado: 73 (Exito)
Motivo: localización
Tirada: 1d10
Resultado: 4
Motivo: daño
Tirada: 4d6
Resultado: 4, 5, 3, 1
Motivo: Mod. al daño
Tirada: 2d6
Resultado: 5, 6
Motivo: Destinatario (1: Marcial, 2: Miguel, 3: Ricardo)
Tirada: 2d6
Resultado: 5, 2
Motivo: Destinatario [TIRADA BUENA](1: Marcial, 2: Miguel, 3: Ricardo)
Tirada: 1d3
Resultado: 3
¡Malnacido! -grité- ¡Vuelve al infierno donde te engendraron!
Motivo: Ataque
Tirada: 1d100
Dificultad: 130-
Resultado: 78 (Exito)
Motivo: localización
Tirada: 1d10
Resultado: 8
Motivo: daño
Tirada: 1d10
Resultado: 7
Motivo: Mod. al daño
Tirada: 1d6
Resultado: 5
Resolución acto 3:
El primer impacto de Ricardo es en el pecho y luego fue a parar su espada directamente al abdomen (ambos daño normal). su espada es precisa y el ente no logra esquivar, hundiéndolo hasta dos veces.
Daño1--> 1(-2 por pelaje ente): 0 puntos
Daño2--> 2(-2 por pelaje ente): 0 puntos
Sin embargo, el ente no parece quejarse de dolores. Ciertamente su piel, sea hecha de la maldad que haya sido hecha, le ofrece resistencia. No consigues herirle.
Acto seguido, el pastor Miguel entra en escena y el ente se sorprende. Miguel se lanza a por el malogrado juglar, aunque no consigue elevarlo a pulso para llevárselo, y gasta un soberano tiempo. El ente también lo tiene fijado para un posible ataque.
Justo después el ente responde entre grandes dolores, aún tambalénadose de pie, pero permaneciendo rígido y con su garrote en alto. Su gran garrote va directo, esta vez, hacia Ricardo... Aquel ser le golpea en el pecho... Aquel ser le golpea muy fuerte... El cazador, poco acostumbrado a las batallas y si a ir tras presas, no posee armaduras. Tan sólo cuenta con su "ROPA GRUESA" característica (de 1 punto de protección).
Daño--> 24 (-1 por ropa gruesa): 23 puntos. La ropa queda destrozada. RICARDO sale volando hacia atrás. RICARDO HA MUERTO EN EL ACTO.
¡El garrote voló con la inercia del brazo de una catapulta! ¡De arriba a abajo! ¡E impactó en el pecho del cazador! ¡¡Ha quedado destrozado!!
Marcial no lo podía creer, pero sacó fuerzas de la nada, o quizá de todo, de la fe:
Daño2--> 12 (-2 por pelaje ente): --- el ente HA MUERTO.
Rodrigo tiene 1 punto menos de Vida (de R) (ya está actualizada).
El ente cayó encima de la cama de la habitación, cuyo cuerpo ahora inerte aplastó al cadáver de la dama que había en dicho aposento. Vi como Ricardo yacía. ¡Oh si, así lo hacia! ¡Estaba... muerto! ¡¡Maldición!! Fue entonces cuando clavé la hoja de mi espada de nuevo, y desesperado, en el único ojo de aquel ser hijo de Satanás.
Me arrodillé unos momentos y contemplé las heridas. ¡Pero qué horribles que eran! ¡Qué aberración! ¡Hasta los infieles darían muerte más digna a nuestra Majestad de tenerle frente a ellos de pies y manos atados con una soga! ¡Ricardo! Sin embargo, cuando me acerqué a Rodrigo, noté que vivía ¡milagro!
Hemos... -dije con voz titubeante a Miguel- ¡...hemos de sacarlo de aquí!* Ayúdame a levantarlo... ¡vamos!
Y me dispuse a cogerlo en brazos con cuidado, con la ayuda del pastor.
