Partida Rol por web

El temblor que siguió a la muerte de la bruja fue el inicio del fin. El indicativo claro de aquel lugar no era nada (y no debía serlo) sin ella. Una oscura historia se escondía tras aquellas ennegrecidas paredes. Una historia que nunca sería contada.

La mediana llevó instintivamente los brazos hacia el techo. Los cascotes habían comenzado a caer y se encontraban lejos de las escaleras que llevaban al piso inferior. Miró a su alrededor, confundida, sin saber muy bién qué hacer hasta que la cristalina voz de la aasimar le sacó de su trance. Debían salir de ahí, así fuera saltando por la ventana.

Nana se volvió entonces hacia el pequeño cuerpo que descansaba a sus pies. Arroka, su mejor enemigo, había caído y no bajo su hacha. Aquella rivalidad. Aquella amistad verdadera (la única) había acabado demasiado pronto. La venganza había sido reclamada, pero el dolor persistía. Eso sólo significaba una cosa. Aquella historia no había terminado. Aquella no iba a ser la última aventura del capitán. Y es que Nana, por encima de todo, era leal a su capitán. Con una delicadeza impropia de alguien de su tamaño, la enorme mediana recoge el cuerpo del gnomo. Dirige sus pasos en dirección a la ventana, con la clara intención de atravesarla y llegar al otro lado. En su camino se cruza con Ágnofos quien, revelando esa debildiad por todos los seres vivientes que se empeña en ocultar, carga con el Sr. Popo (o Rufus, según a quién le preguntes) intentando salvar al pobre perro. La mano libre de Nana envuelve también a la joven maga y la protege de la lluvia de cristales que está a punto de azotarles la cara.

- Salgamos de este p**o lugar y no volvamos nunca.

Ágnofos lanzó el débil rayó de fuego contra la cristalera del balcón y esta se agrieto sin llegar a romperse. A todo esto Kurg en forma de oso embistió con todo aquel cristal con un espectacular salto y lo atravesó, rasgándose con los trozos rotos y cayendo al piso de abajo.

A continuación Nana cogió a Arroka y a la maga y saltó tras el oso, acabando de romper la cristalera y cayendo con bastante buen pie al exterior.

Liros se fue corriendo hacia el cofre, era muy viejo y parecía que llevaba tiempo sin abrirse. Con la premura de la situación decidió abrirlo sin demasiadas precauciones, por suerte para él no parecía que tuviera ninguna trampa. Dentro había lo que fueron las antiguas pertenencias del General Margaster: ropa vieja, unas botas carcomidas por la humedad, una pequeña bolsa de cuero podrida que parecía tintinear con el movimiento y una daga polvorienta pero enfundada en una vaina preciosa.

Mientras revisaba el cofre se fijó en que debajo de la cama parecía haber otra figura envuelta en unas mantas y cuerdas, igual que se encontraba Arroka.

Liros abrió con premura el cofre y lo que vio en su interior alimentó su codicia. Y lo que vio bajo la cama alimentó su curiosidad. Pero el golpe en el hombro que recibió de otro escombro alimentó sus nervios.

- ¡creo que he visto al alumno! -gritó.

Se metió entre pecho y espalda la poción de un trago casi ahogándose. Cogió la bolsita tintineante y la daga y se acercó al bulto de mantas para destapar lo que sería ma cabeza.

Con un par de cortes a las cuerdas de aquel saco atado, destapaste la cabeza de un chaval que correspondía con la información que teníais del alumno. Su cara estaba completamente pálida y por el estado que ofrecía llevaría seguramente varios días muerto.

Recogiste lo que viste de valor en el cofre cuando una madera del techo se desprendió y te alcanzó en un hombro.

El resto habíais caído justo a la entrada de la mansión y estabais respondiéndoos de la caída. Desde fuera se veía como toda la mansión temblaba y se iba desintegrando poco a poco, era cuestión de momentos que se hundiera del todo.

Poco a poco todos fueron cayendo, hizo recuento y aún faltaba Liros. Gruñó y se dio la vuelta para trepar de nuevo hasta la ventana cuando le escuchó gritar que había encontrado al alumno. Así que presto agitó el cuerpo para quitarse los cristales de encima y se lanzó contra la pared para con sus fuertes garras buscar apoyo y clavarlas para subir de nuevo hasta la habitación.

De reojo miró a Nana y la gruñó para ver si le podía dar un aventón para llegar lo antes posible.

Ágnofos intentó dar un empujón al oso solapando su pie a esa pata garra osuna, pero un nuevo temblor le hizo tropezar y caer de culo, por lo que poco pudo ayudar... Resignada a no poder hacer más, se apartó de la casa para dibujar ligeramente alejada del derrumbe algunos símbolos en el suelo, para preparar su disco flotante, en el que cargar a Arroka, y quizás al alumno o un pedazo de él.

