LA presencia de dos mujeres, y ambas extranjeras, como nuevos símbolos de poder iba a molestar a no poca gente. Todo parecía indicar un nuevo ciclo matriarcal, y aquello no iba a ser fácil de digerir.
La Edad de Hierro llega a su fin. A pesar de las desairadas palabras de Hagall se mantiene no lejos de ella. No es devoción. Ni tan siquiera reconocimiento. Es curiosidad. Nunca ha podido observar el nacimiento de una diosa y quiere verlo como una prueba, no de ella, sino para si mismo. La confrontación definitiva entre ego y Kia.
Al final del Kali Yuga, el justiciero nacerá de la dinastía de la Luna. Su nombre es Pramiti. Comenzará su campaña en su trigésimo tercer año y la seguirá durante cuarenta años. Masacrará millones de hombres. Los hombres se matarán entre sí y la anarquía será completa. El miedo reinará por todas partes, todos desconfiarán de los demás. Los hombres se alimentarán de vino, de carne, de raíces y de frutos. Los escasos supervivientes, al final de la Edad del Kali Yuga se hallarán en lamentable estado. En su desesperación, comenzarán a reflexionar. Entonces, repentinamente, aparecerá la nueva edad de oro. Los supervivientes de las cuatro castas serán la simiente de una humanidad nueva.
Murmura, a pesar de los tiros de Topf. Todo en aquel lugar parece profético, como la antesala de cosas mayores.
*Se refiere a la cita de Isabel I que dijo en el post anterior
Me gusta ser Pepito Grillo ;-P
Krieg pensaba en como hacer callar a la multitud, no entendía que aquella gente, aun viendo con sus ojos que les traían comida, medicinas y atenciones, aún los mirasen de mal manera.
Empezaron a reunir a los ancianos, jefes de clanes o como sea se diga, la verdad que Topf se le adelantó, al pedir silencio, incluso con lo de disparar al techo con cuidado.
Aguardo en silencio, mas esperando algo de silencio, empezó a escuchar a Bernstein con sus historias antiguas, que no pudo evitar ponerse la mano en la cara.
De momento esperaba, de no callarse y hacerse el silencio, le tocaría ponerse en plan inquisidor como lo llamaban.Mientras tanto miraba a toda aquella gente, de seguro algún "valiente", le daría por intentar dar muerte a alguno de ellos, ya sea partidarios de los Nuaki que han matado, o algún agente de Kammler infiltrado en la multitud, tenía que estar ojo avizor.
Adeline entendìa bien aquella conmociòn, aunque no la compartiera, sabìa lo que significaba ser parte de un grupo al que posiblemente iban a aplastar porque aunque no fuera asì, ellos aùn no lo sabìan. Se mantuvo en una esquina aparte, tenìa un cigarrillo en la mano, un mero capricho despuès de tanto horror y de estar al borde de la muerte màs de una vez y sentìa que lo merecìa.
El griterìo podrìa ser molesto para cualquiera, ella que fue una esclava tanto tiempo lo consideraba parte de su vida asì que no le parecìa para tanto. Los gritos de Topf podrìan parecerle un poco màs molestos pero tampoco hizo gesto alguna, sabìa que cuando la gente reaccionara, todo iba a tranquilizarse y las dos señoras, la de la Corona y Margot, podrìan proceder como correspondìa.
El silencio sobrevino a los disparos, no era por respeto, era por temor pero habìa servido y a la joven rubia se le escapò una sonrisa. Mientras, esperaba escuchar el discurso, el debate y claro, los acuerdos pero tampoco era que a ella se le fuera la vida en eso, ya habìa hecho lo que esperaban que ella hiciera y lo habìa realizado bien asì que todo era cuestiòn de esperar las òrdenes.
Finalmente salieron de la Haunebu con el apoyo de los soldados de refresco de Topf.
Tomaron el control del palacio al completo en menos tiempo del que estimaron en un principio. Muchos se resistieron claro, pero otros en cuanto entendieron que los amos habían caído se rindieron y la mayoría fueron apresados por sus antiguos criados. Por fin comprendían que eran más y que tenían el poder. Nandin (uno de los criados que habían asignado al ala en la que los habían alojado)capitaneaba un grupo de sirvientes que se declaraban seguidores de los nuevos profetas y que daba caza a aquellos de su misma casta que les habían explotado vilmente amparados por el viejo sistema.
