Partida Rol por web

815.M 41 - Planeta Escintila / Colmena Sibelus / División Thaen.

     Caminas por una avenida principal de la división. Acabas de salir de un bar donde has disfrutado de un buen filete de grox. La calle está bastante limpia teniendo en cuenta que te encuentras en la colmena media y la gente se ocupa de sus asuntos cotidianos sin molestarte. La luz es aceptable aunque en esta zona es equivalente al atardecer aun en los ciclos díurnos.

     Gracias a la Inquisición has podido llevar un nivel de vida bastante muy bueno aunque por supuesto no tenga nada que ver con tu vida en Munsk. Pagan tus facturas mensuales y tienes un habitáculo de considerable tamaño en una zona residencial, fuera del alcance económico de la inmensa mayoría de los habitantes de la colmena, y que has decorado con tu estilo. A cambio, solo te asignan ocasionales misiones en las que ejerces de guardaespaldas o de "liquidador" en nombre de tus invisibles maestros. Tu único contacto y superior directo es un tipo bastante esquivo que se hace llamar "Nihilus". Solo le has visto un puñado de veces, pues generalmente se comunica contigo a través de mensajeros. Siempre va enfundado en una túnica roja con la capucha calada, por lo cual solo has tenido un leve atisbo de su cara y no es muy dado a conversaciones innecesarias.

     La gente te mira con desconfianza por tu aspecto y la cultura local te resulta de lo mas extraña. El estilo de vida de la colmena es tan diferente al de un mundo feral, como el cielo del mar y no acabas de encajar del todo. Aún así piensas que tu suerte está mejorando desde que te reclutaron para la inquisición y estás aprendiendo muchas cosas que no nunca habrías podido de no haber salido de tu mundo natal.

Grigory pasea por las calles de la barrotada colmena Sibelus. Toda ella le ataca a sus sentidos. La luz es mortecina incluso  a medidía debido a la contaminación, el aire está viciado e incluso en ese nivel los filtros y estaciones de aire casi no dan a basto, los ruidos le son extraños, sólo parloteo de personas y extrañas máquinas en funcionamiento, sus pies sólo tocan el suelo frío de piedra o materiales de plastiacero, y su paladar se ha acostumbrado ya a la exótica comida del lugar. Aunque tiene que reconocer que ese filete de la taberna estaba decente.

Mientras camina parsimoniosamente, regustando el filete, observa a la gente con la que se cruza. Tiene lástima de ellos, jamás verán paisajes como las montañas Karkonium, ni acecharán en las selvas profundas del Hakar. Sólo se acupan de ellos mismos, de sus miserias y éxitos, y no creía que la mayoría de estos hombres tuviera el valor para defender ni siquiera su bienes mas preciados.

Joder son como ganado, putas caras bobinas que me llevan. ¡Seguro que que le mujo a alguno y me contesta! Hahahaha

Eructa, se echa un pedo y sonríe de manera lobuna enseñado orgullosamente sus dientes.

Grigory estaba paseando traquilamente por las calles de aquel laberinto de ratas cuando se paró un instante delante de una vidriera a contemplarse a si mismo. Se sentía liberado de no llevar esa pesada armadura antifrag, su capa de pieles de bestias de Munsk y las mallas elásticas le conferían total libertad. Con disimulo se miró la espada que llevaba al cinto: un regalo de su familia al marcharse de casa. Buen filo, equilibrada y ligera, ideal para tajar en un par de segundos a culquier amenaza. De todas maneras, él no era tonto y sabía que lo cobardes pueden emboscar en la distancia y para ellos tenía una pistola láser oculta en su espalda.

Miró su crono, el cual le fascinaba ya que en su tribu no lo poseía nadie, y se dijo que era buena hora para enterarse por boca de algún guardia de las novedades del día, quizás tenía suerte y podía hacer algún trabajo.

     Sus pasos le hicieron avanzar, dejando atrás comercios, calles secundarias y a la gente cansada que volvía del trabajo. Al poco se encontró delante de un bar que solía frecuentar, pues estaba cerca de su habitáculo. La fachada era de piedra y la mampostería parecía muy antigua. En grandes letras de bronce forjado se podía leer "El orgullo de Igarr" sobre la puerta. Al entrar le recibe el acogedor tumulto típico de los clientes bebiendo y charlando entre ellos, mientras se acerca a la barra de madera "real" donde espera el dueño del local.

     Crees recordar por las escasas veces que has estado aquí, que el camarero se llama Kurt, Carl o algo así. El tipo deja de hablar con un cliente y se acerca a tu lado de la barra. - Buenas noches. ¿Que le gustaría tomar, señor?

     En la barra hay sentado un clérigo tomando una copa. Te ha dado la impresión de que te miraba furtivamente mientras conversaba en susurros con el camarero antes de que se te acercara.

     El sacerdote se dirige a ti con voz amable.

     - Buenas, nunca te he visto por este bar y parece que eres extranjero. ¿quieres tomarte un buen amasec?

