Partida Rol por web

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Una pesada lluvia repiquetea sobre las ventanas de la sala en la que os encontráis. En el exterior, el barrio anegado, un lugar que actualmente ningún ciudadano quiere pisar. Conocido antes como el barrio financiero Rudshore, el núcleo económico de todas las islas,  acabó completamente inundado por la ruptura de un dique del Río Wrenhaven en los primeros días de la peste y, desde entonces, se ha usado como zona de cuarentena para almacenar a los afligidos. Cuando un ciudadano muestra síntomas avanzados de la peste, se le expulsa al barrio anegado.

Ahí es donde vosotros, los balleneros, ante la falta de una autoridad en la zona, campáis a vuestras anchas. Por eso Daud ha elegido este lugar para montar su nueva base de operaciones, donde nadie viene nada más que a morir. Y en el piso más alto de lo que antaño fue un bufete de abogados, aguardáis las ordenes de vuestra próxima misión. 

La sala está desprovista de cualquier lujo. Allí es como si de repente todo el mundo se hubiera marchado corriendo y hubiera quedado tal cual, salvo por el hecho de que todo está lleno de polvo o musgo.

La puerta se abre para dejar paso a dos figuras. La primera la reconocéis enseguida, se trata de Daud, la segunda os os totalmente desconocida, pero sospecháis de quien puede tratarse... 

- Estáis todos aquí, perfecto. - dice nada más entrar en la sala y veros a los cinco en disposición de recibir ordenes. - Tengo una nueva misión para vosotros. Os habéis ganado el derecho de ascender y poder trabajar en las tareas más complejas. Estoy seguro que estaréis a la altura del trabajo que os voy a encomendar. 

Veis como entonces hace un gesto a la otra figura que se descubre como un hombre maduro, con ropas de calidad y una barriga prominente. Este parece algo nervioso por estar en un lugar así frente a un puñado de asesinos. Y pese a que lleváis puesta vuestra máscara casi podéis oler el miedo que emana del sudor frío que le recorre la espalda.  

De repente un sonido gutural que proviene del exterior os hace perder la atención a todos. Pero no tardáis en olvidaros de él. Es normal oír con frecuencia los quejidos y los lamentos de los afligidos. De nuevo Daud vuelve a lo que os estaba diciendo.

- Este es Anthony Roseburrow, hijo del famoso genio que en su día descubrió la tecnología trans. Tiene algo que pediros pero dejaré que sea él mismo el que os lo cuente... - termina dejando el que acobardado hombre se exprese.

Daud ciertamente era un hombre de pocas palabras. Era un líder respetado más por sus actos y sus habilidades que por su don de gentes. Era frió y metódico a la hora de matar a cualquier objetivo y era listo para saber que trabajos podía aceptar y cuales no...

El hombre de negocios intenta reunir el suficiente valor como para poder pronunciar sus primeras palabras, pero parece bastante intimidado. Tarda unos segundos en tragar saliva y calmarse.

- Quiero que matéis de mi sobrino. - dice sacando apenas un hilo de voz de la garganta. Al ver que apenas se le ha oido repite la frase. - Necesito que acabéis con la vida de Leopold Roseburrow, mi único sobrino. - termina esperando vuestras reacciones, pero viendo que es imposible que expreséis nada bajo vuestras máscaras continúa...

- Os contaré todos los detalles. - comienza a explicar tras ver que Daud asiente con la cabeza. - Es un joven lisiado de doce años. Y si no muere antes del día 16 del mes del viento, cumplirá los trece años de edad heredando toda la fortuna de su padre fallecido, mi hermano. 

Echáis cuentas rápidamente y os dais cuenta de que apenas tenéis tres semanas para acabar con vuestro objetivo.

- Recurro a vosotros por que cree él firmemente que alguien quiere acabar con su vida. Bueno... realmente no le falta razón. Sospecha que soy yo por varios motivos, entre ellos el de que soy yo quien me quedaría con todo el dinero si el fallece antes de heredarlo todo. Bueno... - continúa dubitativo. - Puede que tenga más razones para creer que alguien quiere matarle... 

