Partida Rol por web

Rodrigo y Nicasio le elevaron con fuerza haciendo gran parte del trabajo. Jimeno apretó los dientes, cogió aliento de donde pudo y rezó porque esta vez sus fuerzas le permitieran trepar hasta el torreon. Con todo el esfuerzo reflejedao en su rostro enrojecido llegó exhausto arriba. Lo habia conseguido. Por la santimisima virgen Maria que lo había conseguido.

Finalmente, Jimeno pudo auparse con gran ayuda y comenzó a escalar hasta llegar a la cuerda, que colgaba y se zarandeaba por la brisa. Cuando la tuvo agarrada "nada más" que le quedaba ir subiendo con gran esfuerzo, pero al final pudo conseguirlo, llegando al ventanón de lo alto del torreón. Éste llevaba la daga que le había entregado Rodrigo momentos antes, tan sólo quedaba completar el ritual.

(...) Y cuando acabes, antes de que todo esto termine, ansiado lector, toma una daga ¡pero no cualquiera! ¡una del Filo Sagrado! y... ¡Quiébrala su hoja en el mismo altar de juicios! ¡No lo dudes! Tan sólo os quedará encomendaros a la jauría de Dios, a los Ángeles merodeadores del señor, que con sus blancas alas mueven la nubes y bendicen a los incautos... ¡Implorad su ayuda!"

Cuando Jimeno llegó arriba, Rodrigo y Nicasio vieron que otro de los muertos subía, pero esta vez salía de la ventana de la capilla por donde bajaron a rezar. Ahora sobre el tejado no había un muerto cualquiera, sino uno de los Caballeros del Filo Sagrado hecho... ¡muerto!

¡¡AAARRRERGHHH!! -portaba espada, y éste no era tan torpe!

El sevillano al fin alzado hasta su objetivo en la torre corrió tan rapidamente le permitieron sus maltrechas piernas. Llegó hasta el altar de piedra y se esforzó por recordar lo que había que hacer ahora.

La daga. La daga. dijo solo para sus oidos. Sus manos fueron a buscarla entre sus ropas. Estaba allí. La sostuvo en el aire.

Hay que quebrarla. Jimeno intentó hacerlo. Intento quebrar la hoja en la piedra del altar de juicios. Y esperó que aquello fuera suficiente como para iniciar algun tipo de conjuro que les librara de aquella pesadilla.

Rodrigo y Nicasio oyeron un leve ruido ("¡CRASH!") procedente de lo alto del torreón, y es que en esos momentos Jimeno quebró con fuerza la hoja de la daga golpeándola numerosas veces contra la dura piedra del altar allí presente.

Los dos de abajo vieron desenvainar la espada al ente que antes era uno de los del Filo Sagrado, mientras Jimeno vio que se le venía encima (subiendo las escaleras hacia el tercer piso) una oleada de cadáveres andantes (deducido por los rugidos que le llegaban), que sin duda habían destrozado finalmente la puerta de entrada de abajo y comenzaba a subir.

A los pocos segundos el cielo se oscureció, las nubes hicieron presencia y numerosos rayos comenzaron a caer en esa parte de la sierra del Guarrama, golpeando muy cerca del monasterios árboles y rocas cercanos. Era cuestión de poco que alguno de ellos azotara el tejado del torreón en cualquier instantes.

Entonces tres potentes luminarias en forma de triángulo bajaron del cielo verticalmente y a lo lejos, dejando sobre sí una estela brillante impresionante. Iban directos al monasterio donde estábais.