El mayor problema fue que había mucho rencor, odio y frustración reprimidos y la liberación del yugo trajo consigo escenas dantescas. Por ejemplo, un grupo de ornatrices había desmembrado a su anu solo con las manos y unos pajes, apenas niños, se divirtieron viendo cómo las morenas (bueno un bicho que se le parecía) devoraban a los caballerizos que les habían curtido a palos, de modo que la sacerdotisa y los suyos se encontraron con la tarea añadida de tener que imponer la templanza por encima de las ansias de venganza.
Sorpresas te da la vida… pero para eso había alcanzado la armonía no? Para traer el orden.
Menos sorprendente fue ser blanco de toda clase de improperios por el hecho de vestir la corona e incluso escupitajos. Una cura de humildad a la que reaccionó con paciencia (y un poco de desdén) más que con la ira que habría sido de esperar. Se había tomado en serio el propósito no solo de continuar la obra de Shiva si no de, como le dijo al príncipe, hacerlo de forma diferente.
Fue digno de ver cómo, una vez controlado el palacio de verano, se dirigieron al palacio principal (el de la antigua reina) arropados por un buen número de aquellos a los que habían liberado, sin pompa, pero haciendo temblar la estructura con sus pasos y sus cánticos. El sueño de Espartaco.
Desde las alturas pudieron apreciar la envergadura de los daños en la Puerta, el humo y el eco lejano de los llantos y gritos les trajo a la memoria los bombardeos en Europa… los nativos que les acompañaban se aterraron al ver los cráteres. Lo único bueno de haber pasado ya por dicha experiencia era que sabían lo que conllevaba y cómo había que obrar en consecuencia para prevenir el caos, el hambre y la enfermedad. Daman y Adeline fueron claves a la hora de dirigir la gestión de los recursos de la ciudad y la colaboración del personal de cocinas lo hizo todo infinitamente más fácil.
Por su parte Hagall tuvo una única petición personal, que amortajaran el cuerpo de Ajaka y lo trasladaran al mausoleo familiar. Sentía vértigo, temía que su Dharma consistiera únicamente en ser una tiranicida y el futuro le viniera grande, debía medir concienzudamente sus siguientes pasos. Meditó ante los catafalcos de alabastro y el frágil cuerpo de su predecesor envuelto en sábanas. La última de su linaje… el fin de una era…
Cuando Daman se acercó para darle aviso de que los “invitados” a la “cumbre” ya habían llegado ella le entregó la espada real. Que un venusiano la portara significaría el reconocimiento del poder del pueblo.
Previamente tuvo tiempo de regresar a sus habitaciones a cambiarse y había elegido presentarse con un look menos fiero, no solo para predisponer afablemente a los presentes si no también para distanciarse de una imagen que pudiera asociarse con Kammler y anunciar el cambio en la forma de poder. Que la vieran como una “madre de la nación”. Eligió a tal fin el más sencillo de los modelos que había llevado, un vestido de finísimo terciopelo cristal azul hielo, sin más joya que la corona, y el cabello suelto solo sujeto por la trenza de su madre a modo de diadema (así la corona no se le clavaba ni movía).
Para bien o para mal había llegado su momento, el momento de hacer historia.
Se unió al consejo de Sigfrido (a excepción de Rommel) y juntos caminaron al encuentro del resto de asistentes en la sala del trono. Rudolf la besó justo antes de que pasaran el umbral de la puerta, las cosas podían precipitarse a partir de ese momento.
La sala estaba completamente llena, en ella se mezclaba gente desde los más bajos a los más altos estamentos y todos coincidieron en armar un gran revuelo cuando aparecieron. Ninguno sabía que esperar y hubo desde vítores hasta abucheos pasando por todo tipo de cuchicheos.
Mantuvo la compostura, dio un rápido vistazo a su alrededor para captar impresiones de los asistentes y se sentó. Margot y ella compartieron una mirada a modo de saludo. Aquella mujer impresionaba más de lo que había imaginado ¿Así era ella también? Hagall veía en Margot un espejo que le devolvía un reflejo terrible.
Dudó sobre como lograr silencio en la sala, gritar iba a servir de poco y desenfundar la espada amenazando con peinarles a todos la raya si no se callaban no le pareció la mejor manera de empezar. Por suerte Topf obró muy a su estilo, y aunque rudo fue eficiente. Muy alemán. No pudo evitar un apunte de sonrisa cuando, después de los disparos, pidió silencio tan educadamente. De inmediato regresó a su aire regio y se levantó para hablar.
