¿Por qué le habían llevado allí? Con esos pueblerinos... Le habían negado la muerte honorable de un guerrero, o ser sacrificado a sus dioses. Sin embargo, intuía el por qué. A veces, ellos también ejecutaban a alguien para que sirviera de ejemplo. Sin embargo, no iba a darles la satisfacción de quedar como "los buenos". No señor.
-¡Que no os engañen! Ellos fueron los que nos atacaron sin previo aviso. Yo... ¡Nosotros solo estábamos haciendo una patrulla rutinaria!
Con un movimiento preciso, sin mudar la expresión, Hagall desenfundó la panga y alzó el mentón del preso con la punta –Lügen haben kurze beine. En Doichlan decimos que las mentiras tienen las patas cortas…- miró a ambos soldados -sentadle- les dijo. Estos lo levantaron como a un pelele y lo sentaron con las piernas estiradas hacia delante. Pataleó por supuesto pero Hagall pisó con fuerza atrapando uno de sus tobillos. La intención estaba clara –Todos aquí saben la verdad ¿En serio quieres abandonar este mundo mintiendo y despiezado como un animal de corral? Confiesa y tendrás una muerte rápida- segunda oportunidad. No había que apresurarse con las amputaciones o corría el riesgo de que la vieran como una psicópata.
Motivo: Persuasión
Tirada: 3d10
Resultado: 8(+7)=15, 8(+7)=15, 6(+7)=13 (Suma: 43)
Había cosas del entorno del coronel que le llamaban la atención. El tocadiscos, la bandera reliquia... Tod ello rituales para apaciguar la nostalgia. La nostalgia por el hogar perdido. En lugar de abrazar el nuevo planeta seguía aferrado al viejo. Valía la pena tener en cuenta eso.
Comenta lo de las sospechas de Kammel y es ahora cuando Bernstein tiene otro tipo de sospechas. El coronel les invita a hablar primero, el muy ladino. Bernstein se sienta con soltura, cruzando las piernas.
Topf le planta un informe. No le parece que sea el momento de dejarle algo para leer. Para eso no hace falta venir en persona, aunque lo cierto es que el sargento tampoco ha pedido venir.
Bernstein, si fuera más listo, callaría primero y hablaría después, pero su ego narcisista le puede, así que se aclara la garganta antes de hablar.
Señor. Con todo el respeto, creo que hay cosas bastante chocantes en todo esto. Estamos en Venus, lo que hace pensar que estamos en la juventud o la senectud del Sol. Podría dar lugar a dos posibilidades si no fuera por el hecho que aquí hay locales que hablan de una tal Dochland, o algo así. Se refieren a nosotros, lo que hace pensar que estamos en un futuro lejano del año 1945. La Tierra ahora es un casquete helado. Aquí debieron venir algunas fuerzas terrestres cuando llegaron a la conclusión que aquí estarían mejor.
Esto nos puede hacer pensar que debe de haber una fuerza alemana. Presumiblemente alemana si conocen el término que le he comentado. Sí, bueno, y de hecho, si lo piensa un poco, si resulta que enviamos una colonia en 1945 a Venus, quizás... Bueno, quizás ese obús justo antes de venir ha generado ondas en el espacio tiempo. Un eco... Sólo con llegar 1000 años antes o después... A nivel astronómico no es nada, pero a nivel humano... Imagine que nos encontramos con nuestra propia base mil años después de nuestra llegada. Quizás nuestra colonia gemela ha tenido que sobrevivir durante mil años en un entorno hostil en competencia con otras potencias. No sé. No hemos estado en Jat, pero eso de la reina de Rajpur bien podría ser un futuro no muy lejano de una religión animista celta como la que predica la srta. Wirth.