- Hace seis meses intenté envenenarlo en una cena familiar, pero no resultó como me esperaba. Esa bruja que me vendió el veneno... - veis como maldice por lo bajo - en fin, me engañó y no salió bien. El chico sobrevivió gracias a los tratamientos médicos. Más tarde, hace dos meses contraté a unos matones para que lo tiraran por un acantilado y pareciera un accidente, pero sólo se partió la columna y ahora va en una silla de ruedas.

De nuevo otro alarido interrumpe le historia del hombre de negocios que se encoge sintiéndose juzgado incluso por aquellos que sólo matan por dinero como vosotros cinco.

- Desde entonces se ha vuelto paranoico. Se ha encerrado en su mansión de la costa, lejos de la peste que asola la ciudad y ha contratado a una escolta personal. No sabía a quien acudir así que pensé en vosotros, los balleneros. 

Esperando una respuesta mira a Daud que al parecer ya conoce los pormenores y no se sorprende de volver a oír lo mismo una vez más. Este os mira esperando una respuesta o quizá que formuléis las preguntas que os ronden por la cabeza.

Vladko estaba recostado en una de las antiguas mesas de oficinista ahora cubiertas de polvo y suciedad cuando Daud entró acompañado de su nuevo contratante. Acariciaba con mimo una repugnante rata, posiblemente infecta con la peste cuyo mordisco sería letal, una costumbre que a veces causaba quejas entre sus compañeros de profesión. Sin embargo, bien sabían los balleneros que el extranjero — llevaba muchos años ya viviendo en Dunwall, pero su acento y rubios cabellos seguían destacando un origen de más allá de las islas — no corría más peligro con ellas que el que correría un pastor con sus ovejas. Por eso a veces le llamaban así, pastor, más una burla entre amigos y compañeros que un apodo.

—¿Ahora matamos, niños, jefe? —comentó, pasando suavemente el pulgar por el lomo de la rata, lo que arrancó un leve sonido de la criatura semejante a un chillido ahogado. Su voz sonaba distorsionada gracias a la máscara, pero era evidente por su tono que el asesino no parecía muy contento con el objetivo ni la motivación de Roseburrow— Iré donde tú mandes, ¿pero qué ha hecho ese chico para merecer morir? Mne eto ne nravitsya, no me gusta. 

Lo común, un ser más débil maltratado por quien se cree más poderoso, Homoj conocía esa dicha de primera mano, ni movió un músculo de su rostro ante la petición de aquel desagradable personaje, a pesar de que tampoco se le hubiera visto.

Al acabar de hablar, escuchó la queja del tipo de las ratas, (bastante de acuerdo con él) no lo conocía mucho, pero el olor de rata que tan familiar se le hacía y le relajaba, lo impregnaba sin compasión. Homoj, como le llamaban aquellos que poseían la pereza de mencionar otro nombre impuesto por los mismos, "el hombre sin ojos" apartó ligeramente su máscara oliendo el ambiente, buscando detectar el aroma que ese desgraciado recién llegado desprendía. Una larga inhalación después se recolocaba su máscara algo defraudado.

- Huelo estupidez, no me gusta ese tono - se agachó sentándose sobre sus talones, acurrucándose y sujetando sus rodillas, tan sólo para apoyar su rostro en algún lado. Entonces alzó su cara apareciendo de pie ante el tal Anthony - entiendo que matar al muchacho en estos momentos puede ser su salvación, vivir con miedo es atosigadora,... Pero usted también tiene miedo ¿verdad? - decía consciente de su amenaza.

Sonrió bajo la máscara moviéndola un poco obteniendo el olor de aquel hombre, estando a su lado, luego se giró y volvió con otro salto a su sitio - sin duda, huelo estupidez en ese hombre, me da igual lo que él pida Daud, seguiré tus instrucciones...

De pié, apoyado levemente sobre la pared del fondo, Elian centró toda su atención en las indicaciones de su jefe. Un escalofrío recorrió su cuerpo al escuchar las palabras de aquel desconocido y descubir que su nueva víctima iba a ser un niño. No era remilgado para los encargos. Nunca lo había sido. Pero con un trabajo de esta índole siempre sentía cierta desazón interior al recordar todos los malos momentos que pasó en su infancia y que, en varias ocasiones, bien pudieron haberle costado la vida. Sus ojos se movieron levemente para observar a traves de la mascara a sus compañeros y escuchar aquello que tenían que decir. Toda opinión siempre era bien recibida.