     Antes de que puedas contestar, algo en la puerta llama tu atención. Un servocraneo con el emblema de la Inquisición está en el umbral. Un ligero zumbido le acompaña mientras flota arriba y abajo. Se queda unos segundos como esperando y al poco sale otra vez del local. Recuerdas al artefacto de otras veces en las que te ha traído mensajes. Imaginas lo que eso significa...

     La gente del bar, incluido el camarero, se pone visiblemente nerviosa... todos menos el sacerdote, que parece mas curioso, que asustado.

Grigory relaja su considerable peso sobre un asiento de la barra y se cruza de brazos ante las preguntas del sacerdote. Sin mirarle, le pide al camarero su copa de siempre.

-Ponme lo de siempre, hoy estoy de suerte amigo. Este hombre me va a pagar un buen trago. -Mientras el camarero le pone su copa, Grigory le mira furtivamente al sujeto con un deje de interés- ¡A su salud! -Se me mete el amasec de un trago mientras apreta la mandíbula- ¿Se puede saber que le lleva a pagar tragos a gente desconocida? Cuénteme rápido parece que tengo asuntos que atender. Dice mientras mira en fondo de su vaso de manera concentrada.

     - Es... bueno, normalmente no trato con extrangeros, pero me gustaria saber que te trae por estos lares. Lo de la copa es por cortesia, simplemente. - extiende su mano a modo de saludo.

     Te mira con determinación a los ojos. Sonriendo te habla con un tono directo y confiado. - Mi nombre es Wilian. Simplemente quiero ser amable con un extranjero. La gente como tu a veces no es bien recivida por estos lares, pero a ojos del emperador todos somos hijos de Terra.

-¿Gente como yo? -Sonríe mientras enseña los dientes- Si soy toooodo corazón, seguro que si me conociera me presentaría hasta el mas cachorro de sus discípulos, hehe.

Al mirar al hombre con la cabeza pelada, el musnkiano siente una cierta simpatía por lo que le coje le da un apretón corto y vigoroso.

-Mire...  no me venga con cuentos de que todos somos hijos de la tierra y demás frases hechas. Unos nacen par comer Grox y otros para ser comidos, ¿entiende? No espero compresión y gentileza de la gente... Pero si tiene algún negocio en el que ganar unos buenos tronos estaré encantado de escucharle.

Si no se pone interesante me saldré a ver que quiere el servocráneo, espero que no sea otra misión de vigilancia...

     - Bueno, mucha gente de la colmena agradece de vez en cuando un guardaespaldas. No es muy difícil de encontrar trabajo en esta urbe. Dicho esto le da un ultimo sorbo a su amasec. deja el baso y pide la cuenta pagando también tu bebida.

     Después de esto se despide y sale del local.

¿Era una invitación? ¿Una propuesta de trabajo? Jodidos sacerdotes de palabras ladinas, mierda.

La verdad que Grigory era de genio vivo pero de mente lenta. Apretó los puños y estubo un momento mirando el vaso vacío decidiendo que hacer. Le daba rabia tener que salir como un perro faldero detrás de ese pero no tenía otra salida, o el servocráneo o el tío del cráneo afeitado.

Con un moviento rápido se levantó del taburete y sin dirigir la palabra nadie salió del local buscado esa cabeza pelona.

     Sales del local sin prisa, buscando al sacerdote. Al principio parece haberse esfumado, pero al poco tiempo de buscar a tu alrededor, ves salir al servocraneo de un portal cercano. El servocraneo se te acerca y en ese momento fugaz, te parece ver salir a alguien del mismo portal, aunque no estás seguro de si es el sacerdote u otra persona ya que la máquina se te encara.

          El servocraneo, se acerca y se coloca a escasos quince centímetros de tu cara. Un haz de de sensores escanea uno de tus ojos, suenan unos leves zumbidos y a los pocos segundos, el porta-mensajes se abre, revelando una placa de datos. La recoges con cuidado y, cumplida su misión, el servocraneo se aleja por donde había venido.

     Conoces perfectamente el proceso. Introduces en la placa tu clave personal de acólito cuando te la pide y la información se revela ante ti.

     Cuando quieres retomar tu búsqueda el individuo parece haberse esfumado, aunque al menos ya tienes una nueva misión.

     Comienza un nuevo día después de un sueño reparador y una vez listo tu equipo, te preparas para acudir a la cita marcada en la placa de datos. Sales de casa con tiempo y te encaminas al bloque de habitáculos 12-423D. Casi todo el mundo está trabajando en estos momentos y las calles están poco transitadas, así que avanzas sin problemas. Aproximadamente en media hora caminando llegas a la hora indicada al edificio, que está bien mantenido y justo cuando encuentras el habitáculo en cuestión, descubres que no eres el único que ha sido convocado.

     Un variopinto grupo de gente tan sorprendida como tu, se está congregando en la puerta. Rápidamente te llama la atención un tecnosacerdote que se encuentra junto al sello de apertura de la puerta. Descubres que el clérigo del bar es uno de ellos.

Al ver el grupo arremolinado en la puerta empieza a observarlos desde una distancia prudencial para imaginarse el porqué de aquella reunión...