Partida Rol por web

Sarah se alejó un poco de aquel monstruo para disparar más con sala. Pero el dolor en el costado no le dejaba mover los brazos bien.

Sarah logró alejarse por fin de la criatura que estaba tratando de cornearla, pero a pesar de ello el temblor de sus manos no disminuía y su puntería estaba afectada por ello.

El soldado búfalo se concentró entonces en el ranger. Que era quién más daño había hecho a sus compañeros, y a él mismo. Además de que ya lo tenía al lado. En esta ocasión se dejó llevar por la rabia y olvidó toda precaución en el ataque. Lo que dió como resultado de dicho ímpetu que sí que lograra atravesar el guardapolvos de Norris. Llegando a herirle. Aunque heridas mayores había sufrido, de hecho en este mismo combate.

Mientras el predicador había Desenfundado su hierro, y el Peacemaker tronó alcanzando a la bestia y dejandola aturdida.

Norris quedó trabado con el SB en un baile mortal. Golpeado y zarandeado por aquella bestia descomunal, apenas conseguía mantenerse en pie y resistir a duras penas.

-Jeje, ya te tengo, jeje, ya eres mío. ¿Esto es todo lo que sabes hacer?

Decía agarrándose como podía al pelaje de la criatura para evitar ser proyectado por los aires. Su sobrepeso esta vez le ayudaba a no salir volando.

La osadía de Norris, que en otras ocasiones tan buen resultado le había dado, le había hecho quedarse en una posición comprometida junto al soldado búfalo. Y a pesar de que el predicador había logrado aturdirle, la criatura se lo sacudió como un pato el agua.
Estaba furiosa, muy furiosa, y descargó su salvajismo con lo que tenía más a mano. Que en este caso era el ranger. La cornada volvió a atravesar el guaradapolvos especial que llevaba, y de hecho si no fuese por llevarlo seguramente estaría muerto.

Contempló James con espanto la situación precaria de Norris, su derringer no valía para nada. La llevaba sólo para percances en las timbas pero aquello no parecía una reyerta del tres al cuarto en el Saloon. Suspiró y cerró los ojos como queriendo encomendarse a algún tipo de fuerza que le permitiera lidiar con lo que iba a hacer.

Al abrirlos de nuevo volvió a ver al manitú al que había bautizado como Belcebú. Por un momento flaqueó pero se mantuvo en sus trece. Este en cambio, hastiado por su comportamiento optó por seguirle el juego.

Se aguantaron la mirada tanto tiempo que olvidó parpadear, respirar, se hizo uno con los terrenos de caza. Sus voluntades chocaron mientras que el charlatán procuraba aplicar todos los trucos de autocontrol que había leído en el libro de juegos de Hoyle.

Le llevó dos segundos descubrir que había vuelto a la realidad, su boca había dejado de estar pastosa y sentía un nuevo torrente de energía en su cuerpo, no lo dudó y repitió su familiar maniobra con la baraja para acabar lanzando un proyectil en forma de carta de picas.

La cuadrilla aún no estaba acabada. A pesar de todo lo que habían pasado, y lo que todavía les quedaba, seguían dandolo todo.

James volvió a hacer de las suyas y, con Belcebú mediante, su carta especial se clavó hasta dentro de la carne de la criatura. Pese a todo esta seguía moviendose ya que parece que su furia le da energías.

Y entonces llegó Sarah. La pistolera no había podido hacer lo que era habitual en ella en esos caso, que era llenar de plomo a sus enemigos. El terror que le causaban aquellas criaturas era desconcertante. Pero en cuanto vio cómo Norris era herido de nuevo algo cambió y sus hierros fueron certeros y letales. Algo extraño acompañaba a cada uno de sus disparos. El soldado búfalo no pudo aguantar tanto daño. Aún así, seguía en pie. De momento. Pues el Padre Usher estaba apuntando con su Peacemaker.

¡BANG!

Impasible el predicador disparó nuevamente.

—Vuelve al infierno, hijo de satanás..

Pero el monstruo, aunque debilitado, seguía vivo, desafiando a los designios del Señor.

La última de las criaturas del averno había dado tanta guerra como las otras tres juntas. Puede que más. Pero la cuadrilla lo había dado todo por acabar con ellas.
James había agotado su magia, Sarah seguía aterrada, Norris sangrando por múltiples heridas, y sólo quedaba un simple predicador. Aunque nunca estaba solo, pues Dios (o algo parecido a él) estaba a su lado.

El sonido del disparo se escuchó como un trueno vengador, impactando a la criatura. Esta se giró hacia él. Dio dos pasos en su dirección y finalmente cayó al suelo. Abatida.

La escena quedó en sielncio. Roto sólo por el respirar apresurado del grupo y los canticos de Ternero Risueño que fueron apagandose al haber acabado con todos los soldados búfalo.

Lo más extraño de todo es que en cuanto el último de ellos murió, los cuerpos empezaron a transformarse. Se encogieron, mudaron la piel, y volvían a parecer seres humanos normales y corrientes.