Tras ellos, carraspeó ligeramente para aclarar su garganta.

-No será una misión fácil ni que pase discretamente desapercibida - dijo en un tono neutro y frio - El crío tiene pasta y puede pagarse una buena protección y además -miró fijamente al extraño aunque dudaba que puediera percibir su ira a traves de la máscara- ...y ademas.....todos los ojos le apuntaran a usted después de nuestra... visita. - se detuvo un momento; por un instante le pareció percibir algo mas que miedo en el desconocido - Aun así, y pese a los riesgos para usted, que si se ve atrapado dudo que no nos delate, y sobre todo para nosotros... -hizo una pequeña pausa- ...aceptaré el encargo si eso es lo que quieres, Daud. Tu mandas, mis manos obedecen.

Matka fumaba su cigarro como de costumbre, de modo tosco y sin aparente importancia hacia las demás personas presentes. Exhalaba el humo como una máquina constante, inundando el ambiente del olor de su tabaco.

Cruzó su brazo por detrás de su cabeza y por fin habló, con una opinión no muy distinta de sus compañeros, aunque sí más tosca.

-Hay que joderse. Ahora matamos críos lisiados. ¿¿Para eso hemos venido?? ¿¿Estás de coña?? A ver -se incorporó, esperando escuchar una respuesta que le interesase-... ¿Qué sacamos nosotros de todo ésto? Porque no me digas que de esa herencia no nos va a tocar nada. 

A diferencia de a la mayoría de balleneros, a Maevis aquel barrio infesto no le agradaba, como tampoco le agradaba la roñosa rata del hombre llamado Vladko ni el estado lamentable de aquel antiguo buffete. Ella podía ser una ballenera, sí, pero también era una joven señorita con modales exquisitos, y sin duda prefería realizar sus trabajos en lugares de mejor gusto, y, sobre todo, más limpios. Pero no era remilgada y no se iba a quejar. Eran gajes del oficio. "Una mujer elegante es siempre elegante, no importa si está en un salón de té en un hotel lujoso o hundida hasta los codos en la sangre de algún pobre diablo que ha debido despachar. Eres una señorita usando un bonito sombrero o una máscara de ballenera Maevis, tenlo siempre presente y úsalo a tu favor" le había dicho alguna vez su madre, y Maevis lo había seguido al pie de la letra. Su rostro blanco y afilado con piel tersa y suave y sus grandes ojos azules enmarcados en una melena oscura ayudaban a ello, sin duda. También lo hacía el suave perfume con olor a vainilla que utilizaba, aunque en aquella pocilga se perdiera.

A Maevis tampoco le gustó el hombre gordo que quería matar a su sobrino. Apestaba a cobardía, y, como dijo luego el "Hombre sin Ojos", a estupidez. Se le notaba en la absurda papada que temblaba de forma mórbida ante las palabras de sus compañeros. La pequeña nariz de la chica se arrugó en un gesto de asco y molestia mientras el espécimen relataba cómo había intentado matar a un chiquillo de 12 años repetidas veces, fallando de las formas más nauseabundas e idiotas que la muchacha podía imaginar. Cuando el Sr.Roseburrow  contó como el niño había quedado lisiado por culpa de su torpeza la joven no pudo si no poner los ojos en blanco, exasperada. Sus compañeros, como era obvio, se mostraron poco conformes con el encargo, en especial con el hecho de que la presa era un niño lisiado, que probablemente era más inteligente y les caería mejor a todos ellos que su ridículo tío. A Maevis nunca le había gustado matar niños. Lo hacía si era necesario, por supuesto, del mismo modo que visitaba aquel asqueroso barrio y hacia otras tantas cosas, pero no le gustaba. Sin embargo su mayor enojo no se debía a esto.

