Todo está saliendo de maravillas en un lugar y en una situación que puede ser adversa. No obstante voy cargando junto a Óscar a Sara mientras sigue el cauce normal sin contratiempos. La cuestión es que una voz nos detiene, es estruendosa, y claro, para alguien que ha admirado a Merlín como yo, pues no lo pude evitar y he girado sobre mi misma para ver su rostro. Estoy tan impactada por tenerlo allí, que ni siquiera recuerdo qué es el villano de esta historia. Es él, el mago más poderoso de estos tiempos y no me pasa desapercibido.
Y me quedo allí embobada, no puedo evitarlo pero todo se complica un poco más y es la presencia de Morgana la que me permite recuperar un poco de consciencia. No hay otra vuelta, toca regresar y noto que estamos desapareciendo, abrazo con fuerza a mi amiga que está más cerca de la muerte que de la vida y espero que todo salga bien. Ahora pueden saltarán los conjuros por los aires, pero nosotros regresamos y eso es lo que en verdad importa.
Miro por última vez a Ale, a Óscar mientras se desvanecen, contenta por ellos. Lo habíamos logrado.
La verdad es que lo que sucede a continuación me pareció más sueño que una realidad tangible. El tormento que me causaba la herida y la pérdida de sangre hicieron mella en mi razón y en mi arrogancia. Me sentía vacilar, mi visión se desenfocaba, lo mismo que una gasa delante de las narices. Escuchaba a unos y a otros, a Merlín, creo, Morgana, e incluso Arturo. Un joven rey…-La hostia- murmuré por lo bajini para darme ánimos.
Me apoyé en algún sitio, en uno de los muros, y boqueé como pez fuera del agua. Me sentía morir. Y lo peor de todo es que justo ahora, cuando tenía una oportunidad con Helena. Al menos me llevaría conmigo la satisfacción de su beso, de su amor fugaz. Y también la amistad hasta el final con Óscar. Y por supuesto, la liberación de Sara. Deseé de todo corazón que ella pudiese vivir.
Joder. Qué los muertos ni sienten ni padecen. Vaya pensamientos tengo. Ni veo pasar mi vida anterior, ni leches. Me mareaba. Me voy a desmayar. Te quiero Helena. Siempre te quise.
No se si me caí o me desmayé o me morí. Todo fue un telón negro, tan negro y oscuro como el alma de Sauron.
Me entran todos los males al escuchar el susurro de Sara. Si es que está fatal la pobre, como vea una manta o algo parecido lo pienso pillar para ponérselo por los hombros, pero de momento me dedico a sacarla de los calabozos lo más rápido posible, junto a Helena que también la sostiene y Alex, que cada vez está más paliducho.
Fuera de ahí está claro que necesitamos carros o caballos o algo para ir a buscar a Morgana, pero antes de que hagamos nada empiezan a salir guardias y gente, y Merlín el maligno (¡que lleva un cacharro modulador de voz! ¡sí que es un viajero!) y luego los reyes y hasta la misma Morgana (a la que miro con chiribitas en los ojos por un instante). Todos los personajes de la leyenda se han juntado aquí para pelearse entre ellos. Y nosotros en medio. Perfecto.
Pero no. Al mismo tiempo que Sara confirma mi mayor temor sobre Morgana todo se desvanece ante nuestros ojos y de vuelta a la nave. Joder. Vaya viaje.
—¿Estáis bien? ¿Chicos? ¿Alex? ¿Sara? ¡Tíos!
Tengo el estómago hecho un higo, pero también la urgencia de conseguir ayuda para Sara y para Alex. Así que me pongo de pie como puedo, con las rodillas flojas y ganas de potar, y busco el teléfono rápido.
—Voy a pedir una ambulancia pero ya. Helena, ¿estás bien?
-Dame un piti, colega -acerté a decir. Arrastrándome hasta una pared. -Respiro. ¿y vosotros? Óscar, Helena...
Me faltaba el aire. ¿Dónde coño estamos ahora? -¿Sara?
Un piti. O mejor un peta, que me vaya feliz.
El zumbido extraño de los motores cuánticos se va apagando, el olor a ozono llena el laboratorio.
Alejandro, sentado en el suelo y apoyado contra una encimera de acero sigue sujetando la improvisada gasa teñida de sangre, que ha superado con creces su capacidad de compresión y absorción. Por el costado izquierdo, un reguero de sangre va goteando el blanco suelo alimentando poco a poco pero sin pausa un charco de sangre.
Oscar, busca su móvil y con el último estertor de batería llama a los servicios de emergencia e informa de dos heridos de distinta gravedad en el Polígono de Tres Cantos.
