Partida Rol por web

—TUS FALSOS AMIGOS TE HAN ABANDONADO, PORTAVOZ MÍO. AHORA ESTÁS SOLO ANTE MÍ, COMO DESDE UN PRINCIPIO DEBISTE PRESENTARTE. NO TE HAN FALTADO NI INTREPIDEZ NI CORAJE A LA HORA DE ENFRENTARTE A TU SEÑOR NATURAL, COMO TAMPOCO TE FALTARON CUANDO TE MEDISTE CON ESMANI. DISFRUTÉ VIÉNDOTE LUCHAR ENTONCES Y LO HE DISFRUTADO AHORA. EL PUEBLO BAKALI NECESITA CAMPEONES COMO TÚ, DISPUESTOS A DAR HASTA SU PROPIA VIDA PARA DEFENDER SUS TERRITORIOS. SERÍA UNA PENA QUE ME OBLIGARAS A MATARTE. HAY MEJORES FORMAS DE SERVIR AL PANTANO QUE MURIENDO, ¿NO TE PARECE?

Klunurig lanzó un tremendo gruñido, cayendo de rodillas.

- ¡Huuuuuumph!

El enviado del pantano luchaba inútilmente. La voz del gusano-negro resonaba en su cabeza. No, era en la cueva. El druanti se detuvo, esperando escuchar el sonido de las flechas de Enrielle-flechamuerte, volando hacia su enemigo. Pero no escuchaba nada. Miró hacia atrás con su rostro embarrado, pero allí no había nadie. Era cierto, el vendaval-de-muerte se había marchado.

Klunurig golpeó el suelo con el puño cerrado. Todos habían desaparecido. Enrielle-flechamuerte, el espectro-vengativo, el druanti-metálico... se habían marchado de allí, huyendo cobardemente. Ellos no eran bakali, eran pustularios. Su maestro se lo había dicho, y también otros bakali. Él había querido tener fe, pero al final se habían comportado como pustularios, o como la plaga, en el caso del espectro-vengativo. Ahora estaba solo.

Estaba preparado para morir, pero debía luchar por su pueblo. ¿Porqué le volvía a ofrecer ser su Voz el gusano-negro? Debería devorarle por su traición. Pero Klunurig se encontraba ahora agotado. Si el vendaval de muerte no hubiese querido luchar, él se habría ofrecido como la Voz del Gran Señor, para esperar, silencioso, a encontrar la ocasión de matar a Mohrlex el infame. Su destino era liberar a los bakali, siempre lo había sabido. ¿Porqué otra oportunidad? No lo sabía, pero los bakali eran astutos, y él era un bakali.

- ¡Humph! ¡Oh, gran depredador Mohrlex el infame! ¡Eres el señor del pantano! Mi destino es ser devorado por ti, y defecado en las aguas del pantano, pues no he podido vencerte. ¿Porqué quieres que sea tu Voz? Yo te he traicionado. ¡Humph!

Golpeó el suelo una vez más.

- Si me haces tu Voz, yo guiaré a los bakali. Pero si me pides que deje entrar a los pustularios en nuestro pantano, o que vuelva a crecer la asquerosa plaga goblin entre nosotros, volveré a rebelarme contra ti, y entonces seré más fuerte. Así que si esos son tus planes, ¡devórame ahora! Yo, Klunurig Tzé, acepto la muerte, porque es parte de la vida. ¡Humph!

Respiró trabajosamente. Ya no tenía fuerzas para luchar. El favor de Krik'k lettz casi se había agotado. Se puso en pie de nuevo con esfuerzo, mirando al gusano-negro. Había soñado desde joven con destruirlo, pero se había precipitado. Debía ser paciente, más sabio, más fuerte.

- Esas son mis palabras. ¿Me aceptarás como tu Voz aún así, gran gusano-negro Mohrlex?

—SER DEVORADO Y DEFECADO POR MÍ SERÍA UN GRAN HONOR PARA TI, SIN DUDA. UN HONOR QUE TE HAS GANADO A PULSO Y QUE NADIE PODRÍA NEGARTE. ALGÚN DÍA MORIRÁS Y SERÁS UNO CON EL PANTANO Y SERVIRÁS CON TU MUERTE AL PANTANO. PERO HASTA ENTONCES, ¿NO QUIERES SERVIR TAMBIÉN CON TU VIDA AL PANTANO?

»PUES YO SOY EL PANTANO. MI EXISTENCIA MISMA LO PROTEGE, LO CONSERVA Y GARANTIZA SU SUPERVIVENCIA. EL DÍA QUE YO MUERA, EL PANTANO MORIRÁ CONMIGO. SUS HABITANTES SE CONVERTIRÁN EN ESCLAVOS DE NACIONES EXTRANJERAS Y SUS RICOS RECURSOS NATURALES EXPLOTADOS HASTA LA EXTINCIÓN. DONDE AHORA HAY VEGETACIÓN Y VIDA, LOS EXTRANJEROS CONSTRUIRÁN CIUDADES DE PIEDRA Y MUERTE.