- Menuda chapuza - dijo al fin, después de que sus compañeros hubieran hablado. - Intentas matar a un niño de 12 años dos veces y no lo consigues. No, espera, no solo no lo consigues, sino que el susodicho se da cuenta y para colmo queda lisiado. Sencillamente es asqueroso, intolerable. - agregó con una voz cantarina, pero fría y cortante como un témpano de hielo. Maevis era conocida por la limpieza de sus trabajos. Sin manchas, sin aspavientos, todo rápido y preciso. - Daud. Este hombre es claramente estúpido. ¿No podemos matarlo a él en vez de al sobrino? Y cobrarle al chico... No sé - Meneó la cabeza, clavando sus ojos azules que chispeaban tras la máscara en aquel hombre gordo y cobarde. Sin duda la ciudad apestaría menos sin él. - Haré lo que me digas, Daud, como siempre. Si hay que matar a un niño lisiado, se le mata. Pero sinceramente todo esto me parece una chapuza. Empezando por el empleador. - terminó de hablar la chica con tono altivo. Su desprecio por el Sr. Roseburrow era palpable.

Sin embargo, Maevis no hablaba solo movida por el asco que le producía el tío de su próxima presa. Pasaba que encontraba cierto placer en torturar a seres rastreros como aquel, en causarles miedo, terror... La joven ballenera se sabía por encima de criaturas como aquel Sr. Roseburrow y disfrutaba ejerciendo esa superioridad. Por supuesto, esto era útil... En este tipo de negocios siempre convenía dejar bien claro al empleador que cuando se trata de asesinos, ellos, y solo ellos, tienen el control. Entrecerró los ojos como un gato que se relame y miró al hombre obeso de forma intensa, consciente del pavor que sentía, mientras esperaba la respuesta de Daud.

Si tenía que hacerlo, mataría al pobre chico lisiado. Pero también sabía que el atormentado tío tendría pesadillas con aquel momentos durante muchos años. La perspectiva era deliciosa.

Veis como Daud os deja hablar libremente y en ningún momento os interrumpe. Simplemente se queda ahí plantado en un segundo plano mientras habláis. Lo conocéis muy bien y más pronto que tarde os vais dando cuenta de que esto ya formaba parte de la propia misión. Esta entrevista con el contratante le sirve para ver como reaccionáis ante algo inesperado. Os está evaluando detenidamente mientras os expresáis con total sinceridad ante alguien pusilanime y cobarde. Alguien a quien podéis amedrentar fácilmente con vuestra mera presencia y más aún con vuestras palabras. 

Sólo cuando el más veterano entre vosotros, Elian, toma la palabra, podéis ver un leve gesto de aprobación. Parece ser el que más se acerca a los ideales de vuestro jefe. Durante el resto de intervenciones veis que no hace ningún gesto de desaprobación o decepción. Diríais que parece una estatua de gesto inescrutable.

Llegado un momento os interrumpe para tomar la palabra dando un paso al frente. - Veo que todavía os falta mucho para llegar a demostrar que valéis realmente para esto. La moralidad no es algo que debamos sopesar. Nosotros sólo tomamos decisiones en base al riesgo y a la recompensa. Nada más. No estamos aquí para hacer juicios de valor o decidir quien merece vivir o morir. Somos herramientas para aquellos que se lo pueden permitir. Instrumentos para los que no tienen el valor o la fuerza para hacerlo con sus propias manos. No lo olvidéis.

Y con esas palabras, habiendo analizado lo que le interesaba de vuestra primera reacción, se da media vuelta y se marcha dejándoos a solas con ese hombre de negocios que no sabe muy bien que pensar de las palabras de vuestro líder.  

Después de ese mensaje reprobador y distante de vuestro jefe, el Sr. Roseburrow intenta tomar aire y confianza, al mismo tiempo, para hablar frente a vosotros y responder a vuestras preguntas, creyendo que vais a aceptar el encargo o más bien, intentando evitar que su mente juegue con la idea de ser asesinado allí mismo sin más.

Tragando saliva intenta obviar las preguntas que supongan una amenaza velada e ir directo a los datos objetivos y precisos para olvidarse de que está rodeado de asesinos despiadados a los que parece no caerles especialmente bien.

- El chico tiene alojados desde hace un mes, en su mansión, a un grupo de mercenarios procedentes de Serkonos. No se de cuantos se tratan , sólo se que son pocos pero se trata de verdaderos profesionales. Al parecer no ha escatimado en gastos. Por eso preciso de vuestras habilidades, que según cuentan tienen que ver con magia negra del Forastero. Pero bueno...- tartamudea al ver que se ha metido en un tema escabroso.-  yo no quiero saber como lo hacéis mientras acabéis con él.