En algún lugar. Más allá del mundo terrenal. Algo reía o rugía de rabia. No se podía estar seguro de cuál de las dos.

Cuando la última de aquellas cosas cae, Sarah se queda congelada. Habían ganado ¡Habían ganado! Inmediatamente corre a comprobar el estado de Norris.

—Tiene que aguantar. Si Agnes se entera de lo que hiciste, le mata y luego me mata por dejarle —se apoya el brazo de Norris en el hombro para ayudarlo a sostenerse. Quizá el hombre medicina sabe de medicina y podía darle atención inmediata. Pero tenían muchas cosas que hacer. Mira a lo lejos los cadáveres convertidos en humanos.

—Es una lástima que no podamos cobrar nada por esto.

No quería acercarse a donde estaban los caballos. Durante la pelea había escuchado relinchos, y le tenía un aprecio especial a Ginebra —Padre, ¿los caballos van al cielo?  — sorbió con fuerza. Recién notaba lo tupida que tenía la nariz. 

El soldado búfalo cayó al suelo y Norris cayó agarrado a él, apuñalando a ciegas incapaz de pensar y de darse cuenta de lo que sucedía a su alrededor, abrumado y entumecido como estaba por las heridas.

El contacto y las palabras de Sarah le sacaron de su estado. - Agnes, sí Agnes. Jamás se me ocurriría dejarla viuda. ¿Menudo carácter tiene? No, ella no me permitiría morir así, por eso sabía que venceríamos.

Apoyado en Sarah se acercó a los caballos. Pobre Estrella. Merecía un final mejor. - Dio su vida para retrasar a los demonios, para darnos una oportunidad. Fiel y valerosa hasta el final. Tu sacrificio no ha sido en vano.

Se agachó, cerró los ojos a su montura y después a los demás caballos.

James por su parte se desplomó totalmente agotado, las energías que había sacado desde el mismísimo averno se le esfumaron en el momento en que el peligro desapareció. Cerró los ojos y se dejó bañar por los rayos de sol disfrutando aquella certeza de que todo había salido bien.

No sabía cómo habían llegado a aquello, a esa situación en la que luchar con bestias salidas de sólo Dios sabía dónde y no por dinero, ni por trabajo. Simplemente por la curiosidad, esa que había estado a punto de matarles, pero ya daba igual... Dedicó un breve pensamiento a los caballos, suspiró pensando en el suyo, buena montura que aguantó fiel hasta que tuvo a la muerte encima. Y gracias a ellas, estaban vivos.

Sonrió con aquel último pensamiento.

Amon se acercó a Norris e impuso las manos sobre él:

—El Señor no abandona a quienes le han servido bien.

Las costillas del vaquero se soldaron de forma inmediata. Aunque aún había heridas que tardarían en cicatrizar el ranger se sorprendió de poder ponerse de pie sin problema. El sacerdote se volvió hacia la pistolera para contestar a su pregunta sobre los caballos:

—¡Son animales!

Lo dijo como si no pudiera comprender que la muchacha dijera semejante barbaridad. ¿Cómo iba a atravesar las Puertas del Cielo una criatura sin alma?

Luego miró los cadáveres en el suelo. Escupió sobre elllos.

—Que los buitres se los coman.

Dicho lo cual tendió una mano al tahúr reprimiendo una mueca de disgusto. Tenían muchas cosas que hablar ambos. ¿Cómo aquel pecador, que hablaba con el Diablo, había sido capaz de mejorar su conexión con Dios? Le daba miedo la respuesta así que se limitó a ayudarle a levantarse mientras informaba al resto del grupo:

—Nos queda un largo camino al pueblo... a pie.

Y como si estuviera todo resuelto inició la caminata de regreso.

El indio se acercó al predicador, y levantó la mano izquierda mientras la derecha iba al pecho.

Ternero Risueño agradecer a hombre blanco que habla con su dios la ayuda prestada. Ahora la tierra ser algo más segura, aunque estos ser pobres demonios que Manitú engañar. Seguro.

Yo preparar cuerpos de pies negros. Ayudarles a entrar en la casa de los espíritus. Después marchar a mi tribu y dar noticias.

Ir a poblado de rostros pálidos. Explicar lo sucedido. Pies negros no ser enemigos. Manitus ser enemigos de todos. Hacer la tierra más segura.

Miró a todos con agradecimiento.

Si venir a tribu de Ternero Risueño, si necesitar ayuda, yo ayudar no importar peligro. Ser amigos.

Una vez terminada la pelea no había mucho más que hacer. El indio iba a quemar a sus hermanos de batalla, como eran sus costumbres. Y a la cuadrilla les quedaba un buen trecho para llegar al pueblo y allí conseguir algunos caballos. Tanto James como Usher sabían que era bueno explicar lo sucedido. Ambos sabían que la Oscuridad se alimentaba del miedo de la gente, y aquellas historias de monstruos derrotados llevaban esperanza a los corazones de la gente.

De hecho cuando llegaron al pueblo, ya casi anocheciendo, pudieron ver el cartel con el nombre. Se leía perfectamente. Ponía Bright Soul.