… Ahora que el hombre comenzó a multiplicarse en la Tierra
y que sus hijas nacieron, los seres divinos (los elohim) vieron
cuán hermosas eran las hijas de los hombres y tomaron
como esposas a las que más les gustaron… Fue entonces que
los nefilim (los gigantes) aparecieron en la Tierra, porque
después de que los seres divinos se unieron con las hijas del
hombre, de ellos nacieron sus hijos…
… La serpiente no es nativa de nuestro mundo, pero fue traída
aquí desde las estrellas, antes del despertar de nuestra raza,
como un elemento de diversión para Yîg, y como un recordatorio
del mundo de donde proviene, porque la forma de la serpiente
es la forma de su dios y su verdadera forma. Y fue llamado
Damballah por los bárbaros de piel negra que moran los pueblos
salvajes del sur…
Pergaminos de la Ciudad de Plata
Volumen II, Códices XVII - XVIII, de Ishâq Alhazra'id
Las naves Cobra han sido vistas de nuevo sobrevolando los pueblos libres. Los leviatanes proliferan en el Mar de la Niebla mientras que las tribus salvajes se preparan para la guerra. Los sabios comienzan a interpretar las señales y todo parece indicar que el Emperador Cobra ha vuelto.
En este relato serás la joven princesa Idrîs, hija del hâkem Boulus de Vendha, una joven en cuyo corazón arde la llama de una guerrera. Pero por desgracia tu padre tiene en mente otros planes para tu futuro.
Las noches son frías en el desierto, sobre todo cuando eres incapaz de conciliar el sueño. La Corte de Boulus, tu padre, el hâkem de toda Vendha y el hombre más rico a este lado del Mar Interior, acaba de instalarse frente a la bahía de Issâm, el principal punto de amarre de la imponente flota mercante vendhí. Desde las jaimas atiborradas al oeste de la bahía puede contemplarse a la luz de la luna el sin fin de mástiles y aparejos que se aglomeran en el fondeadero, esperando las primeras luces del alba para comenzar el intenso intercambio de mercancías que se prolongará todo el día hasta la puesta del sol. No hay mayor emoción para un vendhí como la que siente regateando para obtener el mayor beneficio por sus mercancías. Ya no se trata de un tema monetario o de riquezas. Se trata de su honor como mercader.
El honor como mercader es algo que tú nunca llegarás a comprender. Para ti el honor se defiende empuñando un arma y defendiéndote frente a un adversario que te amenaza. Incluso en los casos en los que la lógica dicta que llevas las de perder. Pero los vendhí siempre negocian llegados a este punto. Son un pueblo de comerciantes natos.
Tu madre tampoco supo nunca entender esta filosofía de vida. Más aún cuando fue tu padre el que tuvo que negociar con los djinn entre su vida y la tuya. Los djinn son espíritus del desierto del plano elemental del aire. Son unas criaturas malignas y poderosas que disfrutan simplemente haciendo el mal. Cuando fuisteis atacados por una horda de estos salvajes djinn del desierto, os atraparon a tu madre y a ti. Los djinn ofrecieron un trato a tu padre, que tendría que elegir entre salvarte a ti o a tu madre. Frente al poder de aquellas criaturas no había otra solución posible más que acatar sus normas. Tu padre había hecho la elección correcta; decidió salvarte a ti. Era lo que tu madre hubiera querido. Pero tú no podrías haber elegido. Para ti la elección estaba clara: combatir hasta tu último aliento. Por suerte, tu padre es un hombre más frío e inteligente que tú y gracias a su capacidad de mediación sigues con vida. Y en cuanto a tu madre… intentas no pensar mucho en aquello. Esperas que fuera una muerte rápida. A veces, los djinn no matan a sus prisioneros y eso te hace soñar con que algún día te puedas volver a encontrar con ella, volver a verla, rescatarla de las garras de los malvados djinn de una vez por todas y darle su justa venganza.