- En cuanto a la recompensa, voy a ser generoso. Se que os pido algo difícil y en un tiempo limite. Pagaré 8.000 monedas en total.

- Tenéis menos de tres semanas antes de que cumpla su decimotercer cumpleaños. Si queréis más información os será algo difícil, ha sido muy receloso a la hora de prepararse para otro atentado. Puede que todavía estén los planos originales de la mansión en el antiguo registro, aquí en el Barrio Anegado. Luego está esa mala bruja de Bottle Street  que le preparó el veneno. quizá sepa deciros que efectos tiene y que secuelas le ha podido dejar en el cuerpo. Por último están los matones del mismo lugar que la vieja. Ellos quizá os cuenten algo de como el chiquillo logró salvarse de morir en los acantilados.

Notáis como durante su exposición ha conseguido calmarse lo suficiente como para dejar relucir ese porte de superioridad que tienen todos los ricos. No es algo que haga expresamente, más bien un hábito mal adquirido que trata de disimular ante vuestras reacciones poco amistosas.

¿Y bien? ¿Aceptáis el encargo?

8.000 entre cinco... Homoj pensaba seriamente en la oferta, y su conclusión "8.000 entre cinco, igual a mucho", no le hacía especial gracia esa oferta, veía al muchacho como a si mismo, ¿cuantas veces intentaron ahogarlo lanzándole a los canales? ¿Sería correcto aceptar la misión y pedir luego una contra oferta mayor al muchacho? El hombre que mantenía cerrados sus ojos sabía que él no sería útil en una contra oferta, podrían decirle una cifra menor a la del tipo de delante y le costaría bastante deducir si realmente era más,... "Bueno, sabes contar hasta diez, sabes que mil son más que cien,... ¿Porque necesitan ser tan complejas esas monedas, todas parecen iguales...".

La mujer que mencionaba y los matones, ¿habrían buscado la contra oferta en la que él mismo pensaba? Miró a los presentes, el no era bueno sopesando precios y riesgos, primero porque odiaba pensar en números tan complejos, y segundo porque no tenía demasiado apego a su propia vida, para él posiblemente serían lo mismo mil que diezmil, solo números con los que costearse el día de mañana.

Prefirió escuchar a los demás, y dejar que ellos eligieran. Mientras pudiera ver el color cobrizo de su presa le parecía suficiente... Y ese gordinflón seguro que tenía más sangre, lo que para unos una mayor recompensa sería una cifra mayor, para Homoj sería una mayor satisfacción reflejada en el cobre que cubriera el suelo.

La esperada reprimenda no tardó en llegar. Y aunque Vladko era hombre de buen temple, su sangre tyviana bullía con fuerza cuando ponían en duda su profesionalidad. Su mano apretó con más fuerza de la necesaria a la rata que acunaba junto a su pecho y ésta escapó con un chillido de protesta, perdiéndose por un agujero de la pared. La respiración del asesino sonó más grave gracias a la máscara mientras Daud se alejaba de la reunión. Era su jefe, el que les había concedido esos dones únicos que los convertía en los mejores asesinos de Dunwall, y para él la familia era sagrada. Pero tarde o temprano cometería un error o se volvería lento y prescindible. Y entonces, Vladko estaría ahí para encargarse de recordarle que en su mundo, nadie moría de viejo.

Tres semanas. Si los cinco presentes aceptaban el trabajo, no sería complicado repartirse por la ciudad para obtener la información necesaria y luego reagruparse para un asalto final a la mansión, donde con suerte nadie perdería la vida. Excepto el muchacho, claro. Y ellos serían 8000 monedas más ricos. Además, Bottle Street no era un mal sitio para que alguien con sus habilidades pudiera moverse con libertad.

Sin embargo, antes de aceptar, quería esperar a ver si alguien intentaba sacarle más dinero al gordinflón. Quizás Maevis, sabía cómo sacarle algo a cualquiera sin necesidad de usar su acero. 

Elian sopesó en su cabeza con detenimiento las palabras de aquel apestoso. No dudaba ni por un momento que, tanto él como cualquier otro asesino de los que había en aquella infecta oficina, saltarían al cuello de aquel sujeto sin la menor duda ni el mas mínimo remordimiento. Aún así, y pese a lo "peculiar" de su trabajo, eran profesionales. o al menos intentaban serlo. Se debían a su jefe y, gracias a él, podian subsistir en aquella ciudad maldita en los tiempos sombrios que les había tocado vivir.