-Calma. Calma por favor…- hizo un gesto tranquilizador con las manos. Luego suspiró descolgando los hombros –Por donde empezar…- se frotó la frente dando unos pasos en actitud grave y pensativa. Frunció el ceño –El día de hoy será recordado como, posiblemente, el más triste de la historia de éste planeta. Parece irreal, como si fuéramos presos de una pesadilla –parpadeó –pero no es ningún sueño, lo que ha pasado es que hemos despertado y da vértigo, lo se…- otra pausa –se cómo os sentís, no sabeis si huir despavoridos o rendiros… Lamentablemente nada de eso serviría. Venus entero es el campo de batalla y nuestro enemigo no acepta rehenes. La única posibilidad es luchar o morir-
Bueno esa había sido la introducción, la parte fácil, ahora venía lo verdaderamente difícil, inspiró -Por eso vinimos- abrió un brazo mostrando a los alemanes –tal y como anunciaron las profecías. Hace mucho que ésta amenaza se cernía sobre Venus y cuando lo supimos los colonos de Doichland asumimos el deber sagrado combatirla- eso no era del todo falso, tampoco era del todo cierto, pero no era momento de ponerse a explicar el proceso –En realidad ésta es una guerra tan antigua como el tiempo mismo, el orden contra el caos, y hoy ha comenzado la batalla de nuestra época.
Así es, esto es solo el principio, una pequeña muestra de lo que son capaces de hacer. Que no os confunda su aspecto, no son personas son monstruos- un clásico eso de deshumanizar al oponente, que ironía que dicha estrategia se volviera contra los nazis –No tienen alma y por eso su crueldad y depredación son insaciables, como una plaga allá por donde pasan solo dejan devastación. Capitular es inútil, rendirse es inútil, de uno u otro modo el resultado de relacionarse con ellos es siempre el mismo. Mirad si no que ha pasado con el príncipe. Él, como otros señores nuaki, hicieron oídos sordos a nuestras advertencias y aceptó sentarse a negociar con ellos ¿Y cómo ha acabado? Su reino atacado y él muerto- muy oportunamente omitió el “detallito” de que había sido por su mano. Por suerte para ella el cadáver no presentaba heridas de bala por las marcas bien podía haber sido cualquiera de las fieras de palacio. Quedó en silencio momentáneamente, inclinando la cabeza cual si quisiera mantener a raya la aflicción. Pintada la escena tocaba ir virando el rumbo insuflando aire en las velas Carraspeó y elevó los ojos emotiva –y con él ha muerto el mundo que conocíamos. Pero con esto no quiero decir que estemos acabados, todo lo contrario. Hemos llegado al final de un ciclo universal y la destrucción a nuestro alrededor es sencillamente el anuncio del renacimiento, cómo el frío que aprieta justo antes de la primavera. A pesar del sufrimiento somos unos privilegiados porque se nos brinda la oportunidad de forjar no solo nuestro futuro si no una nueva era- ahí estaba el golpe de timón –Se que es difícil verlo, todos hemos perdido mucho hoy, sin embargo no debemos abandonarnos al pesar, tenemos que tomar nuestro dolor y lágrimas, abrazarlos y transformarlos en acción*- no se había dado cuenta pero tenía las mejillas encendidas, en el fondo lo que estaba diciendo era la culminación de su proceso de redención –Nuestros enemigos aunque parezcan poderosos cómo dioses no lo son, es una ilusión. Han sido derrotados antes y a lo que nos enfrentamos es tan solo lo que queda de su vil estirpe. Están desesperados, son pocos, sus recursos limitados…he ahí la razón de su virulencia. Creen que atacando por sorpresa como han hecho hoy nos asustarán, no conocen otra táctica más que sembrar el miedo*, pero si respondemos los desconcertados serán ellos y pondremos la ventaja de nuestra parte-
Era el momento de otra pausa para dar margen y digerir lo dicho, en un discurso son tan importantes las palabras como los silencios.
