Partida Rol por web

Había asustado a Mariam con sus historias. No pretendía hacerlo. Tampoco pensaba que allí estuviera ocurriendo algo parecido, pero era bastante evidente que algo raro pasaba. Quiso dedicarle unas palabras que la reconfortan, pero no pudo hallarlas y simplemente pasó a la siguiente cosa pendiente.

- Subamos... - Dijo finalmente el escritor apartando la mirada de la mujer. - Es evidente que aquí no hay teléfono. Dudo que en el primer piso lo encontremos. Que funcione digo... Pero probemos. - Y acto seguido encaró las escaleras para empezar a subir.

Decepcionada, Mariam asintió a la propuesta de Pietro y lo siguió hasta las escaleras que subían hacia el piso superior, el mismo al que había ido el señor Jones, esperando que al final fuera cierto que no había nadie en la casa que pudiera estar durmiendo a esas horas y al cual podríamos darle un susto de miedo.

Pero sobre todo lo que deseaba era que hubiera un teléfono en la planta superior, algo por otra parte que le resultaría extraño ya que normalmente se colocaban en la entrada o en la sala principal.

Rogelio asintió ante la idea de subir al siguiente piso, pero antes de subir hecho una mirada somera a la habitación y a los zócalos en busca de cables que indicaran la presencia de un posible teléfono. Si no hay teléfono, habrá que correr hasta el pueblo. En otro tiempo ese esfuerzo físico no habría supuesto ningún problema para él, pero en sus actuales condiciones cualquier carrera de más de diez metros suponía toda una odisea.

- No está mucho más lejos. - Le respondió a Rogelio.

Ir al pueblo había sido su primera opción en el momento en que descubrieron que nadie les abría la puerta de la casa. Tras los actos vandálicos de sus compañeros, había decidido quedarse a curiosear. ¡Maldita la hora en que le fue revelada tan extraña verdad! Y es que estaban en un lugar demasiado perturbabor como para que fuera un lugar real. No obstante, siempre era mejor ir en sobre aviso que totalmente a ciegas. Ahora sabían que realmente pasaba algo extraño.

- ¿Callum? - Preguntó por el bibliotecario. - ¿Ha encontrado el teléfono? 

Al subir las escaleras por el pasillo oscuro tiene la sensación de que algo malo va a sucederle, no obstante estaba tan obsesionado con esa ventana y el presunto vigilante que era mayor la curiosidad que el miedo. Al ir ascendiendo ve el hilo de luz que sale de la habitación principal, mientras que las demás se mantienen oscuras. Por alguna razón la habitación principal era la clave importante en todas las casas, pues en ella era donde vivían sus dueños, y así se podía saber en qué condiciones vivían, y a qué estaban acostumbrados.

Al llegar a la puerta de la habitación principal la abre lentamente y ve que aunque parecía igual que la de Arthur, la distribución de la casa cambiaba, sobre todo la silla que estaba en la ventana y no al lado de la cama. Lo que más le aterró fue ver a alguien sentado en la silla, era él, era la figura que había visto desde el coche que los observaba, Callum aunque muerto de miedo se adentró en la habitación y habló: - Señor, ¿está bien? Soy el vecino de al lado, decía mientras se iba acercando para ver si en verdad aquel hombre se podía mover o gesticular desde la silla, sino fuera así Callum al estar cerca giraría la silla para ver el rostro de aquel hombre. 

Suben las escaleras,  el pasillo esta oscuro,  el resto de las habitaciones estan con la luz apagada, la única que muestra luz es la habitación principal de la cual sale un hilo de luz que se extiende por el pasillo.

No escuchan movimiento, Rogelio ve los mismos muebles en las habitaciones. Encuentran el teléfono en el pasillo superior pero esta desconectado. No hay tono.

- ¿Callum? - Preguntó Pietro - ¿Ha encontrado el teléfono? 

Para darse cuenta que posiblemente no le ha escuchado pues no le responde. Todos, escuchan que él habla con alguien.

 - Señor, ¿está bien? Soy el vecino de al lado.

No pueden  algunos no dejar de asomarse a la habitación principal, y ver como Callum le habla a alguien al parecer sentado en el sillón (el cual no esta de la misma orientación de la casa de Arthur sino mirando a la ventana justo la que da a la carretera)

Despues de eso escuchan una  respiración de susto de Callum.

Mientras escuchas que te llaman, rodeas  la silla, no puedes evitar soltar una exclamasión de sorpresa. En la silla encuentras lo que parece un hombre, sentado en la silla mirando hacia la ventana. Su piel es seca y sus estremidades rígidas mientras su olor es desagradable.

Solo mueve ligeramente los ojos.

Puedes ver que los demás se han asomado a la habitación, pero no estan viendo lo mismo que tú.

Callum estaba hablando con alguien. Esa era una buena noticia. Mucho más prometedora que el hecho de que el teléfono de la casa no funcionará. Sin embargo, muy pronto regresó al interior de aquel escritor la idea de que algo no iba bien y es que Callum parecía asustado.