Por un momento, una nube de pensamientos negro atravesó su mente y se vió sujetando una afilada daga a escasos milímetros del gaznate de aquel infeliz que se creía mejor que ellos sólo por tener mas dinero. Pero sólo fue un instante que le alejó de aquel momento tenso ante un ofrecimiento de tal bajeza.

Abrió levemente los lábios, iba a hablar, pero sabía que el odio que sentía ante aquel repugnante ser, verdadero asesino de niños, no le iba a dejar articular una frase coherente para, al menos, conseguir mejor remuneración por aquel odioso encargo. Volvió a cerrar sus labios y esperó a que sus compañeras, tal vaz con mas dotes para la palabra y la negociación, pudieran sacar un mejor pago de aquel misareble.

Lentamente intrudujo una mano entre su abrigo y los ropajes que llevaba y, mirando fijamente al sujeto que se atrevía a pedirles que mataran a un niño lisiado, apretó firmemente el mango de su espada.

-Ahora las cosas ya empiezan a tener más sentido. Ningún bastardo vendría a hablar con nosotros si el encargo fuese fácil... -Matka volvió a mirar al hombrecillo de arriba a abajo, con superioridad.

Había conocido gente así anteriormente, por supuesto. Siempre hay alguien dispuesto a pagar por matar, y en eso consistía parte de su trabajo. No le suponía mayor problema. El beneficio sí le importaba.

-¿Y qué pasa con los gastos que tendremos? Joder, no vamos a cargar las armas con chicles. Queremos parte del dinero por adelantado, si aceptamos. Una banda de mercenarios requerirá mucho armamento... Y usted  no parece tener problemas para adelantar la pasta, ¿a que no?

El silencio entre los presentes se prolonga durante unos largos e incómodos segundos. Salvo Matka, nadie parece estar de humor para seguir hablando con ese tipo indeseable. Sólo pequeños sonidos rompen el silencio. El chillido de una rata que se escabulle por su madriguera tras la pared, la lluvia que tamborilea incansable en los cristales y algún quejido que viene del fondo de la calle de vez en cuando. Ni una sola palabra más...

El cliente parece no tener muy claro si vais o no a aceptar el trabajo, pero confía en que vais a seguir fielmente a vuestro jefe, con el que ya ha hablado con anterioridad. 

Todos sabéis que Daud es el primero que detesta a este tipo de gente, pero por eso mismo no le importa ni aceptar sus contratos ni matarles. Como solía decir "un ballenero podría flotar en la sangre de alta alcurnia que he derramado. Otro noble ocupa el lugar del anterior. Tan corrupto como los demás..." Quizá por eso espera que simplemente cumpláis vuestro trabajo. La ciudad está corrompida y las ratas no son los únicos seres infectos que pululan entre las sombras. 

Finalmente el Sr. Roseburrow se marcha de la sala. Todos os miráis esperando ver la reacción del resto. ¿Todos aceptaréis esa misión? Y si es así ¿Iréis directamente a por el crío o invertiréis tiempo en estudiar a vuestro objetivo y a los mercenarios que le protegen?

Un hombre que más pensaba en "su propia retribución cobriza" que en el dinero, dudando de la misión, esperó a que aquel tipo se fuera y pensó un instante antes de hablar, para él ir a los archivos sería pan comido, su sigilo era conocido, pero leer era otro tema.

- no me importa mucho matar al crío, para él ahora mismo morir será una liberación, pero me pregunto si estará bien pedir al muchacho una contra oferta, puedo intentar colarme en silencio y llegar a su lado, el problema es que soy mal negociador... Si me decis cifras concretas aceptables puedo negociar hasta escuchar alguna de ellas, mientras intento saber cosas por parte del muchacho, quizás podríais informaros por otras vías vosotros,... Y reunirnos, compartir información, y decidir a cual de los dos matamos...

Si fuera por Homoj, morirían los dos, dos cuerpos siempre tienen más cobre que uno... Lamentablemente, cada muerte innecesaria era una molestia para Daud, posibles futuros objetivos que ya no aportarían ganancia alguna.