-Es ahora o nunca-
Hizo otra pausa para añadir dramatismo
-Para que triunfe el mal, basta con que los hombres de bien no hagan nada*, no cometáis el error de delegar en otros por creer que lo que podáis hacer es poco. Gota a gota se hacen los océanos y acaso no sobrecoge su fuerza cuando se alzan sus olas? No hay nada más poderoso que la voluntad de un pueblo unido- inspiró -Se que estais cansados y doloridos, que todo esto asusta y que pensáis que, como siempre, os toca ser los peones en las guerras de otros- pausa –Pero ésta vez no es así. Ésta petición que os hago no la hago desde ahí- señaló el trono –si no desde aquí- se clavó el dedo en el pecho –No os hablo como nuaki, ni como sacerdotisa, ni como nada de eso, os hablo como alguien que ama Venus más que a sí misma. Una persona que siente y sueña cómo vosotros- sus ojos brillaron de emoción al despuntar las lágrimas –Éste es mi hogar ¡Nuestro hogar! Y la simple idea de que esos demonios profanen nuestra tierra es algo que me rebela- cerró el puño vibrante y su tono pasó de conmovido a enardecido progresivamente –De modo que todos aquellos que se unan a mí en ésta lucha serán mis hermanos. Hombres, mujeres, niños o ancianos, pobres o ricos, sabios o necios, de Doichlan, de Umad, de Rajpur, o de los mismísimos confines del horizonte ¡Todos somos hijos de Venus! Y os juro, como que el sol sale cada mañana, que en el futuro, cuando nuestros huesos no sean más que polvo y los nietos de nuestros nietos recuerden la epopeya de ésta guerra, podrán decir con la frente alta que sus antepasados lucharon en la batalla por Venus y que gracias a eso ellos viven en un mundo mejor con libertad, paz y justicia.
Así que yo os pregunto- su voz se elvó resonando poderosa por toda la sala exclamando con los brazos abierto -¡¿De que parte estais?! ¡¿Quién quiere luchar conmigo?!
*Guiño a Carrie Fisher. Inspirado en una frase que le dijo a Meryl Steep “Take your broken heart. Make up into art”
*Recuerdo de una frase de Himmler “La mejor arma política es el terror. La crueldad lleva al respeto. Puede que los hombres nos odien. Pero no queremos su amor, queremos su miedo”
*Cita de Edmund Burke
El discurso de Hagall fue apasionado. Quizá los presentes no entendían del todo aquellos conceptos, o para ellos las palabras significaban cosas distintas. El sector de los "ruidosos" seguía pensando que todo aquello olía a chamusquina, mientras que los más "progresistas" querían creer, pero de momento solo habían visto muerte y destrucción. Iba a ser muy difícil convencerles a todos de remar en la misma dirección, pero la necesidad del momento se estaba convirtiendo en una gran aliada.
Hagall se sintió fatigada al terminar su discurso y decidió sentarse. Lo hizo casi sin darse cuenta, sin reparar en donde lo hacía. En aquella sala, habitualmente la reina y sus antecesores habían impartido justicia, era el "centro neurálgico" del imperio Nuaki, y se utilizaba para las demostraciones de poder. La silla, o más bien el trono, constituía un nodo de control de la ciudad. De hecho, desde él la reina podía hacer un seguimiento de todos sus dominios, contactar con distantes lugares, dar órdenes... Cuando la soberana se sentaba en él, el trono emitía una luz particular, fruto de la energía de la corona y una plasmación de su propia aura, de su voluntad pura. El linaje de Madhuvanti, descendientes de Kali, brillaba con una luz rojiza. Ella, por el contrario, lo hacía con una luz azul.
Uno de los Anu señaló, embelesado por lo que acababa de ver.
-¡La sangre de Shiva!
Los presentes se quedaron estupefactos, añadiendo una nueva dimensión a sus palabras. Por una vez, sus creencias y supersticiones iban a servir para un buen fin. Hagall se removió en el asiento, y solo por mover las manos, haciendo ciertos gestos, activó la comunicación de forma instintiva con el resto de grandes ciudades y templos del imperio. Uno de aquellos hombres, que había sido sumo sacerdote y chambelán de palacio, se acercó a ella, ofreciéndole una suerte de cetro, hecho de oro macizo y piedras preciosas, sobre un cogín. Se arrodilló al hacerlo, con lágrimas en los ojos, y ella no pudo sino tomar el extraño artefacto entre sus manos, curiosa. Era la señal convenida, el acto central, más esencial e importante, de la coronación de un emperador.
Los presentes se arrodillaron, casi al unísono. Los alemanes permanecieron de pie, algo extrañados, pero Daman le hizo el saludo romano, y rápidamente fue imitado por otros, entre los que se contaba el mismo Fegelin. A través de las pantallas holográficas, que flotaban en el aire, pudo ver como las masas se arrodillaban en las diferentes ciudades.
-¡Contemplad, oh pueblo de Venus, a vuestra emperatriz prometida, la sangre de nuestro señor Shiva, derramada para nuestra libertad! -dijo el chambelán.