Como le he dicho, nos faltan piezas, pero lo que no hay duda es que estamos ante un entorno evolucionado y a la vez involucionado. Han hecho los progresos necesarios, pero al tener que controlar una población poco tecnificada parece que el tema armamento no es su fuerte. Y todo indica que el planeta se debe regir por un sistema de castas. Una de poco numerosa y que son los Amos, otra de guerreros que son la policia de los Amos y una masa de campesinos y pastores. También nos falta información. Muy valiosa. Que nos ayudaría a rellenar huecos.
Y mira al coronel con intención, como haciéndole ver que espera que él suelte lo que sabe.
A Ilse no le hizo ninguna gracia las palabras del soldado Oldenkamp. Era su chocolate, un último regalo de su padre, y hacía con él lo que le daba la gana, además que tenía muy claro que la mejor manera de conseguir que esa gente les ayudara ciegamente era a base de amabilidad y paciencia. La enfermera podía ser una mujer prudente, reservada, incluso podrían llamarla anodina, pero sabía ser dulce y cariñosa cuando quería, al igual que que podía revolverse como una fiera enjaulada cuando se enfadaba. Ella también tenía su carácter.
Iba a abrir la boca para recriminar al soldado cuando el teniente se le adelantó. Agradeció en silencio la intervención que había evitado que su enojo estallara delante de extraños y, centrándose en sus obligaciones, volvió a ser la eficiente enfermera que todos conocían. Se puso en pie acariciando la cabeza de las niñas antes de dedicarse, junto a sus dos compañeras, a montar aquel improvisado puesto de enfermería.
La noticia de que había sanadoras en el grupo de extranjeros debió correr como la pólvora, pues Ilse observó la fila que se empezaba de lugareños. Con un par de rápidas órdenes, distribuyó el trabajo entre sus dos compañeras, quedándose ella los casos que podían parecer menos leves.
Motivo: Primeros auxilios
Tirada: 5d10
Resultado: 3(+7)=10, 3(+7)=10, 8(+7)=15, 7(+7)=14, 10(+7)=17 (Suma: 66)
Como oficial de estado mayor de las SS desde el año 44, sabía bien como nadar entre informes. Así que el que le dio Topf lo leyó a vuelapluma mientras Bernstein hablaba, a pesar de que podría parecer que no le estaba prestando atención. Pero nada más lejos de la realidad. Se leyó los folios son sorprendente velocidad. Tanta que, antes de que Bernstein hubiera terminado él ya tenía su vista puesta en él y gesto de reflexionar.
-Gracias, sargento, por su informe -dijo al final del monólogo del científico.
Seguidamente, parpadeó, como si considerara algo.
-Es una teoría muy interesante. Sin embargo, estará usted familiarizado con la navaja de Ockham... "la explicación más simple es a menudo la correcta". Leo en el informe sobre la presencia de animales que trajimos aquí en nuestros primeros experimentos, y que están bien aclimatados. Vacas, concretamente, y otros animales de granja. Le recuerdo que por aquel entonces estábamos experimentando con la calibración correcta de la campana. Eso puede justificar su presencia aquí desde hace... décadas, o cientos de años.
Carraspeó.
-En cuanto a nuestra fama, suponía que sus compañeros le habrían informado debidamente. Al parecer hay información más que sobrada para establecer una cronología de éste suceso en cuanto a su causa, y también efecto. Parte de los 120 científicos desaparecidos durante uno de los más infaustos accidentes de nuestro proyecto, llegaron aquí en lo que, según dijo la señorita Wirth y el señor Olsen calculó ayer, es el equivalente a cinco años terrestres. Esas personas vagaron por éste mundo hasta que fueron acogidos, más bien engañados, por unos comerciantes de ese sitio llamado Umad, que les llevaron a la ciudad llamada Rajpur para venderlos como exóticos esclavos. Según han averiguado ustedes mismos... parte de los mismos se han aliado en su desesperación con esos "amos" llamados... -revisó el informe- Nuaki. Otros han hecho circular durante éstos años el rumor, fabricando el mito, de que íbamos a aparecer aquí y que seríamos sus libertadores, o algo así. Hay que precisar o acotar éstas cosas.