Por el rabillo del ojo vio la silueta del oso.

- ¡es él! Pero llegamos tarde! ¿Nos lo llevam.. -¡POM! Otro cascote le rozaba el muslo dejándole una fea herida sangrante- ¡maldita sea!

Con los objetos guardados empezó a tirar del cuerpo para sacarlo de ahí. Ayudó a Kurg a cogerlo de manera que el oso pudiera maniobrar, y echó a correr hacia el agujero con intención de saltar.

- ¡a tus brazos Nana! -gritó justo antes de dar el brinco.

Se acercó dónde estaba Liros lanzándo un gruñido de aviso, le hubiera gustado decir que se ocupaba él pero el oso no era el mejor medio de comunicación. No se anduvo con ceremonias, empaquetado como estaba resistiría al agarrarlo por el hombro con la mandibula sin quedarse con el brazo en la boca.

Tras arrastrarlo por el suelo esquivando habílmente los trozos de piedra que caían sobre Liros se dispuso a bajar trepando pero antes miró a Liros y movió los hombros para ver si este se subía sobre él para la bajada, si esque llegaba a entenderle. Era un poco frustrante la comunicación así.

La distancia entre la ventana y el suelo no era tal como para infligir daño alguno en la giganta, quien depositó a Ágnofos en el suelo, lejos de la zona de peligro. Dejó con suavidad el cuerpo de su antiguo compañero de armas y se volvió hacia los demás. Uno, dos, tres... Faltaba uno. Antes de que pudiese hacer nada por evitarlo la úrsida forma de su compañero ascendió nuevamente a través de las ruinosas paredes de la mansión en busca del único compañero que se había quedado atrás. Con gesto frustrado la mediana se aproximó a la ventana.

Desde aquella altura apenas alcanzaba a distinguir nada entre la polvareda y aquella lluvia de escombros. Sólo podía esperar que aquellos dos no murieran aplastados por el derrumbe.

- ¡Kurg! ¡Liros! - se arrepentiría de lo que iba a decir - ¡A mis brazos!

La no tan pequeña guerrera extendió sus manos hacia la balconada, esperando que sus compañeros saltasen sobre ellas y así evitar posibles daños. Quizá encontrarse tan cerca del edificio pudiera poner en riesgo su integridad, pero era un sacrificio que estaba dispuesta a aceptar.

El temblor cada vez era peor, así que de una Kurg y Liros saltaron a la desesperada por aquella balconada para caer en los brazos, o mas bien, encima de Nana que les hizo de parachoques contra el duro suelo que les esperaba. Con ellos también viajaba un cadáver envuelto en unas telas.

Por precaución decidisteis alejaros unos metros de aquella mansión e hicisteis bien pues a los pocos segundos de unas fuertes sacudidas empezaron a caer las vigas principales y con ello el edificio se desintegró completamente, haciendo saltar cristales, maderas y casquillos por todas direcciones.

Tras el mayor estruendo que aquel bosque había escuchado nunca, las pocas aves que pululaban por la zona se fueron volando, acto seguido se quedó todo en absoluto silencio.

¡Misión cumplida! ¿No?

Liros observó la mansión derrumbándose. Se imaginó el aura nigromántica verde colapsando al igual que lo hacían las paredes.

Le dolía la cabeza de los casquetes que le impactaron. Había conseguido salir ileso del combate contra esas cosas, y sin embargo lo que casi acabó con él era un edificio.

Miró alrededor en busca de sorpresas, ya se esperaba cualquier cosa. Al ver la calma y el silencio después del derrumbe, se incorporó y se acercó a Nana. En sus brazos yacía el gnomo que había venido a conocer. Incluso inerte su porte evidenciaba que fue alguien a quien merece la pena conocer.

Miró de reojo el cadáver del alumno, este no le generaba ninguna emoción. Habían llegado tarde, pero volverían con él, y tras lo que habían vivido esperaba una buena recompensa.

Desplazó su mirada por cada uno de sus compañeros. Habían peleado bien y demostrado su valía, una sonrida sincera de alivio surcó su rostro.

- Debió ser un gran gnomo, lamento vuestra pérdida -dijo mirando a Nana- no lleva mucho en ese estado, tal vez en un templo puedan hacer algo... He oído de Sacerdotes con capacidad de resucitar... Aunque si preferís darle una despedida digna contad conmigo para ayudar con lo que haga falta.

Volvió a mirar la antigua mansión.