Helena contempla horrorizada, mientras intenta mantener el contenido de su estomago dentro del mismo, como su amigo poco a poco va tornándose del color blanco del laboratorio... o es la percepción exagerada que le da el hamor, aunque lo cierto es que va perdiendo la color de su rostro.
Por su parte, Sara, descansa en el suelo en postura fetal. Su demacrado cuerpo es una sombra de la mujer atlética que fuese antaño. Parece estar abrazada a uno de los grilletes que la mantuvieron cautiva. En su rostro, un rictus de sonrisa triunfal.
Oscar y Helena ayudan a Alejandro a salir a fuera de la nave. Lo mejor es que los servicios de emergencia no entren en la nave no sea que acaben de sanitarios para Julio cesar.
Una vez acomodado en el exterior, junto al Fiat 500 de Sara, Oscar vuelve a por Sara.
Cuando la coge en brazos parece no pesar. Oscar nunca ha sido un tio fuerte, pero levantar a Sara es como levantar un gatete famelico.
-Gracias -sale de sus agrietados labios -Sabía que podía confiar en vosotros. No me dejaríais morir allí. Siento los problemas que os haya podido causar -se disculpa
Todos al rededor del Fiat 500 esperais a llegada de los sanitarios. Podéis ver las luces de las sirenas en el horizonte un poquito antes de escuchar las sirenas. Sara se tensa. -No no no no no no. Sacame de aquí Oscar, no puedo ir a un hospital. Ellos estarán esperando. Merlín habrá informado. Estarán esperandome. Sacame de aquí Oscar. Corre... ¡Burrolandia! -dice de pronto abriendo mucho los ojos -llevame a burrolandia. Sacame de aquí o estaré muerta antes del amanecer. Todos nosotros lo estaremos...
Después de colgar y guardar el móvil sin batería saco un cigarro y lo enciendo antes de pasárselo a Alex. Luego saco otro para mí. Ahora que hemos vuelto ya no hace falta racionar la reserva de tabaco. Pero al coger a Sara en brazos se me cae el alma al suelo. No pesa nada, está hecha un asco total. Y cuando empieza a ponerse nerviosa, me lo contagia enseguida.
—Vale, vale. Te llevo donde quieras. A Burrolandia o donde sea. —Después del viaje que hemos vivido ya ni me planteo si las cosas son lógicas, ya tendré tiempo para pensar en todo eso dentro de un par de días. De momento voy más por impulsos—. Pero te tendrá que ver un médico igual, ¿eh? ¿Dónde tienes las llaves del coche?
Lo pregunto mientras le doy a la manija, por si acaso, pero sin mucha confianza.
—Sara, ¿Helena y Alex sí que pueden ir al hospital? Porque a Alex le hace falta que le cosan eso pero ya de ya.
Sara me susurra algo al oído y frunzo el ceño. Vaya panorama. Me preparo para cargarme el cristal de la ventanilla del coche. Un codazo, una patada, una buena hostia con la leatherman. Lo que sea, pero rápido. Y luego abro la portezuela desde dentro y cojo el bolso de la guantera.
Y regresamos, para nuestra alegría a un mundo que si conocemos, que no habla de espada, bailes y vestidos amplios. Nada de eso, ahora es la actualidad y la verdad es que la echaba bastante de menos. Una vez allí, reaccionando al regreso con todo lo que implica, incluso al borde de dejar hasta mi apellido en el suelo, observo como Alejandro está fatal. Necesita si o si un médico.
Lo bueno es que rápidamente Oscar reacciona, y todo parece marchar sobre ruedas. Recuperamos a nuestra amiga, toca sanar las heridas y claramente intentar que Sara esté mejor. La cuestión es que mientras me quedo junto con Ale pálida igual que el papel, escucho las palabras de Sara y mi rostro refleja una preocupación evidente.
- Oscar... No puedes. - digo al meterme en aquella conversación, que esto no es de bromas. ¿Cómo Merlin vendrá aquí? Es una tontería pensar algo así. - Pero...- quiero decir algo más, pero al parecer está dispuesto a llevársela vaya a saber dónde. Me desespera, aún así no puedo detenerlo, Ale está muy mal con su herida. - Ten cuidado, y regresa. - respondo resignada, dolida por perder de nuevo a mis amigos.
La verdad es que las conversaciones me llegan amortiguadas por el sopor que me está entrando. También sería una putada palmarla ahora que hemos regresado. Pero no se muy bien lo que digo. Aspiro el humo del cigarrillo. Y toso, por supuesto, desangrándome un poco más. Pero, joder, que mejor que morirse con un puto piti en la boca después de echar un polvo con tu chica. Aunque aquí no hubo polvazo. Sí que un besazo, y eso me vale.
