Partida Rol por web

En el mundo vampírico, como en el de los mortales, la suerte favorece a los audaces. Quizás era eso lo que estaba pensando en ese momento David mientras, acompañado de Karlos, entraba en el viejo astillero abandonado donde DuKane tenía su 'principado'.

DuKane era un vampiro antiguo, muy antiguo. Se decía que había visto su primera noche como muerto viviente en los Cárpatos del siglo XIV. Si era cierto o no nadie se atrevía a discutirlo o siquiera ponerlo en duda. Y al Príncipe de la Ciudad —como gustaba ser llamado— le complacía su leyenda.

Y aunque aquel astillero donde todavía había restos de grandes buques que jamás serían reparados distaba mucho de tener el glamour de un palacio o siquiera de un castillo, era una demostración de poder. Porque resultaba increíble que semejante estructura siguiera allí durante décadas sin que nadie del gobierno o el ayuntamiento pensase en desmantelarla. Lo que DuKane dejaba claro escogiendo aquel escondite a plena vista era que sus hilos movían todo el funcionamiento de la ciudad: mortal e inmortal.

Ahora aquellos dos vampiros sentenciados a muerte avanzaban por un enorme patio sin ignorar que entre las sombras de los barcos abandonados habría vástagos y guls observándolos. Si habían llegado hasta allí era, simplemente, porque se lo habían permitido. Y se detuvieron justo en el punto en el que, frente a ellos, un montón de niebla empezó a arremolinarse para tomar una forma humana.

La bruma adoptó la forma de un individuo enorme vestido con un traje que no hacía otra cosa más que resaltar el tamaño de su musculatura. Los recién llegados reconocieron a Shunka, el lugarteniente de DuKane. En vida había sido un agente ruso durante la Guerra Fría. Su conversión, a manos del propio Dukane, habían convertido a aquel individuo en el epítome del terror encarnado. Su lealtad al príncipe era tan conocida como su poder de destrucción. Ningún mortal o vampiro en su sano juicio intentaría ir de frente contra Shunka, y los que lo no tenían juicio habían demostrado lo inútil de tal acción.

—Debo reconocer que tenéis la Sangre bien puesta.— dijo una vez terminó de materializarse, interponiéndose en el camino de los dos vampiros —Venir hasta aquí en vez de desaparecer de forma inmediata y silenciosa. ¿No creéis que quizás estáis abusando de la bondad de nuestro Príncipe? Por el momento sólo me ha pedido que os haga saber que no escuchará vuestras miserables mentiras, pero os advierto que su paciencia es mayor que la mía.

David tragó saliva al ver aquel remolino de niebla. Cualquiera que tuviera unos pocos años vampíricos sabía lo que venía después. El martillo, como era conocido por algunos, era temible. Se detuvo en seco ante las palabras de Shunka, poniendo una mano sobre el pecho de Karlos. No porque no se fuera a parar, confiaba en el muchacho, era listo. Simplemente temía que pudiera no darse cuenta de a quien tenían delante.

- Hemos... - Dijo con hilo de voz que temblorosa que se apresuró a corregir - Hemos sido acusados falsamente - Dijo David ahora con un tono más confiado. - Hemos venido a saber de que se nos acusa, pues no tenemos intención intención de marcharnos de la ciudad. - Aquellas palabras podían ser malinterpretadas, pero estaban allí para obtener respuestas.

- Tenemos toda la noche de tiempo, y pretendemos aprovecharlas para limpiar nuestro nombre. Si cuando el sol salga no lo hemos logrado, yo mismo me plantaré frente al sol en estos astilleros - David observó a aquella mole de músculos. 

- Shunka - Dijo girando la cabeza hacia un lado y haciendo una mueca - Sabes que no somos así, alguien nos ha tendido una trampa; y lo peor es que quien haya sido se va a ir de rositas. Si lo encontramos te lo traeremos para que tu mismo se lo entregues a él - 

Al oír la promesa de David, Karlos no pudo evitar dirigirle una mirada de absoluta extrañeza. ¿En serio estaba prometiendo matarse él mismo si no encontraba al auténtico culpable? ¡Y encima a un tipo que hasta él sabía que era de los más peligrosos de la zona!

Y sin embargo, lo hacía con cierta familiaridad...Karlos se preguntó si también habría algún conocido suyo entre quienes observaban desde las sombras.

Así que, en vez de decir nada, se concentró e inspiró con fuerza, buscando algún olor que le resultara familiar.

Shunka se quedó mirando a David fijamente. Luego lanzó una risotada.

—¡Por la Sangre de Caín! ¡Que pedazo de huevos tienes chaval!