*: no hago tirar por 1ºs auxilios porque no tienes los puntos, Rodrigo, de R en negativo. Necesitarías Medicina o magia.
__________________
Eso intento señor, eso intento.Quizá deberíamos cargar cada uno con uno. Ricardo no merece ser dejado aquí.
Miguel había averiguado cosas que le daban miedo en la casa, pero ahora era momento de atender a los heridos, no de explicar lo de Arilla.
No, no será quedado aquí. -dije con firmeza-, montemos primero al bueno de Ricardo en uno de esos caballos desconocidos de la entrada, que yo llevaré junto a mi al propio Rodrigo. Iremos a la posada... el tabernero me proporcionó a mi un cura... parece que tiene mano, a ver si puede ayudarle.
Así lo hicieron. El propio noble fue a por un par de caballos (el suyo y otro de aquellos extraños jinetes) para meterlos dentro del jardin. Una vez allí, tomaron el cuerpo de Ricardo y lo trasladaron con grandes esfuerzos y aún más para elevarlo al caballo. Acto seguido, con mucho más cuidado que el anterior, pusieron a Rodrigo en la montura de don Marcial, subiéndose luego éste y colocádose tras el inconsciente, al cuidado de su cabeza más que nada. Ciertamente parecía otro cadáver, apoyado sobre su amo, pero estaba vivo.
Luego salieron de allí. Marcial llevaba consigo al juglar y ordenó a Miguel montar en la tercera montura y llevar a su lado el caballo que transportaba a Ricardo, cuesta abajo. Don Marcial daba ya ciertos pasos, muy lentos para atenuar la gravedad, cuando se extrañó, miró para atrás y dijo mientras continuaba bajando.
Por cierto Miguel, ¿viste a ese tal Fabio? ¿hablaste con él? ¿qué pasó arriba?
Miguel tragó saliva, si le decía la verdad en aquel momento, posiblemente hubiese que volver a la casa. Así que puso cara de cansado y habló con dejadez:
Pues verá, no lo encontré, pero descubrí alguna cosa. Si no le importa...aún me duele la mano, y Rodrigo necesita de cuidados urgentemente. Hablemos de ello en la taberna, con calma y sabiendo que nuestro amigo está siendo atendido.
El amanecer llegó. Casi sin darse cuenta, el tímido sol asomaba por el este, golpeando el precipio en la cara oeste que albergaba la aldea de Monegros. Lo hizo justo antes de que aquel grupo mermado llegase a la taberna. Marcial se detuvo delante de la puerta. Rápidamente ésta se abrió. Era el posadero.
¡Amén! ¡Qué ha ocurrido! -en esos momentos vi dos cuerpo. ¡Válgame Dios! ¿Que ha pa...? ¿Qué ha ocurrido...? Vigilaba desde arriba, desde las habitaciónes, donde aún duermen los hijos del señor Arilla. ¡Pasad! ¡Pasad por Dios!
El uno ha muerto -dije señalando a Ricardo mientras lo bajaba con ayuda del tabernero y lo conducíamos al interior, encima de una de las mesas-, el otro, el juglar, creemos que vive... ¡Haga algo! Se lo pide Marcial de Aguilera, el heredero de todo este condado... ¡Créame que tendrá un favor en sus manos si ahora puede salvarlo! ¡No me importa ni a mi ni a mi padre tampoco que use lo que tenga que usar, o hable en la lengua que tenga que hacerlo, pues no daré cuenta de ello! ¡Actúe!
Le cogí la mano al tabernero y se la apreté con fuerza pidiéndole aquel gran favor. En seguida nos ordenó que lo lleváramos arriba, a otra de las habitaciones. Allí podria examinarlo mucho mejor de lo que examinó al propio Marcial horas antes...
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*****
Mucho tiempo ha que los gallos cantaban, y el taberno aún seguia arriba, con unas mantas, aguas calientes en barreños y una serie de objetos y botellines pequeños que no quise ni preguntar para qué servían... Mientras, abajo, al tiempo que velábamos el cuerpo sin vida de Ricardo, me saltaron de nuevo las dudas.