Alguien estaba sentado en aquel sillón que daba a la ventana, pero ese alguien no respondía. La primera hipótesis que pasó por la mente de aquél escritor de novelas de terror, fue que se encontraban ante un cadáver. De ahí que no respondiera y del miedo que sentía el señor Jones.

Pietro se adelantó internándose en la sala en busca de Callum y con la clara idea de ser partícipe de lo que su compañero bibliotecario acababa de descubrir. Así que una vez junto a éste enfocó la mirada hacia el sillón.

- Por favor no entréis hay una especie de persona momificada y todavía mueve los ojos, es muy desagradable. Comentó Callum en alto para que lo escuchasen los demás, mientras tanto aunque impactado por lo visto, buscó en la habitación algo que pudiera darle pista de lo que le había sucedido a aquella persona.

De nuevo se encontraban frente a un obstáculo que les imposibilitaba avisar a las autoridades, no es que a Mariam el hecho de que el teléfono se encontrara desconectado la hubiera cogido por sorpresa, pero resultaba frustrante que nada les estuviese saliendo bien.

Guiados por la luz que se colaba de la que debía ser la habitación principal, y de la voz de Callum que parecía estar hablando con alguien, la mujer siguió a sus compañeros hasta ver al bibliotecario al lado de alguien sentado en una silla. Alguien que no estaba respondiendo a las palabras de Callum, alguien que ni siquiera se movía.

Mariam estaba a punto de acercarse a quien fuera que estuviera allí sentado cuando la advertencia de Callum la hizo detenerse de golpe, llevándose la mano a la boca para ahogar un grito. Desde que había llegado a aquella maldita isla todo parecía volverse irreal y sorprendente. Ahora entendía porqué nadie había contestado o salido a ver qué sucedía.

—Pero... —tuvo que carraspear para que las palabras no quedasen atascadas en su garganta—, ¿cómo puede estar momificada y mover los ojos? Eso sólo puede significar que aún está con... vida —Sin embargo lo que acababa de decir no tenía ningún sentido.

A pesar de sentir cierta morbosa curiosidad, Mariam optó por no acercarse dado que el bibliotecario había comentado lo desagradable de la visión y, para no centrar su atención en la silla y su ocupante, prefirió echar un vistazo a la habitación por si veía algo que pudiera indicarle qué había pasado allí, ya que la única explicación que se le ocurría era que algún tipo de fuerza mística o maldita había actuado en contra de aquel desgraciado.

Las personas que deseen ver,  ven un  hombre con la piel es seca y sus estremidades rígidas mientras su olor es desagradable. Sus ojos aún se mueven. No habla, ni contesta nada a las preguntas de Callum.  Tampoco este puede dar alguna explicación al hecho.

Ninguno de ustedes había visto nada igual.

Ver aquello fue quizás una de las experiencias más extrañas y aterradoras de su vida. No cabía en su cabeza la posibilidad de que algo así pudiera ser cierto, pero estaba frente a sus ojos. Eso no podía negarlo. Aquel ser que debiera estar muerto por puras normas de la biología, en cambio no lo estaba. Se trataba de una aberración que atentaba contra toda lógica. 

Pietro se quedó unos momentos totalmente quieto y en silencio. Tratando de asimilar lo que acababan de descubrir. No entraba en su cabeza lo que estaba contemplando. Tan solo tenía ganas de que aquella escena macabra desapareciera. Tan solo tenía ganas de que aquello no hubiera sucedido nunca. En ese momento se arrepintió por primera vez de haber aceptado la invitación de Hopkins.

Dos ideas pasaron por su cabeza. La primera era la de salir corriendo del lugar para no volver nunca. La segunda, tratar de comunicarse con aquel extraño ser. Quizás podía escucharles y de ser así, podían inventar un código de miradas para que aquella persona momificada pudiera de alguna forma responder a preguntas simples con un si y un no, dependiendo de hacia donde dirigiera la mirada. 

Eran dos buenas ideas. Dos ideas igual de válidas, al menos en su mente. Sin embargo, su cuerpo reaccionó de una manera del todo inesperada. Fue un impulso, casi una convulsión desesperada. Pietro arrancó a correr contra el respalda de la silla donde se sentaba aquel engendro momificado. Su intención era clara, empujar aquella silla contra la ventana y que la inercia provocara que se rompiera el vidrio y aquella persona cayera por la ventana estrellándose contra el suelo y de esa manera cesara su sufrimiento y por ende la atrocidad que no cabía en la mente de Pietro Salvatore.

- ¡Aaaaaah! - Gritó mientras corría hacia la silla.

Rogelio retrocedio varios pasos mientras se cuubria la cara con las manos y gritaba. No. No ¡No! Entonces sintio la necesidad impulsiba de beber un trago. Todo era un mal trago, y como todo mal trago se soluciona con otro trago. Con dicho pensamiento en mente corrio al mueblebar escaleras abajo.

