Partida Rol por web

Con las primeras gotas de lluvia y el sonido de las motos muriendo a lo lejos llegó Eliza hasta Shatura subiendo por la escalera de incendios.

- Mierda, mierda, mierda… - la mujer parecía realmente conmocionada por ver a Azotitos en ese estado. Cuando logró reponerse de la impresión trató de ayudarte como buenamente pudo siguiendo tus instrucciones. Era obvio que no sería capaz de hacerse cargo de una situación así, pero aprendía rápido y sabía seguir instrucciones sin rechistar y con precisión.

Cuando terminasteis de remendar a Azotitos su respiración era pausada y baja, estable. Con total seguridad saldría de esta, pero sabías que necesitaría descansar antes de despertar y que lo mejor sería dejarlo quieto sin moverlo, por lo que no quisisteis moverlo más allá de pasarlo dentro de la habitación por la que entraste para resguardarlo de la tormenta; a saber que podría liar la tormenta en su mente en ese estado.

- Yo me puedo quedar con él – se ofreció Eliza – Si quieres ir a buscar a los otros. Deben estar abajo, esos tíos raros no consiguieron romper del todo la reja de abajo. – le explicó.

Frío.

La temperatura descendía sin pausa.  Nunca habías sentido este frío. Todo el cuerpo estaba entumecido.

El frío dio paso al calor. Era extraño. ¿Cómo podía pasarse del frío más extremo al calor?

No tuviste tiempo de pensar en ello antes de sumirte en el sueño. Habías agotado todas tus energías.

Daniel… Marc… ¿Por qué confundías los nombres? Claro que era Daniel… pero Marc…

Ante ti un rostro, el rostro de Daniel apareció en el aire. Era un recuerdo estaba claro, hasta que se separó en dos. Los dos rostros eran diferentes entre sí, se daban un aire, pero se podían diferenciar a todas luces, sin embargo ambos se parecían muchísimo al rostro que acababas de ver como si este fuera una combinación de ambos rostros.

Daniel y Marc… ¿Marc era otra persona? ¿Por qué lo habías olvidado? ¿Por qué se mezclaban ambos en tus recuerdos?

Abriste los ojos. Había poca luz, como si entrase la luz a través de una densa capa de nubes. Tumbado en el suelo solo veías el techo y una lámpara apagada. Te incorporaste, al menos para sentarte, con un gran dolor por todo el cuerpo, sobre todo en las zonas donde te habían herido. Ahora veías que era una habitación con una mesa, un par de sillas y varios archivadores y estanterías en las paredes con varios papeles en el suelo. Todo se veía apagado, como en tonos sepia.

De tus compañeros no había ni rastro.

—Gracias— sonrió aliviada a Eliza. Por un momento había pensado que era uno de aquellos locos tratando de entrar por haberse olvidado de subir la escalera. Afortunadamente no era el caso y además de ayudarla a remendar habían conseguido trasladar a su herido compañero a otra habitación, cosa que hubiese sido casi imposible para ella sola. Una vez estabilizados, Shatura puso su chaqueta por encima a Azotitos, a modo de manta. Como explicó a la mecánico, era importante que mantuviese el calor. —Se recuperará, aunque le va a doler, incluso en sueños. Vaya susto me has dado, te había perdido la pista, ¿dónde estabas?

Mientras organizaba los muy mermados suministros médicos, el ángel escuchaba a su compañera. No tenía muy claro aquello de largarse con Azotitos inconsciente, pero sabía que Eliza le protegería mejor que ella si entraba alguien. Por un momento dudó en dejarle una aguja anestésica o no. No era difícil ponerla, pero la dosis era otro cantar. Shatura recordó el frasquito de Jeremy pero tampoco se decidió a dejárselo, al fin y al cabo no sabía lo que era en realidad 

—Sí, es mejor que estemos juntos.— Shatura sonaba preocupada, pero no tardó en decidirse. Señaló al herido y añadió— Puede que delire, es normal. Si ves que se descontrola... Bueno, estaremos de vuelta antes de que se le pase la anestesia. 

Shatura se despidió y salió corriendo para encontrarse con sus compañeros... pero antes se pasó por las oficinas para retirar la escalera de incendios.