¿Cómo está tu mano, amigo? -le pregunté a Miguel- Serás recompensado por todo esto... ahora dime... ¿qué es eso que me tienes que contar? ¿Fue Arilla quien criaba a esa cosa del ojo, no es así?
A punto de acabar.
Puede que sí, puede que no.. Su cuarto estaba lleno de sangre, y había un pasadizo secreto que salía del castillo por su habitación, manchado todo el de sangre. En la propia habitación había dos cadáveres. He entrado al pasadizo y llamado por el tal Arilla, pero no apareció. una de dos, o es un invocador de criaturas, o le han jugado una trampa. No sé que pensar.
En mi estado, e iendo yo solo no me atreví a seguir.
El noble se extrañó al oir lo de los dos cadáveres, la sangre, y la desaparición de Arilla. Sin embargo quería comprobar aquello que decía. Sin decir palabra alguna tomó de nuevo sus armas, montó en su caballo y fue él solo pueblo arriba, con su arma en alto para cualquier imprevisto. Pasó casi una hora desde que marchó, cuando la puerta de la taberna fue abierta de nuevo.
Entró algo apenado.
Los niños de Arilla había bajado ya y estaban sentados en una mesa. El posadero estaba nervioso e intentaba calmar sus nervios ante los infantes. Miguel seguía allí y Rodrigo arriba. Su vida se había salvado. El tabernero anunció que en unas horas despertaría, que necesitaría reposo, pero que viviría. Fue entonces cuando don Marcial se arrodilló ante el tabernero, le cogió su mano y la besó, agradeciéndole su proeza: parte de la visión del pastor se hibía cumplido...
Acto seguido, Marcial mandó acercarse a solas a Miguel, sacó unos legajos de un bolso al lado de su cinto y comenzó a leer.
"Dice que nos matará si no lo hacemos... lo que fue un cumplido se ha convertido en una costumbre para él...¡ahora campa a sus anchas por la fortaleza del señor de Adebillos...! ¡es un brujo!
Marcial dejó de leer un momento y apartó la vista hacia los ojos de Miguel, para ver su reacción. Luego pusos sus ojos de nuevo en los legajos.
"...pero pronto lo haré. Mi familia y yo saldremos de aquí en breves. No puedo seguir soportando esas muertes, no quiero seguir siendo su títere... ¡¡ese Tordemoreno!!"
Al parecer eran una especie de diario que hablaba de Fabio Arilla.
-Miguel... -dijo repentinamente don Marcial dejando de leer y guardando los papeles sin terminar de leerlos todos. Arilla está muerto. Vi el pasadizo del que hablabas. Ahora mismo yace allí. Debió pelear con los tipos, a los que le dio muerte sin duda, pero quedó al parecer gravemente herido...
Fue entonces cuando Marcial ordenó que reuniese un grupo de gentes, o que mandase levantar ipso facto a esos tales borrachos de sus camas, pues había que dar entierro a ciertas personas. Ordenó ir a buscar a Fabio Arilla al lugar donde yacía dentro del fortín, a la mujer que había perecido bajo las fauces de aquel enorme ente (que Marcial dedujo que sería su esposa) y luego darían sepultura al bueno de Ricardo. No se oficiaría misa aún, pues Tordemoreno o ningún otro padre se encontraba en el lugar. Para eso ya habría tiempo... Mientras el tabernero comenzó a ello antes casi de dejar terminar al noble, éste se acercó a los muchachos, cuyas caras parecían sospechar lo que venía siendo la realidad (pues todo les parecía confuso y, por supuesto, no habían visto aún a sus padres...). Marcial les explicó que sus padres habían muerto. Ciertamente no era un hombre con un gran carisma, y poco había tratado con niños, pero mostró cierta paciencia con ellos. Les dijo que no se preocuparan, que él cuidaría de ellos. Y ciertamente fue así como los hijos de Arilla pasaron a cargo de don Beltrán, el Conde de Aguilera, donde fueron instruidos desde entonces: otra parte de la visión de Miguel habíase desvelado como cierta.