- Deberíamos alejarnos y buscar un lugar seguro donde descansar, no me fío nada de este sitio.

La muchacha indicó su peana flotante para que pusieran allí los cuerpos de Arroka y seguramente del alumno - no sé si será posible, pero si volvemos rápido quizás puedan devolvernos a Arroka, el alumno no estoy tan segura...

Miró a Liros alzando ligeramente la cabeza - no me quejaré de que hayas agrandado mi recompensa, pero créeme que presentaré una queja a esa codicia tuya que podría haberte costado la vida. Por fortuna para tí por esa avaricia hemos rescatado de casualidad al alumno, seguramente quede en una simple regañina - se agachó a acariciar al Sr.Popo terapia de relajación que no le venía mal, mientras sacaba un diario en el que escribía en un idioma poco común.

Spoiler (marca el texto para leerlo):

Guardando la libreta satisfecha con su descripción de los hechos, solo quedaba volver y repartir las ganancias, que quizás serían perdidas en esta ocasión, "inconvenientes" de que sobrevivan tantos peones, si por ella fuera sobraría cierto peón, aunque puesto que llevaba algo de recompensa para compensar su existencia, no le molestaba tanto.

Los restos de la mansión Margaster, aún envueltas en el polvo en suspensión, descansan ahora como deberían. Ruinas olvidadas en las profundidades del bosque. Un ejemplo para todos de lo que sucede cuando realizan tratos con aquello que no conocen. Los restos del almuno perdido, aún envueltos en la tela que cubre su cuerpo, descansan entre las fauces de Kurg. Un ejemplo para Thelos y para todos aquellos que aspiran a controlar aquello que no conocen. Los restos de Arroka, empapado por las enormes lágrimas de la mediana, descansan entre sus manos. Un ejemplo para ella sobre el valor de la amistad y sobre los riesgos que entraña aquella vida que ambos habían elegido.

Nana asiente ante las condolencias del elfo. Pese a sus diferencias había sido él quien les había llevado a cumplir su misión.

Poco a poco Nana recupera su tamaño habitual. No desea, sin embargo, deshacerse del cuerpo de su compañero. Sorbe por la nariz e intenta recomponer su rostro mientras observa cómo los escombros de la pérfida mansión se asientan en el suelo. El Sr. Popo, aún entre los brazos de la aasimar, gime compartiendo de algún modo su dolor.

- Misión cumplida, chicos - sus pequeños ojos están enrojecidos, pero su voz se mantiene firme - Será mejor que volvamos antes de que Gundren nos dé por muertos.

La mediana se vuelve en dirección al camino por el que habían venido. La vida del aventurero era así. No hay victoria sin pérdida, ni pérdida sin victoria. La muerte, en algunos casos, no era el final y, por los pelos de la barba del enano al que servían, que aquel no sería el último capítulo de aquella aventura.

Tras alejarse aún en su forma animal para evitar que la mansión les cayera encima contempló como esta caía derruida. Dejó en el suelo el cuerpo de aquel que habían venido a buscar y poco a poco volvió a su forma original. Un sollozo se ahogó en un vago rugido mientras su hocicó se transformaba en roca pues miraba como en los brazos de Nana reposaba el cuerpo del pequeño Gnomo. Había perecido cuando se separaron, había sido de mutuo acuerdo pero lo había dejado sólo y aquellas eran las consecuencias. Calló al suelo con sus propias rodillas y tocó el suelo, con la caída de aquella bruja habían detenido la podedumbre que se iba expandiendo en el bosque.

Se secó las lágrimas y volvió su vista a los árboles muertos recuperando su optimismo. - Tras los restos del bosque de antaño un nuevo bosque crecerá alimentándose del viejo sustrato. dijo palmeando el suelo. - Y quizá, quizá podamos devolver el aliento vital del gnomo y que su alma vuelva a depositarse en él. sonriendo miró alrededor - Seguro que su espíritu está a nuestro lado y nos ha acompañado hasta el final de lucha, y quizá fue su espíritu el que te mostró donde se hallaba el alumno para que su muerte no fuera en vano. A pesar de todo había una sonrisa en su boca con un susurro conjuro un hechizo para que Ágnofos se recuperará un poco más de sus heridas y miró al frente tras levantar al alumno y ponerlo en el disco de la maga. Se acercó a Nana y le palmeó la espalda - Pues no perdamos tiempo, volvamos a casa. La dijo sonriendo.

Se sentía satisfecho por haber realizado con éxito su primera misión, estaba seguro de que devolverían a Arroka a su ser y además habían destruido el mal que afectaba al equilibrio natural. Pasaría mucho tiempo pero al final aquella zona recuperaría su vida.