Volvió a revisar los papeles un segundo.
-Se cita a un tal profeta Helmut en Rajpur. Comprendo que crea que puede ser usted mismo, en una línea alternativa de tiempo, o algo así. Pero le recuerdo que entre los científicos desaparecidos había dos hombres con ese mismo nombre. Bien pudieran ser ellos, o alguien escondiéndose tras un seudónimo.
Miró a Krieg.
-¿Cuales son sus impresiones, jefe*?
*De ingenieros, no su jefe xD
Parecía que iban a... ¡Dios mío! Prefería mil veces una muerte limpia a que le mutilaran. En su sociedad, solo se mutila a los ladrones, a los delincuentes o a los esclavos que son castigados muy severamente. Ella había dicho "habla si quieres morir limpiamente". En ese momento, esa era su mejor opción.
-¡Nos mandó el señor Rama! -dijo de repente, en la lengua común, cambiando luego al védico- ¡Él quiere éstas tierras, y quería castigaros para que le pagarais a él el lagaan! Atacamos... a esos extranjeros por que estaban en los límites de nuestros territorios. Pero ellos... ellos nos mataron a todos. ¡A todos menos a mí y a ese traidor de Daman!
Se estaba meando encima, algo poco agradable. Además, pedía clemencia.
Motivo: Tenacidad
Tirada: 1d10
Dificultad: 22+
Resultado: 1(+6)=7 (Fracaso)
El teniente tenía la situación justo donde quería. Tras aquella confesión, la gente del pueblo estaba furiosa. Para ellos, había sido un día normal, sumidos en sus propias preocupaciones. Pero muy bien habría podido no serlo, si aquellos soldados se hubieran derramado sobre Jat como una maldición, violando, saqueando y matando. Era el modus operandi habitual, que habían oído a viajeros y vecinos de pueblos arrasados. En los territorios limítrofes del reino de Madhuvanti había un sentimiento de ira hacia Rama y sus tropas, causantes de tantas desgracias y tropelías.
-¿Que debemos hacer con éste malnacido? -preguntó el teniente- Pueblo de Jat, vosotros decidiréis su suerte.
Los ancianos callaron, y la masa se pronunció. La mayoría quería venganza. Querían sangre. Escupieron al prisionero, incluso le lanzaron piedras e insultos.
-¡Que muera, que muera!
Rahuti sabía que aquello tendría consecuencias, pero no podía hacer nada. El pueblo estaba hablando, y él no podía oponerse. Tampoco quería, ni debía, aunque tenía sus reservas.
El teniente asintió, despacio. Hagall quizá desearía llevar a cabo la ejecución, pero él no quería arruinar su imagen entre los nativos. Tampoco arruinar la imagen que él tenía de ella, o la que los alemanes pudieran haberse formado. Aunque sabía, había escuchado, que ella era capaz de aquel tipo de cosas. El coronel le había hablado del tema.
-¡Pueblo de Jat! -dijo, disparando un tiro al aire para que se callaran.
Nunca habían escuchado un tiro, así que se asustaron, aunque no demasiado, por que no sabían lo que podía hacer. El ruido, sin embargo, había sido súbito y fuerte. Pero ahora sabrían lo que hacían sus armas.
-¡Ésto es lo que les pasa a nuestros enemigos, a aquellos que quieren hacernos daño!
Se giró a Oldenkamp, que se había mantenido callado. Ahora podía dar rienda suelta a su xenofobia nacionalsocialista, por una buena causa.
-Soldado, ejecute al prisionero.
Krieg había permanecido en silencio todo el rato, cuando el Coronel le menciono para que diera sus impresiones, saco de la bolsa que llevaba, 3 carpetas.