»HAY QUE SABER CUÁNDO LUCHAR Y CUÁNDO CEDER ANTE UN ENEMIGO ABRUMADORAMENTE SUPERIOR. SI ELIGES VIVIR, TAL VEZ ALGÚN DÍA LLEGUES A SER TAN SABIO COMO YO LO SOY Y APRENDAS TAMBIÉN ESTA LECCIÓN. NI EL MÁS PODEROSO PUEDE ESTAR EN GUERRA CON TODO EL MUNDO TODO EL TIEMPO.

»A VECES ES MEJOR DEJAR PASAR A UN PUÑADO DE GOBLINS ARMADOS CON PALOS QUE PROVOCAR UNA GUERRA CRUENTA EN LA QUE MASACRARÁN A TU PUEBLO POR UN TROZO DE TIERRA.

»SI HE LLEGADO A SER TAN VIEJO ES PORQUE SÉ QUÉ BATALLAS SE DEBEN GANAR Y EN CUÁLES ES MEJOR NO PARTICIPAR SIQUIERA. NO ESPERO QUE LO ENTIENDAS. NO ESPERO QUE LO COMPARTAS. PERO VIVIRÁS SI APRENDES A ACEPTAR QUE POR MI EXPERIENCIA SOY CAPAZ DE VER MUCHO MÁS LEJOS DE LO QUE TÚ PUEDAS SOÑAR AHORA, JOVEN PORTAVOZ.

»SI PUEDES ACEPTAR QUE TODAVÍA NO LO SABES TODO Y QUE TE QUEDAN MUCHAS COSAS POR APRENDER, VIVE Y APRÉNDELAS EN EL PANTANO. PERO SI NO ERES CAPAZ DE ASUMIR TUS PROPIAS LIMITACIONES Y VIVIR CON ELLAS, ENTONCES TE LIBRARÉ DE LA PESADA CARGA DE ESA EXISTENCIA. PORQUE, AUNQUE SÉ QUE NO TRATAS DE DESTRUIR EL PANTANO POR MALDAD, TAMPOCO TE PUEDO PERMITIR QUE TRATES DE HACERLO MOVIDO POR LA IGNORANCIA.

Exhausto, Kunurig digería las palabras del gusano-negro. No sabía si podía creerlas. ¿Él era el pantano? Todo cuanto había escuchado desde que era una cría de druanti era que Mohrlex era la causa de los males del pantano. Quizá había distorsionado las palabras de Tzuga Chanti, siempre maldiciendo a la plaga apestosa de los goblin, y al Gran Señor por permitirla. Pero algo en el interior de su espíritu bakali se sacudía. Él había estado lejos, en las tierras de los pustularios. Ellos lo controlaban todo. Eran dueños y señores de grandes extensiones de terreno. Volando en la pústula purificada, había podido llegar a comprender la verdad, una verdad que no había siquiera imaginado antes de sus viajes. Los pustularios eran los dueños de medio mundo. La ciénaga, su hogar, que a sus ojos era vasta e inabarcable, resultaba una extesión pequeña en comparación con las tierras de los pustularios metálicos. Y, allí donde no eran los pustularios, eran otras plagas pestilentes las que gobernaban. Para Klunurig, en el pasado, todo aquello no había sido más que una molestia pasajera. La plaga goblin venía a veces y se asentaba. Los bakali los emboscaban y se comían sus manos crudas, y los alejaban un tiempo. Luego venían más. Pero, en realidad, siempre eran pocos, comparados con las barahúndas de plaga pestilente que habían visto en otras tierras. Lo mismo ocurría con los pustularios. La pústula purificada había sido, para Klunurig, algo terrible, una desgracia inimaginable, en sus tiempos de aprendiz de Tzuga Chanti. Pero, ¿cuántos pustularios había allí? Klunurig no sabía decirlo, porque no sabía contar, pero eran muy pocos. Un número ridículamente pequeño comparado con los que había llegado a ver en sus breves paseos por las grandes pústulas de las tierras pustularias. 

Todos estos hechos cobraban sentido ahora. Él siempre había considerado a Mohrlex el Infame como la causa de que los bakali fuesen esclavos. Pero quizá era la razón por la que los pustularios no se extendían más hacia su pantano, como decía él. Klunurig había matado muchas cosas en sus viajes, incluídos varios gusanos-negros más pequeños. Había llegado a creer que la hora de su destino había llegado, que podrían vencer al gusano-negro. Pero, aunque le habían llegado a herir, él los había vencido a todos. Su dura piel había repelido las embestidas de Kifaru como si en vez del poderoso rinoceronte de la sabana fuese una insignificante lombriz. La magia de Krik'k lettz nada había podido contra él. Y, posiblemente, ninguno de los malditos pustularios podría herirle. Ni siquiera el palo-de-metal que mataba gusanos-negros había sido suficiente. Sí, el gusano-negro Mohrlex sin duda sería un enemigo temible, uno al que ni todos los pustularios de metal (que eran incontables, seguía recordando Klunurig) podrían vencer.

Un largo gruñido llenó la cueva. 

- ¡Huuuuuumph! Está bien, gusano-negro Mohrlex. Yo seré tu Voz, y guiaré al pueblo bakali en tu nombre. 

Y dicho aquello, Klunurig cayó de rodillas ante él, vencido por el cansancio. El druanti aceptaba su destino, uno que nunca había comprendido del todo, pero del que, en realidad, no había tenido nunca la ocasión de escapar.