Partida Rol por web

Zalakk dió un gran mordiso al corazón hasta llenarse la boca, la sangre del corazón aún cálido del Mamuth brotaba sin control, con algo de la sangre manchó parte de su rostro y de sus brazos. Ahora el espíritu del animal formaba parte suya. 

-Toma...- Dijo aún con la boca llena pasándole el corazón a Kal mientras escuchaba las discusiones de Gwra y Talik. -No dejaré a nadie atrás!- Sentencio a la vez que se acercaba a Milo. Quizás aún no quería aceptar la suerte del estúpido muchacho o quizás anhelaba fuertemente cumplir con el objetivo sin perder a ningun miembro de la partida de caza. Se agachó frente a Milo y examinó sus heridas mientras los demás empezaban a despiezar al enorme animal.

Sin ni siquiera quererlo, Milo dirige a Zalakk la mirada más triste que jamás haya podido dirigir a nadie. Sus ojos piden ayuda, pero su boca hace lo contrario. Cada vez está más pálido.

—No... no les hagas daño, Gwra —balbucea el chico—. No tiene la culpa... —su voz se convierte en un hilillo y los ojos se le ponen en blanco, perdiendo la consciencia.

Junto al mamut, Talik y Kal terminan de descuartizarlo.

Zalakk niega con la cabeza al ver al chico desfallecer, no puede permitirse dejar al chico atrás. Se levanta y va hasta donde los demás han terminado de despiezar al animal. Se carga todo lo que puede con partes del Mamuth y llega casi a rastras dónde está Milo, intentando levantarlo con un brazo.

-Vamos... Ya dije que no dejaría a nadie... Humppffff- Puja haciendo un esfuerzo extra para cargar con todo. Pero justo en ese momento sus rodillas ceden. Al primer paso el fiero Guerrero cae de rodillas y luego pesadamente al suelo. El Cuerpo de Milo se lleva la peor parte, cayendo de cabeza para luego rodar unos cuantos metros. Zalakk aprieta los dientes aguantando el dolor mientras se sostiene la pierna. ¿Acaso se ha lesionado la rodilla al intentar cargar con tanto peso?

Aunque Talik no era curandero ni chaman, conocía bien las heridas, las había visto de todos los tipos imaginables en numerosas ocasiones, en demasiadas. Una inspección de Milo le dio ha entender que el chico tal vez no sobreviviese ya que tendría graves daños en su interior, y además parecía que se había partido el espinazo. Vio que Zalakk quería cargarlo, pero el joven era mucho más pesado de lo que parecía.-Zalakk tenemos que elegir entre tratar de salvar a Milo, o llevar el mamut al clan. Esta claro que no podemos hacer las dos cosas. Las heridas de Milo parecen muy graves, puede ser el precio que ha exigido la cacería, los espíritus suelen pedir casi siempre algo a cambio de lo que nos dan. Por mucho que nos esforcemos, no podremos llevar a Milo y al mamut. Y en la situación del clan, el mamut es lo primordial, sin el las heridas y la más que probable muerte de Milo habrían sido en vano.-Y esperó la respuesta de Zalakk mientras se colocaba la enorme carga de carne de mamut a sus espaldas y colocaba lo que pensaba que Kal podría trasladar, también ayudo a Gwra a colocarse una cantidad justa de carga. Aun así era mucho lo que quedaba, ya que Zalakk era el más fuerte y su carga la principal. 

No olvido arrojar a Lomo nevado unos buenos restos del joven mamut para que comiese en abundancia, era mucho lo que tenían que dejar atrás, pero al menos esperaba que Zalakk entrase en razón y pudiesen llevar lo suficiente y a tiempo de vuelta al clan, o habrían fracasado por completo en su misión. Y fuesen muchos los miembros del clan que tendrían que pasar hambre o incluso morir en los próximos días. Zalakk no podía estar tan ciego que no viese lo que había que hacer, era un adulto con muchos inviernos como para no saber que era lo mejor para el clan. 

El cazador comprendía la situación como ella. Pero Gwra sabía que poco conseguiría tratando de hacer entrar a Zalakk en razones. La cambiaformas se transformó en un uro salvaje y se dejo ayudar por Talik para cargar su lomo con pieles y carnes de mamut. No se sorprendió cuando por el camino vio como el guerrero, que cargaba con un enorme peso, tropezaba y dejaba caer a Milo a plomo en el suelo. La naturaleza al final siempre encuentra el equilibrio. No se podía luchar contra ella. Y aun si hubiera sobrevivido ¿qué clase de vida podría esperarle en la aldea? Sin duda la caída había sido para mejor. La manada había salido más fuerte de la caza, y tenían carne y pieles en abundancia, y huesos y marfil para nuevas herramientas. Pero estaba en la naturaleza del humano, que quería aspirar a jefe, tratar de alcanzar la gloria. Conceptos totalmente ajenos al espíritu salvaje de Gwra. En ella solo habitaba el espíritu de supervivencia.

Podéis oír el crujido que emite el cuello de Milo cuando golpea el suelo. Es un sonido desgarrador, como cuando se le rompe el cuello a un conejo antes de despellejarlo y ponerlo al fuego para darse un buen festín con su carne. Irremediablemente, sabéis que Milo está muerto y que probablemente los lobos y las hienas no le despellejen primero, pero sí se darán un buen festín con él. Es el ciclo de la vida.

Por lo menos, su sacrificio no ha sido en vano. Habéis pagado el precio de la sangre por el botín y en el lomo del uro puede verse una gran laceración, pronto tapada por el equipaje que le ensilla hábilmente Talik para el transporte. 

Sin tener que cargar con vuestro compañero. tenéis la fuerza necesaria como para transportar suficiente carne. La chamana estará contenta, los espíritus os han sonreído y su bendición ha tenido efecto. Con un poco de suerte, el Jefe Kusim-Aha Garrahueso os recibirá con honores.

Kal tomó el corazón del animal y le dio un bocado, mientras la sangre le corría por la boca y hasta la barbilla. Mientras Zalakk y Talik discutían que hacer con Milo, el joven se agachó y le entregó el corazón al cazador. A finde cuentas, había participado en esta caza, ¿verdad? Por desgracia, en cuanto Kal soltó la mano del cazador, ésta se cayó a un lado, soltando el corazón, que fue rodando a las peludas patas de la niña bestia, ahora transformada de nuevo en otro animal.

Con un suspiro, Kal siguió las instrucciones de Talik para despedazar y repartir la carga del mamut que había cazado. El joven se echó al hombro su parte, sin ninguna queja respecto al peso, aunque la espalda pronto le empezó a arder. Y cuando emprendieron la marcha, observó horrorizado como la vida se le escapaba a Milo en un instante: el golpe había sido mortal.

Aunque Kal se lamentó para sus adentros por el joven, no había tiempo que perder. Lanzando una inexpresiva mirada al guerrero, sabiendo que se sentiría responsable de la muerte de Milo, Kal retomó la marcha. Ya nada podían hacer ahí.