David mantuvo la mirada de aquella mole de carne con la mirada ladeada. Cualquiera que lo viera podría pensar que estaba hablando con su mejor amigo mientras tomaban un trago en lugar de con el lugarteniente de quienes los había marcado como parias en la ciudad. Shunka miró alrededor mientras hablaba, dirigiéndose a los espectadores ocultos que sin duda observaban la escena.

—Se merece un jodido respeto. Joder. Yo te voy a respetar tío, porque aunque si tuvieras corazón probablemente ahora latiría a toda velocidad mantienes la actitud. La actitud lo es todo. Aún así aunque te hayas ganado mi respeto eso no quiere decir que te pueda dejar pasar a ver a Dukane. Está muy cabreado y si te hago pasar o bien las paga conmigo o bien me pide que te arranque la cabeza de cuajo. Y tendría que hacerlo.

David estaba totalmente seguro de que lo haría sin problema. De hecho cuando el enorme hombretón lo rodeó con uno de sus brazos para acercar sus colmillos a su oreja el joven vampiro se dio cuenta de lo frágil que era al lado del otro.

—Si os la está jugando alguien deberíais hablar con Peste.— le dijo en un susurro tan bajo que incluso David, que estaba pegado, se tuvo que esforzar para oírlo —Fue después de su visita cuando el príncipe se mostró colérico y pidió el sobre negro. No sé que le dijo, no sé de que va esto, pero apostaría mi culo muerto a que Peste lo sabe.

Se separó de él para bramar nuevamente en alto:

—Ojalá tengas razón David. Me molas tío. Me va a joder un montón tener que traerte a rastras aquí de día si no aprovechas tu oportunidad de escapar mientras puedes.

Dicho lo cual se dio la vuelta para dirigirse al fondo del astillero, a la zona interior de oficinas donde seguramente Dukane estaría observando la escena desde alguna de aquellas vidrieras rotas.

Peste. Peste era probablemente el vampiro más antiguo de la ciudad, más incluso que Dukane. Si alguna vez tuvo un nombre real nadie lo conocía. Era tan antiguo que no era capaz de comportarse de una forma medianamente humana y permanecía oculto en las alcantarillas de la ciudad, siendo la viva imagen del Nosferatu de Murnau. La mayoría de la Estirpe lo evitaba porque incluso para los vampiros era un tipo inhumanamente raro. ¿Por qué habría salido aquel ermitaño de sus alcantarillas para hablar con el príncipe? ¿Y qué demonios tenía que ver con ellos aquello?¹

Karlos no perdía detalle de lo que sucedía y, sobre todo, de como se manejaba David. Quería aprenderlo todo. Pero también quería aportar algo, hacer su parte. Mientras Shunka abrazaba a su compañero el joven vampiro bombeó su propia sangre para aumentar el poder de sus sentidos. Su mirada se aguzó, sintió el movimiento de gente entre los restos de los barcos pero, sobre todo, olisqueó el lugar buscando a alguien que conociera.

Artic Jade. Era un perfume raro y bastante caro. Asia, la vampiresa que lo utilizaba, solía repetir de forma cansina que estaba basado en el olor que tienen los témpanos del polo norte. Al menos eso es lo que dice la publicidad. Karlos discutía con ella a veces sobre el tema: ¿quién sabe como huelo un témpano del polo norte? Ella estaba allí aunque su olor se estaba difuminando. Se alejaba¹.

Shunka pudo escuchar como el aire salía de los pulmones de David. Respiraba tranquilo al ver que por ahora no sería pasto del martillo soviético. 

- Gracias - Dijo de forma escueta mientras marchaba. David todavía se atrevió a mirar hacia las cristaleras. No vería a Dukane, pero él si que lo vería a él. 

Peste... Pensó para sus adentros sin moverse del sitio. Mierda, ese tío es como una leyenda. Si DuKane y Shunka dan miedo, tratar con Peste es el siguiente nivel. David nunca había tenido relación con él. Sabía quien era claro, sabía lo que era capaz de hacer y desde luego sabía que si tenían que ir a verle no podían ir con las manos vacías. 

[1]David nunca había tratado con él directamente, pero si que sabía que si quieres verle y no hacerle enfadar tenías que ir con un tributo. También sabía que aquel tipo tenía debilidad por los críos. Mierda, como vamos a encontrar ahora un crío sin llamar demasiado la atención... Una vez con el crío habría que ir a las alcantarillas, rezar por que no te atacaran sus goules y luego esperar que tuviera un buen día. Eso si no es el quien nos ha tendido la trampa. En cuyo caso estaríamos jodidos si o si.

