Venía algo apesadumbrado, no le había ido como esperaba y por lo que parecía, tampoco se veía al resto muy feliz.
- Compañeros, ¿Qué habéis descubierto? ¿cómo os ha ido? es casi hora de misa y de poner en marcha... nuestro plan -dijo muy bajito para que ningún oído indiscreto pudiera captar algo.
¡coño! no me ha llegado el mensaje de "nuevos mensajes en la partida" xD pensé que no habías posteado.
¿Que descubristeis en las catacumbas? dijo sumandose al susurro propuesto por Nicasio. Estaba visiblemente nervioso o asustado. No era facil saberlo bajo la máscara de fatiga que la reciente carrera le habia puesto en el rostro. Dijisteis que no había nada, sin embargo bajé hace un minuto y...
Espero a ver que dicen ellos...
El post de Rodrigo está antes que vuestros últimos post (Nicasio y Jimeno), lo he puesto visible.
Rodrigo no se detuvo, ya que quería estar de los primeros en la iglesia; tenía cosas importantes que decirles a sus compañeros, pero no era aquel el momento apropiado. Así que pasó de largo guiñándoles un ojo, y se apresuró para coger un buen sitio en la iglesia, de manera que tuviera vigilados a todos los monjes y estuviera cerca de una de las salidas por si las cosas se ponían feas.
Pongo aquí el post de Rodrigo.
Rodrigo se internó en la misa, tomando un buen asiento junto a algunos frailes que ya estaban sentados o de rodillas, y habían comenzado a orar antes de que se celebrase el oficio. Hermán hizo lo propio, no por querer hacerse converso, sino por puro sentimiento de curiosidad, haber si podía sacar algo al estar todos los frailes allí presentes. El Padre Cosme oficiaría la misa de las cinco. Mientras, Jimeno y Nicasio estaban aún fuera, justo en la entrada de la capilla, saludando a algunos frailes que se habían retrasado unos minutos.
Son las 17.00
- Descubrimos una vieja espada en el interior de una lápida y poca cosa más y... - se da cuenta de que es la hora de poner en marcha su plan así que levanta la mano y susurra a Jimeno -es la hora de ir a echar un vistazo a la celda del prior.
Vayamos pues. respondió Jimeno. Si querían visitar la celda cerrada con llave no imaginba mejor momento que ese. En la hora de la misa todos los monjes estarían ocupados en sus rezos y oraciones.
Acto seguido, mientras Rodrigo y Hermán miraban de reojo ya desde la distancia cómo Nicasio y Jimeno permanecía en la puerta esperando que entraran todos para tener despejado los pasillo y poder desarrollar su treta, el sermón comenzó de improviso, con la palabra de Don Cosme pronunciando la Premisa Preclara.
Una vez cerrada la capilla, Nicasio y Jimeno fueron hasta la celda de habitaciones a todo trapo.
Corrísteis por los pasillos, cuidando que vuestras pisadas no alertasen demasiado, aunque con el ruido que sobresalía por la puerta de la gran capilla, la cual hacía hueco en el interior, una conversación normal por fuera no se oiría. Una vez en la entrada de las habitaciones, comprobásteis que la celda se encontraba cerrada, como el resto de celdas (cerradura como todas las celdas, incluida la vuestra).
Son las 17.05
Decidme que háceis. Si desistís paso a la siguiente escena. CUIDADO Destinatarios.
Se colocó delante de la cerradura e hizo un gesto a Jimeno para que se apartase y le dejase algo de luz mientras hurgaba en la cerradura intentando abrirla.
- Que Dios nos asista... -murmuró mientras enredaba.
Motivo: abrir cerraduras
Tirada: 1d100
Dificultad: 20-
Resultado: 29 (Fracaso)
Mientras sus compañeros se disponían a llevar a cabo el plan previsto, Rodrigo observó a toda la concurrencia y trató de contar a todos los monjes, haciendo memoria para comprobar si faltaba alguno de ellos. Si así fuera, tendría que inventarse cualquier excusa para salir pitando.
¿Faltar alguno? ¡Imposible! Esto fue lo que llegaste a pensar mientras estaba sentado en uno de los bancos de la capilla. La presentación, la Palabra Preclara, la Homilía, otras lecturas y Salves y finalmente, tras repartir el Cuerpo y perdonarnos por los pecados, la misa terminó con la Señal de la Cruz... Ninguno de los escrupulosos monjes hacía nada fuera de lo normal, asi que, una vez que todos los monjes iban saliendo abandonaste la capilla.
Ante la imposibilidad de abrir esas celdas, desistís de vuestros intentos, y esperáis que don Rodrigo y Hermán (que había estado holgazaneando en la misa cristiana) vuelvan de sus dosis de fe regenerada (sólo el primero...). Pronto véisle llegar, reuniéndoos todos en los pasillo, para disimular, mientras se dirigen de nuevo todos los monjes a sus respectivas tareas. Tras contarle Nicasio lo infructuoso del hecho de abrir la puerta y Rodrigo que no vieron nada extraño en los frailes, pasáis esa tarde de descanso y reflexión, pues aún queda un turno de trabajo, de misas y luego vendría la rápida cena antes de acostaros.
De nuevo, por la noche, llega don Cosme para reunirse con vosotros ante de dormir en las celdas-dormitorios.
Gracias por lo que estáis haciendo -dijo con sinceridad-, he preguntado a algunos hermanos, o ellos mismos me lo han confesado, y dicen que se sienten más seguro con vuestra presencia, aunque claro, en cuanto sepamos algo tangible y claro dormiremos en paz totalmente. Buenas noches.
Íbais escuchando el sino de las cerraduras de cada fraile una vez se internaban en sus dormitorios, dispuestos al descanso. Igual que la noche anterior, don Rodrigo dormiría con Herman, y Jimeno con el jóven Nicasio*
Mientras dormís, esa misma noche unos ruidos asaltan vuestra puerta... tras despertaros, miráis a traves de la mirilla que incorporta vuestra puerta y véis a un misterioso personaje encapuchado, iluminado por la tenue luz de las antorchas colgadas en los pasillos.
¿Qué es lo que sabéis de Don Damián? -pero sin esperar a que le diga nada el aventurero continuó hablando-. Debéis daros prisa, ya que en menos de dos días será demasiado tarde.
Acto seguido, mira a un lado y a otro del pasillo para finalmente desaparece por uno de los lados con severa prisa deslizándose por las instalaciones.