A pesar de estar rodeado de Decanos toda su infancia, Elian no recibió lo que se diría una "buena educación". Más bien fue utilizado como burro de carga y animal de trabajo constante. Por tanto, antes las posibilidades que se abrían ante él, rápidamente tuvo claro en cual podía ser más útil.

- Está claro que a ninguno nos gusta este encargo - dijo con voz grave - pero somos asesinos, balleneros, trabajamos quitando el bien mas preciado, la vida. Aún así comparto tu idea de saber más, antes de decicir a quien liquidar... tras hablarlo con Daud - se detuvo para observar la reacción de sus compañeros de habitación; tras una breve pausa, prosiguió -Por mi parte tengo claro donde puedo ser mas útil. Esa vieja malnacida, a la que no le importa acabar con la vida de un pobre crio, se las verá conmigo.... y si no me cuenta todo aquello que quiera saber, le haré tragar de su propio veneno...

Volvió a guardar silencio. Esperó la opinión del resto antes de partir hacia su destino. Las calles malolientes e infectas casi no tenian secretos para él. Las sombras le ampararían y encontrar a esa vieja bruja envenenadora, siguiendo las indicaciones del apestoso Roseburrow, pensaba que no le supondría gran esfuerzo si escogía con acierto los hilos y, sobre todo, las lenguas de las que tirar...

Veis como Vladko se marcha de la sala sin decir palabra, con el oculto tras la máscara. Vosotros que le conocéis bien, sabéis que no teme a ningún enemigo por peligroso que sea. Incluso muchas veces a arriesgado su vida para acabar con algún objetivo que a priori parecía inalcanzable. Pero esto es distinto. Sí, la emoción de batirse con los guardaespaldas y la recompensa valían la pena, pero el objetivo no era más que un crío lisiado. ¿Porqué Daud era tan frío? ¿a caso no le importaba lo más mínimo? 

El caso es que cuando está apunto de salir de la sala se cruza vuestro jefe entrechocando, no sabéis si a propósito o no su hombro con el de él. Daud no le da más importancia, simplemente se gira para ver como se marcha y mantiene sus ojos en la espalda de Vladko hasta que se pierde por el pasillo del fondo.  

Unos segundos más tarde, como si se tomara su tiempo para pensar en lo sucedido, Daud se gira de nuevo y se dirige a los cuatro que quedáis allí.

- Al parecer vuestro compañero no es de vuestra misma opinión. Ya se dará cuenta tarde o temprano de que aquí no hacemos distinciones, no nos podemos implicar emocionalmente. Entrar, matar y salir sin ser vistos. Eso es todo lo que debéis tener en cuenta. Entonces aceptáis la misión ¿no? - pregunta esperando una respuesta de los 4 miembros aún presentes.

El grupo no debía tirar de alguno de los hilos si quería estar preparado para lo que estaba por venir. En caso contrario irían un poco a ciegas, aunque no era la primera ni seguramente la última vez. Aunque quizá esas otras veces no había de por medio un niño paranoico y rico gastando verdaderas fortunas en atrincherarse para otro posible intento de asesinato. 

- Si vais al antiguo archivo, puedo indicaros como llegar. No está muy lejos de aquí. Tened bien abiertos los ojos, allí seguramente haya que sumergirse para alcanzar ciertas zonas anegadas y las ratas y los afligidos pueden también traeros problemas... - os advierte Daud finalmente.

En cuanto a los autores de los anteriores intentos de matar a Leopold, no parece poder daros más detalles. Simplemente sabéis que están por Bottle Street.

Miró a Daud, sus ojos cerrados permanecían ligeramente apretados en muestra de molestia. No en contra de Daud, si no en favor de Vladko - no me creo en contra de su opinión Daud, veo absurda esta misión, y para mi, el cobre de un niño no es demasiado beneficio... ¿Puedo pedir al muchacho una contra oferta? Si está dispuesto a gastar una fortuna en su paranoia justificada, puede que pague aun más por librarse de ella. Y si no acepta... Supongo que deberé conformarme con una cantidad de cobre menor.

Lo ideal sería tener justificadas las muertes de tío y del niño, eso sería sangre pagada extra que vislumbrar.