La planta de abajo era la cara visible de lo que fue aquel edificio del fabricante de coches: una recepción amplia, sala de espera, unos despachos casi huecos para cerrar algunos acuerdos comerciales y poco mas. Detrás de la recepción había una escaleras para subir a la planta de arriba.

Jeremy tocó el hombro de Eve, sin atreverse demasiado a hacer ruido y señaló las escaleras con un cabeceo.

Alumbrándose con la linterna y apuntando con su escopeta avanzó para subir hasta arriba.

Nombres y personas del pasado. Estaba atrapado en mis propios pensamientos con solo un puñado de recuerdos que la mayor parte del tiempo intentaba esquivar simplemente haciendo ...cosas. Lo que fuera. Sobrevivir.

"¡por fin!"

Pienso cuando finalmente recupero la consciencia. Las heridas me duelen, pero eso significa que estoy vivo.

Busco con la mirada a Shatura sin encontrarla.

"Me debe haber curado y me ha abandonado aquí recuperándome. Seguramente ha hecho lo correcto pero se lo pienso echar en cara cuando la vea aunque solo sea por joder."

Trato de incorporarme y me levanto la camiseta o los girones que hayan quedado de ella para comprobar el estado de la sutura. ¿Me quedarán cicatrices muy feas?

"¿Cuánto tiempo debo haber estado inconsciente? ...espero que no demasiado. No creo que esos cabrones sepan sobrevivir sin mi mucho tiempo."

A juzgar por la poca luz diría que es de noche. Pero me iría bien encontrar alguna ventana para cerciorarme del estado de la tormenta o intentar calccular la hora del día.

Te asomaste fuera. El cielo estaba encapotado, con ese tono sepia constante, pero no era de noche. No era oscuridad per se, era que todo tenía un tono apagado, como si le hubieran quitado el color a la realidad. Eso de por sí habría sido llamativo, sino fuera por la lluvia.

La lluvia era una capa constante cayendo al suelo con ese mismo tono apagado sobre charcos que ya se habían formado en los innumerables boquetes del suelo. Lo llamativo eran las gotas. No todas, solo algunas. Cuando tocaban algo de repente lo iluminaban, le devolvían su color por un instante cegador. El efecto era irregular y completamente aleatorio, creando un efecto hipnótico que hacía difícil pensar en algo más bonito en aquella mierda de mundo que os había tocado vivir tras el apocalipsis.

- E… en el coche… Me acojoné cuando oí las motos y me escondí. – respondió Eliza a Shatura antes de asentir a las instrucciones que le daba. Ante lo de mantener el calor, Eliza se acurrucó junto a Azotitos abrazándolo para ayudarle a mantener su calor con el de ella, con cuidado de no empeorar sus heridas.

- Tranquila, si necesito ayuda os pegaré un grito. – le dijo poniendo un poco más cómoda la cabeza sobre el brazo.

Jeremy y Eve subieron las amplias escaleras que subían hasta la primera planta. Desde luego se construyeron con intención de impresionar a los clientes y dar un aire de amplitud. Atrás dejaban los despachos y las unidades de exposición. Varios coches y motos, que si vienen no andarían por no tener gasolina debían ser en si mismos unas buenas fuentes de repuestos; ahí dentro habían estado a salvo de la intemperie y lo más que tenían era una densa capa de polvo por encima.

En la primera planta la escalera que continuaba hacia la segunda se estrechaba. Dos puertas, una frente a otra en el hall, enmarcadas en paredes de cristal daban acceso a sendas áreas de más despachos. Claramente ambas zonas eran de oficinistas que a priori se veían bastante bien conservadas salvo por el desorden y los restos de materiales rotos en el suelo, que probablemente se cayeron cuando la gente abandonó este edificio cuando estalló el apocalipsis.

A su derecha podían oír ruidos que les indicaron la ubicación de Shatura. En cuanto cruzaron la puerta la vieron salir de una oficina lateral.

—¡No disparéis!

La muchacha se parapetó tras una mesa, claramente asustada. Shatura había visto por el rabillo del ojo a sus compañeros y no sabían si ellos la habían reconocido de primeras. Tras unos segundos de confusión, se acercó a sus compañeros. El ángel tenía mala cara, pero la expresión de sus compañeros era incluso peor. La chica se fijó en la manga de Eve, que chorreaba sangre y en las heridas de Jeremy. Inmediatamente reprimió la estúpida pregunta que se solía hacer en aquellas circunstancias "¿Estáis bien?" Pero mierda, claro que no lo estaban.