- Aquí están mis informes, uno es sobre el estudio que hemos llevado con la documentación y fotos de la expedición, aunque faltara revelar las fotos, además de "algo" más especifico para que hagan un mapa, como se debe de hacer, el segundo informe es sobre el Vimana, la forma de ponerlo en marcha, un boceto de la aeronave e hipótesis sobre su funcionamiento, aunque eso se tendrá que confirmar o descartar, una vez empiece el estudio en serio de la Vimana, el tercero de color rojizo, es lo que me gustaría hablar con usted, Her Coronel en privado - dice Krieg mientras da las carpetas a Jûrgens.
El color de las carpetas no variaban mucho de las que se usan en los informes, las pequeñas esquinas de las hojas, se notaban que era el mismo papel de siempre, a excepción de la ultima carpeta, una mas oscura y lo que parecía tener algo rojizo.
- En cuanto a mis impresiones... - dice después de entregar los informes - estoy con usted con el tema de los científicos, aunque me atrevería aventurarme, que están aquí mas de una década, en cuando a la idea de que estamos en un futuro, no estoy de acuerdo con el Doctor Bernstein, según lo que ha dicho y lo que ven mis ojos, debemos estar en el pasado, aunque ambas cosas no podemos verificar, a no ser que vayamos a nuestro planeta.
- En cuanto a los descubrimientos de la Doctora Hagall con los nativos, invasores o lo que sea de este planeta, si me gustaría conocer más detalles de ellos, sobre todo de la lucha civil que hay en el planeta, sobre eso, mas detallado y que me afecta, personalmente, es lo que quiero hablar con usted en privado. - dice con una mirada seria, dejando claro que era un tema de vital importancia.
- No sabía que entre los científicos desaparecidos habían mas Helmut, yo tenía la teoría que bien podría ser nuestro buen doctor Bernstein, aunque hasta que alguien de nuestro grupo no lo conozca personalmente, no lo sabremos con certeza.En cuanto a lo mencionado de la sobre vibración del obús enemigo, si que he de confirmar , que de alguna manera ha afectado a nuestro viaje.- dice con un aire pensativo Krieg.
- En el resto de cosas, una vez terminada la reunión, me permita hablar del tema de la tercera carpeta en privado, comeré y descansaré un poco, apenas dormí ayer en la noche, entre fantasmas del pasado y escribir los informes, con todos los detalles posibles.Después de eso, me pondré de lleno a enseñar a varias personas a manejar el Vimana, de seguro entre esas personas, se ofrecerá usted voluntario, doctor Bernstein. Las habilidades de Oldenkamp con los explosivos, serán cruciales, para una vez que tengamos la suerte de capturar otra Vimana, saber donde se podrían poner los explosivos o disparar, por si nos tengamos que enfrentar en un futuro con ellos, estoy seguro, que lo que hemos traído , no es único, a efectos es un transporte de tropas, no hemos visto aún la artillería enemiga, hay que estar preparados, no me gustaría que destruyeran el fruto del trabajo de todos nosotros... - dice con cierta pequeña rabia, al pensar en esa posibilidad de que les ataquen.
- En cuanto a la guerra civil que hay en el planeta, sería interesante ponernos del lado de una, aprovechar sus conocimientos y fuerzas para destruir a la otra, para una vez hecho, nos ocupemos de la otra, bien pueden colaborar con nosotros, o atenerse a las consecuencias, ya se que es un pensamiento bastante militar, siento esas palabras o una forma de pensar, que no esta en mis competencias.. - ultima de decir Krieg.
Cachis, ya me había hecho ilusión ser su Jefe XD
Fritz carraspeó cuando el teniente Fegelein le llamó la atención, aunque algo extrañado ¿Estaba de vuelta en la Wehrmacht o que? Asintió con la cabeza y volvió a lo suyo, vigilar.
-Si señor, disculpe mi Obersturmführer-
Entonces Hagall los sorprendió a todos con esa predisposición a cortar en pedacitos al prisionero, muy refinada, si señor. Miró a sus compañeros, alzando una ceja, ¿estaban viendo lo mismo que él?
