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El alzamiento de los tres monarcas

05. «Que Dios nos bendiga a todos» (Fin)

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28/03/2021, 09:33
Guardián

Tras los hechos desarrollados en el Protectorado de Bohemia y Moravia, el revuelo producido en la Sección D del Servicio Secreto de Inteligencia del Reino Unido es espectacular.

En los días siguientes, Morty Abercrombie presenta mala cara. Unas grandes ojeras, un bigote despeinado que se fusiona poco a poco con la barba incipiente que crece a su alrededor. Parece muy afectado por la tan cercana e inminente guerra, aunque tal vez tenga algunos problemas personales de su propio haber.

Frantisek Moravek, General del Centro de Inteligencia Militar de Checoslovaquia, encaja la muerte de Josef Masín de la forma más elegante posible, pues ha sabido en todo momento que esto podía ocurrir perfectamente. De hecho, es de agradecer que solo una de las tres cabezas de estos Tres Reyes se haya visto cercenada. Aunque es sabido que los alemanes son unos salvajes, las condiciones de la muerte del dirigente son extrañas hasta para ellos.

Si bien la ocupación alemana en al región de Karlstein se llevó un duro golpe y los experimentos parecen haber cesado, también es cierto que, según informaciones recibidas por Moravek, los alemanes no han terminado de irse del todo. Los otros dos Reyes siguen luchando por restablecer su monarquía de libertad y las fuerzas rebeldes son cada vez superiores.

Casi un mes después de improductivas negociaciones internacionales con la Alemania nazi por parte del Reino Unido y Francia, apoyadas por los hechos sucedidos en territorios checoslovaco y polaco, sucede lo inevitable. El 3 de septiembre de 1939, Neville Chamberlain, Primer Ministro de Reino Unido, comparece para anunciar el principio de tan oscuro pasaje de la Historia universal.

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28/03/2021, 09:51
Neville Chamberlain

3 de septiembre de 1939 - 1116 horas

Les hablo desde la Sala del Gabinete del número 10 de Downing Street.

Esta misma mañana, el embajador británico en Berlín entregó una nota al Gobierno alemán indicando que, si a las once en punto no se encontraban preparados para retirar sus tropas de Polonia inmediatamente, nuestras naciones se verían forzosamente obligadas a entrar en estado de guerra. Muy a mi pesar, tengo que comunicarles que no se ha recibido respuesta alguna y, en consecuencia, este país se encuentra ahora en guerra con Alemania.

Puede imaginarse el duro golpe que ello supone para mí, cuando toda mi larga lucha por lograr la paz ha fracasado. Sin embargo, permítanme que dude que el resultado hubiera cambiado de haber hecho algo distinto.

Hasta el último momento hubiera sido posible cerrar un acuerdo pacífico y honorable entre Alemania y Polonia, pero Hitler no lo ha querido así. Es evidente que la decisión de invadir Polonia ya había sido tomada de antemano. Aunque ahora sostiene que los polacos rechazaron «propuestas más que razonables» por parte de los alemanes y que no tuvo otra opción, eso no es del todo cierto.

Esas propuestas de las que tanto se ha hablado nunca llegaron a conocerse ni por parte de los polacos, ni por la nuestra. Y, aunque fueron anunciadas la noche del jueves en la radio alemana, Hitler no esperó a obtener respuesta para ordenar cruzar la frontera con Polonia. Sus acciones demuestran firmemente que es imposible que este hombre entre en razón y deje de usar su fuerza para sus propios fines. Este hombre, señores, solo puede ser parado a la fuerza. 

Estamos, junto con Francia, en nuestra obligación de prestar toda ayuda a Polonia, quien está resistiendo tan heroicamente este perverso y deliberado ataque contra su pueblo. Tenemos la consciencia muy tranquila. Hemos hecho todo lo que estaba en nuestra mano por mantener la paz, pero esta tan ingrata situación en la que no se puede confiar en una sola palabra del gobernador alemán resulta intolerable. Ningún país ni ningún ciudadano puede sentirse seguro en esta situación. Así pues, vamos a ponerle fin. Estoy seguro de que todos ustedes desempeñarán su papel con calma y coraje.

En estos momentos tan aciagos, las garantías de apoyo recibidas por parte del Imperio suponen un profundo aliento para nosotros.

Así pues, que Dios nos bendiga a todos y defienda lo que es justo, pues Él nos ha enseñado que es la maldad contra la que hay que combatir. Contra la fuerza bruta, la mala fe, la injusticia, la opresión y la persecución. Y créanme cuando les digo que contra ellos lucharemos y contra ellos la justicia prevalecerá.

Notas de juego

Traducción libre del discurso del Primer Ministro de Reino Unido Neville Chamberlain declarando la guerra a Alemania.

 

—FIN—