De repente, una lucha en su interior. Su yo anterior, egoísta y algo megalomaníaco, sabía que había sufrido todas aquellas penalidades para llegar a éste momento. Su yo actual, pragmático y con nociones del amor fraterno, quería rechazar aquella carga. Pero parecía que la suerte estaba echada, sobre todo cuando, la que a ojos de sus ahora súbditos podía ser su gran enemiga, se acercó a ella. Margot desenvainó su espada, y con una rodilla en tierra, se la ofreció como acto de vasallaje y sumisión.
-¡Halaf regresa a la obediencia de Rajpur! Con ésta reina, volveremos a luchar y morir juntos.
También le dieron ganas de hacer pis. Serían los nervios.
Krieg también se arrodillo, al ver que lo hacia Margot y el resto de todos los presentes, no entendía mucho que significaba aquellas palabras de Shiva y demás, pero se arrodillo cuando todos empezaron arrodillarse.
La verdad que le dio la tentación de darle un tirón al camal del pantalón de Helmut, para que se arrodillara, antes de que le diera por soltar alguna cosa sobre diosas , leyendas , etc.., pero no lo hizo.
Algunos grupos habían sido destacados, desde Berlín, para buscar o investigar lugares y artefactos. Seres mitológicos, entes de gran poder, y objetos que pudieran, no solo dar la supremacía a Alemania, sino además, decantar el curso de la guerra.
Ahora estaba ante uno de esos entes. Era sangre de un dios o algo parecido. No es que le sorprendiera gran cosa, ya que todo tenía una razón de ser, pero jamás se hubiera imaginado que el objeto de su atracción fuera a estar tan cerca ... y tan lejos de su alcance. Un soldado se resigna, pero un dios, a pesar de su poder, sólo si la comunión de corazones empuja hacia el lugar oportuno, al que el dios desea, sus designios se harán realidad, y demorarse es morir.
Ahora ya tenían al dios. Ahora ya tenían la comunión de corazones. Era el momento de actuar ... sin demora.
Hans seguía en pie. Sonreía a la portadora de la corona. Estaba satisfecho con el resultado. Estaba contento conque ella fuera ... "La Elegida". Y mientras todos se arrodillaban, el, pistola en mano, aunque sin darse cuenta de ellos, se acercó al trono donde esta descansaba: - Mi señora, el proceso es interesante, pero la demora es animar a la derrota. Es momento de actuar.
Joer, este es el post donde más guiños a frases y personalidades, momentos históricos y emotivos he leído desde hace mucho tiempo.
Felicidades.
Helmut observaba la escena con suma atención. Sonrió al ver el cambio de era, que hasta ahora era roja, con los descendientes de Kali pero ahora era azul como...
Kalki... Pensó Helmut, al ver como Margot le ofrecía la espada. El último avatar de Vishnú que pone fin al kali yuga... Y es curiosa la etimología de kalki... Si viene de kala, de tiempo, tiene sentido, viniendo de donde venimos.
Pero algo le bullía en la cabeza. Estaban creando a un dios soberano entre todos, pero... ¿Y ellos? ¿No iban a dar un símbolo que los hermanara con el resto de pueblos? ¿acaso ellos iban a ser un pueblo por encima del resto? La corona, el cetro, la espada...
El orbe. Falta el orbe. Pero allí no había nada que pudiera simbolizar el orbe. Y menos de alguien de ellos. Un momento... Se sacó su anillo, un sello de oro, recordando así la primera representación del orbe, documentada en el antiguo Egipto. Era su anillo de la hermandad universitaria, pero no tenía nada mejor a mano. Y al menos era de oro. Avanzó y con una inclinación le ofreció el anillo.
Que este anillo de oro sea una muestra de la edad aúrea que está por venir, un círculo donde no hay inicio ni fin. En nombre de Dochland os ofrecemos este presente, para iniciar una nueva era con nuestros hermanos de Venus, bajo los auspicios de una nueva estirpe.