Pietro con total conciencia de lo que hacía y sin estar en especial asustado, corre hacia el hombre que esta indefenso en su silla y lo empuja  por la ventana.  El vidrio se quebró fácilmente, y la criatura que no hizo nada por defenderse simplemente  atravezó los cristales y cayó  a la carretera con un sonido seco, no se escucho un quejido, ni nada parecido, pero ustedes si sintieron algo,  por un momento tuvieron una sensación mental bastante incomoda, como si compartieran el dolor con esa criatura, como si al golpearla  se golpearan a ustedes mismos, pues  todos sintieron dolor,  más de uno se quejó de repente para luego mirarse entre ustedes en absoluto silencio.

Habían descubierto quien los miraba desde la carretera y a ninguno les había gustado.

Y el silencio continuo, estaban muy lejos de la población para que alguien se diera cuenta de lo que había pasado.

Callum se quedó perplejo ante la actuación de Pietro, su decisión de lanzar por la ventana a la extraña criatura le provocó un hondo pesar que no supo a qué se debía. Se quedó mirando por la ventana a la criatura que yacía allí abajo, cabeceó en señal de negación y después bajó las escaleras, ya no sentía el deseo de investigar más en esa casa, una honda melancolía le había invadido, salió fuera a la calle y se acercó a la criatura y la tocó la puso de lado y le miró a los ojos por si todavía seguía estando viva, un movimiento automático salió de su mano acariciando la frente de la momia, mostrándole cariño después la tomó en brazos y la llevó por la carretera hasta la villa.

Pietro vio como Callum bajaba rápidamente y recogía a la momia y entones... entonces se llevaba a esa cosa a cuestas como si fuera un animal herido o algo por el estilo. Sin duda la horrenda visión de aquel ser que debiera estar muerto pero que no lo estaba, había trastornado al pobre señor Jones. Y Rogelio... Rogelio simplemente se había largado escaleras abajo y se encontraba en la cocina, asaltado la despensa. Sin duda en busca de algo alcohólico. No le había pasado por alto al señor Salvatore, su hedor etílico.

- Mariam... - Le dijo a la mujer. - Esto es lo que me confirma que hubiera sido mejor no haber venido aquí. - Pietro hablaba muy en serio. - No se usted, pero a mi me importa un carajo lo que está sucediendo. Sólo quiero regresar a casa de una pieza. El señor Jones ha enloquecido y Almeida es un borracho. - Concluyó muy seguro de sus palabras. - Lo mejor será ir al puerto cuanto antes y tratar de encontrar una embarcación con la que dejar la isla. ¿Está conmigo? - Le preguntó.

Mariam miró horrorizada como Pietro lanzaba por la ventana a la persona convertida en momia que, hacía un segundo, se encontraba allí sentada. Pero no fue este hecho lo que más impacto le causó sino sentir como suyo propio el dolor que debía estar padeciendo el ser cuando se estrelló. Fue como una corriente de pura angustia y aflicción la que recorrió todo su cuerpo dejándola con un sentimiento de abatimiento y culpa que no mejoró cuando, mirando a través de la ventana rota, vio la figura mirándola desde el suelo.

Sin embargo, lo que no esperaba fue la rección de Callum ante aquel suceso y, pasmada y sin poder moverse, la mujer lo observó corriendo al exterior para cargar con la momia y llevársela a saber dónde. Fueron las palabras de Pietro las que la sacaron de su ensimismamiento para darse cuenta que Rogelio tampoco se encontraba en la habitación.

—Sí, estoy de acuerdo contigo —consiguió responder, aún impactada por lo sucedido—. Pero no dispongo de dinero aquí, lo he dejado todo en casa de Arthur y no creo que nadie quiera llevarnos a cualquier otro lugar sin pagarle —la parte racional de Mariam empezaba a tomar el control.

Pero lo primero de todo era salir de aquella maldita casa y después de aquella maldita isla que sólo había traído desgracias a todo el mundo.

—Salgamos de aquí cuanto antes —rogó a Pietro mientras ponía en práctica sus palabras dirigiéndose escaleras abajo y, de allí, al exterior de la casa.

- No creas que yo no he sentido pena por ese extraño... Ser. Pero nada bueno nos aportará acercarnos a éste. - Le dijo a Mariam.

Si, el también había sentido algo extraño en su interior. Había sentido el dolor de aquella cosa al caer. Un dolor y una extraña angustia que le había embargado el alma. Pero quiso dejar de lado ese sentimiento, para tratar de ser más práctico.

- Yo si be cogido la cartera. Supongo que podría pagar un par de pasajes... - Resopló angustiado. - Aunque a estas horas y con este tiempo...

Iba a ser muy complicado encontrar un trasporte que les sacara de aquella isla de pesadilla. No obstante, tenían que intentarlo. Aunque por alguna razón, Pietro penaba que iba a ser difícil incluso encontrarse con alguien en toda la villa.

- Vamos... - Le dijo a Mariam a la vez que le cogía suavemente de la mano. - Intentemos evitar a Callum. No quiero volver a toparme con esa cosa. - Y sin más empezó a caminar hacia la Villa.