Finalmente, al mediodía, Ricardo fue enterrado junto a la tumba de Fabio Arilla y su mujer; Rodrigo por su parte logró despertar esa misma tarde. Durante esa noche el revuelo de toda la aldea se hacía patente y Marcial explicó las peripecias que habían vivido. Parece que los misterios de los asesinatos y la ermita derruida parecían ir desvelándose (aunque aún no todos), y a su vez los rumores de maldiciones no eran más que respuestas mundandas evidentes. Y el padre Tordemoreno no había regresado de oficiar misa de Fuente de Ebro, harto extraño... Al día siguiente, dejando que el juglar descansase y se repusiese, le contaron lo que había sucedido desde su fatídico encuentro con el ente: de cómo lo habían derrotado y de la muerte de su cazador, del destino de Arilla y cuantos detalles acordaron concederle.
Rodrigo ha despertado. Es un día despues de los acontecimientos que habéis vivido. Estáis descansando un poco de tanta acción. Podéis hacer un último post, Miguel y Rodrigo. Luego añadiré el epílogo.
Miguel esperó con impaciencia la llegada del noble. Si bien era cierto que podía haberlo acompañado, no quería por miedo, aunque también se quedaba para poder ayudar a su compañero, labor en la que, siendo manco como ahora era, seguramente sería más útil.
No fueron pocas las veces que quiso morderse las uñas de aquella mano ahora inexistente, recordando con tristeza su amputación y sintiendo una punzada de dolor...aunque mejor era eso que la muerte, como le había pasado al bueno del cazador, a Ricardo.
Su cabeza no paraba de dar vueltas, su amigo inconsciente, el otro muerto, el noble que iba solo al castillo, su encuentro con aquel ente, su amputación, la visión que había tenido...
Cuando el tabernero anuncio que Rodrigo se recuperaría su corazón palpitó de alegría, al menos sus cobardes acciones habían servido para salvarle la vida a uno de sus valientes compañeros. Aún no había digerido bien la noticia cuando el noble llegó.
Se llevó a un aparte a Miguel y le comentó todo el misterio, el diario de Arilla... la verdad sobre Tordemoreno...la solución a todo el misterio. Miguel se pudo blanco ante tal revelación. ¿cómo podía existir tal maldad en un humano? ¿dónde estaba Dios para impedir aquellas cosas? realmente ahora Miguel tenía una visión totalmente diferente del mundo y de la vida.
De repente vinieron a la cabeza de Miguel los recuerdos de su visión mágica, aturdiéndole sobremanera, aturdiéndolo incluso. Parecía que a pesar de todos los malos tragos, algo bueno salía de aquella historia. Habían devuelto la seguridad y la paz a un pueblo, y proporcionarían una buena vid ad os chiquillos que estuvieron condenados a muerte tan solo unos instantes atrás.
Tras ver como Rodrigo estaba sano, contarle todo lo pasado, haber enterrado a Ricardo y ver como el noble hacía buen uso de su poder y ayudaba a aquellas pobres y desdichadas gentes... Ricardo se quedó en una esquina de la taberna, triste, pesaroso por todo. Que haría a partir de ahora, manco como era, sin ninguna profesión que se le diera bien... y sabiendo el mal que rondaba el mundo...y los misterios que podía esconder la noche...definitivamente, no le agradaba vivir en ese mundo.
PLAS PLAS PLAS!!!!
Magnífica partida, enserio, me ha encantado.
Rodrigo abrió los ojos
Se revolvió en el camastro, como si esperase encontrar a aquél ser frente a él con sus enormes fauces abiertas esperando engullirle, pero sólo vio la penumbra de última hora de la tarde en la habitación de la posada en la que se hallaba convaleciente.