Tal vez carecía del carisma del Führer o de Goebels porque a pesar de haber empleado los mecanismos aprendidos de su oratoria no parecía obtener la misma respuesta. Bien era cierto que Venus no era la Alemania de los años 30 y, lo mismo que el discurso del partido no cuajó en los años 20 porque el panorama no era el adecuado… era posible que aquel campo tampoco fuera el adecuado para ese tipo de arenga. Esos fueron pensamientos rápidos que cruzaron su mente en milésimas de segundo pero su cuerpo reaccionó disimulando el pavor del silencio como si lo ignorara. En lugar de quedar con los brazos abiertos esperando una ovación que no llegaba giró para ascender al asiento más cercano (el trono) deslumbrando al público con el centelleante brillo de su vestido al cadencioso ritmo de sus pasos. Con igual elegancia se sentó, en una postura propia de las ilustraciones de heroínas mitológicas que aparecían en sus libros*, calculando cual debía ser su siguiente movimiento. Pero el universo decidió girar a su alrededor, otra vez, un elefante no puede disimular que es un elefante y la sangre de Hagall era un puñetero mastodonte. Sintió el hormigueo del kundalini* fluyendo fuera de ella a borbotones, como si su sangre se filtrara por los intersticios de la ciudad, y de pronto un aura azulada la envolvió. El azul cristalino que siempre asoció a Venus, la “blauer stern”, que curioso era el subconsciente…
-¡La sangre de Shiva!- exclamó alguien.
“¿Que demonios está pasando?” pensó (detestaba cuando las cosas escapaban a su control), levantó las manos del reposabrazos y al giro de sus dedos se desplegaron una serie de… pantallas flotantes translúcidas ¡Que fascinante tecnología! Pero no estaba ella para detenerse en eso, sus ojos se concentraron en los mares de gente. Fue un momento de tristeza infinita. Una vez más su esfuerzo personal y su talento eran ignorados y solo se tenía en cuenta su carne. Bajó la mirada apesadumbrada, le vino a la mente el recuerdo de una conversación con Hitler en la que le relató un sueño*, en ese sueño (una pesadilla más bien) aparecía ella, indiferente a su presencia, contemplando el futuro y él-Alemania-el partido quedaban relegados y olvidados por ser indignos, inferiores…profético, como las fantasías de Himmler “el mundo se postrará, todos mirarán a Wewelsborg y se rendirán ante tu trono y yo estaré a tu lado…” parecía un broma ¿Fueron esas palabras un eco de lo que estaba pasando ahora mismo? Pasado presente y futuro eran conceptos cada vez más confusos. Fue el sacerdote con el cetro* quien la sacó de sus pensamientos, aquel era su Getsemaní, el momento en que lo último que deseaba era lo único que podía hacer. Reconoció el objeto, un chauri*, uno de los atributos de Shiva… había intentado por todos los medios ocultar su linaje, no quería ser una nuaki, no quería ser reina, no quería regir los destinos de nadie no quería hacer realidad el Reich de los mil años en su persona, ella solo quería volver a los brazos de Rudolf, a su casa, a bailar swing, leer, irse en moto por ahí, nadar con Nidhogg, ser libres… pensó en Ajaka, él deseaba ese cetro y estaba muerto, y ella que no lo quería allí estaba… las ironías de la vida…
Empezó a latirle el corazón tan fuerte que la ensordeció. Tenía que hacerlo, no había otra opción, era su dharma... apretó los párpados. El zumbido desapareció en cuanto tomó el bastón. La suerte estaba echada.
-¡Contemplad, oh pueblo de Venus, a vuestra emperatriz prometida, la sangre de nuestro señor Shiva, derramada para nuestra libertad!- y las masas se arrodillaron -¡Sieg Heil!- escuchó a sus espaldas. El sueño de su yo pasada se cumplía y no sabía si reir o llorar. Nidhogg le hizo girar la vista hacia Margot, la kimlar sentía como el ego de su madre se revolvía y quiso apaciguarlo poniéndole un espejo en frente. Puede que Hagall fuera especial pero Nidhogg era sin duda la más singular de los kimlares. Dio la casualidad de que en ese mismo momento la mujer de Krieg se levantó de su asiento, a Hagall casi se le fue el punto de la impresión, dado su historial de magnicidios y conocida intención de acabar con todo temió que fuera a echarsele al cuello. Por contrario la valkiria clavó la rodilla para hacer un juramento público de fidelidad que emocionó a la ahora emperatriz más que nada.