Vaya lío en el coche- Hostia, tío, Óscar. Que ya hubiera abierto yo el carro. O no, porque no me entero mucho. Sin embargo algo pillo de lo que dice Sara, y creo entender, más o menos.
-El cabrón de Merlín llevaba al cuello una gargantilla como las nuestras. Es de por aquí el tipo. -Otra calada- Cuida de ella, Óscar. -Espero que de nosotros no sepan nada. Supongo. Ya nos pondremos en contacto.
Le doy un beso en la frente a Sara- Recupérate, fea. -Un abrazo a Óscar- Ahora es tu responsabilidad, tío. Nos vemos.
Y me giro hacia Helena. Mis ojos brillan, no se si porque estoy muy tocado o muy enamorado. Me quedo suspendido de los de ella- No siento lo de antes. Nada de lo que he hecho. Y el beso lo volvería a repetir , incluso si cada uno de ellos me costase una puñalada como esta. -Tomé aire- Confío en salir de esta...para poder besarte de nuevo.
Las luces de las dos ambulancias os iluminan y se detienen con un sonido de raspar gravilla. Un paramedico se baja de la primera ambulancia y se acerca a vosotros.
¿Qué ha pasado? -pregunta muy profesional cuando por su mirada dice que lo que quiere saber es por qué cojones vestís como si estuvieseis de carnaval.
Toca el walkie en su hombro -Varon joven sangrando profusamente por una herida en el brazo izquierdo. Traed una camilla.
Ya estamos aquí. Todo va a salir bien -intenta tranquilizaros -¿Qué ha pasado? dice preguntando a Helena
Dos paramedicos ayudan a Alejandro a subir se a la camilla y le aplican compresión con gasas limpias.
-¿Es tú novio?¿Familiar? Bah... poco importa ¿Quieres acompañarnos en la ambulancia?
De pronto se pone en pie y parece buscar algo o alguien al rededor. ¿Quién ha llamado? ¿No había otro herido?
Vamos al Hospital universitario Infanta Sofía. Por si queréis informar a algún familiar. Y que os traigan ropa limpia quizás
Tenéis un post de respuesta
A duras penas esquivas las luces de la primera ambulancia llegando a la altura del auto de Sara donde esperan tus amigos.
Cuando os habéis alejado lo suficiente Sara te pide que la deposites en el suelo y le des el bolso. Simplemente usa un busca y parece escribir algo en él.
-Sven no tardará -te explica -Él nos llevará. Él se encargará de todo. Si pierdo la consciencia sólo dile que necesito ayuda medica y no puedo acudir a ningún hospital. Él sabrá qué hacer. Hace frío Oscar... mucho frío. Y realmente hace mucho mucho frío. Habéis vuelto a Madrid en plena ola de frío invernal.
A los veinte minutos, aparece por ahi una furgoneta con el logo de burrolandia. Un joven rubio con pinta de Vikingo se baja de la misma y se dirige a vosotros.
-Por todo los Dioses -dice -¡Señorita Sara! ¿Qué ha pasado? te mira con un claro tono de amenaza, como culpabilizandote.
Sara está inconsciente. Cumples lo prometido y entre ambos acomodáis a Sara tumbada en la parte de atrás del vehiculo.
Te quedas con Sara para que su fragil cuerpo no se mueva durante el trayecto.
-¿Dónde aprendiste a hablar Finlandes con tanta fluidez? - te pregunta por cortar el hielo
No te has dado cuenta de que todavía tienes el pinganillo y la gargantilla y es muy probable... casi seguro, que tus amigos también lo han olvidado.
Sara pasa los próximos días en una sala de curas de burrolandia a los cuidados de Sven. Resulta que tras vuestra excursión al lugar, a Sara le gustó tanto el proyecto que básicamente compró todas las acciones. Se podría decir que es la dueña en la sombra. Y Sven es un veterinario muy cualificado. Gracias a sus cuidados, una alimentación sana y unos pocos antibioticos rebajados de caballo, Sara evoluciona de manera más que favorable.
-Debo desaparecer Oscar. La corporación debe llevar siglos esperando que vuelva del 511. Merlín o pudo regresar, ni muchos de sus agentes, pero habrá informado de que volvisteis por mi. Estarán buscándome... mi vida y la de mi familia peligra. Incluso la vuestra. Debes... Oscar... debo morir. Nadie debe saber la verdad. Nunca... Prometelo Oscar.
Tienes un post
Echo a correr lo más rápido que puedo cargando a Sara. No pesa mucho, pero tampoco es que yo sea el tipo más atlético del mundo. Me da mucho reparo dejar atrás a Helena y Alex si hay un posible peligro, pero no hay más remedio. Mi colega necesita asistencia ya de ya y Helena cuidará de él.
