Partida Rol por web

Considero que me ayudas a separar en los equipajes "lo útil" de "lo innecesario" en estos momentos de supervivencia - bien, ¿qué tenemos aquí? - miro en mi maleta y entre todas las cosas que he traído (he puesto en negrita en notas lo que me parece interesante (el traje de neopreno lo llevo encima, así como el reloj de pulsera, las gafas de sol, y cojo los mecheros/encendedores y la mini-linterna) - toma, de ésto te encargas tú - te paso el botiquín con todos los objetos que figuran.

Stacey, ven, mira - cuando te acercas a donde estoy te doy un beso enorme - me gusta como te has comportado, en ningún momento te he visto perder los nervios - creo que es importante estar juntas y darnos ánimos, veo bien recuperar el buen ánimo, pese a las circunstancias - eres preciosa y me encantas - otro beso, y aprovechando el momento sigo en modo romántico.

Te sigo. Me dejo arrastrar por el huracán de tu personalidad y tu energía. Y porque sigo un tanto alelada. Sonrío- Vamos, sí

Meto el botiquín en la mochila, voy separando mis cosas, elijo lo que creo más importante y que podemos necesitar, el mínimo para una supervivencia si tuviésemos que usar el bote salvavidas. Todo se está acelerando.- ¿Y por qué con esos golpes toda la energía eléctrica se ha esfumado? No veo el sentido. Y esta niebla...

Correspondo al enorme beso- No te creas, estaba (beso) fumada. Si me (beso) doy cuenta (mordisquito en los labios) de los golpes y (beso) que Lucie y Hugo (beso,beso,beso) se caen al agua me (beso) me meo en las bragas (beso)

Nos empezamos a comer a besos, hay que frenarse, pienso. Le susurro en la boca- Vamos a parar, no puedo besarte así y no encenderme

El capitán en funciones y oficial del barco trato de usar la radio para pedir ayuda a los guardacostas. ¡Socorro! ¡Nuestro barco no arranca! ¡Socorro!

Todos, en la medida de sus posibilidades, parecían conservar la calma. Habían empezado a moverse y a hacer cosas lógicas bajo su punto de vista. Revisar el equipo que portaban abordo, vigilar en todas direcciones observando el mar en busca de cosas anormales, o tratar de seguir contactando por radio con alguien. Lucie, que sabía algo sobre mecánica, acompañada por Hugo que siendo matemático, también sabía algo, aunque no mucho sobre motores, pero que sobre todo sabía que Lucie era una chica atractiva y que seguramente necesitaría ayuda con las herramientas, le acompañó.

De todos ellos, quien menos parecía conservar la calma era el capitán de la nave. Oliver llevaba un buen rato tratando de contactar por radio con el puerto más próximo o con alguna nave que estuviera navegando en las proximidades, pero hasta el momento no había tenido éxito alguno. Llevaba ya un par de horas tratando de conseguirlo y de forma intermitente se dirigía a los mandos del yate para tratar de ponerlo en marcha y al no conseguirlo, regresaba a la radio tratando de enviar un mensaje de socorro.

Por desgracia, los teléfonos móviles seguían sin funcionar. Fue en esos momentos, en los que estaban totalmente apartados del mundo por primera vez en sus vidas, cuando descubrieron lo mucho que dependían de la tecnología y sobre todo de internet. Prácticamente no sabían hacer nada sin consultar al dios del mundo moderno, al que todos llamaban google. Solo esperaban que lo que fuera que estaba neutralizando los aparatos electrónicos, desapareciera pronto.

Por otra parte, la niebla seguía ahí. Densa, opaca y casi se podía decir que sólida. Las bajas temperaturas habían empezado a afectarles y muchos de ellos habían decidido taparse así como pudieron, aunque fuera con las toallas, o pasar algún tiempo en el interior de los camarotes. Su única esperanza era la misma de siempre, tarde o temprano llegarían a algún sitio, se disiparía la niebla, alguien daría con ellos o simplemente el motor se encendería. Debían ser optimistas.

Fue en una de las idas y venidas de Oliver, cuando se percató de algo. La brújula no marcaba el norte... ni el sur. La aguja daba vueltas sobre su eje hacia un lado y hacia otro. Parecía perdida y tratando de orientarse, pero al no conseguirlo, parecía haber enloquecido danzando de un lado para otro sin ton ni son. 