-¡Halaf regresa a la obediencia de Rajpur! Con esta reina, volveremos a luchar y morir juntos-Le hubiera gustado decir unas palabras solemnes ¿Cuáles? Tenía ante sí a una furia ciega, alguien que había infligido dolor incluso a sus propias hermanas sin motivo. No olvidaba el asalto a la enfermera y la traición a Adeline, por no hablar de lo relatado por Damán. Cómo olvidarlo… había prometido venganza pero… la necesitaba y… ¿Acaso no había sido ella misma un monstruo semejante? No había hecho daño a mujeres pero… cuantas líneas habría cruzado en su venganza personal? Ya antes de pisar Venus había cruzado el umbral de la crueldad inhumana y estaba dispuesta a cruzarlo una vez más por Kamler. Y si a ella se le había concedido el perdón ¿No debía obrar igualmente con Margot? Esas cosas tan cristianas no se le daban bien, compasión, perdón… Sin embargo ahora que era reina (¿Lo era de verdad?) se esperaba que tuviera esos gestos de magnanimidad, especialmente en fechas señaladas.
A cada paso que daba más dudas la asaltaban y encima Topf metiendo prisa ¡Ya sabía que el tiempo apremiaba! Fantaseó con que su primera orden como gobernante fuera que lo ataran a un pino perdido con una mordaza.
-Halaf nunca abandonó el corazón de Rajpur- respondió conciliadora en una cuidada elección de palabras, posando una mano sobre la espada. Al fin y al cabo en ese momento no eran ellas si no la representación de sus estados.
Si le había sorprendido la “fides” de Margot no menos lo hizo el acercamiento de Bernstein. El muy orgulloso se limitó a inclinarse un poco. Hagall arqueó la ceja con un gesto entre divertido y suspicaz mientras le ponía el anillo (le quedaba enorme), “Sí, quiero” pensó en decirle bromista en su lugar le acercó discretamente el cojín de su escabel para que, como los demás a su alrededor, clavara la rodilla*. Se sonrió y Nidhogg asomó los ojos curiosa por encima del reposabrazos para ver que hacía el doctor.
Parpadeó e inspiró profundo volviendo su atención al gran público, sobre todo a los de las pantallas, intentaba reconocer a los cabecillas de cada lugar. Debía pronunciar sus primeras palabras sin titubeos, mostrarse fuerte y decidida. Habló con el mentón alto -Acepto humildemente y asumo, plenamente consciente, la responsabilidad y deberes que conlleva. Así pues desde hoy es mi obligación velar por el bien de nuestros pueblos, procurar su progreso y defenderlos de toda amenaza hasta mi último aliento- luego hizo un barrido con la mirada –Es mi firme propósito ser digna del honor que se me concede y merecedora de vuestro respeto, por ello hemos de posponer la celebración. Hay un dicho en la Tierra “si quieres la paz, prepárate para la guerra” y en esa tesitura nos encontramos ahora mismo. Convoco a los gobernadores de las diferentes regiones, los demás regresad a vuestras casas y mantened la calma, recibiréis información e instrucciones a través de las Venuskorps como hasta ahora- hizo un gesto a Daman para que se pusiera manos a la obra. Debía comprobar que autoridades permanecían fieles y que ofrecían al esfuerzo bélico. El tiempo corría y ella necesitaba pasar por el baño con cierto apremio.
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*https://es.wikipedia.org/wiki/Kundalini
*La pesadilla de Hitler y el superhombre https://auladefilosofia.net/2011/05/13/hitler-y-el-superhombre-de-nietzsche/
*Chauri: https://en.wikipedia.org/wiki/Fly-whisk
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*Guiño a la escena de la coronación de Cleopatra (1963), min 4:30 a 6:08
El doctor se sentía transportado por la energía de la situación. La emoción conjunta... hagall acpetó el presente y se lo puso con dignidad (no podía ser de otra forma) pero la muy ladina acercó un cojín para que se doblegara. Un gesto que no le gustó nada. Le ponían una corona y ya se le subía el poder a la cabeza.
Vanidad... Dijo para sí Helmut. Pero tampoco quería romper el momento, no era apropiado. Era peligroso. Y tejiendo una corona de espinas, se la pusieron sobre su cabeza, y una caña en su mano derecha; y arrodillándose delante de El, le hacían burla, diciendo: ¡Salve, Rey de los judíos! Pensó, recordando las Escrituras, Mateo en concreto. Eso le causó cierto regocijo interno... Y luego pensó en lo que él creía que era. Un caballero. El caballero como figura alquímica. El eterno errante, el buscador de la virtud perdida. Una forma como cualquier otra de acallar su cobardía ante la aventura, totalmente opuesta a la audacia de Hagall. Así se veía, arrodillado ante Hagall. Como el caballero arrodillado ante la doncella.