Se incorporó buscando a Ricardo y a Miguel, pero entonces sólo encontró a Miguel . El cual le relató los hechos acaecidos mientras Rodrigo se hallaba sumido en el mundo de los recuerdos...Ricardo... con aquél tipo había iniciado el viaje, ambos habían recorrido el lóbrego túnel que ascendía hasta la casa del cura apóstata Dios lo maldiga mil veces!
No era un tipo muy hablado el tal Ricardo, pero Rodrigo se había encariñado con él y ahora le dolía su pérdida aunque no quisiera aparentarlo. Además algo en el interior del juglar había cambiado: se había enfrentado a lo desconocido, a lo Irreal a un mundo que no es propio de los hombres , sino de las criaturas de averno. Ya nunca volvería ser el mismo.
Vistiose Rodrigo y encaminose al lugar donde se hallaba el cazador para presentar sus respetos y mientras estaba allí de pie frente a la tumba del hombre que dormía en la esperanza de la resurección, Rodrigo pensó en los muchachos de Arilla mientras lanzaba miradas de reojo a la tumba de aquel tipo que Rodrigo había juzgado mal. Que luego resultó ser una pobre víctima...
Esos muchachos podían haber muerto de no haber ido Rodrigo al edificio en el que estaban escondidos, y aunque no pudo salvar a su padre sí salvó a los críos, que ahora iban a entrar bajo la protección de un hombre de posibles, así que no les faltaría de nada.
Rodrigo sonrió entonces, había hecho por fin, algo bueno en su vida. Ya nunca jamás iría con la cabeza gacha...¡ se había redimido !
Decidió que saldaría cuentas con Don Marcial y emprendería un camino en solitario para la expiación de sus pecados, iría a Santiago, peregrinaría a la tumba del Santo.
Había encontrado a Dios...
Enhorabuena Orthanc, cojonudo el argumento.
Fue en estas que, tras recuperar el pequeño pueblito la calma (o más bien horrizarse aún más por el gran cuerpo que encontraron en la habitación donde estaba el cadáver del ente), un "vocerío" se escuchó a la salida del pueblo.
En seguida Miguel, Rodrigo (en la medida que podía caminar), el propio tabernero de buen hacer y don Marcial fueron al encuentro. Era una pequeña comitiva que pasaba por la salida de Monegros, por la misma orilla norte del Ebro por donde habían llegado hasta allí. Don Marcial se alegró al verlos, pues los reconoció: era parte del séquito disperso de señores de renombre (a las órdenes de su padre, el Condado y el Rey) que había iniciado la búsqueda de la reliquia junto a éste.
Fue entonces cuando salieron al encuentro de don Marcial. Uno de ellos, montado en su caballo pareció también reconocer al heredero, y cabalgó hacia el con el gran objeto que portaba sobre sí con una mano levantada. Parecía una espada... aunque, a medida que se acercaba pudísteis vislumbrarlo: era una joya muy brillante, ¡era como blanca, pero no del todo, sino más bien era de plata!. El caballero la levantaba y gritaba: ¡¡La Cruz de Plata!! ¡¡La Cruz de Cristo, la de la Sangre de Dios!!! ¡¡¡La taifa de Siracusa será nuestra!!!: otra parte de las visiones del pastor fue hecha realidad.
Marcial se alegró y presentó los respetos a sus súbditos, que habían encontrado la Cruz tan fervientemente buscada por el Rey. El noble, como era menester, recompensaría a aquellos a cuya palabra habían estado atados, de los que ahora sólo quedaban dos: el juglar y el pastor. Sin embargo, les recompensarían en Palacio, por lo que aún debían acompañarles, com así hicieron. Tan sólo quedaba una cosa... el tabernero: Marcial le ofreció cuidar los viñedos más prolíficos del Condado, que eran visitados muy a menudos por su padre, Don Beltrán. Con serias dudas, el tabernero aceptó, y desde entonces pasó a formar parte de los leales al Conde.
Sin embargo... No toda la visión del pastor parecía haberse cumplido... No TODA.
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Al epílogo...