Pero el teniente tenía otros planes, cuando le ordenó ejecutar al prisionero reaccionó preparando su Kar 98k, escupió a un lado y fue a colocarse frente al cautivo, un metro o dos por delante de él. No era la primera vez que le tocaba hacer algo así, sobre todo desde que estaba en las SS, pero por extraño que pareciera no era lo mismo dispararle a un bolchevique que... a uno de estos nativos.
Crujió los dedos de la mano derecha, joder, siempre se le agarrotaba llegados estos momentos. La agitó un poco y se preparó para disparar, apuntando al pecho, por la zona donde se supondría estaría el corazón.
Tomó aire y trató de imaginarse que no era diferente a disparar a prisioneros bolcheviques, solo tenía que verlo con un uniforme ruso. Apretó el gatillo, disparándole directamente al pecho. Tras esto no se hizo esperar y dio un par de pasos hacia adelante, volviendo a amartillar el cerrojo de su fusil u efectuando un disparo mas al pecho del caído.
Se colgó el rifle del hombro y trató de volver a su posición anterior, sintiéndose mal por el hecho de que una vez mas se le había puesto dura al ejecutar a un prisionero. Solo pudo murmullar un:
"Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios."
no sabía si tenía que tirar dados o algo, dada la situación, pero si es necesario solo reedito el post y ya.
Escucha con atención lo que dice el coronel. El muy ladino esconde cosas. Pero es natural. Los militares siempre esconden cosas. Bien que lo sabe después de trabajar años para ellos. Pero todo eso de Kammel... Eso apesta a que saben mucho más de lo que dicen.
Observa, por otra parte como Krieg también despliega sus informes. Él no tiene informes. Lo tiene todo en su cabeza. Siempre ha confiado en su prodigiosa memoria. Luego ya lo pasará todo a papel, en la comodidad de su despacho... Si es que ya lo han montado, claro.
Para mí, coronel hay varios misterios que no acabo de entender. Los pastores nativos llevaban ovejas. ¡Ovejas! Un animal ajeno al hábitat de este planeta. O mucho me sorprendería que fuera un animal natural de este hábitat. De hecho, no recuerdo haber visto mamífero alguno*. Eso quiere decir que los locales ya llevan mucho tiempo pastoreando. Y que son una especie introducida. ¿Por nosotros? No creo.
Por no hablar de la propia tecnología del vimana. Es sospechosamente parecida a la nuestra, pero mejorada. ¿En una década han sido capaces nuestros científicos de enseñar nuestros secretos a esos Nunaki? No creo. Eso nos lleva a otra pregunta... Y es de donde surgió la inspiración de nuestra campana. Y si no hemos sido arrastrados aquí por un propósito.
La Navaja de Ockham se debe aplicar, señor, cuando la explicación más sencilla es satisfactoria a todos los niveles. Aquí ha cosas que nos llenan de interrogantes. Es muy posible que los científicos esclavos hayan ido esparciendo la idea que vendríamos a por ellos y que esa historia se haya ido transformando, claro que sí. Pero todos los detalles del vimana, de los nativos...
Luego mira a Krieg, algo picado por tanto secretismo (joder! Creía que estaba en su equipo) y por llevarle la contraria con lo del momento temporal.
¿Y en qué se basa usted para afirmar que estamos en el pasado y no el futuro, ingeniero jefe Krieg?
Luego se queda un momento pensativo.
Mmmm... Sí, me habría encantado ser el Profeta. Claro que sí.
Necesitamos entrar en contacto con más nativos. Saber más cosas de ese profeta, recomprar alguno de nuestros hombres. Recuperarlos a todos, si podemos. Necesitamos información de primera mano. Tenemos muchas cosas por delante. Por supuesto coincido con el hecho que deberíamos valernos de esa profecía para sacar ventaja... Y seguramente hacerla verdad. Curiosas paradojas estas de las profecías, ¿no creen?
Cuando le nombra como voluntario, no está seguro si es para aprender o para enseñar. Le da igual.