Rendimos homenaje a la Nueva Era. A Venus hecha emperatriz. Que vuestra luz ilumine mil años de paz y prosperidad.
Dice, no sin cierta ironía. Los métodos usados a veces le recordaban demasiado a aquellos de los que renegaban. El fondo era opuesto, pero el método... Aunque era un conflicto interno del doctor. En realidad disfrutaba con todo aquel simbolismo y misticismo. Mucho mejor que el discurso racionalista de los aliados. Allí, en aquella sala, había un bonita conjunción entre reina y diosa. Entre lo místico y lo social. Para Helmut la vida debía ser así, e hizo una reverencia más sincera, fruto de esa reflexión.
Hagall era adecuada.
Krieg asintió con la cabeza..
Para luego, hablar en un tono que pudieran escucharlo los cercanos...
Lo del tema de politica, reinas , no entiendo nada, pero Margot y yo debemos de partir, queremos hacer un ataque preventivo a la base de nuestro enemigo, si le parece bien, ya es hora de usar a Jormungand.. - dice sonriendo a su esposa.
Así que el tiempo apremia, debemos de atacar antes de que nos ataquen a nosotros, y mas con todo este tema de coronación y demás- dice muy serio Krieg, para luego mirar a su mujer.
Esa mirada de "estas preparada para enfrentarnos a quien odias y cumplir tu promesa?"
-…Que vuestra luz ilumine mil años de paz y prosperidad…-
Otra vez a vueltas con el Reich de los mil años, daba vértigo solo de pensarlo, no, más bien mareaba.
El subconsciente le traicionó haciéndole girar el anillo en el dedo fruto de la inquietud. “Mi reino por un baño” pensó “cuidado con lo que deseas” se recriminó automáticamente a modo de supertición ¿Dónde habría un baño por allí? Le daba vergüenza preguntarlo, narices tendría de aparecer un “real palanganero” o dos mozos cargando con una especie de silla gestatoria. Por si acaso no diría nada, de momento…
Volvió a relajar la espalda hacia un lado y apoyó el mentón en la mano ocultandolo. Por un lado escuchaba a Krieg (tan impaciente como siempre)y con la mirada escudriñaba las pantallas, ninguna daba a Sigfrido (por razones obvias). Tamborileó los dedos de la otra mano –Teniente (Fegelein)- dijo sin perder de vista las pantallas y a los personajes que se adelantaban en ellas manteniendo su habitual tono formal –Por favor- añadió para no sonar más autoritaria que de costumbre –establezcamos comunicación con Sigfrido. Que traigan la radio, Rommel tiene que estar presente en ésta reunión aunque sea de esa manera-
Miró de reojo a Damien –Las prisas son malas consejeras- habló disimuladamente para que solo le oyeran los más próximos–no actuaremos hasta dejar claro y bien atado que haremos cada uno, especialmente los nativos. Lo contrario sería una temeridad- esperaba que Margot le diera la razón y mantuviera a raya el ímpetu de su marido.
El gobierno llamaba a la prudencia, mientras que la guerra clamaba por la acción. Lo había expresado tan bien aquel inglés, Shakespeare, en su oda al a Enrique V: "En tiempo de paz, nada conviene al hombre tanto como la modestia tranquila y la humildad; pero cuando la tempestad de la guerra sopla en nuestros oídos, nos es preciso imitar la acción del tigre; poner en tensión nuestros nervios, hacer llamamiento a nuestra sangre...".
Ante sus pies se abría un abismo incierto que nadie sabía con seguridad como cruzar. En aquellos momentos, habían pasado de ser meros rectores de una colonia en crecimiento, soñadores lúcidos de nuevos tiempos, en un nuevo planeta. Ahora, las responsabilidades de quien decidía sobre el destino de millones recaían sobre sus hombros. Habían entrado en aquella "gran liga", de la que hasta hace poco eran meros peones. La Tierra quedaba atrás, casi olvidada. Ahora, la lucha era por Venus, un viejo nuevo mundo, una oportunidad para resarcirse. Antiguos nazis, que habían apartado la vista ante el genocidio y la opresión, se ponían ahora del lado del más desfavorecido y, de ésta manera, se redimían.
Convenía luchar, no por ellos mismos, si no por los que herederan aquella tierra. Los hijos de sus hijos, que serían venusianos de pleno derecho. Ahora, el sol anaranjado del planeta de la diosa no solo bronceaba su piel, si no que formaba parte de su mismo ser. Y aquel era un mundo por el que valía la pena luchar.
Fin de la escena