—Mierda... al menos estáis mejor que Azotitos... le va a llevar un tiempo recuperarse, pero no pinta agradable— la muchacha examinó las heridas de Jeremy por encima y señaló a un sofá de tela raída, con pinta de haber sido de color verde. O eso esperaba, porque si no, no sabía de que mezcla de mierda podía haber salido una tonalidad como aquella. No le gustaba hacer lo que iba a hacer en plena tormenta. No tenía nada claro si estaban protegidos o no o lo que haría aquella maldita con ellos. Dudando, como siempre miró al genio— ¿Estás preparado?

Jeremy se sentó en aquel polvoriento sofá. Soltó una exclamación al sentarse, demasiada acción para sus viejos huesos. Alzó una mano para detener a Shatura y negó con la cabeza.

— No, no estoy preparado, necesito un momento.

Dicho esto de su faltriquera sacó una pequeña pipa hecha de ébano con reparaciones metálicas soldadas y en el centró tenía una pequeña bola de cristal con un extraño liquido. Puso un poco de hierba en el contenedor superior y con un mechero encendió mientras pegaba una fuerte calada. El bong portátil emitió un burbujeo y Jeremy se relajó de golpe, quedándose totalmente reclinado.

Dio la señal del OK a Shatura.

Shatura acarició el peluche que llevaba atado antes de suspirar y ponerse manos a la obra. La chica miró a Eve y apretó los dientes. El último viajecito que se habían dado no había sido nada agradable, pero no podían permitirse perder más tiempo allí. Era abrirse a esa tormenta o esperar a que volviesen aquellos Calaveras y los atrapasen a todos. Tenían que coger la puñetera pieza de una vez e irse. 

—Vamos allá— dijo echando hacia atrás al yonqui de su amigo antes de imponer las manos sobre él. Los ojos de Shatura se pusieron en blanco unos instantes. Algo no iba bien del todo, no iba mal, como con Eve, pero le estaba costando centrarse en Jeremy, seguramente por los nervios. Pero iba a curarlo, vaya que si iba a hacerlo.

La tormenta no iba a permitirme saber qué hora del día era. Solo iba a mostrarme esa extraña belleza.

"No se qué deben hacer esas gotas de luz, pero estoy seguro que nada bueno. Alguien me explico que en la naturaleza, las setas y los animales más coloridos són los más venenosos"

Como por arte de mágia, mis mallas rojas de zebra acuden a mi recuerdo. Sonrío.

"Entonces debo estar agradecido de encontrarme en lo sépia. Mientras los grises me rodeen, estaré a salvo."

Aparto la mirada de la ventana y vuelvo hacia el interior.

¿Está mi rifle por aquí? Debería equiparme e ir a por Shatura y los demás.

Seguro que ya he dormido más de la cuenta.

Eve siguió a Jeremy en completo silencio todo ese rato. Se acariciaba el brazo del mordisco en ocasiones, pero no decía nada. Ni quejas de dolor, ni preocupaciones. Nada. Solo seguía a Jeremy con la mirada perdida.

Pese a estar descubriendo un lugar nuevo, era como si no estuviera pendiente de lo que le rodeaba. Su mente estaba anclada a dos cosas. Recuperar su proyector e ir al sótano. Sobre todo el sótano. La imagen de esa chica estaba muy presente y ver que su visión casaba con lo que llevaba visto del edificio le hacía pensar que era muy real. Algo dentro de ella le pedía a gritos bajar a buscarla.

Mientras Shatura atendía a Jeremy, se dio cuenta de que el hombre inconsciente era Azotitos. Y eso fue lo único que la sacó de su ansiedad, aunque no por mucho tiempo.

-¿Está bien? -preguntó señalándole-. Quiero ir abajo -añadió casi sin esperar la respuesta.

Por un instante Shatura dejó de ver el aquí y el ahora.