Hugo ya se había despojado de toda su ropa empapada y se había empezado a secar. - Gracias Stacey. - Seguía dándole vueltas a la cabeza, mientras tosía y sentía el agua salada aun en su boca. Cabizbajo en una silla, se terminaba de vestir pensando en que carajos estaba pasando y, sobretodo, de donde salía esa espesa niebla.

- Lucie, yo no tengo ni puta idea de motores, pero vamos a echar un vistazo a ver si descubrimos algo. Cojamos antes un par linternas. - le dijo a la futura ingeniera, adelantándose a ella, rumbo al interior del barco.

La entrada en el agua, demasiado fría para la zona en la que estaban, la dejó sin aliento pero lo peor de todo era saber que quizás debajo de ellos y nadando por las profundidades se escondía algún tipo de animal enorme y peligroso. Un miedo primitivo a ser atacada por algo que era incapaz de ver la paralizó durante unos instantes, pero los gritos de sus compañeros y el instinto de supervivencia, unido a la densa niebla que se acercaba a toda velocidad, consiguieron hacerla reaccionar. De un par de brazadas alcanzó la cuerda que le tendían sus amigas y, con su ayuda, consiguió subir de nuevo a bordo, comprobando que John había hecho lo propio con Hugo.

—Gracias chicas —consiguió decir entre el castañeteo de sus dientes—. Joder qué susto.

Aceptó agradecida el café caliente que le tendían y se lo bebió  casi de un trago mientras escuchaba las malas noticias. La radio y el motor seguían sin funcionar y aquella oscura y densa niebla seguía avanzando, por suerte los golpes habían cesado.

—Voy a quitarme esta ropa mojada y después miro el motor —dijo a la vez que apuraba los restos del café.

Bajó a los camarotes y se secó mejor con una toalla antes de cambiarse de ropa, aprovechando para coger la más caliente que tenía ya que el ambiente se había vuelto muy frío. Cuando volvió de nuevo a cubierta escuchó cómo Hugo se ofrecía para acompañarla.

—Genial tío, vamos entonces —le dijo un poco más animada y encantada de que alguien fuera con ella.

Se acercó a la zona donde se encontraba el motor y empezó a estudiarlo con atención, buscando dónde podía haber fallado, porqué había dejado de funcionar y, sobre todo, buscando la manera de poder arreglarlo.

Lucie, ayudada por Hugo, abrió la compuerta que daba acceso al motor de la embarcación. No era un motor de coche, que era a lo que ella estaba acostumbrada a tratar, pero tampoco era tan diferente.

Estuvo examinándolo un buen rato, pero no logró encontrar ninguna explicación factible. El motor no hacía mención alguna de querer ponerse en marcha y sin embargo, nada parecía que estuviera mal. El motor era prácticamente nuevo y todos sus engranajes, cables y demás elementos estaban bien. Sin embargo, no arrancaba de ninguna manera.

La teoría de John, de que aquello se debía a un pulso electromagnético, iba ganando enteros. Por extraño que pudiera llegar a parecer, descartadas las demás opciones, solo les quedaba esa, por fantasiosa que pudiera parecer.

El momento romanticón en el camarote pasó y no fue a más, por suerte. O por lo contrario. Como fuese, regresaron a cubierta, Stacey con su chaquetilla y un pantalón pirata. Husmeó el trabajo de Hugo y Lucie en el motor, preguntó a Oliver qué tal lo llevaba y qué pensaba del asunto de la brújula. Se pasó un rato sentada con la radio, enviando mensajes, tratando de contactar con alguien, cambiando de frecuencia y tocando todos los botones. Se armó de mucha paciencia, pero nada.

Luego habló con John (y con quien ande cerca) -Tiene toda la pinta de lo que tú decías. Pero es que eso de la brújula da miedito. Es como en las pelis, en las que desapareces y sales luego cien años después. Ya se que parece una tontería grande, pero las cosas pasan...El Universo, la Tierra, son entes vivos con infinitos misterios. Y no se, ¿y si nos ha tocado a nosotros?

Estaba asustada, no podía disimularlo. Se cogió la manga de la chaqueta y la mordió.