En las palabras de Enzo sonaba fácil saber cuando parar, aunque llegado el momento no sabría si podría hacerlo y no quería arrancar una vida, pero otras de sus palabras me sacaron de mis pensamientos el poder de mi sangre. Reflexioné durante unos segundos, intentando descifrar que quería decir, miré la superficie de mis manos, más que mis manos, mis venas, pero no tenía ninguna pista de qué podía significar todo aquello- ¿El poder de mi sangre? - repetí en voz alta como si así yo misma pudiera contestarme sin exito. Después volví a mirar a Enzo a los ojos esperando a que continuara hablando.
- El poder de la sangre es aquel que te permite hacer cosas que no creias posibles.. leer mentes, hablar con aquellos que ya no estan, tener la fuerza de un todo o la velocidad de una gacela - Te informo - Nuestra sangre al igual que nuestro linaje es algo complejo pero tambien de algo de lo cual nos podemos hacer para lograr cosas importantes en esta vida... somos dioses, podemso crear y destruir... - Se lamento negando - La mayoria busca el poder dejando toda su humanidad atras dejando qeu la bestia de nuestro interior se apodere de ellos - Te miro a los ojos
Guardé silencio durante unos segundos, estaba aún asimilando lo que Enzo me decía. Estaba claro que me quedaba mucho por aprender. Pero de repente algo se encendió en mí - ¿La bestia? - dije a modo de pensamiento en voz alta. ¿Eramos animales?
- Denominamos Bestia a la urgencia de sangre con la cual la satisfacemos, la mantenemos a raya - Dijo Enzo - Es pagar un tributo a nuestros pecados mas oscuros dejando e lado por un segundo nuestra humanidad, a veces esto puede irse de control e ingresar en un estado que se libera la misma... es como ver a una persona pasada por las drogas y con abstinencia - asintio un par de veces.
- Debes poder controlar esa urgencia de sangre pero tampoco dejarte caer en las manso del frenesi -
Tras oír sus palabras me entró el miedo, perder el control era uno de mis mayores miedos - ¿Me enseñaras? - pregunté en un hilo de voz sin poder controlar si quiera el temblor repentino de mis manos.