Puede contar conmigo para lo que sea necesario, ingeniero Krieg.
Y entonces mira al coronel, con intensidad.
Pero quizás usted, coronel, nos puede aclarar algunos de los puntos oscuros. Quizás nos puede explicar algo más sobre esos pálpitos del general Kammler. Cualquier cosa que nos pueda decir sobre su decisión de traer tanto armamento puede ayudar... O sobre la fuente de inspiración de Die Glocke.
* Es así?
Incluso las gentes que esperaban a ser atendidas por Ilse y sus compañeras quedaron primero en silencio y después agitadas con gritos, cuando hizo acto de aparición el prisionero y el teniente se dirigió a ellos para saber qué se hacía con él. Estaba claro que los humanos eran todos iguales independientemente del país o del planeta en el que se encontraran.
Sangre era lo que pedían y sangre sería lo que obtendrían.
Dejó por unos instantes de curar el feo corte en el brazo de una mujer para saciar su curiosidad por saber qué iba a pasar con el prisionero, o más bien para saber quién iba a ejecutar al prisionero ya que lo que le sucedería estaba ya escrito.
Se quedó mirando expectante, esperando que aquello se acabara para seguir con lo que estaba haciendo, y no pudo evitar sorprenderse ante dos cosas que vio. La primera fue comprobar que el teniente no sería el encargado de ejecutar al prisionero, sus razones tendría, pero lo que no esperaba ver era la forma en que el soldado había matado al hombre. No es que conociera las formas de ejecución ni nada parecido, ni siquiera había asistido a muchas, aunque algunas había visto, pero todas ellas habían sido con el condenado puesto de rodillas y recibiendo un disparo en la nuca, una ejecución mucho más fría y distante.
Una vez vio caer el cuerpo, se centró en sus obligaciones vendándole el brazo a la mujer.
La gente de Jat había enloquecido. Apalearon el cadáver, se recrearon con aquella muerte. Incluso hubo que evitar que el segundo prisionero cayera en sus manos. Habían destapado la caja de los truenos, y el teniente Fegelein sonreía con satisfacción. Durante el resto del día, disfrutaron de su hospitalidad y planearon. Un destacamento de cinco soldados sería dejado allí, con orden de instalar una antena de radio y ejercer de enlace con la población local. Al mismo tiempo, se produjo un intercambio: varias familias abordaron los transportes alemanes, con sus semillas, aperos de labranza e incluso algunos animales.
Juntos, enfilaron el camino de vuelta de regreso a Sigfrido.
Allí, el coronel Jürgens comenzó un relato estremecedor, aunque verídico. Una cuestión de alto secreto sobre la que él mismo no pudo leer hasta que habían llegado al planeta, por órdenes estrictas del general. Un relato imposible, que despejaba grandes incógnitas...
Noviembre de 1941, Orel, Unión Soviética
Una bola de fuego había surcado el horizonte. Los operarios de artillería antiaérea habían disparado contra lo que creían que era un bombardero soviético. De noche, las luces de los reflectores alumbraron la extraña figura de aquello que parecía imposible, y a la vez ardía lentamente por uno de sus costados, en rumbo de colisión contra el bosque.
Una solitaria dacha fue testigo del impacto. Sus ocupantes, que temían al ejército rojo tanto como a la ocupación alemana, se asomaron desde las ventanas. Su perra ladraba, avisando de la presencia de un intruso. Un hombre solo, desorientado, que vestía unas extrañas ropas al estilo turco y que parecía herido. Se acercó a la casa, soltando lo que parecía un arma cuando Vassily, el cabeza de familia, le apuntó con la escopeta de caza.
De rodillas, en el suelo, se tocaba la cabeza, malherido. Se apadiaron de él, llevándole agua y limpiando sus heridas. Pero los alemanes llegaron poco después. Controlaron el lugar del accidente, rescatando a otro herido y matando a un tercer ocupante que les atacó con una extraña arma eléctrica. Las SS acordonaron la zona, y unos oficiales de la gestapo descubrieron al herido en la dacha. Tras capturarle, cerraron la casa por fuera y le prendieron fuego con sus ocupantes dentro.