David chasqueó la lengua y miro a Karlos. 

- ¿Estas bien? - No sabía si era por la interacción con Shunka o por todos los que les rodeaban. - Tenemos que contactar con Eddie y Dolores, si vamos a ir a ver a Peste ni de coña quiero ir solo. Vámonos, hay demasiada chusma husmeando y cotilleando en las sombras.

- Por cierto, ¿Has visto como se gestionan estas situaciones? - Habló bajo, aunque si había alguien escuchando sin duda lo oiría. - Te tienen que conocer claro, y tienes que haberte hecho un nombre y ser alguien medianamente importante. Pero estate a mi lado y yo te enseñaré todo lo que te hará falta para llegar a ser alguien importante - Lo cierto es que había tenido algo de suerte, pero jamás lo reconocería. Esta situación solo le había hinchado el pecho y con un poco de suerte aumentado su buena reputación... o lo que el creía que era una buena reputación.

Había oído retazos de lo que susurraba aquel armario ropero a su compañero, pero su mente y sus sentidos habían sido distraídos por el repentino descubrimiento, por lo que su lengua trastabilló cuando se dio cuenta de que le estaban hablando directamente:

-Ah, sí, sí, David, perdona, tengo que...-se volvió hacia aquel temible hombrón, gesticulando nerviossamente-Siii no le importa, tengo que saludar a una amiga un momento. Muchasgraciasporsuamabilidad.-Y salió disparado hacia las sombras sin esperar a que el otro respondiera, detrás del absurdo aroma químico que habría reconocido en cualquier parte. 

Si Asia andaba por allí, sin duda había visto algo. Y ella era mucho más accesible. Quizá, con aquellos gustos, incluso sobornable. 

David vio como su compañero se lanzaba a la carrera hacia la oscuridad de un lateral del patio. Meneó la cabeza pensando que la impulsividad de su compañero algún día podría darles un disgusto, pero Karlos ya estaba alejándose. Sin embargo el joven vampiro no fue muy lejos. Pronto se dio cuenta de que el perfume de Asia ya se estaba extinguiendo. Pese a su rápida reacción la muchacha ya no estaba allí.

Sin embargo sabía donde podría encontrarla. A Asia le gustaba un pub de la zona centro llamado El Medianoche. Solía estar allí a primera hora jugueteando con el ganado nocturno antes de ir a cosas más serias.

 David negó con la cabeza. Quien con críos se acuesta...

Allí había poco que hacer, así que sacó su móvil y mandó un mensaje al grupo que tenían con Dolores y Eddie.

<< He hablado con Shunka. Peste debió decirle algo a Dukane. Se enfureció y pidió el sobre después de hablar con él. ¿Donde estáis? >>

La idea sería ir donde estuvieran y ver como narices afrontaban el problema. Y ver si ellos habían descubierto algo claro.

No tardó en recibir el mensaje de Eddie, al que contesto con presteza.

<< Nos vemos en veinte minutos donde los yonkis nos quisieron atracar y acabamos colocados como auténticos drogatas >>

Era un callejón relativamente cerca del bar donde estaban Eddie y Dolores; hace unos años estaban paseando por allí a saber haciendo que cuando dos yonkis salieron a robar a los cuatro vampiros. Pobres ilusos. Los dejamos secos, y pillamos tal colocón de la mierda que llevaban que estuvimos toda la noche jodidos.

- Chico - Dijo llamando a Karlos. - Nos vamos, hemos quedado con Eddie y Dolores para trazar un plan. También han averiguado algo - 

Dicho lo cual tomó rumbo al callejón...

Poco después, el joven vampiro volvió a alcanzar a su colega.

-¡Buf! Perdona que saliera corriendo. ¿Te acuerdas de Asia? ¿La del perfume del polo? Pues estaba allí, mirando.-Se dio unos toquecitos en la nariz- Así que seguro que también estaba hace un rato, y tiene que haberse enterado de algo. Lo malo es que no llegué a pillarla. Pero no importa, sé por dónde suele andar. ¿Qué fue lo que te dijo tu amigo? 

Una explicación después mientras desandaban el camino del astillero, Karlos estalló de perplejidad: 

-¿Me estás diciendo que Peste es REAL?! Jooder. Creía que era una de esas mierdas que la gente se inventa para tomarse el pelo y se sale de madre, en versión vampiro. Pero espera, entonces...

Sacó su propio móvil y empezó a toquetear la pantalla rota y agrietada con aire de concentración mientras andaba. Parecía que acababa de recordar algo. 

Los dos vampiros se dirigieron hacia el punto de encuentro. El tiempo jugaba en su contra...