Una ventana. La calle era el callejón en el que estaba la escalera de incendios que había subido. La luz era rara. No era solo que fuera tenue por las nubes, como ahora, sino que además todo tenía un tono sepia apagado. Podía oír la lluvia afuera, golpeando la barandilla, y ver como algunas gotas al tocar los objetos del callejón hacían que estos por un breve momento recobrasen su color, un color que con esa luz hasta hacían daño a la vista.

Se vio así misma desde atrás a través de unas rendijas que no le permitían ver bien en los márgenes.

Se vio así misma, cara a cara, con los ojos en blanco.

Vio oscuridad y de pronto en mitad de la oscuridad salida de la nada una cara blanca, que apenas se entreveía a través de los mechones de pelo grasientos que la tapaban, que le gritó: “¡Fuera!”

Volvió a ver a Jeremy frente a él, con sus heridas cerradas, aunque aún tendría que recuperarse del daño interno y recuperar la sangre perdida eran unas heridas que podrían curarse por si solas con descanso.

Encuentras tu rifle al lado de donde despertaste. Entonces te acordaste que se había encasquillado. Jeremy tendría que echarle un vistazo para arreglarlo. Podrías probar a arreglarlo tú mismo, pero con la poca iluminación que tenías ahora mismo te arriesgabas a hacer un estropicio mayor al no montarlo bien de nuevo cuando terminases de limpiarlo.

Fuera oyes voces, una conversación, pero no llegas a entender las palabras.

—Hay alguien vigilando...Quiere que nos vayamos

Tras curar a Jeremy, Shatura dio un respingo hacia atrás, visiblemente asustada. La muchacha miró a todas partes, como si se sintiese confundida y, sin moverse del sitio alzó la voz. 

—Eh... Solo estaremos aquí hasta que pase la tormenta. Nos iremos pronto, ¿vale? —dijo al aire, sintiéndose algo estúpida, pero probando suerte. Al fin y al cabo, aquella tipeja acojonaba— No queremos quedarnos ni molestarte ni nada...

Shatura sacudió ligeramente a Jeremy para que saliese de su mundo químicofeliz y miró a donde señalaba Eve. Durante unos segundos no sabía muy bien a que se refería, pero finalmente cayó en que señalaba el camino a las oficinas que había abandonado antes de encontrarse con ellos.— No. No mucho. Le han mordido en la pierna y le han disparado en el estómago, pero logré estabilizarlo. Sigue vivo de milagro. Se recuperará, pero de momento tiene que descansar. Eliza está con él. Si hay problemas nos avisará. ¿Tu estás bien?

El ángel era consciente de que no podía hacer mucho por ella en aquel momento, al menos como había hecho con Jeremy, y se sentía mal por ello, pero tampoco parecía tan afectada como el anciano o el loco de Azotitos. 

—¿Abajo? No sé... quizás deberíamos descansar y no alejarnos demasiado de Eliza y Azotitos, ¿no? O ir directamente a por el coche, coger el motor y subir con ellos hasta que despierte y pase la tormenta. Y largarnos. Esa cosa está enfadada con nosotros.

Jeremy se había quedado noqueado con aquella pipa durante su tratamiento y apenas había atendido a lo que pasaba. Se despertó al pasar unos minutos sacudiendo su cabeza y mirándose las heridas que estaban algo mejor.

— Gracias Shatura. Y si, me hubiera gustado pasar mas tiempo aquí pero visto lo visto intentaré conseguir la pieza que necesitamos.. quizá algunas otras y nos marchamos. Me ha parecido ver abajo en la exposición algunos vehículos que quizá tengan lo que necesito.

Luego se quedó pensativo.

— Las piezas pueden llegar a ser realmente pesadas y me va a costar un buen rato desmembrar los motores, quizá deberíais cubrirme ahí abajo mientras trabajo. Quizá sea mas fácil que bajemos a Azotitos y descanse en un lugar mas cercano a la salida ¿no?

Fuera sonó otro trueno fracciones de segundo después del relámpago que os cegó por un instante haciendo que por contraste la sala después pareciera incluso más oscura que antes o, tal vez, era que el sol ya se estaba poniendo en el horizonte y pronto sería de noche.

De noche. Sin electricidad. En un edificio desconocido. Con una presencia desconocida. En la Zona Roja. ¿Qué podría ir mal?