Partida Rol por web

Kemperbad, Condado de Reikland.
Día 15 del mes del Antemisterio. Año 2503 del cómputo Imperial.

La ciudad despierta. El sol comienza pronto a iluminar las calles calentando la mañana, algo fría, como es normal en verano.
Veis como las chimeneas de algunas casas comienzan a echar humo calentando el hogar para sus habitantes. Nadie sabe nada de lo que ha pasado esta noche allí, a escasos metros de su casa, de sus seguras habitaciones.

Un hombre pasa empujando una carretilla donde lleva leña recién cortada para el horno de pan situado más adelante, en la calle panaderos. Avanzáis cansados y magullados hasta la cercana calle principal. Allí una patrulla de la guardia se entretiene cerca de uno de los hornos de pan, comiendo unos bollos dulces.

Al acercaros vuestros estómagos os recuerdan que hace muchas horas que no coméis nada, ayudando a los dos guardias a percibir vuestra presencia.

Os miran de arriba a abajo mientras mastican sus bollos. 
 

Aquellas atrocidades que había presenciado habían cerrado el estómago del estirlandés, haciéndole sentir que moría de hambre pero incapaz de verse comiendo nada. Todo eso quedó atrás cuando llegaron a sus narices los aromas de bollería recién horneada y, teniendo a la guardia delante, podía matar dos pájaros de una pedrada.

- Guten morgen -saludó elevando una mano hasta el lateral de su cabeza-, venimos de sobrevivir a los horrores de El Viejo Roble; el posadero Tegorff estaba en cábala con -las imágenes le volvieron, cortando su narración de los hechos-, con ratas enormes.

Fue en ese momento que dejó caer en el suelo el saco donde habían metido a un par de los cadáveres de skaven de la habitaciones y le indicó al elfo, quien no había querido cargar con ratas pero no le importaba cargar con los documentos, que se los presentase a los uniformados.

- Mis compañeros y yo íbamos de camino a alistarnos para la campaña en Norsca, en la posada coincidimos con un militar de rancio abolengo llamado Hlüger de Nuln y con su hija Wilda pero en cuanto llegó la noche nos asaltaron, se llevaron a la joven, el padre nos ofreció compensarnos por rescatarla y Tegorff nos guió hasta una trampa en lugar de hasta ella... -los ojos se le aguaron con la quemazón de la culpa, si tan sólo hubiesen estado más atentos, si hubiesen llegado antes- Para cuando llegamos las ratas le habían devorado y Hlüger tomó venganza sobre Tegorff para luego terminar con su vida. No sabemos qué hacer con sus papeles pues ninguno de nosotros sabe de letras, por Sigmar, tómenlas; me temo que habiendo flores prensadas entre las cartas había un pretendiente para la muchacha y no sabrá de lo ocurrido sin su ayuda.

A sabiendas de que en algunas zonas de El Imperio no se movía la maquinaria burocrática sin engrasarla Vasile se llevó una mano hasta su bolso de monedas, aguardando para saber cuánto les sangrarían por aquello. Sus ojos cayeron entonces sobre el vendedor a quien rápido le indicó que trajese desayuno en su dirección para alimentarles a todos. Lo dicho, dos pájaros de una pedrada.

-¿Esque quieres que vomite el desayuno?.-Grito uno malhumorado. A pesar de ello, los dos guardias quedaron sorprendidos. Tanto por el relato como por los cadaveres de skavens. Rapidamente te indico que los volvieras a meter en el saco. -El viejo roble, eh? Tedremos que ir a echar un vistazo entonces. Volvedlos a dejar donde estaban y nosotros... - dijo cogiendo los papeles- nosotros nos ocuparemos.- El guardia debia de saber leer tan bien como Vasile, pero lo disimulaba mejor. Justo en ese momento una columna de treinta hombres armados recorre la calle principal. Su atuendo, armas y armaduras, cada una distinta les delatan como mercenarios. Al llegar a vuestra altura se quedan mirando los cadaveres de skaven pero continuan camino al norte. Alguno de ellos maldice o escupe al suelo al ver a los ratidos.

Eldillor rio al ver la reacción del guardia -eso mismo pensé mi estimado- se dijo de manera burlona, al imaginarse que este no soportaría estas cosas.

Procedió a acercarse y entregar los papeles, observando que tampoco sabia leer -Alguien de aquí debe aprender a leer rápido- seguía burlándose.

Le poso la mano en el hombro derecho a su estimado amigo -Vasile, creo que ya hemos cumplido con nuestro trabajo aquí... el deber llama- comento, señalando con la mano libre al grupo de mercenarios.

-Uníos a nosotros.- Dice una voz entre la multitud. -Si habéis dado cuenta de esos rátidos tal vez no os asusten los pieles verdes.-

- Ya vamos- contestó Vasile hacia la multitud, algo conmovido con el coraje que demostraban marchando al frente de aquella manera. Se giró a sus compañeros para añadir-. Matémoslos allí para que nunca puedan destrozar las vidas de quienes viven aquí.

No colaba como arenga pero era la esencia de lo que creía, el valor humano de luchar para salvaguardar a otros. El valor humano... Y del elfo también.

- Con una espada con esa, Eldillor, no me la venderías ¿verdad? -sonrió, extrañado de hacer tan raras amistades. Si Saskia le viese seguramente se alegraría de verle en buena compañía.

 -Vale. Pero llevaos esto.- Dijo el guardia dándole un pequeño puntapié a los skavens muertos.

  -¡PARDIEZ!.- Gritó uno de los soldados que se paró a vuestro lado. -Estos hombres vienen a luchar por el imperio, ¡haced vuestro trabajo y llevarlos vosotros mismos!.-

Los guardias no protestaron más mirando con recelo el saco de cadáveres mientras la compañía mercenaria os aceptaba entre sus filas. Durante el camino a Carroburgo, averiguasteis que se dirigen a la frontera occidental de Middenland, donde tribus orcas bajan de las montañas grises para saquear los pueblos y aldeas de la zona. Una paga decente y la esperanza de que el invierno termine con su alianza promete una forma fácil de ganar dinero. Siempre y cuando sobreviváis.

Una vez en Carroburgo, os unís a una veintena de soldados del conde. Marcháis hacia el oeste para vigilar un vado en el río Erlach y dar paz a los pueblos de la zona... Pero esa, es otra historia.

                                                                          FIN