Luego todo pasa muy rápido. La abrazo para ayudarla a mantener el calor. Mi chupa se ha quedado en otra época, menuda paradoja, joder. Llega Sven, le digo lo que me ha dicho Sara para él y nada más. Por el camino me doy cuenta de la gargantilla, pero no tengo batería en el móvil, así que le pido el suyo para enviar un mensaje. El número de Helena no me lo sé, pero el de Alex sí. Ojalá tenga suerte y aún lo tenga operativo.
Si me lo deja escribo lo siguiente: «Tío. No vayas al médico con collares ni pendientes. Luego te escribo. O.». Y lo borro para no dejar rastro, que ya estoy paranoico que te cagas.
En Burrolandia. Estamos en Burrolandia y a mi amiga la está atendiendo un veterinario, como si fuese una mafiosa o algo. Es todo como de película. Tengo en algún bolsillo la foto de este sitio que pillé en el apartamento de Sara. No sabía que le había impactado tanto, seguro que los otros tampoco.
Los siguientes días casi no me separo de su lado. Cargo el móvil y aviso en el curro de que estoy malo y no puedo ir. Espero que Sven me pueda conseguir un justificante médico. Escribo a Alex y Helena cada poco para saber si están bien, pero todos los mensajes los escribo medio en clave por si acaso. Y cuando Sara por fin mejora y me dice que quiere fingir su muerte, lo acepto, pero también necesito algunas explicaciones.
—Yo te ayudo, tranquila. Hasta te organizo el funeral si quieres. Y nosotros nos hacemos los tontos, se nos da muy bien. —Sonrío de medio lado con la broma—. Pero, Sara, tengo que saber dónde vas a ir y tener algún medio para comunicarme contigo si pasa algo. Y me tienes que explicar toda esta mierda. ¿Quién es Merlín? ¿Cómo acabaste metida en esto? ¿Qué pasaba con el libro? ¿Por qué no podía tenerlo él? Vamos, tía, que esto es como el Ministerio del Tiempo, necesito saber qué ha pasado y qué hemos vivido.
Con calma Oscar. Os lo explicaré todo a su debido tiempo.
Aunque... resumiendo. Merlín es un agente de la Corporación. Junto con Elisa creamos una maquina del tiempo, que la compañía ha usado para sus propios y egoistas fines. Por eso viaje al 511. El libro de morgana es un legajo de los antiguos romanos, hierbas medicinales, anatomía avanzada para la época... esas cosas. Ese pergamino, con el tiempo caería en manos de los judíos convirtiéndose en los médicos más avanzados de la época, esos conocimientos se transmitirían y darían pie a la medicina moderna. Y a la sanidad publica...
La Corporación quería evitar eso y convertir la medicina en algo místico y sólo a su alcance. Ha mandado agentes por todas las épocas para cambiar la historia y llevarla por caminos que les beneficiarán.
Cuando Elisa y yo nos dimos cuenta de lo que pretendían nos fuimos de la compañía y construimos nuestra propia máquina para arreglar los destrozos que iban haciendo... pero no ha sido fácil, están muy bien entrenados y formados... y ahora nos han descubierto.
Pero no pueden volver del pasado. No saben cómo. Eso, sólo lo sabemos Elisa y yo.
-No, no había nadie más . Que yo sepa. Que estoy muy jodido, tío.
Miré a Helena, sonreí. -Saldré de esta. Para darte el coñazo.- Joder. Qué aventura- Avisaré a mis padres.
Desde luego, una aventura que todavía no me creo. No se si ha sido realidad o una puta VR . No ha sido esto último, lo tengo claro. Ha sido alucinante. Cuando esté mejor podremos reunirnos y charlar sobre el asunto. La madre que me parió. Morgana, Ginebra, Arturo, Merlín. Merlín. Un cabrón que también viaja en el tiempo. Muchas cosas nos tiene que explicar Sara.
Posé los ojos agotados en Helena. Cogí su mano y la apreté, sin perder la sonrisa bravucona y cómplice.
Y allí vamos en la ambulancia, yo nerviosa sujetando la mano de Alejandro mientras nos dirigimos al Hospital. Es tanta la confusión por todo lo que ha pasado, que mi corazón está dividido entre la persona que amo y tengo a mi lado. Pero también está Óscar y Sara, no sé porque se han ido, porqué perderlos de vista así.
- Me debes algo, así que ponte bien. - digo al dejar una caricia sobre su rostro, disfrutando del roce y el momento, si no fuera por la velocidad que nos traemos, la sirena de la ambulancia y que hay más personas, estaría besando sus labios. Aún así, con la mirada le dije absolutamente todo y claro está que no queda en un simple beso.