Los detenidos hablaban una lengua extraña, y nadie sabía como comunicarse con ellos. Uno murió a causa de sus heridas, y el otro se negó a hablar, incluso bajo tortura. Una semana más tarde, el único superviviente abordó un tren hacia Alemania, con una escolta militar y junto a los restos del aparato estrellado.
Todas las pruebas fueron custodiadas en un pintoresco castillo de los Alpes Bávaros. Allí, dos hombres bajaron del lujoso mercedes: Herman Wirth y Hans Kammler. Sus más oscuros deseos estaban a punto de hacerse realidad...
Los interrogatorios fueron brutales. El extranjero, que hablaba un dialecto del védico, admitió ser parte de una avanzadilla de exploración que había perdido el rumbo durante uno de sus viajes a nuestro planeta, a un tiempo pasado y casi mítico en las sagas indias. Antes de morir, a causa de las intensas sesiones de tortura, habló del otro planeta y de su vida fecunda. De sus pobladores, de sus señores y las facciones existentes. Pero sobre todo, habló del aparato mediante el cual habían realizado el viaje, y en qué se fundamentaba esa tecnología.
Inmediatamente, se puso a trabajar a algunos ingenieros a los que se dieron partes del puzzle, incógnitas concretas que su talento debía soslayar. También se proporcionaron muestras del compuesto basado en el mercurio, con el que aquel motor se alimentaba. Fue así como nació el Proyecto Himmel. Wirth se aseguró de que su hija estuviera en él, incluso discutió con el general la conveniencia de ir o no en persona.
Sin embargo, los altos cargos tenían sus motivos para no ir personalmente al otro planeta. Su tecnología no era todavía lo suficientemente buena. Durante las primeras pruebas, terribles accidentes sucedieron. Un grupo de numerosos científicos desapareció, mientras que a algunos de ellos se les encontró muertos en la propia sala del reactor, parcialmente fusionados con el suelo, las paredes y algunos objetos. Una imagen horrible. El jefe de ingenieros, Krieg, juró que el proyecto saldría adelante, en memoria de su esposa.
Sin embargo, el alto mando de aquella operación utilizaba a su segundo, Olsen, para llevar a cabo "exploraciones" en el planeta fuera de las pruebas programadas. Varias personas fueron enviadas al otro lado con un aparato de radio, informando de sus descubrimientos pero quedándose atrapados por siempre en aquel planeta. Todos los envíos se efectuaron a un tiempo histórico concreto, que era el mismo del que supuestamente partieron aquellos exploradores capturados en Rusia. Una época determinante en la historia de "Himmel", aquel planeta. Sin embargo, la mayoría de las personas que mandaban desaparecían sin dejar rastro. Una de ellas, incluso, fue "capturada" por una de esas naves.
El mando sabía que algo se estaba cociendo en aquel extraño planeta. Pero no sabían donde estaban mandando a sus tropas, ni tenían el tiempo necesario para averiguar todos los detalles. Era mejor que los colonos creyeran que iban a ocupar una tierra deshabitada y paradisiaca. Aún así, se iban a mandar los recursos militares suficientes para poder controlar aquella situación. Las órdenes que estaban en el sobre del coronel, dentro de la caja fuerte, eran muy explícitas: contactar con los supervivientes de las expediciones alemanas y la gran catástrofe de los científicos, rescatarlos si era posible y usar la información que pudieran proporcionar para planear la conquista del planeta. Los recursos de la raza de los "amos" y su sofisticada tecnología tenían que ponerse al servicio del Tercer Reich, para cambiar nuestra historia... para siempre.
Fin de la escena
De momento éste secreto lo saben los que han estado delante del coronel. A ellos les corresponde compartirlo (o no) con los otros tres personajes y demás PNJs.